CAPÍTULO 3. Un infierno
Grayson Blackwell no tenía idea de que el corazón de Serena Radcliffe estaba destrozado en serio, pero que se aliviaba solo un poquito cuando en las tardes pasaba por aquella guardería. Una hermosa niña de tres años salió corriendo a recibirla y se colgó de su cuello, y Serena la estrechó con fuerza, como si el amor de la pequeña pudiera cicatrizarle cada herida.
—¡Mami! —exclamó la nena y Serena la levantó contra su pecho.
—¡Mi amor! ¿¡Pero cómo sales así?! ¿¡Y tu abrigo?! —le preguntó y detrás de ella vio a la maestra con una expresión de disculpa.
—Lo siento, otro niño manchó su abrigo de jugo.
Serena lo alcanzó y apretó los labios.
—Esto no está manchado, está empapado —murmuró a la maestra, pero no tuvo más remedio que respirar profundo—. Por favor, asegúrese de que no vuelva a suceder. Es el tercer abrigo que le ensucian esta semana y está haciendo mucho frío —pidió con suavidad, quitándose su propio suéter para ponérselo a la niña y luego la cargó para llevársela de allí.
Había cobrado el cheque hacía media hora, y en el acto había perdido el noventa por ciento en todo lo que debía. No le quedaba para subsistir más de una semana, y eso solo si era austera.
Entró en una verdulería que tenía cerca de la casa y literalmente contó las monedas que llevaba para comprar algunos vegetales, y una pequeña pieza de pollo que por supuesto no sería para ella.
—¿La papita? —preguntó la nena y Serena le sonrió con adoración, a pesar de aquel nudo en la garganta.
—Sí Meli, la papita. ¡Hoy vamos a hacer sopa mágica! —exclamó como si realmente la entusiasmara eso.
—¡Estellitas!
—¡Sí mi amor, sopita de estrellitas! —dijo Serena con el corazón encogido y trató de que su pequeña no viera aquellas lágrimas en sus ojos, porque no había nada tan difícil como pasar por penurias económicas con un niño en los brazos—. ¡Mamá te va a hacer la mejor sopita de estrellas de todo el universo!
Su corazón se encogió lleno de angustia mientras veía a su pequeña tomarse aquella sopa con fideos de estrellitas sin rechistar, aun sabiendo que no era una fanática de los vegetales. Melisa era una niña muy buena, y Serena solo habría querido darle más, mucho más. Pero por lo pronto para un techo sobre su cabeza y algo de comida en el plato, aunque no fuera la mejor, era para todo lo que le alcanzaba.
Un par de toques en la puerta las hizo volver la cabeza a las dos y luego Karina, su vecina de al lado, entró llevando consigo ese postre que de cuando en cuando traía para la niña.
—¡Gacias tía Kadina! —exclamó Melisa dándole un beso y corrió a sentarse en el saloncito con su helado mientras las mujeres se quedaban en la cocina.
Y por supuesto que el primer gesto de la muchacha fue sostener la barbilla de Serena, evaluando con esos ojos de maquillista experta la mejilla enrojecida.
—¡Maldición! ¡Esa bruja malnacida de Beatrice se dio gusto pegándote, ¿verdad?! —gruñó con molestia.
—Solo está haciendo lo mismo que el resto, Karina...
—Desquitándose —rezongó la muchacha—. Claro porque mientras tú eras la protagonista ella nunca pudo ni oler la fama. ¡Lo que no entiende es que no era por tu culpa, sino porque es una actriz de m****a que aún hoy tiene que contentarse con protagónicos de series de mala muerte mientras tú hacías películas en Hollywood!
—Sí bueno... ahora las series de mala muerte dan para al menos vivir al día —respondió Serena ocultando la cara entre las manos.
—¡Pero nena, no te puedes rendir! ¡Eres una actriz maravillosa! ¡Deja de buscar papeles secundarios, lánzate por un protagónico! —exclamó Karina con vehemencia, pero Serena solo negó.
—Soy mala publicidad, linda, lo sabes bien. Nadie me dará ningún papel importante, de hecho... de hecho estoy pensando seriamente en alejarme de todo esto, si no lo hice hasta ahora es porque los trabajos regulares no me darían para pagar las deudas que tengo. —Serena sonrió con tristeza y negó mientras un par de lágrimas corrían por sus mejillas—. ¿Puedes imaginarlo? Era millonaria hace cuatro años... y hoy apenas me alcanza para sobrevivir una semana. ¡Qué asquerosamente fácil se puede perder todo!
Y por desgracia Karina sabía muy bien que cuando su amiga hablaba de “perderlo todo” no se refería solo al dinero. Le entregó aquel paquete de anuncios de castings nuevos que le dejaba todos los días, y se despidió, mientras Serena se quedaba con la mirada clavada en ellos y los pensamientos en otra parte.
“¡No puedes hacerlo! ¡Broke, no puedes hacerlo, es un casting pésimo, tiene... demonios, tiene desnudos y tú no pasas de los dieciséis!”
Aquellas palabras volvieron a su cabeza en medio de la peor escena.
“¡Pues no tendría que hacer un casting pésimo si tú me consiguieras uno que valiera la pena! ¡Eres famosa, Serena! ¡Nadie puede ayudarme mejor que tú! ¡¿Por qué no quieres hacerlo?!”
“¡Porque no sabes en lo que te metes! ¡Esta industria es muy oscura!”
“¡Tú empezaste a actuar a mi edad!”
“¡Y a tu edad tuve que pasar muchos tragos amargos y aguantar mucho, Broke, no quiero eso para ti! ¡Ve a la escuela, estudia, te pagaré la universidad que quieras...!”
“¡Tú no eres mi madre, no me digas qué hacer! ¡Solo tienes miedo, tienes miedo de que yo sea más famosa que tú, ¿no es cierto?! ¡Tienes miedo de que se sepa que la hermanita menor de Serena Radcliffe es mucho mejor que ella! ¡¿Pero sabes qué?! ¡Si tú no me ayudas, voy a encontrar a alguien que sí lo haga!”
Los ojos de Serena se llenaron de lágrimas y aquel arrepentimiento se apoderó de ella. Debía haberla ayudado, al menos si lo hubiera hecho Broke no habría caído en manos de...
—¿Mami? —La voz de Meli la hizo limpiarse las lágrimas de inmediato y corrió a arroparla para que se durmiera.
Pasó la noche tan mal como todas sus noches y al día siguiente comenzó muy temprano en cada uno de los castings disponibles, sin embargo en todos obtenía las mismas respuestas:
—Lo sentimos, estás sobrecalificada para este papel.
—Lo sentimos, no eres lo que estamos buscando.
—Lo sentimos, ya le dimos el papel a alguien más.
Cuatro días después, para la una de la tarde, Serena ya no aguantaba los pies, pero aun le quedaban cuatro horas antes de pasar por la nena a la guardería. No había conseguido absolutamente nada y se quedó observando aquel último volante en su mano antes de dirigirse hacia la dirección que especificaba.
No era para una actuación, era para una sesión de fotos de publicidad, ni siquiera sabía cómo había llegado aquello a su buzón, pero en aquel momento ya no podía darse el lujo de elegir. Le entregaron un conjunto de lencería y una mujer que no tenía nada de amable la revisó luego en el probador.
—Tienes bastante buen cuerpo, nada de estrías... curvas decentes... poca grasa. ¡Perfecto! Avisaré que pueden empezar la sesión de fotos.
Diez minutos después Serena se metía en aquella vorágine de flashes y órdenes. Conocía muy bien la dinámica de una sesión de fotos publicitaria, y sabía que si no les importaba su identidad era porque no pondrían su cara en las fotos, sino solo su cuerpo.
La lencería era bastante bonita para ser de una marca poco reconocida, pero Serena trató de dar lo mejor de sí misma para que las poses fueran perfectas y sacaran lo mejor de la ropa.
Sin embargo cuatro horas después el hombre que dirigía todo le hizo un gesto displicente para que fuera a cambiarse.
—Lo siento, pero la sesión es literalmente una basura —gruñó molesto—. Esto no cumple para nada los requisitos publicitarios...
—Pero es que... —Serena abrió mucho los ojos porque aquella era su última esperanza de conseguir algo aquel día.
—¡Pero es que nada, esto no sirve, no se puede usar ni una foto! —espetó el hombre con desprecio—. ¡¿A ti quién diablos te enseñó a modelar?! ¡Porque eres pésima!
Serena apretó los labios y se tragó la impotencia mientras extendían aquel cheque en su dirección.
—Toma, por las molestias, ahora lárgate.
—Estos son... son cien dólares... —murmuró—. Estas sesiones se pagan mínimo en mil...
—¿¡Y yo por qué demonios te voy a pagar por algo que no sirve?! —espetó el hombre—. ¿¡No los quieres?! —la increpó alargando la mano pero Serena apretó el cheque contra su pecho porque aunque fueran solo cien dólares, no estaba en posición de rechazarlo—. ¡Entonces largo de aquí! ¡Vamos, vete!
La muchacha giró sobre sus pasos y salió de allí con las lágrimas pugnando por inundarle las mejillas, y cuando llegó a aquel parque tuvo que sentarse en una banca en medio del frío, con aquella llovizna finísima y helada cayendo sobre ella.
No pudo evitarlo, un sollozo rompió su pecho y los siguientes la ahogaron en un mar de llanto mientras ocultaba la cara entre las manos. ¡Era un infierno! ¡Tratar de sobrevivir en aquel momento era un maldito infierno y Serena no sabía cómo salir de él! Se encogió sobre sí misma preguntándose si al final Broke no había tomado la salida fácil, si no sería más simple así, pero a diferencia de su hermana pequeña, ella no estaba dispuesta a abandonar a las personas que amaba.
En algún momento alguien pasó por su lado y dejó un pañuelo en su mano sin dejar de caminar. Serena solo alcanzó a ver la gabardina negra que se perdía en la tarde; lo último que imaginaba era que Grayson Blackwell en persona era quien se lo había entregado.
Y mucho menos imaginaba que después de dejarla subiría a ese sedán de lujo donde lo estaba esperando Kenneth.
—Ya está donde la quiero —murmuró con tono gélido, porque necesitaba escucharla llorar por sí mismo para convencerse de que aquel solo era el primer paso hacia su venganza—. Creo que estamos listos para el siguiente movimiento.
CAPÍTULO 4. Una humillación másLa sopa fue de letras ese día, y por suerte a Melisa le gustaba el huevo cocido porque esta vez a Serena no le había alcanzado ni para un pedazo pequeño de pollo.Estaba en el borde mismo de la desesperación cuando Karina entró, poniendo en las manos de la pequeña un pequeño bote con tiramisú, y su consabido beso, mandándola al saloncito antes de girarse hacia su amiga.—¿Tan mal están las cosas? —le preguntó y Serena se cubrió la boca con una mano para no llorar—. Escucha, vengo a contarte algo, pero tienes que prometerme que vas a poner tus huevos bien puestos en esta canasta —le dijo sacando un pequeño volante de su bolsillo y extendiéndolo hacia ella—. Esta compañía productora viene de Inglaterra, van a filmar una serie ambientada en Estados Unidos así que quieren que los actores sean americanos. A mí me contrataron esta mañana como parte del equipo de maquillaje, y mañana van a hacer el casting para el papel protagónico.Serena apretó los dientes,
CAPÍTULO 5. Una mujer rotaDaba miedo y eso nadie podía discutirlo. Grayson Blackwell daba miedo en situaciones normales, pero cuando estaba satisfecho parecía aun más terrible. Y esa fue exactamente la cara que tenía cuando Kenneth atravesó al puerta de su oficina y lo vio asomado a aquel ventanal, presenciando la forma en que el resto de las actrices que se habían presentado al casting humillaban a Serena.Grayson sabía que Beatrice Harrison era una perra con una presa, pero no había esperado que fuera tan buena manipulando a las otras como para que hicieran su trabajo sucio. Sin embargo no podía negarlo, toda su sed de venganza se apaciguaba un poco cuando veía la expresión llorosa de Serena Radcliffe.—Ya estamos listos —le avisó Kenneth—. ¿Qué quieres hacer?—Déjala para la última. Que no la llamen a audicionar. Cuando llegue el momento quiero que esté tan desesperada que no le quede más remedio que aceptar lo que sea —espetó entre dientes y Kenneth respiró profundo, porque ya ha
CAPÍTULO 6. Una pequeña cosita a cambioEl jadeo de sorpresa que salió de los labios de Serena, y que iba acompañado de un par de lágrimas, no tenía nada que ver con la escena, y sí mucho con lo que Grayson Blackwell acababa de proponerle. ¡Porque no había dudas de que aquello era una propuesta muy directa!—¡¿Disculpe?! —replicó y lo vio hacer un puchero condescendiente.—Perdón, ¿demasiado directo? —preguntó Grayson, sabiendo que no podía haber humillación más grande para ella que el hecho de que él estuviera haciéndole aquella oferta nada menos que cuando la tenía en frente con un vestido rasgado—. Te ofrezco una disculpa, pensé que dado tu historial ya estarías más que acostumbrada a propuestas de este tipo.Serena pasó saliva y retrocedió mientras él avanzaba. No podía definir aquella expresión en los ojos del hombre, pero estaba muy lejos de comprender que estaba llena de frustración y de rabia para sí mismo.Grayson se había dicho que sería capaz de odiarla hasta el fin de los
CAPÍTULO 7. La mejor villanaKenneth tenía buenos reflejos, los necesitaba para ser el mejor amigo / guardaespaldas / sacador de problemas de Grayson Blackwell, tanto así que logró esquivar aquel premio de cristal que fue a hacerse añicos a diez centímetros de la puerta por la que él estaba entrando.—¡Wow, wow! ¡Cálmate fiera, que no le tengo miedo a la muerte pero de preferencia me gustaría seguir vivo por algún tiempecito más! —exclamó Kenneth—. ¿Las cosas no salieron como esperabas?Y por la mirada asesina que le dirigió Grayson, eso era más que obvio.—No lo aceptó —gruñó como si todavía no pudiera creerlo—. ¡No aceptó que le diera el papel a cambio de convertirse en mi amante!—¡No me digas! Eso es interesante... parece que después de todo todavía le queda dignidad... o se habrá hecho lesbiana.—¡Eso es actuación! ¡Una muy buena, pero nada más! —espetó Grayson mandando a volar medio escritorio de papeles y Kenneth se le quedó mirando como si de verdad estuviera haciendo un esfue
CAPÍTULO 8. Halagos peligrososNo hubo alma que no se estremeciera en el set cuando aquella bofetada resonó, y la preferida fue a parar al suelo. El Director Wang fue el primero en ponerse de pie, con toda la disposición de gritar: “¡CORTEN!”, pero una mano de Grayson sobre su hombro lo hizo sentarse de nuevo con un gesto brusco, mientras se llevaba un dedo a los labios como indicación de que se mantuviera en silencio y dejara continuar la escena.Y aquello no se terminó hasta que fue Beatrice la que olvidó la improvisación y hasta que estaban filmando para salir por donde no era, sosteniéndose la cara y gritando como si otra niña del colegio le hubiera tirado de las trenzas.—¡Corten! —gritó Wang tratando de disimular y enseguida se acercó a Beatrice, que era un mar de lágrimas.—¡Me pegó! ¡Oh, por Dios, me pegó de verdad! —chilló haciendo un berrinche digno de una chiquilla, y mal que le pesara, Grayson no pudo evitar comparar el estoicismo con que Serena había soportado todas las b
CAPÍTULO 9. Un plan de seducciónSerena no pudo evitar sobresaltarse y darse la vuelta al notar que aquel hombre estaba tras ella. Su pecho subía y bajaba con intermitencia, mientras su mano aferraba el perchero de aquel vestido sin lograr descolgarlo.—Señor Blackwell... lo siento. ¡Esto es un horrible malentendido...! ¡Yo no quería...! ¡Dios, ¿por qué no sale esta cosa? —Forcejeó con la ropa, pero antes de que esta se descolgara sintió la mano enorme de Grayson sujetando su muñeca y arrinconándola contra la pared que estaba detrás.Él ni siquiera sabía por qué había bajado de su oficina... o quizás sí lo sabía: porque no la había visto irse. Desde sus ventanales se podía ver la salida del set y ella no había atravesado aquellas puertas. Por eso había bajado, a ver dónde demonios estaba, y lo primero que había visto era a ella en ropa interior. ¡Y eso había bastado para que cada célula dentro de él se alterara!—¿Me quieres explicar dónde está el resto de tu ropa? —susurró tan pegado
CAPÍTULO 10. El impuestoSerena llevaba un rezo en los labios. Estaba segura de que la iban a despedir en ese mismo instante, y apenas atravesó las puertas de la oficina del Director Wang, y vio la boleta con las estadísticas sobre el escritorio, supo que algo estaba sucediendo.Ni siquiera iba a intentar justificarse porque sabía que de nada iba a servir, pero pronto se dio cuenta de que en el rostro del hombre había tanta incredulidad como satisfacción.—¡Vaya, vaya, señorita Radcliffe! ¡Esto sí que es una sorpresa aunque no sabría si llamarla “grata”! Parece que se queda usted en el elenco —sentenció él y la muchacha frunció el ceño sin comprender.—¿Disculpe? —preguntó y un segundo después tomaba aquella boleta de la mesa, mientras Wang daba una vuelta a su alrededor.—Tal parece que su improvisación logró cautivar al público, señorita Radcliffe. No solo fue la actriz mejor votada en todas las encuestas, sino que las estadísticas arrojaron que fue calificada como la mejor villana
CAPÍTULO 11. Un dragónNi siquiera había palabras para empezar a describir la rabia que se escuchaba latir en la voz de Grayson Blackwell, y Serena se encogió sobre sí misma sin poder evitarlo. Sabía que Wang no era rival para él, pero presentía que si solo el Director se atrevía a abrir la boca aquello terminaría con sangre corriendo.—¡Te pregunté si entendiste! —siseó furioso mientras sacudía violentamente a Wang, incluso con una sola mano, y el hombre medio gritó espantado.—¡Yo no hice nada, no fue mi culpa! ¡Ella fue la que vino a ofrecerse...! ¡Usted ya sabe cómo son las actrices como ella, señor Blackwell! ¡A su oficina también van! —intentó defenderse y el puñetazo que Grayson le retrató en la cara lo mandó volando por encima del escritorio hasta caer aparatosamente del otro lado.—Me tragaría ese cuento si no la hubiera escuchado yo mismo decirte que “no” en más de una ocasión —espetó—. Y para que quede claro, las actrices que entran en mi oficina solo dicen que “sí”, porque