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SOSPECHAS. Esa noche, mientras Daniel reunía el dinero para el rescate, Naomi se encontró sola en el cuarto de Derek. Rodeada de juguetes silenciosos y dibujos que gritaban ausencia, el dolor y la culpa la envolvían como una neblina espesa. Las lágrimas comenzaron a fluir libremente, cada una un tributo a su amor y temor. Tomó entre sus manos un pequeño dinosaurio de plástico, favorito de Derek, y lo apretó contra su pecho. ―¿Dónde estás, mi pequeño? ¿Tienes frío? ¿Tienes miedo? ―su voz se quebraba entre sollozos. ―Mami está aquí… te voy a encontrar. Lo prometo. Con la mirada perdida en un dibujo de Derek pegado en la pared, una casa dibujada con crayones, donde cada trazo era una promesa de seguridad y amor, susurro. ―Recuerdas cuando me dijiste que querías ser astronauta… para explorar las estrellas y llevarme a la luna. Ahora, yo daría cualquier cosa por tenerte aquí, en casa, seguro conmigo. Se acostó en la pequeña cama mientras abrazaba el juguete de su hijo, ella dejó salir
LA DUDA DE DANIEL Después del enfrentamiento con Alondra, las dudas asediaban a Naomi sin descanso. La certeza de que Alondra sabía detalles ocultos sobre la desaparición de Derek sembraba en ella una sospecha ineludible. Aunque pareciera una locura, en ese torbellino de desesperación, cualquier indicio para encontrar a su hijo, era un faro en la oscuridad. Al salir a la sala, encontró a Daniel solo; el comandante de la policía había partido hacia la estación para coordinar los equipos de búsqueda. Naomi, con el corazón latiendo a un ritmo frenético, se acercó a su esposo. ―Daniel, necesitamos hablar urgentemente. Creo… Creo que he encontrado una pista sobre Derek. Él se giró bruscamente y le dio una mirada cargada de una mezcla de esperanza y ansiedad. ―¿Estás segura? ¡¿Qué has encontrado?! Con una determinación que sorprendía incluso a ella misma, Naomi afirmó. ―Es Alondra. Estoy convencida de que sabe algo más sobre lo que le pasó a nuestro hijo. La incredulidad se pintó en
UN GALPÓN ABANDONADO Antes de que Daniel saliera, Naomi había recibido una llamada anónima. El teléfono sonó, rompiendo el silencio de la habitación con su urgencia. Y ella, con el corazón en un puño, respondió. «―¿Hola? ―su voz temblaba ligeramente, cargada de esperanza y miedo. ―Si quieres saber sobre tu hijo, ven a la dirección que te voy a dar ―dijo una voz distorsionada al otro lado de la línea. La voz era fría, desprovista de cualquier empatía. ―¿Derek está bien? ¿Puedes decirme algo sobre él? ―la desesperación de Naomi era palpable en cada palabra. ―Si quieres saber sobre tu hijo, ven sola. No involucres a la policía ―insistió la voz antes de proporcionarle una dirección en un lugar remoto y colgar. A pesar de saber que debería informarle a Daniel, Naomi decidió ir sola, impulsada por el amor inquebrantable hacia su hijo y por la certeza de que su marido no creería en ella». Mientras tanto, Daniel, casi volviéndose loco de preocupación, llamó a Jonathan. ―Naomi desaparec
DETERMINACIÓN.—¿Qué estás diciendo? —preguntó Renata, sin comprender.Pero Daniel estaba demasiado angustiado y enojado, y su rabia necesitaba un objetivo; su madre fue ese objetivo. Dio un paso hacia ella y le dijo en tono amenazante.—¡Qué Alondra es una maldita loca, está enferma mentalmente! ¡Eso, mamá! ¡Y tú, dejaste que estuviera cerca de mi hijo y ahora Naomi está desaparecida, ella los tiene!Renata lo miró con incredulidad mientras negaba.—¿Cómo…? ¿Alondra…?Daniel no quería seguir perdiendo el tiempo y pasó junto a su madre, pero Jonathan lo agarró del brazo.—Espera, Daniel, ¡no puedes ir tú solo!Él no le dijo una palabra; en cambio, lo golpeó con fuerza y luego se dio la vuelta para salir. Daniel estaba armado de determinación y decidió ir solo a rescatar a Naomi y a su hijo, ignorando las advertencias del comandante y las preocupaciones de Jonathan.Mientras tanto, Naomi intentaba mantener la calma frente a Alondra, pero su miedo aumentaba a medida que se revelaban las
LIBERTAD. Naomi sabía que no tenía mucho tiempo. Con cada segundo que pasaba, la oportunidad de salvar a Derek se desvanecía. Respiró hondo, reuniendo el coraje necesario para poner en marcha su plan. Miró a Derek una última vez, asegurándose de que entendiera la gravedad de la situación. —Recuerda, cariño, corre sin mirar atrás —le susurró, dándole un último abrazo. Entonces, con una determinación férrea, Naomi comenzó a gritar y a golpear las paredes de la habitación oscura, creando el mayor ruido posible. Consciente de que necesitaba una distracción monumental para darle a Derek una oportunidad real de escape, cuando Alondra y los hombres irrumpieron en la habitación, Naomi, movida por un instinto primario de protección, golpeó a uno de ellos con las patas de las sillas que había preparado como armas improvisadas. El hombre cayó al suelo, inconsciente, antes de siquiera darse cuenta de lo que había sucedido. El segundo hombre, impulsado por la ira, se lanzó hacia ella, pero Naom
CARRERA CONTRA EL TIEMPODaniel, con el corazón latiendo a mil por hora, vio a lo lejos una figura familiar. Resultó ser Derek y sin pensarlo dos veces, él detuvo el auto en seco, dejando tras de sí una estela de polvo y grava. Se bajó a toda prisa y corrió hacia su hijo con un temor que le roía las entrañas.―¡Derek! ―exclamo, abrazándolo y besándolo con un alivio desbordante.―Papá, mamá… está atrapada ―dijo Derek, con los ojos llenos de lágrimas y terror.El corazón de Daniel se detuvo por un instante. Sostuvo los hombros de Derek, y lo miro a los ojos, intentando encontrar en ellos la calma que ambos necesitan.―¿Dónde está tu madre, Derek?―En el galpón ―respondió el niño, señalando hacia donde el humo comenzaba a serpentear hacia el cielo.Sin perder un segundo, Daniel tomó a Derek en brazos y lo metió en el auto.―Quédate aquí y no salgas ―le ordenó con voz firme pero cargada de preocupación.―Pero ¿vas a salvar a mamá?Daniel se detuvo un momento, su mirada perdida en el horiz
SE ACABÓLos pitidos de la máquina cardíaca resonaban en la silenciosa habitación, Daniel, que no se había apartado de su esposa un instante, miraba por la ventana. Sin embargo, la mujer acostada en la cama abrió los ojos lentamente.―¿Dónde… dónde estoy? ―murmuró con voz ronca.Daniel se giró rápidamente y sus ojos se abrieron tanto emocionados como estupefactos.―Cariño… ―susurró y se acercó a ella ―…mi amor, estás despierta, estás aquí…Naomi tragó un poco y Daniel se apresuró a servirle agua y la ayudó a beber. Cuando Naomi pudo hablar, preguntó por el niño.―El bebé… nuestro bebé…―Él está bien ―dijo Daniel tranquilizándola ―y Derek también, está en casa con mamá.Naomi asintió levemente.―Y… Alondra, ella…―No tienes de qué preocuparte, amor. Alondra no podrá hacer más daño. Ella murió.Aunque fue cruel, el alivio inundó a Naomi.―¿Cuánto tiempo llevo aquí?―Una semana ―respondió Daniel acariciándole el cabello ―los médicos dijeron que el humo te afectó gravemente, llenando tus
NUESTRA HISTORIA.En el jardín de la mansión King, bajo un cielo despejado y rodeados de flores en plena floración, Daniel y Naomi se encontraban frente al sacerdote. Sus amigos y familiares, incluidos sus hijos y Renata, los observaban con sonrisas y lágrimas de felicidad.El sacerdote, con una voz cálida y acogedora, se dirigió primero a Daniel.―Daniel, ¿aceptas a Naomi como tu legítima esposa, para amarla y respetarla, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, todos los días de tu vida?Daniel miró a Naomi, sus ojos brillando con amor y emoción.―Sí, acepto ―dijo con voz firme y llena de emoción.Luego, el sacerdote se dirigió a Naomi.―Naomi, ¿aceptas a Daniel como tu legítimo esposo, para amarlo y respetarlo, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, todos los días de tu vida?Naomi, con lágrimas de felicidad en los ojos, miró a Daniel y dijo con una voz suave pero segura.―Sí, acepto.El sacerdote sonrió ampliamente.―Entonces, por el p