HUMILLACION PUBLICA. Naomi presionó sus manos contra el lavabo, cerrando los ojos en un esfuerzo por calmarse. ―No pienses tonterías, Naomi. Él te ama, te lo ha demostrado. No va a… cambiarte por otra. Tienen un hijo y… ―Levantó la cabeza y se encontró con su propio reflejo en el espejo. En ese instante, comprendió que estaba siendo víctima de sus propias inseguridades. ―Él te ama ―se repitió a sí misma como un mantra ―y tú lo amas… Vamos a ser felices. Tomando una respiración profunda, se arregló el cabello y se dispuso a disfrutar de la fiesta junto a su marido, con la nota mental de que, al llegar a casa, le daría el mejor sexo de su vida. Sin embargo, no esperaba chocar con un pecho duro al salir. ―Lo siento ―dijo suavemente, dispuesta a seguir su camino, pero un par de manos la sujetaron y la estamparon contra la pared. ―¿A dónde crees que vas, muñequita? ―le susurró el hombre. Naomi levantó la mirada y se encontró con un hombre de rostro poco agraciado y aliento a alcohol
SALIR DE LA FAMILIA KING. Renata, sin perder el temple, pero con un toque de urgencia, agarró a Daniel por el brazo. ― ¿En serio vas a seguir con este espectáculo y ensuciar más nuestro apellido? Naomi, que estaba justo al lado, no pudo evitar soltar un jadeo al escuchar a Renata. Sentía como si cada palabra fuera un ladrillo más en el muro que se levantaba entre ella y la familia de Daniel. Con un impulso casi instintivo, Naomi se acercó a Daniel, sus ojos llenos de una súplica silenciosa. ―Vámonos, por favor. Daniel, con la mirada todavía fija en el hombre que había insultado a Naomi y luego en su madre, finalmente asintió. Sin decir nada, tomó la mano de Naomi y juntos se alejaron de la fiesta, dejando atrás un coro de cuchicheos y miradas curiosas. Los invitados no tardaron en empezar a chismear sobre lo ocurrido, cada uno añadiendo su propio toque dramático a la historia. Alondra, viendo cómo Daniel y Naomi se marchaban, se acercó a su padre con una sonrisa que era puro entre
¿QUERÍAS DEJARME?Después de tener un encontronazo con su madre, Daniel estaba hecho un lío de emociones. Necesitaba hablar con alguien, y esa persona tenía que ser Naomi. Fue directo a su cuarto, pero lo encontró vacío, lo cual lo dejó aún más inquieto. Sin pensarlo mucho, se dirigió a la habitación de Derek, suponiendo que Naomi estaría allí. Y ahí estaba ella, envuelta en un abrazo con su hijo, en uno de esos momentos que te parten el alma y te la calientan al mismo tiempo.Daniel se acercó con cuidado, como quien no quiere romper un silencio precioso, y se agachó a su lado.―¿Podemos hablar? ―le dijo, con una voz tan suave que casi era un susurro.Naomi parpadeó fuerte, luchando contra las lágrimas que querían escaparse. Luego, con un suspiro que parecía llevarse consigo un montón de cosas no dichas se giró hacia él.―Sí, dame… dame un momento.Daniel se levantó y esperó. Cuando Naomi se puso de pie, él le extendió la mano, una oferta silenciosa de apoyo. Ella la aceptó y juntos s
LA SEÑORA KING, SOY YO. A la mañana siguiente, Naomi despertó sobre el pecho de su hombre. Sus ojos recorrieron el rostro dormido de Daniel y no pudo evitar sonreír. Extendió su mano y acarició lentamente su barba áspera, para luego inclinarse y besar suavemente su mejilla. Había despertado con una nueva determinación, esa de ser la mujer que Daniel necesitaba y de luchar por su matrimonio, no solo por Derek, sino también por ella misma. Merecía ser feliz, había escapado del infierno de Igor y no tenía sentido regresar a la soledad, solo porque su suegra no la aprobaba. Así que tomó la decisión de mudarse y en cuanto Daniel se despertara lo hablaría con él. Quería hacer su propia vida, lejos de todos y en especial lejos de Renata. Después de vestirse, fue a la habitación de Derek, pero no lo encontró. ―Buenos días, señora ―dijo una de las empleadas. ―Buenos días, María. ¿Sabes dónde está Derek? ―Oh, sí, está con la señora, preparó su desayuno y ahora están en el salón. Naomi sonr
UN NUEVO COMIENZO. ―¿Qué te parece la habitación de Derek? ―preguntó Daniel, rodeando con sus brazos a Naomi. Ella sonrió y dejó caer la cabeza en su hombro. ―Está perfecta. Después de la discusión con Alondra y Renata, Naomi le dijo a Daniel que debían marcharse de la mansión King, a lo que él estuvo de acuerdo; sin embargo, primero tenían que adecuar la habitación de Derek y, finalmente, todo estaba listo. ―Comenzaremos una nueva vida aquí, nena ―dijo él, besándola detrás de su oreja ―tú, yo y nuestro hijo… ―Su mano se deslizó lentamente por su abdomen y se detuvo en su vientre. ―Y por supuesto el que viene en camino. Naomi abrió los ojos con sorpresa y se giró para mirarlo. ―¿Cómo… cómo lo sabes? Daniel le dio una sonrisa de suficiencia. ―Soy médico, he visto los cambios en tu cuerpo y… ―le dio un beso en los labios ―tu periodo se ha atrasado. Naomi lo miró con el corazón a mil. ―¿Y estás feliz por ello? ―Nena, ¿qué pregunta es esa? Claro que estoy feliz, no hay nada que
DESESPERACIÓN. ―Derek, cuidado, no corras tan rápido ―gritó Naomi suavemente mientras veía a su hijo jugar en el parque. Sonrió llena de alegría y se llevó una mano a su vientre; hace dos semanas había sido su primera ecografía y Daniel, por supuesto, era quien llevaba el control de su embarazo, aunque ella hubiera preferido que no, puesto que tenía los mínimos cuidados con ella, demasiado exagerados en su opinión. Por ejemplo, ese día había finalmente decidido salir; estar tanto tiempo en el departamento la estaba agobiando, eso y que Derek era un niño, necesitaba interactuar con otros niños de su edad. Suspiró y cerró los ojos disfrutando del aire matutino. La vida no podía ser mejor en ese momento; tenía una familia, un esposo que la amaba, un hijo maravilloso y estaba en paz. No necesitaba nada más. Abrió los ojos y miró nuevamente a Derek, quien corría detrás de un niño. Naomi negó levemente mientras sonreía. En ese preciso momento sonó su teléfono y resultó ser un mensaje; sus
UN SUCIO APELLIDO Daniel caminaba de un lado al otro desesperado, no había llamado aún a la policía, primero quería informarle a Cassio, era casi seguro que todo podría ser causado por Alexei, y si el hombre pedía el maldito USB, él se lo daría, aunque tuviera que ir a quitárselo al mismo Santino D’ Luca. Por otra parte, Naomi tenía la ansiedad a mil y el corazón en la garganta, sin mencionar que no dejaba de culparse internamente, pero todo empeoró cuando Renata llegó. La mujer no perdió tiempo para arremeter contra ella. ― ¡¿Cómo has podido perder a mi nieto?! ¡¿Cómo has podido ser tan irresponsable?! ¡¿Y te consideras madre?! Daniel intentó intervenir y le lanzó una advertencia. ―Mamá, no es momento, deja a mi esposa en paz. ―No, no voy a dejarla en paz, por culpa de esta mujer, mi nieto está quién sabe dónde. ¡Eres una madre irresponsable, no mereces tener a Derek, por tu culpa…! Las palabras de Renata se silenciaron de repente, la mujer cuyo rostro acababa de ser abofetead
SOSPECHAS. Esa noche, mientras Daniel reunía el dinero para el rescate, Naomi se encontró sola en el cuarto de Derek. Rodeada de juguetes silenciosos y dibujos que gritaban ausencia, el dolor y la culpa la envolvían como una neblina espesa. Las lágrimas comenzaron a fluir libremente, cada una un tributo a su amor y temor. Tomó entre sus manos un pequeño dinosaurio de plástico, favorito de Derek, y lo apretó contra su pecho. ―¿Dónde estás, mi pequeño? ¿Tienes frío? ¿Tienes miedo? ―su voz se quebraba entre sollozos. ―Mami está aquí… te voy a encontrar. Lo prometo. Con la mirada perdida en un dibujo de Derek pegado en la pared, una casa dibujada con crayones, donde cada trazo era una promesa de seguridad y amor, susurro. ―Recuerdas cuando me dijiste que querías ser astronauta… para explorar las estrellas y llevarme a la luna. Ahora, yo daría cualquier cosa por tenerte aquí, en casa, seguro conmigo. Se acostó en la pequeña cama mientras abrazaba el juguete de su hijo, ella dejó salir