Apenas dijo esas palabras no pude evitar sentirme el Dios más dichos, yo siempre había querido mucho a mi prima, y no sabría lo que haría sería de mí sí llegase a perderla, pero ya no tendría que preocuparme por eso, al menos no por ahora…
-¡Oh por los dioses! ¡Zoe me tenías tan preocupado! ¡Estoy tan feliz de que te encuentres bien!- Dije mientras me abalanza a sobre ella para poder abrazarla fuertemente.
-Está bien, te creo, pero no tienes que sacarme los pulmones.- Me dijo Zoe mientras me abrazaba de vuelta.
-Por todos los cielos Zoe, estábamos tan preocupadas por ti, me alegro tanto de que estés bien.- Dijo Stelle mientras la abrazaba también.
-Oh Zoe, te extrañé demasiado.- Dijo Isabella mientras se unía al abrazo.
-¡Wow! ¿Desde cuando soy tan popular por aquí?- Dijo Zoe mientras reía.
Tener a Zoe de vuelta alegró mucho las cosas, me sentía muy feliz por todo, así que salimos a dar un paseo, y terminamos yendo a un café, donde nos sentamos los cuatro y pedimos mucha comida deliciosa, y nos sirvieron un líquido caliente de color oscuro que estaba muy bueno, me dijeron que se llamaba café, creo que adoro el café. Comimos y hablamos mucho, Isabella se levantó con intención de ir al baño y le pidió a Stelle que la acompañara, yo decidí hablarle a Zoe de las cosas que había estado sintiendo desde que conocí a las chicas, aún con mi poca estancia en la Tierra…
-Zoe…- Comencé a decir.
-Dime Eliot.- Respondió ella mientras le daba un sorbo a la taza café que tenía en sus manos.
-Empiezo a sentirme raro cuando estoy con Isabella, pero no me refiero a que me siento raro en un mal sentido, al contrario, me gusta sentirme así, me gusta hablar con ella, todo parece ser tan fácil cuando estoy con ella, como si no tuviera preocupaciones, y no se que me pasa, quería saber si…
-¡Oh por dios Eliot!- Dijo mi prima mientras comenzaba a reír. -Estás enamorado.
-¿Qué?- Dije mientras abría mis ojos como platos, y no podía ver mi cara, pero podía sentir como mis mejillas y mis orejas comenzaban a arder por la vergüenza. -¿Tu… Tú crees?
-Claro, date cuenta primo, ella te gusta, yo lo supe desde el primer momento en el que los vi.
-¿Y crees que ella…- Tomé una pausa y trague saliva. -… crees que ella sienta lo mismo por mi?
-Yo creo que sí, pero para estar seguro, deberías decirle cómo te sientes.
-No creo que sea una buena idea. ¿Y si no siente lo mismo por mi?
-No pierdes nada intentándolo.
-Si, supongo que tienes razón… Gracias, lo intentaré.
Isabella y Stelle llegaron nuevamente, se sentaron con nosotros otra vez, y comenzamos a hablar sobre cualquier cosa que se pasará por nuestras cabezas. Siempre era fácil tener un tema de conversación con ella, cualquier trivialidad parecía algo sumamente interesante cuando salía de su boca… Así que yo me tomé mi tiempo, pero cuando ya me sentía preparado para decirle, reuní todas mis fuerzas y decidí hacerlo.
-Oye, Isabella, yo…- Justo en ese momento, todos los comensales cayeron al suelo, o en su misma mesa, con los ojos cerrados, simplemente dejaron de hacer lo que hacían, y parecían caído en un sueño profundo.
-¡Oh, por favor! ¿Es en serio? ¿Justo ahora?- Dije observando el techo.
-Deja de quejarte y vamos a ver que sucede.- Dijo Zoe mientras invocaba su brillante armadura plateada.
-Creo que sabemos bien qué sucede aquí.
-Sí, pero él nunca fue alguien fácil de tratar.- Dijo Zoe fastidiada.
-Entonces vamos.
Yo también materialice mi armadura de batalla, salimos del café y vimos a un hombre cubierto por una túnica morada oscuro con capucha, tenía el pelo del mismo color y estaba riendo de lo que veía a su alrededor, todos los autos se habían detenido, las personas que estaban pasando por ahí, ya sea caminando hasta su trabajo, o yendo a su casa, habían caído al suelo dormidos, y el causante no hacía más que reírse de ellos. Era realmente molesto.
-¿Y bien? ¿Quien te dijo que hicieras esto? ¿Mi papá? ¿Mi tía? ¿Quizá Zeus? Tal vez fueron todos ellos.- Pregunté verdaderamente enfurecido.
-De hecho mi querido amigo, vine por voluntad propia.- Me respondió el Dios frente a nosotros.
-No es tu amigo. ¿Y por qué harías algo así? ¿Que ganas tu con todo esto?- Preguntó Zoe.
-Fácil, yo soy un Dios menor, un simple Dios menor ignorado por casi todos, pero tal vez si yo les doy caza, los Dioses mayores empiecen a tomarme en serio, tal vez hasta podría llegar a ser parte de la corte del Olimpo, porque créanme cuando les digo que los quieren bien muertos a ustedes dos.- Dijo mientras reía.
-Pero tú hablabas con nosotros acerca de todo lo que pasaba en el Olimpo, acerca de la injusticia que los Dioses mayores imponían sobre nosotros. ¡Tu nos apoyabas!- Dijo Zoe indignado.
-Y todavía lo hago. ¿No lo ven? Si logro llegar a ser un Dios mayor, tal vez pueda hacer un cambio, tal vez pueda lograr que ellos vean en qué se equivocan, sus vidas es un alto precio que no desearía tener que pagar, pero es lo único que hay que hacer, es para un bien mayor. Deberían entenderlo.
-Un hipotético bien mayor, no sabes si algo de eso va a llegar a pasar, no es así de fácil llegar a ser un Dios mayor Morfeo.
-Tal vez, pero prefiero arriesgarme.
Morfeo creo una armadura como la nuestra pero esta era de un color púrpura metálico oscuro, luego sacó una espada y me atacó, yo contrarreste el ataque con mi espada y luego Zoe lo pateó, ella materializó su arco y empezó a dispararle flechas de luz, las cuales Morfeo destruía con su espada, yo fui directamente a atacar y le lancé varios mandobles, los cuales el bloqueaba, así que cuando no estaba viendo yo lo patee en el estómago, y luego lancé un golpe directo a el mango de su espada para obligarlo a soltarla, luego le puse mi espada en el cuello.
-Se acabó Morfeo, nunca fuiste muy bueno peleando.- Le dije a mientras presionaba mi espada contra su cuello.
-Tienes razón a mi se me dan mejor los sueños.- Morfeo movió un poco su manos.
Solté mi espada de golpe en contra de mi voluntad, empecé a tambalearme, me sentía cansado y somnoliento, quería tirarme al suelo y dormir, pero sabía que no debía hacerlo, estaba en medio combate y Morfeo no podía ganar, ese era el gran problema de enfrentarse al Dios del sueño, puse todo mi esfuerzo para no caer al suelo, y en mis vagos intentos por mantener mis ojos abiertos, sólo veía imágenes sin sentido. Veía a Zoe intentando atacar a Morfeo con su cuchillo, luego veía a Morfeo intentando hacer lo mismo que hizo conmigo hacia Zoe, la imagen cambiaba rápido y Zoe estaba lanzándole una oleada de flechas, luego veía que seguían luchando como si nada, las imágenes apenas se relacionaban entre sí. Lo único que sabía con certeza era que, era una pelea, pero ni siquiera podía distinguir quién iba ganando, es difícil luchar contra el sueño, pero yo soy hijo del Dios del Sol y el sol significa que es de día, el día implica estar despierto, así que puse toda mi alma y mi cuerpo en tratar de levantarme, incluso hice plegarias a los Dioses que sabia que no iban a responderlas, luego de un rato, me sacudí un poco, y aunque todavía me sentía bastante cansado, me levanté, listo para seguir luchando.
-¡Hey! ¡No creas que esto terminó!- Grité entrando en razón.
-Wow, me sorprendes. No tienes idea de cuánta fuerza de voluntad se necesita para no caer dormido gracias a mi, pero eso no te salvará.- Dijo Morfeo concentrando su atención en mí.
-Podrías dejar de hablar.- Le dijo Zoe mientras le cortaba la cara con el cuchillo, haciendo que empezara a brotar icor de su herida.
-¡Estúpida!- Morfeo pateo a mi prima con fuerza en el estómago.
-¡No te atrevas a volver a golpear a mi prima!- Grité con furia mientras corría hacia él.
Me abalancé hacia él a toda velocidad con mi espada en mano, luego le lancé varios mandobles que el bloqueo, y seguimos en una lucha de espadas que parecía interminable, pero de la nada empiezan a salir flechas que logran distraer a Morfeo y me hacen ver un punto sin protección, allí es donde clavo mi espada, justo en su estómago.
Morfeo gritó del dolor. -¡Eres un malnacido!
-Morfeo, lo mejor es que te vayas, no lograrás nada aquí, sabes que no puedes contra nosotros.- Dije, tampoco quería hacerle más daño.
-Tal vez es cierto… Por ahora, pero esta no es la última vez que nos vemos, cuando vuelva seré imparable, ya lo verán.- Al decirlo desapareció y todas las personas se despertaron de sueño y continúan como si nada hubiera pasado.
-Wow, que loco.- Dijo Zoe observando la escena.
-Si, muy loco…- Dije mientras hacía que la armadura desapareciera y con paso decidido entre directamente al café, y veo a Isabella y a Stelle muy confundidas porque no nos encontrábamos con ellas, me acerqué a la mesa y cuando Isabella estaba a punto de abrir la boca para formular una pregunta, la besé. Sus ojos se abrieron como platos por la sorpresa, pero no se apartó, sus labios son como la cosa más dulce que jamás haya probado en la vida, son tan suaves y tan cálidos que no pude separarme de ella, hasta que llega un punto en el que debo hacerlo, y cuando lo hice, Isabella me sonríe, yo también le sonreí de vuelta.
-Me gustas.- Dije sonriendo ampliamente.
-Tú también me gustas.- Me dijo acercándose nuevamente a mí y besándome con pasión.
-¿Tardaron mucho no lo creen?- Preguntó Stelle mientras sonreía. -Me alegro de que supieras que esto sucedería.- Respondí arrogantemente. -Era imposible no predecirlo.- Dijo mi prima volteando los ojos, pero podía ver cómo una pequeña sonrisa asomaba sus labios. -Y eso me alegra a mi.- Me dijo Isabella mientras me abrazaba. Luego de la pequeña escena que montamos, ya que nadie se había percatado de lo que había pasado, seguimos comiendo tranquilamente en el café. Aproveché para seguir hablando con Isabella, todo nos estaba saliendo muy bien considerando lo que nos había pasado, puede que nos hayan expulsado del Olimpo, pero yo me sentía como si estuviera en un lugar mucho mejor con el simple hecho de estar con Isabella. También veía como mi prima estaba construyendo una buena relación con Stelle, me alegraba mucho verla así de feliz, en el Olimpo todo era una dictadura, no es el lugar hermoso que suelen retratarte, pero aún así no es un lugar horrible
Apenas llegué a la casa, lo primero que quería hacer era envolver a Isabella en mis brazos, nunca pensé que con tantos años en el Olimpo, encontraría a la mujer de mis sueños aquí abajo en la Tierra de los mortales, una simple humana era quién había robado mi corazón en todos los sentidos de la palabra. Zoe también se veía muy feliz con Stelle, ella no me lo ha dicho, pero para nadie es un secreto que le gusta Stelle, y a Stelle le gusta Zoe también, sólo que ninguna se atreve a dar el primer paso, y las entiendo, también llegué a sentirme de esa manera. De cualquier modo, es increíble todo lo que hemos pasado desde que llegamos aquí, apenas han sido unos días y ya siento que este es el lugar al que pertenezco. Cualquiera diría que mi relación con Isabella es muy rápida, pero es que desde el primer momento en el que la vi, fue más que obvio para mí, que ella sería la mujer con la que quería pasar el resto de mis días. Después de haber derrotado a la Quimera, y como l
Todo mi mundo se congeló en el momento en el que vi la fría hoja de su espada atravesando su propio pecho, el icor saliendo de su boca, y su cara horrorizada por lo que acaba de suceder, todo pasa tan rápido que apenas tengo tiempo de analizar la situación, y lo único que puedo hacer es decir su nombre una y otra vez, aunque las palabras no salían realmente de mi boca. Nunca me había sentido así, y no tenía idea de qué debía hacer ahora, cuando por fin salen las primeras palabras de mi boca, la realidad me golpea con fuerza y voy directo hacia él agachándome un poco. -¡Eliot!- Grité con mucho terror en mi voz. Pude ver como Hiperion sacó la espada lentamente del cuerpo de Eliot y la tiró al suelo mientras daba unos pasos hacia atrás, Eliot cayó bruscamente al piso y yo lo envolví entre mis brazos, era una imagen verdaderamente desgarradora, nunca imaginé verlo de esa manera. -¡No! ¡Por todos los Dioses en el Olimpo no! ¡Esto no puede estar pasando! ¡Esto no p
Luego de la despedida que le hicimos a Eliot, pasaron unos cuantos días y aún no había aparecido ninguna otra bestia, no se si fue porque los dioses por primera vez tuvieron un poco de misericordia por nosotros… Mejor dicho por mi, y decidieron no enviar a más de sus intentos de asesinarme por el luto, o si simplemente no sabían qué cosa enviar para matarme. Pero realmente tampoco me importaba, mi primo acababa de morir y yo solo estaba mejor sin que esos monstruos llegasen cada día. Isabella estaba devastada aún, no sabía que hacer para dejar de sentir esa gran dolor que estaba sintiendo. Ha llorado mucho estas semanas, pero siempre termina diciéndose a si misma que debe seguir adelante, y yo sé muy bien que eso es lo que Eliot hubiese querido, Stelle también se ha estado sintiendo m
Después de lo que sucedió contra Morfeo y Medusa, y después de haber hablado con Hestia, me sentí mucho mejor, fue como quitarme una carga muy grande de los hombros. Obviamente no pude ir a buscar trabajo esa tarde, fui a casa para poder hablar con Stelle e Isabella, Debía hablar con ellas, todas debíamos seguir adelante y por mucho que se que la que más se quedó atrás fui yo, también se que ellas no lo han supera del todo, y necesito que todas sigamos adelante juntas… -¿Chicas?- Dije mientras entraba por la puerta. -¡Zoe! ¡Estas bien! Supimos lo que sucedió por las noticias. ¿No te hicieron nada?- Preguntó Isabella con preocupación. -No, estoy bien, no tienen nada de qué preocuparse. -Gracias a Dios.- Dijo Stelle mientras me abrazaba, lo cual hizo que me sonrojara. -Ehm, quería hablarles de algo...- Confesé intentando no prestarle mucha atención a que Stelle estuviera tan cerca de mí. -¿Y que podrá ser ese algo?- Preguntó Stelle mient
-¿Eurus? ¿Cómo es posible que nunca antes haya escuchado de ti?- Pregunté claramente confundida. -Soy solo otro Dios menor poco conocido, realmente no me sorprende que no supiera de mí, pero eso no es importante. Zoe, he apoyado tu causa y la de tu primo desde el primer momento que supe de ella, el problema es que me enteré muy tarde de lo que sucedió, he venido a ayudarte porque también quiero un cambio en el Olimpo, y estoy dispuesto a arriesgarlo todo para lograrlo. Siempre que necesites ayuda, solo tienes que hablarle al viento, yo y mis hermanos estaremos escuchando.- Me confesó Eurus dejándome muy pensativa. -Agradezco tu ayuda, y me disculpo por no saber quien eras. Tristemente mi primo ya no se encuentra con nosotros, el falleció, aún así la causa sigue en pie, y necesitaré toda la ayuda que sea posible.
Unos días después de lo ocurrido con Némesis, estuvimos tranquilas, no hubo nada fuera de lo comúnmente humano, así que pudimos descansar un poco. Al final logré conseguir un trabajo en un local de comida, fueron muy amables al contratarme, considerando que no tengo ningún tipo experiencia en nada, claro que esto es algo temporal, supongo que tendré que buscar algo mejor cuando tenga más tiempo, no sé muy bien como los haré, pero no vale la pena que piense en eso ahora, así que no me preocuparé por ello, de hecho en estos momentos me sentía tan bien que no veo motivos para preocuparme por nada en absoluto. Mientras tanto en el Olimpo… -Padre, hemos comunicado a esta reunión para…- Comenzó a decir la Diosa Artemisa, pero fue rápidamente interrumpida por el gobernante de los cielos. -Sé muy bien el motivo de la reunión Artemisa, es porque la ingrata y rebelde de tu hija sigue con vida, y ya no sabes que hacer para matarla.- Respond
-¿Qué suceda ingrata hija? ¿Sorprendida de verme? Se que me tarde un poco en darme cuenta de que si quieres que algo se haga bien, tienes que hacerlo tú misma, pero tampoco es para sorprenderse tanto, debiste haber sabido que en algún momento vendría por ti, y es hora de que acabemos con estos ridículos jueguitos.- Concluyó Artemisa con una cara muy seria. -¡Stelle! ¡Tienes que irte de aquí! ¡Rápido!- Exclamé preocupada por ella. -¡No! ¡Es muy peligroso! No te voy a dejar sola…. ¿Qué pasa si…- Interrumpí a Stelle antes de que pudiera terminar de hablar. -Nada, nada va a pasar, puedes estar tranquila. No me va a pasar lo mismo que a Eliot, debes irte, yo puedo con esto.- La miré intentando transmitirle toda la confianza que pudiera a través de mis ojos. -¿Qué sucede? ¿Tu amiguita no te hace caso? Podemos arreglar eso, siempre puedes conseguir una nueva.- La Diosa apuntó una flecha directo a Stelle. -Es tan simple como esto.- Soltó la flecha haciendo qu