LA ADHALIA NEGRA Con la mirada perdida en aquella fotografía, la misma sonrisa que él ya no pudo mantener en su rostro ni siquiera ante de morir porque de un momento él fue avisado que ella había fallecido en un terrible accidente automovilístico. ¿Cómo pudieron haber sido sus últimos segundos? ¿En qué fue lo que ella pudo haber pensado antes de morir? ¡Lo seguía amando hasta el final como ella dijo que prometía hacerlo?La verdad era que todo eso ya debería de quedar atrás y ahora enfocarse en el presente y en el futuro, que sería en el futuro donde la haría pagar por todo el daño que le había hecho a su ex esposa.Sentado enfrente de su escritorio, estando en su despacho, Santiago no podía dejar de pensar en aquella mujer con la que estaba casado.A su mente llegó un recuerdo. El recuerdo que más le seguía doliendo en el alma. La policía, los paramédicos, gente desconocida y otras tantas personas estaban ahí. Era difícil meterse en ese campo en el que ocurrió todo, decidiero
LA ADHALIA NEGRA NARRADOR Y justo desde algún lugar desde donde nadie la podía ver, la misma Bárbara, siendo los ojos de Bárbara los que lo vieran, pudo darse cuenta de la manera en la que Alejandro había tocado el cuerpo de Amelia. Por supuesto no había logrado escuchar nada desde esa distancia pero aquel movimiento había dejado mucho qué pensar. Quizá la venganza iba a ser más fácil de lo que pensó, si se trataba de encontrar pruebas, ella estaría ahí, desde donde pudiera verlo todo, sin jugar, sin decir una sola palabra para que llegado el día, ella, la maldita de Amelia no pudiera salirse con la suya.—Te vas a arrepentir, Amelia, te tengo en mis manos y no te voy a soltar. Lo juro. Lo juro, maldita. No importa cuánto tiempo pase, no importa cuántas pruebas más encuentre en tu contra, juro que te llevaré al mismo infierno. —Dijo Bárbara con el corazón destrozado.El tiempo podía seguir pasando y ella jamás iba a lograr olvidar a Asunción como su hija. La hija que ella nunca pudo
LA ADHALIA NEGRA NARRADOR Tan pronto como aquella mujer de carácter fuerte salió de la oficina de aquel hombre, tomó los papeles dándose cuenta que nada en ella podía ser imperfecto, incluso hasta la manera de firmar era única. No sabía para qué la quería su padre pero lo cierto es que ya la tenía en su poder. Esa mujer iba a ser su mina de oro.Cuando estuvo seguro de que ella se había ido, sacó su celular del bolsillo de su pantalón y marcó el número de su padre.Del otro lado de la línea una risa, seguramente ya esperaba porque marcara su hijo y solo le diera buenas noticias que al final, es era a lo que estaba acostumbrado recibir de él. Su gran Víctor.— ¿Padre? —Preguntó Víctor. —Sí, hijo, ¿ya tienes lo que te pedí?—Justamente en mis manos, padre. La mujer que me pediste que te entregara ya ha firmado el contrato.Una vez más Víctor escuchó la risa de su padre del otro lado de la línea. Sabía que su hijo no le podía fallar, sabía que su hijo haría todo por él sin importar de
LA ADHALIA NEGRA Sin poder olvidar lo que había hecho, sin poder perdonarse a sí mismo el más terrible de los dolores y el único que le provocó a la mujer que más lo había amado en la vida, una vez más él estaba frente a ella. Para ese momento ya no le importaba nada del pasado. Ya no había nada en su mundo después del dolor más terrible que se había ocasionado a sí mismo al enamorarse de la hermana de la persona a la que la vida se le había terminado. Frente a él y teniendo un ramo de flores en su mano, la placa de su ex esposa estaba. La querida señora Asunción de Marín eran incontables las personas que la habían querido. —Ha pasado tanto tiempo desde la vez que juré que iba a dar con el asesino, con la persona que ocasionó tanto en la vida de todas las personas que te queremos, porque eso es cierto, te vamos a querer hasta el final, querida Asunción. —Comenzó a hablar Santiago con tanto dolor en el alma. Todo parecía ser una realidad bien fabricada por la persona
LA ADHALIA NEGRA Santiago suspiró. Todo parecía comenzar a tomar otros rumbos. Y dejándose llevar por lo que la señora Bárbara le había dicho, fue detrás de ella después de darle una tierna mirada a la mujer que ya no estaba más en esta vida. Cuando llegaron a las afueras de aquel cementerio, Santiago pudo ver el auto negro en el que había llegado Bárbara, los vidrios estaban arriba, el chofer esperaba por ella. —Por favor, ven, Santiago —dijo ella acercándolo a el auto. Con desconfianza, Santiago se acercó al auto. La imagen de un hombre mayor fue lo que asaltó la mirada de aquel hombre que se veía cada vez más destrozado. Era un hombre adulto, un poco más mayor de lo que hubiera esperado, la manera en la que vestía, la manera en la que sonreía y la manera en la que estaba sentado ya le podía decir que era un hombre importante al que estaba a punto de conocer. —Querido amigo mío —, dijo la mujer — te presento a Santiago Marín, el presidente de la compañía de la que tanto se h
LA ADHALIA NEGRA Negué con la cabeza al momento que bajaba el libro. No tenía caso hablar de esto con alguien que veía la vida como yo, sin gracia a menos que hubiera dinero de por medio.— ¿Me ayudarás mañana con la presentación? Compré más ropa.Facundo aplaudió. —Deja eso en mis manos que mañana serás la mujer más hermosa de la junta.Eso esperaba realmente.NARRADOR Sin poder tener una clara idea de aquel hombre al que no había parado de mirar de manera discreta, Santiago, Bárbara y su invitado llegaron a un restaurante. En todo el camino Santiago no había podido dar con una idea clara de quien era la persona a la que acababa de ver y que era la misma que sentía que por alguna extraña razón ya conocía.—Hasta donde yo sé, eres un hombre muy exitoso, ¿verdad? —Preguntó el señor enfrente de él.—Sí, sí, las cosas van muy bien en la empresa.—Y seguramente más cuando se trata de tener a tu lado a la modelo más cotizada, ¿verdad?Santiago bajó la mirada por alguna extraña raz
LA ADHALIA NEGRA NARRADOR Un día más que la vida regala para aquellos que sentían el placer de vivir, un día más que el destino se alargaba para aquellos que no habían saldado sus cuentas y que estaban destinados a sentir que cada día que llegaba era un castigo para ellos.Un hombre en su habitación que se anudaba la corbata de manera casi perfecta. El saco negro que se ponía y que miraba en el espejo mientras con la mano derecha se abotonaba los botones de la camisa en su brazo izquierdo.Santiago Marín y Alejando Brown, dos hombres que en diferentes lugares estaban compartiendo aquel escenario.Y en la habitación más grande de dos casas casi igual de lujosas, dos mujeres que se maquillaban con sumo cuidado. Una de ella luciendo un maquillaje más natural mientras la otra se esforzaba por remarcar hasta la mínima línea que le diera expresión a cada uno de sus sentidos.Todos no podían dejar de pensar en esa mañana por diferentes razones, algunos porque sería el día en que la suerte
LA ADHALIA NEGRA Golpeando las puertas del elevador, sintiendo que ella podía perder la vida pero no la persona que estaba ya en el suelo, tosiendo sin que sus pulmones ya pudieran respirar el aire puro, Natalia sentía la necesidad de seguir peleando ya no solo por su vida sino por la de Alejandro también.—Alejandro —nombró todavía. —Alejandro.Él ya estaba casi inconsciente y no había nadie que los pudiera salvar. El fuego estaba llegando, no lo veía pero lo presentía. — ¿Qué pasa? —Preguntó Santiago llegando a la escena donde había dos personas que se habían quedado atoradas en el elevador. — ¿Qué sucede?—Señor Marín, hay una pareja en el elevador, no hay manera en que podamos entrar en acción, si cortamos los cables, el descenso va a ser terrible. No estamos seguros de que la pareja pueda soportarlo.— ¿Piensan dejarlos morir ahí?—Señor, no hay muchas opciones,— ¡Pero eso no está en los planes! ¿Quiénes son las personas que están dentro?—Todo parece ser que se trat