CAPÍTULO 13. Un descubrimiento impactanteEl berrinche vino como una avalancha, solo que ahora Serena tenía un lindo muro de uno ochenta y seis contra el que cualquier berrinche de Beatrice podía estrellarse.—¡¿Cómo que dentro de un año?! ¡Eso tiene que ser una equivocación! ¡Si hay algún tipo de teléfono especial tiene que ser para mí que soy la protagonista! —ladró Beatrice, pero en el mismo momento en que trató de arrebatar el celular de las manos de Percy, este lo levantó por encima de su cabeza.—Señora, por favor no chille así, que los oídos de la gente aquí tienen un límite —espetó el muchachito—. ¿Usted se llama Serena Radcliffe? ¡No, y en esta caja dice claramente “Serena Radcliffe”, así que no sea envidiosa y haga el favor de ir a jugar con el suyo!—¡Para empezar es “señorita”! —escupió Serena—. ¡Y para seguir, no le envidiaría nada a esa zo...!—¡Pues perfecto entonces! —la calló Percy—. ¡No hay envidias de por medio! ¡Ella no quiere ser usted, y usted no puede ser ella!
CAPÍTULO 14. Venganzas y castigosUna bofetada de Beatrice Harrison hubiera dejado a Serena menos aturdida, mientras aquella palabra seguía repitiéndose en su cabeza con un eco sordo:“Medio hermana...”—¿Cómo... cómo sabes...? —balbuceó mientras sentía que su cuerpo comenzaba a temblar de una forma extraña—. ¿Cómo sabes que ellos son... que son hermanos?—Como mismo sé que Beatrice Harrison le paga el diez por ciento de las regalías de todas sus películas a Tim Baldwing para que él no diga que lo que le sacaron el año pasado en medio de uno de sus rodajes no fue precisamente el apéndice —replicó Percy—. Soy un coleccionista de información veraz.—¿Eh? —Pero la verdad era que Serena estaba tan en shock que ni siquiera entendía lo que eso significaba.—Que soy un chismoso profesional, ¿vale? —suspiró Percy—. Pero puedo asegurarte que son hermanos y...Sin embargo cualquier otra de sus “informaciones veraces” se quedó a medias cuando Serena trastabilló y él tuvo que alcanzarla para que
CAPÍTULO 15. Entre la espada y la paredGrayson Blackwell podía jurar que jamás en toda su vida su corazón había latido tan fuerte como en aquel momento. Quería castigarla, quería odiarla, quería que aquella espalda y aquel trasero respingón sobre su escritorio fueran exactamente iguales que los del resto de las mujeres para él...¡La deseaba! ¡El diablo sabía que la deseaba, y aun así... verla de aquella forma...! ¡Simplemente no era lo que quería! ¡No podía porque otras palabras estaban rondando en su cabeza! Así que su único movimiento al acercarse a ella fue para sujetar su barbilla con las manos y subirla hacia él, haciendo que lo mirara a los ojos.—¿Qué demonios estás diciendo, Serena? ¿Que Huxley te... te forzó de alguna manera...?—¡Estoy diciendo lo que ya deberías saber muy bien! ¿No tienes idea de lo que hace esta industria con quienes amenazan su dinero? ¿Con quienes amenazan a sus directores exitosos como Huxley! ¡Los entierran! ¡Como me enterraron a mí! ¡La tumba de una
CAPÍTULO 16. Correr o morirCorrer o morir, era todo lo que le quedaba. Todos los instintos de Serena le gritaban lo mismo: correr o morir, no había más opciones. Si Grayson Blackwell se proponía destruirla como venganza por lo que había pasado con su hermana, entonces no quedaría ni siquiera la Sombra de Serena Radcliffe para que alguien la encontrara. Y su estado de alerta estaba en un punto en que ni siquiera le permitía llorar, así que cuando Karina se metió a su camerino para avisarle que le traía le primer café de la mañana y que se había asegurado de que nadie escupiera en él; lo que se encontró fue a una mujer determinada.—Serena ¿qué haces? —le preguntó en un susurro y la vio negar.—Grayson es el hermano de Anabelle Huxley... o medio hermano... ¡lo que sea! —¿De la esposa de Jerry? —se espantó Karina y luego bajó la voz no fuera que alguien estuviera escuchado.—Grayson quiere que testifique en el divorcio —siseó Serena con un nudo en la garganta—. Realmente no me está da
CAPÍTULO 17. DesesperaciónLa escena era una disputa simple con Beatrice en la que ella se caía de un segundo piso, para hacerse pasar luego por paralítica y culpar a la sufrida protagonista. Esta vez no hubo bofetadas de por medio, solo un forcejeo muy bien actuado antes de que Serena decidiera lanzarse al colchón.Sabía lo que iba a ocurrir, lo había visto muchas veces en sus rodajes antes. El colchón estaba lo bastante inflado para amortiguar su caída pero no demasiado para no hacerla rebotar. En el mismo momento en que su cuerpo se fue de espaldas el estómago se le puso en la garganta. No estaba entrenada para aquello, así que no pudo evitar girar un poco en el aire, de forma que su costado derecho se sumergiera primero en la lona llena de aire... el problema fue que no se detuvo.Ni siquiera tuvo tiempo para el miedo o para un grito, el colchón apenas amortiguó aquella caída y su peso se hundió hasta tocar el suelo con un choque violento que la envolvió en la más absoluta oscurid
CAPÍTULO 18. Una madreNadie podía entenderlo, nadie que no fuera una madre que amara desesperadamente a su hija que y sintiera que estaba en peligro. Que los niños la molestaran era lo de menos, pero Serena presentía que la maestra también tenía un papel importante en esas agresiones y sabía que la gente podía usar cualquier cosa en su contra para quitarle a Melisa, empezando por el hecho de que no llegara a recogerla a la guardería.Saber que iba media hora tarde ya era un infierno para ella, así que sin importar cuánto le doliera el cuerpo o cuán aturdida estuviera, algo la impulsaba a seguir hacia adelante. Sudaba frío cuando detuvo aquel taxi en una de las calles adyacentes del hospital, y tuvo que apretar los dientes mientras se subía, porque sentía que de un momento a otro iba a desmayarse... pero también era como si no fuera del todo consciente de lo que hacía.Sin embargo su instinto no estaba del todo alejado de la realidad, Serena lo supo cuando llegó a la guardería, y vio
CAPÍTULO 19. Unas horas para rezarSobraba decir que Grayson Blackwell no tenía ni la más mínima idea de cómo contener o consolar a una niña, solo sabía que no podía dejar que se aferrara a ella porque los médicos tenían que llevársela. Meli no había dejado de llamar a su mamá en todo el trayecto, y a Grayson lo estaban matando aquellas lágrimas en aquellos ojitos.—Por favor, nena, calma, mami va a estar bien. ¡Tu mamá va a estar bien!...—¡Mamiiiii! ¡Mammiiiiiiii! —gritaba la niña desesperada y Grayson solo pudo abrazarla.—¡Meli! Eres Meli ¿verdad? ¡Tú eres Meli y yo soy Gray! ¡Yo soy Gray, soy un amigo de tu mami! Ella va a estar bien, te prometo que va a estar bien. ¿Quieres hacer un “Pinky Swear”? ¿Eh? ¿Sabes lo que es un “Pinky Swear”? —la increpó levantando su meñique y Meli se sorbió la naricita aun envuelta en un mar de lágrimas.Grayson se sentó en la primera silla que encontró en la salita de espera y acomodó a la pequeña en su regazo.—Escucha, sé que estás asustada, pero
CAPÍTULO 20. Un hombre desconocidoNo había amenaza que saliera de la boca de Grayson Blackwell de una forma amable, pero ni los seis o siete puñetazos que dejaron a Wang con la nariz rota alcanzaron para que el tipo reconociera que había sido el autor de supuesto accidente, y por fin Kenneth lo hizo sacar con seguridad o de lo contrario aquello terminaría en tragedia.—¡¿Cómo que las grabaciones de seguridad no sirven?! —espetó cuando su mejor amigo se vio obligado a darle la noticia—. ¡Esta no es una puta telenovela donde se pueden perder las grabaciones de seguridad para que el el villano se salga con la suya! ¡Despídelos a todos, contrata gente nueva, y amenázalos con una demanda, alguien acabará soltando la lengua! Kenneth respiró hondo pero finalmente señaló a un rincón de su despacho.—Por suerte las grabaciones de seguridad no son las únicas. Tenemos decenas de horas de filmación fuera de cámara de la serie, es probable que podamos encontrar algo interesante ahí —le explicó—.