LA SEÑORA KING, SOY YO. A la mañana siguiente, Naomi despertó sobre el pecho de su hombre. Sus ojos recorrieron el rostro dormido de Daniel y no pudo evitar sonreír. Extendió su mano y acarició lentamente su barba áspera, para luego inclinarse y besar suavemente su mejilla. Había despertado con una nueva determinación, esa de ser la mujer que Daniel necesitaba y de luchar por su matrimonio, no solo por Derek, sino también por ella misma. Merecía ser feliz, había escapado del infierno de Igor y no tenía sentido regresar a la soledad, solo porque su suegra no la aprobaba. Así que tomó la decisión de mudarse y en cuanto Daniel se despertara lo hablaría con él. Quería hacer su propia vida, lejos de todos y en especial lejos de Renata. Después de vestirse, fue a la habitación de Derek, pero no lo encontró. ―Buenos días, señora ―dijo una de las empleadas. ―Buenos días, María. ¿Sabes dónde está Derek? ―Oh, sí, está con la señora, preparó su desayuno y ahora están en el salón. Naomi sonr
UN NUEVO COMIENZO. ―¿Qué te parece la habitación de Derek? ―preguntó Daniel, rodeando con sus brazos a Naomi. Ella sonrió y dejó caer la cabeza en su hombro. ―Está perfecta. Después de la discusión con Alondra y Renata, Naomi le dijo a Daniel que debían marcharse de la mansión King, a lo que él estuvo de acuerdo; sin embargo, primero tenían que adecuar la habitación de Derek y, finalmente, todo estaba listo. ―Comenzaremos una nueva vida aquí, nena ―dijo él, besándola detrás de su oreja ―tú, yo y nuestro hijo… ―Su mano se deslizó lentamente por su abdomen y se detuvo en su vientre. ―Y por supuesto el que viene en camino. Naomi abrió los ojos con sorpresa y se giró para mirarlo. ―¿Cómo… cómo lo sabes? Daniel le dio una sonrisa de suficiencia. ―Soy médico, he visto los cambios en tu cuerpo y… ―le dio un beso en los labios ―tu periodo se ha atrasado. Naomi lo miró con el corazón a mil. ―¿Y estás feliz por ello? ―Nena, ¿qué pregunta es esa? Claro que estoy feliz, no hay nada que
DESESPERACIÓN. ―Derek, cuidado, no corras tan rápido ―gritó Naomi suavemente mientras veía a su hijo jugar en el parque. Sonrió llena de alegría y se llevó una mano a su vientre; hace dos semanas había sido su primera ecografía y Daniel, por supuesto, era quien llevaba el control de su embarazo, aunque ella hubiera preferido que no, puesto que tenía los mínimos cuidados con ella, demasiado exagerados en su opinión. Por ejemplo, ese día había finalmente decidido salir; estar tanto tiempo en el departamento la estaba agobiando, eso y que Derek era un niño, necesitaba interactuar con otros niños de su edad. Suspiró y cerró los ojos disfrutando del aire matutino. La vida no podía ser mejor en ese momento; tenía una familia, un esposo que la amaba, un hijo maravilloso y estaba en paz. No necesitaba nada más. Abrió los ojos y miró nuevamente a Derek, quien corría detrás de un niño. Naomi negó levemente mientras sonreía. En ese preciso momento sonó su teléfono y resultó ser un mensaje; sus
UN SUCIO APELLIDO Daniel caminaba de un lado al otro desesperado, no había llamado aún a la policía, primero quería informarle a Cassio, era casi seguro que todo podría ser causado por Alexei, y si el hombre pedía el maldito USB, él se lo daría, aunque tuviera que ir a quitárselo al mismo Santino D’ Luca. Por otra parte, Naomi tenía la ansiedad a mil y el corazón en la garganta, sin mencionar que no dejaba de culparse internamente, pero todo empeoró cuando Renata llegó. La mujer no perdió tiempo para arremeter contra ella. ― ¡¿Cómo has podido perder a mi nieto?! ¡¿Cómo has podido ser tan irresponsable?! ¡¿Y te consideras madre?! Daniel intentó intervenir y le lanzó una advertencia. ―Mamá, no es momento, deja a mi esposa en paz. ―No, no voy a dejarla en paz, por culpa de esta mujer, mi nieto está quién sabe dónde. ¡Eres una madre irresponsable, no mereces tener a Derek, por tu culpa…! Las palabras de Renata se silenciaron de repente, la mujer cuyo rostro acababa de ser abofetead
SOSPECHAS. Esa noche, mientras Daniel reunía el dinero para el rescate, Naomi se encontró sola en el cuarto de Derek. Rodeada de juguetes silenciosos y dibujos que gritaban ausencia, el dolor y la culpa la envolvían como una neblina espesa. Las lágrimas comenzaron a fluir libremente, cada una un tributo a su amor y temor. Tomó entre sus manos un pequeño dinosaurio de plástico, favorito de Derek, y lo apretó contra su pecho. ―¿Dónde estás, mi pequeño? ¿Tienes frío? ¿Tienes miedo? ―su voz se quebraba entre sollozos. ―Mami está aquí… te voy a encontrar. Lo prometo. Con la mirada perdida en un dibujo de Derek pegado en la pared, una casa dibujada con crayones, donde cada trazo era una promesa de seguridad y amor, susurro. ―Recuerdas cuando me dijiste que querías ser astronauta… para explorar las estrellas y llevarme a la luna. Ahora, yo daría cualquier cosa por tenerte aquí, en casa, seguro conmigo. Se acostó en la pequeña cama mientras abrazaba el juguete de su hijo, ella dejó salir
LA DUDA DE DANIEL Después del enfrentamiento con Alondra, las dudas asediaban a Naomi sin descanso. La certeza de que Alondra sabía detalles ocultos sobre la desaparición de Derek sembraba en ella una sospecha ineludible. Aunque pareciera una locura, en ese torbellino de desesperación, cualquier indicio para encontrar a su hijo, era un faro en la oscuridad. Al salir a la sala, encontró a Daniel solo; el comandante de la policía había partido hacia la estación para coordinar los equipos de búsqueda. Naomi, con el corazón latiendo a un ritmo frenético, se acercó a su esposo. ―Daniel, necesitamos hablar urgentemente. Creo… Creo que he encontrado una pista sobre Derek. Él se giró bruscamente y le dio una mirada cargada de una mezcla de esperanza y ansiedad. ―¿Estás segura? ¡¿Qué has encontrado?! Con una determinación que sorprendía incluso a ella misma, Naomi afirmó. ―Es Alondra. Estoy convencida de que sabe algo más sobre lo que le pasó a nuestro hijo. La incredulidad se pintó en
UN GALPÓN ABANDONADO Antes de que Daniel saliera, Naomi había recibido una llamada anónima. El teléfono sonó, rompiendo el silencio de la habitación con su urgencia. Y ella, con el corazón en un puño, respondió. «―¿Hola? ―su voz temblaba ligeramente, cargada de esperanza y miedo. ―Si quieres saber sobre tu hijo, ven a la dirección que te voy a dar ―dijo una voz distorsionada al otro lado de la línea. La voz era fría, desprovista de cualquier empatía. ―¿Derek está bien? ¿Puedes decirme algo sobre él? ―la desesperación de Naomi era palpable en cada palabra. ―Si quieres saber sobre tu hijo, ven sola. No involucres a la policía ―insistió la voz antes de proporcionarle una dirección en un lugar remoto y colgar. A pesar de saber que debería informarle a Daniel, Naomi decidió ir sola, impulsada por el amor inquebrantable hacia su hijo y por la certeza de que su marido no creería en ella». Mientras tanto, Daniel, casi volviéndose loco de preocupación, llamó a Jonathan. ―Naomi desaparec
DETERMINACIÓN.—¿Qué estás diciendo? —preguntó Renata, sin comprender.Pero Daniel estaba demasiado angustiado y enojado, y su rabia necesitaba un objetivo; su madre fue ese objetivo. Dio un paso hacia ella y le dijo en tono amenazante.—¡Qué Alondra es una maldita loca, está enferma mentalmente! ¡Eso, mamá! ¡Y tú, dejaste que estuviera cerca de mi hijo y ahora Naomi está desaparecida, ella los tiene!Renata lo miró con incredulidad mientras negaba.—¿Cómo…? ¿Alondra…?Daniel no quería seguir perdiendo el tiempo y pasó junto a su madre, pero Jonathan lo agarró del brazo.—Espera, Daniel, ¡no puedes ir tú solo!Él no le dijo una palabra; en cambio, lo golpeó con fuerza y luego se dio la vuelta para salir. Daniel estaba armado de determinación y decidió ir solo a rescatar a Naomi y a su hijo, ignorando las advertencias del comandante y las preocupaciones de Jonathan.Mientras tanto, Naomi intentaba mantener la calma frente a Alondra, pero su miedo aumentaba a medida que se revelaban las