CAPÍTULO 4. Una humillación más
La sopa fue de letras ese día, y por suerte a Melisa le gustaba el huevo cocido porque esta vez a Serena no le había alcanzado ni para un pedazo pequeño de pollo.
Estaba en el borde mismo de la desesperación cuando Karina entró, poniendo en las manos de la pequeña un pequeño bote con tiramisú, y su consabido beso, mandándola al saloncito antes de girarse hacia su amiga.
—¿Tan mal están las cosas? —le preguntó y Serena se cubrió la boca con una mano para no llorar—. Escucha, vengo a contarte algo, pero tienes que prometerme que vas a poner tus huevos bien puestos en esta canasta —le dijo sacando un pequeño volante de su bolsillo y extendiéndolo hacia ella—. Esta compañía productora viene de Inglaterra, van a filmar una serie ambientada en Estados Unidos así que quieren que los actores sean americanos. A mí me contrataron esta mañana como parte del equipo de maquillaje, y mañana van a hacer el casting para el papel protagónico.
Serena apretó los dientes, pero su respuesta fue una negativa rotunda.
—Sabes que esto solo sería perder el tiempo, no me darán un papel principal nunca más en mi vida, Karina —sentenció.
—¡Serena esta gente vienen del otro lado del mundo, quizás no sepan del escándalo, quizás...!
—¿Quizás no tengan ojos, ni oídos, ni publicistas inteligentes? —replicó Serena—. ¡Se acabarán enterando tarde o temprano! ¡Nadie verá a la actriz que soy, solo verán a la “amante” que le destrozó la vida a Jerry Huxley!
—¡Porque tú quieres! —replicó Karina con frustración—. ¡Si dijeras la verdad todo terminaría! ¡Si abrieras la boca...!
—¡Perdería aún más de lo que ya he perdido! —espetó Serena con los ojos llenos de lágrimas—. ¡Sí, podría abrir la boca y hundir la carrera de Jerry, y recuperar mi reputación, pero ¿sabes qué sería lo primero que haría ese infeliz?! ¡Quitarme a Melisa; no porque la quiera, sino por el simple hecho de lastimarme, porque así es él! ¡Y yo ya no puedo darme el lujo de perder a otra persona que amo! ¿Puedo recuperar mi vida? ¡Sí! ¡Pero sé que sería sacrificando a Melisa y no hay reputación, ni dinero, ni nada que valga más que mi niña para mí, ¿entiendes?!
Las lágrimas salían de sus ojos porque aquella impotencia era devastadora, y Karina solo pudo abrazarla con fuerza.
—Lo siento... lo siento, de verdad, solo... ve al casting, por favor. Quizás mañana todo sea diferente. Yo voy a ir contigo.
Y la verdad era que Serena no tenía otra opción, porque sobre la encimera tenía todos aquellos recibos en números rojos, y el casero ya le había dicho que si volvía a retrasarse con el pago de la renta las sacaría a patadas de allí.
Así que una vez más tuvo que tragarse su desesperación y al otro día, después de dejar a Melisa en la guardería, caminó con Karina hasta el set donde se estaba haciendo el casting.
Le sorprendió que no parecía ser una simple empresa productora, sino que el grado de lujo y eficiencia que había aquel set hablaba de gente con mucho poder.
—Blackwell Media Group —leyó en el enorme letrero metálico del fondo del set—. Parecen muy importantes. No los conocía.
—Según escuché, son al menos diez casas productoras, para algunas de ellas trabajaste antes: HK Creative Works, o Berek Cinematic Productions. Al parecer el señor Blackwell las compró todas para eliminar a la competencia y en el último año acaparó el mercado inglés. Ahora se está expandiendo —le respondió Karina, llevándola hasta la sala donde había al menos dos docenas de actrices esperando, entre ellas, nada menos que la insoportable de Beatrice Harrison.
—No puede ser... esto es tener demasiada mala suerte —suspiró Serena y se puso a la defensiva, pero increíblemente no fue Beatrice quien se le acercó.
Quizás porque estaba en el set de Grayson, o quizás porque sabía que su oficina estaba en lo alto del tercer piso y que podía ver todo lo que pasaba abajo a través de los amplios ventanales, lo cierto fue que no necesitaba exponerse, porque a su sombra tenía media docena de actrices novatas que podían hacer el trabajo sucio por ella.
—¡Vaya, vaya! ¡Alguien aquí no se ha leído bien el guion! —espetó una chica levantando la voz y llamando la atención de todas mientras se acercaba a ella—. ¡No hay amantes en esta serie, Serena! ¿Qué vienes a hacer aquí?
Sin embargo antes de que Karina le gruñera la primera respuesta, su amiga la retuvo del brazo.
—Tú ya tienes este trabajo, no puedes perderlo —le susurró Serena—. Por favor, vete.
Y la verdad era que Karina tampoco estaba nadando en un mar de dinero ni podía permitirse perder trabajos, así que aun a regañadientes la dejó sola y se fue a ocupar su puesto en el equipo de maquillaje.
Serena trató de pasar junto a aquella chica, pero esta la retuvo con fuerza del brazo.
—Suéltame —le pidió entre dientes porque sabía que hacer un escándalo era lo que menos le convenía.
—¡Oye, solo estoy tratando de hacerte un favor! —respondió la novata bajo la mirada satisfecha de Beatrice—. ¡Todas aquí sabemos que no te darán ningún papel, porque no hay papeles de puta en la serie!
Serena sintió que sus ojos se humedecían y retrocedió.
—Entiendo. ¿Algo más?
Y aquel reto tranquilo le sentó a la novata como una patada en el estómago, al punto de abrir la cartera de diseñador que llevaba y sacar un par de billetes de veinte dólares.
—Toma, para que te pidas un taxi a casa, porque es evidente que aquí no lograrás nada —escupió con tono venenoso mientras lanzaba aquellos billetes a la cara de Serena, y veía con satisfacción cómo la expresión de la mujer se volvía confusa y consternada—. ¿Qué? ¡Ya te has puesto de rodillas antes por dinero! ¿no? —añadió la novata con sorna—. ¿O es que esta no es la imagen que quieres ver cuando te pones de rodillas? —siseó haciendo un gesto frente a su sexo por encima de la ropa y Serena retrocedió, ahogándose con aquel nudo en la garganta, porque no podía creer que aquellas mujeres llegaran a ese grado de vulgaridad solo por humillarla.
Sin embargo en medio de aquella vergüenza apareció el director de casting y comenzó a llamar a las actrices una tras otra, advirtiéndoles que no se marcharan, porque ese mismo día al terminar se anunciaría quién había obtenido el papel.
Serena se refugió en un rincón de la estancia, tratando de contener las lágrimas y preparándose para su turno. Sin embargo la paz sería momentánea, porque cuatro horas después el mismo director salió para anunciar que el casting se había cerrado y pronto anunciarían a la actriz de la serie.
—Disculpe... —Serena se atrevió a acercarse, conmocionada—. Es que... es que a mí no me han llamado... —murmuró y a su alrededor se levantaron las risas.
—¡Es que nadie te iba a llamar, querida! —exclamó alguien a su espalda mientras las demás se burlaban, sin embargo el hombre no pareció hacer caso a ninguna de ellas.
—¿Serena Radcliffe, verdad? —preguntó mirando el listado y sus siguientes palabras hicieron que todas se quedaran mudas de la impresión—. Sígame, por favor. Dado que es la actriz con más experiencia de las postulantes, el señor Blackwell nos encargó preparar una audición especial solo para usted. Venga conmigo.
CAPÍTULO 5. Una mujer rotaDaba miedo y eso nadie podía discutirlo. Grayson Blackwell daba miedo en situaciones normales, pero cuando estaba satisfecho parecía aun más terrible. Y esa fue exactamente la cara que tenía cuando Kenneth atravesó al puerta de su oficina y lo vio asomado a aquel ventanal, presenciando la forma en que el resto de las actrices que se habían presentado al casting humillaban a Serena.Grayson sabía que Beatrice Harrison era una perra con una presa, pero no había esperado que fuera tan buena manipulando a las otras como para que hicieran su trabajo sucio. Sin embargo no podía negarlo, toda su sed de venganza se apaciguaba un poco cuando veía la expresión llorosa de Serena Radcliffe.—Ya estamos listos —le avisó Kenneth—. ¿Qué quieres hacer?—Déjala para la última. Que no la llamen a audicionar. Cuando llegue el momento quiero que esté tan desesperada que no le quede más remedio que aceptar lo que sea —espetó entre dientes y Kenneth respiró profundo, porque ya ha
CAPÍTULO 6. Una pequeña cosita a cambioEl jadeo de sorpresa que salió de los labios de Serena, y que iba acompañado de un par de lágrimas, no tenía nada que ver con la escena, y sí mucho con lo que Grayson Blackwell acababa de proponerle. ¡Porque no había dudas de que aquello era una propuesta muy directa!—¡¿Disculpe?! —replicó y lo vio hacer un puchero condescendiente.—Perdón, ¿demasiado directo? —preguntó Grayson, sabiendo que no podía haber humillación más grande para ella que el hecho de que él estuviera haciéndole aquella oferta nada menos que cuando la tenía en frente con un vestido rasgado—. Te ofrezco una disculpa, pensé que dado tu historial ya estarías más que acostumbrada a propuestas de este tipo.Serena pasó saliva y retrocedió mientras él avanzaba. No podía definir aquella expresión en los ojos del hombre, pero estaba muy lejos de comprender que estaba llena de frustración y de rabia para sí mismo.Grayson se había dicho que sería capaz de odiarla hasta el fin de los
CAPÍTULO 7. La mejor villanaKenneth tenía buenos reflejos, los necesitaba para ser el mejor amigo / guardaespaldas / sacador de problemas de Grayson Blackwell, tanto así que logró esquivar aquel premio de cristal que fue a hacerse añicos a diez centímetros de la puerta por la que él estaba entrando.—¡Wow, wow! ¡Cálmate fiera, que no le tengo miedo a la muerte pero de preferencia me gustaría seguir vivo por algún tiempecito más! —exclamó Kenneth—. ¿Las cosas no salieron como esperabas?Y por la mirada asesina que le dirigió Grayson, eso era más que obvio.—No lo aceptó —gruñó como si todavía no pudiera creerlo—. ¡No aceptó que le diera el papel a cambio de convertirse en mi amante!—¡No me digas! Eso es interesante... parece que después de todo todavía le queda dignidad... o se habrá hecho lesbiana.—¡Eso es actuación! ¡Una muy buena, pero nada más! —espetó Grayson mandando a volar medio escritorio de papeles y Kenneth se le quedó mirando como si de verdad estuviera haciendo un esfue
CAPÍTULO 8. Halagos peligrososNo hubo alma que no se estremeciera en el set cuando aquella bofetada resonó, y la preferida fue a parar al suelo. El Director Wang fue el primero en ponerse de pie, con toda la disposición de gritar: “¡CORTEN!”, pero una mano de Grayson sobre su hombro lo hizo sentarse de nuevo con un gesto brusco, mientras se llevaba un dedo a los labios como indicación de que se mantuviera en silencio y dejara continuar la escena.Y aquello no se terminó hasta que fue Beatrice la que olvidó la improvisación y hasta que estaban filmando para salir por donde no era, sosteniéndose la cara y gritando como si otra niña del colegio le hubiera tirado de las trenzas.—¡Corten! —gritó Wang tratando de disimular y enseguida se acercó a Beatrice, que era un mar de lágrimas.—¡Me pegó! ¡Oh, por Dios, me pegó de verdad! —chilló haciendo un berrinche digno de una chiquilla, y mal que le pesara, Grayson no pudo evitar comparar el estoicismo con que Serena había soportado todas las b
CAPÍTULO 9. Un plan de seducciónSerena no pudo evitar sobresaltarse y darse la vuelta al notar que aquel hombre estaba tras ella. Su pecho subía y bajaba con intermitencia, mientras su mano aferraba el perchero de aquel vestido sin lograr descolgarlo.—Señor Blackwell... lo siento. ¡Esto es un horrible malentendido...! ¡Yo no quería...! ¡Dios, ¿por qué no sale esta cosa? —Forcejeó con la ropa, pero antes de que esta se descolgara sintió la mano enorme de Grayson sujetando su muñeca y arrinconándola contra la pared que estaba detrás.Él ni siquiera sabía por qué había bajado de su oficina... o quizás sí lo sabía: porque no la había visto irse. Desde sus ventanales se podía ver la salida del set y ella no había atravesado aquellas puertas. Por eso había bajado, a ver dónde demonios estaba, y lo primero que había visto era a ella en ropa interior. ¡Y eso había bastado para que cada célula dentro de él se alterara!—¿Me quieres explicar dónde está el resto de tu ropa? —susurró tan pegado
CAPÍTULO 10. El impuestoSerena llevaba un rezo en los labios. Estaba segura de que la iban a despedir en ese mismo instante, y apenas atravesó las puertas de la oficina del Director Wang, y vio la boleta con las estadísticas sobre el escritorio, supo que algo estaba sucediendo.Ni siquiera iba a intentar justificarse porque sabía que de nada iba a servir, pero pronto se dio cuenta de que en el rostro del hombre había tanta incredulidad como satisfacción.—¡Vaya, vaya, señorita Radcliffe! ¡Esto sí que es una sorpresa aunque no sabría si llamarla “grata”! Parece que se queda usted en el elenco —sentenció él y la muchacha frunció el ceño sin comprender.—¿Disculpe? —preguntó y un segundo después tomaba aquella boleta de la mesa, mientras Wang daba una vuelta a su alrededor.—Tal parece que su improvisación logró cautivar al público, señorita Radcliffe. No solo fue la actriz mejor votada en todas las encuestas, sino que las estadísticas arrojaron que fue calificada como la mejor villana
CAPÍTULO 11. Un dragónNi siquiera había palabras para empezar a describir la rabia que se escuchaba latir en la voz de Grayson Blackwell, y Serena se encogió sobre sí misma sin poder evitarlo. Sabía que Wang no era rival para él, pero presentía que si solo el Director se atrevía a abrir la boca aquello terminaría con sangre corriendo.—¡Te pregunté si entendiste! —siseó furioso mientras sacudía violentamente a Wang, incluso con una sola mano, y el hombre medio gritó espantado.—¡Yo no hice nada, no fue mi culpa! ¡Ella fue la que vino a ofrecerse...! ¡Usted ya sabe cómo son las actrices como ella, señor Blackwell! ¡A su oficina también van! —intentó defenderse y el puñetazo que Grayson le retrató en la cara lo mandó volando por encima del escritorio hasta caer aparatosamente del otro lado.—Me tragaría ese cuento si no la hubiera escuchado yo mismo decirte que “no” en más de una ocasión —espetó—. Y para que quede claro, las actrices que entran en mi oficina solo dicen que “sí”, porque
CAPÍTULO 12. Un objetivo ocultoY Serena sabía que Beatrice no sería capaz de evitarlo. En el mismo momento en que aquella orden terminó de dictarse, comenzó a balbucear como si acabaran de decirle que el apocalipsis sucedería en la siguiente hora.—Pe-pero... Gray-Grayson... no puede ser... Yo soy la actriz... ¡Yo soy la actriz principal de la serie! ¡Yo soy la protagonista! ¡Y ni siquiera yo tengo un camerino privado! ¡Tengo que compartir el camerino general con el resto de... de las actrices secundarias! —Esas palabras salieron de su boca entre la consternación y el asco, como si de verdad le molestara compartir espacio común con las que consideraba bajo su nivel.—Bueno, tú misma lo dijiste: es un peligro para los demás. Tú no eres una inútil, puedes perfectamente estar con el resto. Serena, por otro lado, es torpe y tiende a arruinar ropa, así que lo más adecuado es que sea ella la que no tenga que compartir su espacio personal con nadie más, y a la que se le entregue una asignac