Luego de haber derrotado a Leontion y conocer a Hades, nos percatamos de que sería mucho más difícil acostumbrarnos a la sociedad de lo que pensábamos, todo era muy diferente que en el Olimpo.
-Bueno, ya que están bien. ¿Qué les parece si vamos a comer algo? Quiero decir, solo si usted quieren, claramente.- Noté como Isabella se apenaba muy rápido por cualquier cosa.
-Conozco un muy buen local de comida rápida, tienen el mejor precio para un buen almuerzo, apenas han estado aquí unas horas, pero imagino que deben estar muy hambrientos luego de todo lo que han tenido que pasar.- Nos dijo Stelle de manera muy amable.
-Es muy bien recibida su oferta, nos encantaría ir a comer algo con ustedes.- Respondió mi prima mientras hacía a un lado un mechón de cabello que caía en su rostro.
-Estoy muriendo de hambre.- Dije sin poder ocultarlo más.
-¡Eliot! ¡Tus modales!- Me reprochó Zoe.
-¿Te molestáis por mis modales? Zoe, ya no estamos en el Olimpo, estamos en un lugar nuevo y desconocido para nosotros ¡Es el lugar perfecto para aprender cosas nuevas y reinventarnos! ¡Hacer lo que nunca nos dejaron hacer en el Olimpo! Hay que ver el lado positivo, es como estar de vacaciones.
-Sólo que sin un hogar al que volver…
-Tomadlo como unas vacaciones permanentes.- Dije dedicándole una sonrisa.
-Bien, pero no creáis que dejaré mis costumbres, soy una doncella y me comportare como tal.
-Muy bien. ¿Y que esperamos para ir a ese local del que nos hablaron?
-Vamos, está a sólo unas cuadras de aquí, prefiero ir en el auto si no les molesta.- Dijo Isabella mientras apuntaba a su auto con las llaves.
-Yo no tengo ningún problema.- Dije nuevamente sonriendo de la manera más sincera que pude.
-Es… esta bien.- Ella me sonrió de vuelta y se sonrojo.
-Ahhggg, que empalagosos, bésense de una vez y ya.- Dijo Stelle haciendo un sonido representando el asco que le causábamos, lo cual me hizo reír un poco. No entendía nada.
-Veo que no estás muy familiarizada con las relaciones.- Dijo Zoe, quien también entendía que era lo que parecía asquearle a Stelle.
-Si estoy familiarizada con ellas, y claro que me gustan. Solo que yo prefiero a las mujeres, y es divertido burlarse de las parejas heterosexuales.- Dijo Stelle, confesando que realmente no le asqueaba nada, solo estaba bromeando.
-Ya veo.
-Pero Stelle, aquí no hay ninguna pareja heterosexual.- Dije confundido, a lo cual Isabella se sonrojó, y ella volteó los ojos. Eso no respondía mi pregunta.
Después de eso, todos nos montamos en el auto y fuimos directo al lugar que Stelle pensó que sería bueno para nosotros, donde ordenamos comida y hablamos mucho, nos conocimos más los unos a los otros, Isabella era una chica increíble, tenía 25 años, y era una odontóloga con su propia sucursal, estudió varios años y empezó a trabajar apenas tuvo la oportunidad para poder independizarse, aún así mantenía una buena relación con sus padres, era una persona muy interesante, no podía dejar de hablar con ella, pero claramente fue inevitable que algo saliese mal…
En el Olimpo…
-¡Hermana! ¡Nuestros hijos han sobrevivido al ataque de Leontion!- Dijo Apolo enojado mientras golpeaba su silla.
-Bueno, aún cuando son unos malagradecidos e ingratos, siguen siendo nuestros hijos, son fuertes. Habrá que enviarles algo más peligroso, algo contra lo que no podrán enfrentarse.- Dijo Artemisa pensando qué podría encajar con esas características.
-¿Que tenéis en mente hermana mía?
-Les enviaremos a Medusa.
-Es peligroso, una Gorgona, ya ha sido asesinada antes. ¿Por qué pensáis que nuestros hijos no podrían contra ella?
-Fácil, no la enviaremos sola, junto a ella irá el minotauro.- Dijo Artemisa con una sonrisa cómplice.
-Una combinación catastrófica, es perfecto.
De vuelta en la Tierra…
-Si, tengo 2 hermanos, uno mayor, que vive muy lejos de aquí y uno menor que sigue al cuidado de mis padres. ¿Qué hay de ti?- Me preguntaba Isabella muy interesada por mi vida.
-Ehm, muchos realmente, a los dioses les encanta andar por ahí…- Intenté decir pero fui bruscamente interrumpido por el ruido de un montón de personas gritando con pánico y terror. -¿Pero qué ha sido eso?
-Deberíamos ir a ver, creo que ambos sabemos que no es un comité de bienvenida.- Me respondió Zoe levantándose de la mesa.
-Ten cuidado. ¿Puedes?- Me pidió Isabella con preocupación en sus ojos.
-Te prometo que estaremos bien, tienes que dejar de preocuparte por estas cosas.- Le dije mientras le dedicaba una de mis sonrisas tan características.
-Espero que seas un hombre de palabra… Bueno, Dios de palabra… Tú entiendes lo que quiero decir.
-Si lo soy. Ahora, deben ir a un lugar seguro.
Ambos salimos y no tardamos ni 5 minutos en darnos cuenta de que es lo que andaba mal, nos dirigimos hacia la calle y vimos a una mujer que pudo haber pasado desapercibida, ya que sus características eran iguales a las de cualquiera otra, de no ser por su espantosa cabellera hecha de serpientes.
-¡Medusa! ¿Qué haces aquí bestia?- Cuestionó mi prima.
-¿No es obvio querida? ¡Vengo a matarlos! Orden de sus padres, no tuvieron que pedirlo dos veces.- Nos gritó Medusa mientras se quitaba esos lentes oscuros que solía usar para cubrir sus ojos.
-Muchos héroes han podido derrotarte antes ¿Qué te hace creer que tienes algún chance contra Dioses como nosotros?- Dije a sabiendas de que fácilmente podríamos enfrentarnos a ella y salir victoriosos.
-Pronto conocerán el por qué.- Dijo Medusa antes de abalanzarse sobre mí, yo cerré los ojos con mucha fuerza sabiendo lo que podía pasar.
No los abrí, pero pude sentir como su mirada penetrante intentaba hacer que los abriera, yo rápidamente di un golpe a donde sabía que estaba su cabeza y logre quitármela de encima sin mucha dificultad, Zoe empezó a usar su arco de plata para lanzarle flechas de luz, las cuales Medusa no recibía con los brazos abiertos, el mayor problema de enfrentar a Medusa, es que debes hacerlo con los ojos cerrados o con un espejo, no puedes verla directamente, por lo que cada vez que amagaba, nosotros apartábamos la vista, lo cual le daba tiempo de abalanzarse sobre nosotros. Cuando intentó tirarse sobre Zoe, yo use mi espada y se la clave por la espalda, haciendo que se retorciera del dolor.
-¡Ahhgg! ¡Niños insolentes! ¿Quienes se creen? ¡Ni siquiera son reconocidos en el Olimpo!- Exclamó Medusa con furia. -Pero eso no importa, ustedes deben tener cuidado, nunca se sabe cuando puede llegar una… Sorpresa.
Justo en ese instante sentí como una tonelada de peso embestía mi cuerpo, provocándome un dolor muy intenso, caí al suelo y rodé, tarde un rato en ver las cosas claramente, ese golpe fácilmente pudo haberme noqueado. Logré levantarme y al ver hacia arriba lo primero que vi fue a un hombre… No, las piernas de un hombre, que se convertían en un tallo muy velludo, con grandes músculos, y una cabeza de toro, con cuernos muy grandes.
-¡Es el Minotauro!- Grité para que Zoe tuviera cuidado.
-Tardaste mucho en averiguarlo chico.- Dijo mientras golpeaba sus pies contra el asfalto y suspiraba aire por su nariz, para luego intentar arremeter nuevamente contra mí.
Me aparte lo más rápido que pude, y por poco no me golpeaba de nuevo, me levanté lo más rápido que pude del suelo, y saque mi espada, lancé varios mandobles al Minotauro, quien no tuvo oportunidad de esquivarlos, al ser una criatura tan grande, no tiene buenos reflejos, pero tiene una resistencia y una fuerza inconmensurables. De todos modos seguí lanzándole ataques con mi espada velozmente mientras avanzaba, el en cambio prefirió alejarse de mi.
Tomé ese momento para ver cómo Zoe luchaba contra Medusa, ella le lanzaba golpes con sus garras y Zoe con los ojos bien cerrados las recibía mientras esperaba el momento preciso para devolver el ataque, cuando vio una oportunidad, sacó su cuchillo, y se lo clavo unas cuantas veces, lanzó varias puñaladas, pero solo algunas fueron las que lograron acertar a Medusa, ella retrocedió y le dio a Zoe tiempo de sacar su arco y empezar a disparar tanto a Medusa como a el Minotauro, quien caso omiso le hacía a las flechas que en su espalda eran clavadas, agarró un vehículo y me lo lanzó, yo no tuve más opción que lanzarme a un lado y terminar cayendo en el asfalto, al ver hacia delante, sólo pude ver cómo venía el Minotauro hacia mi, y lo único que pude sentir fue cuando chocaba, el dolor fue demasiado intenso, tanto que estuve en el suelo durante un buen rato, sólo me levanté después de recuperar bien mi consciencia, me sacudí la cabeza para librarme de cualquier dolor, y fui directo al Minotauro que me veía con cara victoriosa, y podía divisar una sonrisa, pero no le iba a dar ese placer, así que corrí hacia el mientras el venía hacia mi, y cuando estábamos a punto de chocar, di un salto lo suficientemente alto como para caer en su lomo, y clave mi espada en su cabeza, hasta que el mango toco el cráneo. El cuerpo del Minotauro se fue disolviendo poco a poco, hasta quedar hecho cenizas.
-¡Bien hecho!- Me gritó Zoe a lo lejos.
-¡No! Los maldigo en el nombre de los Dioses.- Exclamó Medusa, quien inmediatamente después de eso, se acercaba rápidamente a Zoe y le clavaba una de sus garras en el estómago, para luego, con una sonrisa viperina y una cara de satisfacción, desaparecía, Mientras que Zoe caía al suelo.
-¡Zoe! Estarás bien, no es nada, sólo fue una puñalada.- Dije, aunque difícilmente podía tranquilizarla, yo estaba mucho más asustado de lo que lo estaba ella.
-Eliot… No te exasperes, he salido viva… De situaciones peores…- Intentó decir mi prima, pero terminó perdiendo el conocimiento.
-¿Zoe? ¡¿Zoe?! ¡Necesito ayuda!- Gritaba desesperado.
-Oh por dios ¿Los dioses pueden morir?- Dijo Isabella, quien acababa de llegar corriendo hacia nosotros.
-Es muy difícil pero no imposible, por favor necesito ayudar a mi prima.- Rogué con miedo de perderla.
-Hay que llamar a una ambulancia.- Dijo Stelle mientras sacaba su teléfono del bolsillo trasero de su pantalón.
-¿Y que les vas a decir? ¿Cómo crees que ellos van a tratar a una Diosa?- Preguntó Isabella exasperada.
-Yo… ¡No lo sé! ¿Si? Es solo que no se me ocurre nada más que hacer.- Gritó Stelle de vuelta.
-Esta bien, encontraremos la manera de ayudarla, por ahora solo llevémosla a casa.- Pedí como favor. Ambas asintieron a mi petición, y yo cargué a Zoe en brazos para llevarla.
Llegamos a la casa con Zoe en brazos lo más rápido que pudimos, la acostamos en una cama y limpiamos sus heridas, la tratamos lo mejor que pudimos considerando las condiciones con las que contábamos, pero ella no despertó. Eso hizo que empezara a preocuparme en serio, y ya no sabíamos qué más podíamos hacer, así que finalmente llamamos a un doctor, quién se tomó un gran tiempo para llegar, pero la revisó. -Lo siento mucho, es primera vez que me pasa algo como esto, pero nunca había visto algo que siquiera se asemeje.- Dijo el Doctor lamentando realmente no poder ser de mayor ayuda. -¿Qué vamos a hacer?- Pregunté mientras mi preocupación aumentaba cada vez más. -¡Eliot! ¡Eso deberíamos preguntártelo nosotras a ti! ¿Qué es lo que hacen ustedes cuando les sucede algo así en el Olimpo?- Me preguntó Stelle. -Nosotros… nosotros… ¡Stelle! Tienes razón, tenemos algo que es la cura para todos los males de un Dios, en el Olimpo se refieren a él como therapeia,
Apenas dijo esas palabras no pude evitar sentirme el Dios más dichos, yo siempre había querido mucho a mi prima, y no sabría lo que haría sería de mí sí llegase a perderla, pero ya no tendría que preocuparme por eso, al menos no por ahora… -¡Oh por los dioses! ¡Zoe me tenías tan preocupado! ¡Estoy tan feliz de que te encuentres bien!- Dije mientras me abalanza a sobre ella para poder abrazarla fuertemente. -Está bien, te creo, pero no tienes que sacarme los pulmones.- Me dijo Zoe mientras me abrazaba de vuelta. -Por todos los cielos Zoe, estábamos tan preocupadas por ti, me alegro tanto de que estés bien.- Dijo Stelle mientras la abrazaba también. -Oh Zoe, te extrañé demasiado.- Dijo Isab
-¿Tardaron mucho no lo creen?- Preguntó Stelle mientras sonreía. -Me alegro de que supieras que esto sucedería.- Respondí arrogantemente. -Era imposible no predecirlo.- Dijo mi prima volteando los ojos, pero podía ver cómo una pequeña sonrisa asomaba sus labios. -Y eso me alegra a mi.- Me dijo Isabella mientras me abrazaba. Luego de la pequeña escena que montamos, ya que nadie se había percatado de lo que había pasado, seguimos comiendo tranquilamente en el café. Aproveché para seguir hablando con Isabella, todo nos estaba saliendo muy bien considerando lo que nos había pasado, puede que nos hayan expulsado del Olimpo, pero yo me sentía como si estuviera en un lugar mucho mejor con el simple hecho de estar con Isabella. También veía como mi prima estaba construyendo una buena relación con Stelle, me alegraba mucho verla así de feliz, en el Olimpo todo era una dictadura, no es el lugar hermoso que suelen retratarte, pero aún así no es un lugar horrible
Apenas llegué a la casa, lo primero que quería hacer era envolver a Isabella en mis brazos, nunca pensé que con tantos años en el Olimpo, encontraría a la mujer de mis sueños aquí abajo en la Tierra de los mortales, una simple humana era quién había robado mi corazón en todos los sentidos de la palabra. Zoe también se veía muy feliz con Stelle, ella no me lo ha dicho, pero para nadie es un secreto que le gusta Stelle, y a Stelle le gusta Zoe también, sólo que ninguna se atreve a dar el primer paso, y las entiendo, también llegué a sentirme de esa manera. De cualquier modo, es increíble todo lo que hemos pasado desde que llegamos aquí, apenas han sido unos días y ya siento que este es el lugar al que pertenezco. Cualquiera diría que mi relación con Isabella es muy rápida, pero es que desde el primer momento en el que la vi, fue más que obvio para mí, que ella sería la mujer con la que quería pasar el resto de mis días. Después de haber derrotado a la Quimera, y como l
Todo mi mundo se congeló en el momento en el que vi la fría hoja de su espada atravesando su propio pecho, el icor saliendo de su boca, y su cara horrorizada por lo que acaba de suceder, todo pasa tan rápido que apenas tengo tiempo de analizar la situación, y lo único que puedo hacer es decir su nombre una y otra vez, aunque las palabras no salían realmente de mi boca. Nunca me había sentido así, y no tenía idea de qué debía hacer ahora, cuando por fin salen las primeras palabras de mi boca, la realidad me golpea con fuerza y voy directo hacia él agachándome un poco. -¡Eliot!- Grité con mucho terror en mi voz. Pude ver como Hiperion sacó la espada lentamente del cuerpo de Eliot y la tiró al suelo mientras daba unos pasos hacia atrás, Eliot cayó bruscamente al piso y yo lo envolví entre mis brazos, era una imagen verdaderamente desgarradora, nunca imaginé verlo de esa manera. -¡No! ¡Por todos los Dioses en el Olimpo no! ¡Esto no puede estar pasando! ¡Esto no p
Luego de la despedida que le hicimos a Eliot, pasaron unos cuantos días y aún no había aparecido ninguna otra bestia, no se si fue porque los dioses por primera vez tuvieron un poco de misericordia por nosotros… Mejor dicho por mi, y decidieron no enviar a más de sus intentos de asesinarme por el luto, o si simplemente no sabían qué cosa enviar para matarme. Pero realmente tampoco me importaba, mi primo acababa de morir y yo solo estaba mejor sin que esos monstruos llegasen cada día. Isabella estaba devastada aún, no sabía que hacer para dejar de sentir esa gran dolor que estaba sintiendo. Ha llorado mucho estas semanas, pero siempre termina diciéndose a si misma que debe seguir adelante, y yo sé muy bien que eso es lo que Eliot hubiese querido, Stelle también se ha estado sintiendo m
Después de lo que sucedió contra Morfeo y Medusa, y después de haber hablado con Hestia, me sentí mucho mejor, fue como quitarme una carga muy grande de los hombros. Obviamente no pude ir a buscar trabajo esa tarde, fui a casa para poder hablar con Stelle e Isabella, Debía hablar con ellas, todas debíamos seguir adelante y por mucho que se que la que más se quedó atrás fui yo, también se que ellas no lo han supera del todo, y necesito que todas sigamos adelante juntas… -¿Chicas?- Dije mientras entraba por la puerta. -¡Zoe! ¡Estas bien! Supimos lo que sucedió por las noticias. ¿No te hicieron nada?- Preguntó Isabella con preocupación. -No, estoy bien, no tienen nada de qué preocuparse. -Gracias a Dios.- Dijo Stelle mientras me abrazaba, lo cual hizo que me sonrojara. -Ehm, quería hablarles de algo...- Confesé intentando no prestarle mucha atención a que Stelle estuviera tan cerca de mí. -¿Y que podrá ser ese algo?- Preguntó Stelle mient
-¿Eurus? ¿Cómo es posible que nunca antes haya escuchado de ti?- Pregunté claramente confundida. -Soy solo otro Dios menor poco conocido, realmente no me sorprende que no supiera de mí, pero eso no es importante. Zoe, he apoyado tu causa y la de tu primo desde el primer momento que supe de ella, el problema es que me enteré muy tarde de lo que sucedió, he venido a ayudarte porque también quiero un cambio en el Olimpo, y estoy dispuesto a arriesgarlo todo para lograrlo. Siempre que necesites ayuda, solo tienes que hablarle al viento, yo y mis hermanos estaremos escuchando.- Me confesó Eurus dejándome muy pensativa. -Agradezco tu ayuda, y me disculpo por no saber quien eras. Tristemente mi primo ya no se encuentra con nosotros, el falleció, aún así la causa sigue en pie, y necesitaré toda la ayuda que sea posible.