CAPÍTULO 16. Correr o morirCorrer o morir, era todo lo que le quedaba. Todos los instintos de Serena le gritaban lo mismo: correr o morir, no había más opciones. Si Grayson Blackwell se proponía destruirla como venganza por lo que había pasado con su hermana, entonces no quedaría ni siquiera la Sombra de Serena Radcliffe para que alguien la encontrara. Y su estado de alerta estaba en un punto en que ni siquiera le permitía llorar, así que cuando Karina se metió a su camerino para avisarle que le traía le primer café de la mañana y que se había asegurado de que nadie escupiera en él; lo que se encontró fue a una mujer determinada.—Serena ¿qué haces? —le preguntó en un susurro y la vio negar.—Grayson es el hermano de Anabelle Huxley... o medio hermano... ¡lo que sea! —¿De la esposa de Jerry? —se espantó Karina y luego bajó la voz no fuera que alguien estuviera escuchado.—Grayson quiere que testifique en el divorcio —siseó Serena con un nudo en la garganta—. Realmente no me está da
CAPÍTULO 17. DesesperaciónLa escena era una disputa simple con Beatrice en la que ella se caía de un segundo piso, para hacerse pasar luego por paralítica y culpar a la sufrida protagonista. Esta vez no hubo bofetadas de por medio, solo un forcejeo muy bien actuado antes de que Serena decidiera lanzarse al colchón.Sabía lo que iba a ocurrir, lo había visto muchas veces en sus rodajes antes. El colchón estaba lo bastante inflado para amortiguar su caída pero no demasiado para no hacerla rebotar. En el mismo momento en que su cuerpo se fue de espaldas el estómago se le puso en la garganta. No estaba entrenada para aquello, así que no pudo evitar girar un poco en el aire, de forma que su costado derecho se sumergiera primero en la lona llena de aire... el problema fue que no se detuvo.Ni siquiera tuvo tiempo para el miedo o para un grito, el colchón apenas amortiguó aquella caída y su peso se hundió hasta tocar el suelo con un choque violento que la envolvió en la más absoluta oscurid
CAPÍTULO 18. Una madreNadie podía entenderlo, nadie que no fuera una madre que amara desesperadamente a su hija que y sintiera que estaba en peligro. Que los niños la molestaran era lo de menos, pero Serena presentía que la maestra también tenía un papel importante en esas agresiones y sabía que la gente podía usar cualquier cosa en su contra para quitarle a Melisa, empezando por el hecho de que no llegara a recogerla a la guardería.Saber que iba media hora tarde ya era un infierno para ella, así que sin importar cuánto le doliera el cuerpo o cuán aturdida estuviera, algo la impulsaba a seguir hacia adelante. Sudaba frío cuando detuvo aquel taxi en una de las calles adyacentes del hospital, y tuvo que apretar los dientes mientras se subía, porque sentía que de un momento a otro iba a desmayarse... pero también era como si no fuera del todo consciente de lo que hacía.Sin embargo su instinto no estaba del todo alejado de la realidad, Serena lo supo cuando llegó a la guardería, y vio
CAPÍTULO 19. Unas horas para rezarSobraba decir que Grayson Blackwell no tenía ni la más mínima idea de cómo contener o consolar a una niña, solo sabía que no podía dejar que se aferrara a ella porque los médicos tenían que llevársela. Meli no había dejado de llamar a su mamá en todo el trayecto, y a Grayson lo estaban matando aquellas lágrimas en aquellos ojitos.—Por favor, nena, calma, mami va a estar bien. ¡Tu mamá va a estar bien!...—¡Mamiiiii! ¡Mammiiiiiiii! —gritaba la niña desesperada y Grayson solo pudo abrazarla.—¡Meli! Eres Meli ¿verdad? ¡Tú eres Meli y yo soy Gray! ¡Yo soy Gray, soy un amigo de tu mami! Ella va a estar bien, te prometo que va a estar bien. ¿Quieres hacer un “Pinky Swear”? ¿Eh? ¿Sabes lo que es un “Pinky Swear”? —la increpó levantando su meñique y Meli se sorbió la naricita aun envuelta en un mar de lágrimas.Grayson se sentó en la primera silla que encontró en la salita de espera y acomodó a la pequeña en su regazo.—Escucha, sé que estás asustada, pero
CAPÍTULO 20. Un hombre desconocidoNo había amenaza que saliera de la boca de Grayson Blackwell de una forma amable, pero ni los seis o siete puñetazos que dejaron a Wang con la nariz rota alcanzaron para que el tipo reconociera que había sido el autor de supuesto accidente, y por fin Kenneth lo hizo sacar con seguridad o de lo contrario aquello terminaría en tragedia.—¡¿Cómo que las grabaciones de seguridad no sirven?! —espetó cuando su mejor amigo se vio obligado a darle la noticia—. ¡Esta no es una puta telenovela donde se pueden perder las grabaciones de seguridad para que el el villano se salga con la suya! ¡Despídelos a todos, contrata gente nueva, y amenázalos con una demanda, alguien acabará soltando la lengua! Kenneth respiró hondo pero finalmente señaló a un rincón de su despacho.—Por suerte las grabaciones de seguridad no son las únicas. Tenemos decenas de horas de filmación fuera de cámara de la serie, es probable que podamos encontrar algo interesante ahí —le explicó—.
CAPÍTULO 21. La última ofertaResultaba evidente que el Titanic había tenido más oportunidad contra su iceberg que la directora de aquella guardería contra Lydia Baptiste, así que solo asintió y salió corriendo para asegurarse de que las cintas le fueran entregadas a la policía sin contratiempos.El único ruido impactante que los hizo volver la cabeza ocurrió dos minutos después en el salón de Meli y tanto Grayson como la trabajadora social se acercaron para ver aquella cámara de seguridad destrozada en el suelo, mientras la maestra de la niña hacía un gesto que no era nada inocente.—Tienes que ser muy ignorante para no saber que las grabaciones se descargan directamente a un servidor y que lo único que lograste rompiendo esa cámara fue incriminarte más —le gruñó Lydia con fastidio—. Oficial, por favor, arreste a la señorita Sacks, creo que tiene que dar muchas explicaciones.Grayson sintió que Meli lo abrazaba aún con más fuerza mientras sacaban a su maestra esposada, y aunque no lo
CAPÍTULO 22. Una condiciónGrayson se quedó mudo por un largo instante, sabía muy bien que Serena no estaba convencida, sabía que la única carón por la que hacía aquello era porque estaba acorralada, pero si eran objetivos, cuanto antes terminaran con aquello mejor sería.—Muy bien, tu testimonio en el juicio de divorcio de Anabelle y Jerry, ¿a cambio de qué? —la increpó.Serena pasó saliva y trató de enfocarse.—Setenta mil dólares —murmuró después de hacer aquel cálculo básico.Debía quince mil dólares todavía por todos los gastos del entierro de su hermana, porque tal parecía que por mucho que pagara los intereses no dejaban de subir. El resto tenía que alcanzar para que ella y su hija pudieran irse del país, conseguir una nueva identidad, desaparecer por completo.—Podrías pedirme millones a cambio de tu declaración —sentenció él cuando el silencio se hizo demasiado evidente.—No quiero ser millonaria, solo quiero sobrevivir —respondió Serena—. Solo quiero que mi hija sobreviva a
CAPÍTULO 23. Una dudaTenía los ojos cerrados, pero eso no significaba en ninguna medida que Serena estuviera dormida o fuera sorda. Cada palabra que salía de la boca de Grayson, a pesar de que la esperaba, era como si el lazo alrededor de su garganta se apretara aún más. Se notaba que él tenía una relación estrecha con su hermana, y Anabelle Huxley no dejaría de odiarla nunca, así que tampoco permitiría que él dejara de odiarla.Aquella situación era imposible, pero mientras estuviera lastimada y atada a una cama, Serena tenía que aguantarse y esperar, esperar y hacer lo que fuera necesario para sobrevivir.Debían ser quizás las diez de la mañana cuando Karina se asomó a la puerta de la habitación y trató de disimular la mala cara con que evidentemente miraba a Grayson.—Yo puedo quedarme a partir de ahora —le dijo mientras Serena abría los ojos, y el hombre asintió.—Está bien, te agradezco que te quedes.—No me lo agradezca, es mi mejor amiga —gruñó Karina cruzando los brazos con m