-¿Tardaron mucho no lo creen?- Preguntó Stelle mientras sonreía.
-Me alegro de que supieras que esto sucedería.- Respondí arrogantemente.
-Era imposible no predecirlo.- Dijo mi prima volteando los ojos, pero podía ver cómo una pequeña sonrisa asomaba sus labios.
-Y eso me alegra a mi.- Me dijo Isabella mientras me abrazaba.
Luego de la pequeña escena que montamos, ya que nadie se había percatado de lo que había pasado, seguimos comiendo tranquilamente en el café. Aproveché para seguir hablando con Isabella, todo nos estaba saliendo muy bien considerando lo que nos había pasado, puede que nos hayan expulsado del Olimpo, pero yo me sentía como si estuviera en un lugar mucho mejor con el simple hecho de estar con Isabella. También veía como mi prima estaba construyendo una buena relación con Stelle, me alegraba mucho verla así de feliz, en el Olimpo todo era una dictadura, no es el lugar hermoso que suelen retratarte, pero aún así no es un lugar horrible.
Como sea yo no puedo dejar de escuchar lo que me dice Isabella, ella es tan perfecta, quiero estar siempre con ella… Me pone triste pensar que ellas viven tan poco, la vida de los humanos es muy efímera, no vivirá ningún tercio de lo que yo viviré, o he vivido, aunque honestamente ya no se si seguimos teniendo o no nuestra juventud eterna, lo mejor será que deje de pensar tanto y disfrute lo más que pueda mi tiempo a su lado.
-Oye, tengo un pregunta que ha estado rondando por mi cabeza desde que llegaron.- Comenzó a decirme Isabella. -¿Por qué a veces hablan diciendo cosas como «sabéis» o «habéis» y luego hablan normal?- Dijo ella mientras me sonreía, parecía que era algo que le daba gracia.
-La verdad es que no visitamos la Tierra desde hace muchos años, esa era la forma en la que los hablaban en ese entonces, y ha sido un poco difícil quitarnos el hábito, porque si nos hemos dado cuenta de que ya no hablan así. Todo es muy nuevo para nosotros.- Dije mientras ponía una de mis manos detrás de mí cabeza.
-Tranquilo, puedo entender eso, es algo que me había causado tanto gracia como curiosidad.
-Hey, ya es tarde, deberíamos irnos a casa.- Dijo Zoe sacándome del trance en el que yo mismo me había metido.
-Zoe tiene razón. Además, allí ustedes tendrán más privacidad.- Comentó Stelle mientras soltaba una pequeña risa.
-¡Stelle! ¡Por favor no digas esas cosas!- Exclamó Isabella mientras se ponía tan roja como un tomate, era tan linda cuando se apenaba.
-¿Y que tiene de malo?- Preguntó Zoe haciéndose la desentendida, pero también reía.
-Sólo vamos a casa.- Dije intentando acabar con lo que estaba pasando.
Todos nos pusimos en marcha directamente hacia la casa, cuando salimos del local ya era de noche, así que nos apresuramos por si pasaba algo. Aunque realmente no habría nada que no pudiera controlar, aún así para que las chicas se sintieran más seguras, llegamos rápido, y lo primero que hicimos fue tirarnos todos en nuestras camas, había sido un día duro, así que nos merecíamos un buen descanso.
Comencé a sentir movimientos a mí alrededor, así que me decidí a abrir mis ojos y note que casi todos estaban despiertos menos yo. Así que me apresure a levantarme y a asearme para luego desayunar. Quería pasar todo el día con Isabella, pero al terminar de desayunar, ambas dijeron que debían ir a trabajar, había olvidado por completo que los humanos debían hacer eso para ganar su dinero y poder mantenerse, y me desilusionó un poco, pero podía esperarla hasta que terminara, igual no tengo ningún lugar a donde ir.
-Nos vemos más tarde, que les vaya bien.- Dije mientras sacudía mi mano en despedida.
-Gracias.- Isabella se acercó hasta donde estaba y me besó dulcemente.
Sin darme cuenta, tenía una estúpida sonrisa en la cara. Me acosté en el mueble que tienen en el apartamento y me puse a ver la televisión, luego de unas 2 horas, no pudo faltar el estruendo, y el temblor que viene con el, empezaba a acostumbrarme a esto, pero lo que no me esperaba era ver lo que estaba afuera buscándonos.
Fue una gran sorpresa ver a la Quimera afuera del apartamento, una de las bestias más poderosas conocidas, una gran adquisición para mi muro de caza, no pude evitar emocionarme y llamar a Zoe mientras daba un salto por la ventana, materializando mi armadura mientras caía, quería la cabeza de la quimera sobre mi pared, aunque claro, Zoe también querría tenerla, esto más que una pelea sería una competencia, parece que nuestros padres si nos quieren un poco después de todo… No, es solo que nunca se han interesado en aprender nada de nosotros, aún cuando somos sus hijos. Zoe cae a mi lado, y me ve con una cara de determinación.
-Es mía.- Una sonrisa se dibujó en su rostro.
-Ya quisieras.- Respondí muy confiado de mi mismo.
Ambos nos lanzamos a la batalla contra la Quimera, quien nos rugió con fuerza y luego se abalanzó hacia nosotros, con su cola golpeó fuertemente a Zoe, mientras que con sus zarpas intentaba atacarme a mí, pero yo lograba evitarlo. Un golpe con las garras de la Quimera podría acabar con cualquiera, aunque pelear con ella era un sueño hecho realidad, había que tener mucho cuidado, la Quimera es una bestia peligrosa y fuerte, así que yo intenté golpearla con mi espada mientras que Zoe le lanzaba flechas de luz con su arco, además de eso yo envolví mi espada en fuego y comencé a hacer movimientos más veloces, quería acabar con la bestia y tenerla como trofeo, no podía darle esa satisfacción a mi prima, era algo que había entre nosotros, siempre competimos por las presas.
-¡Ya rindete Eliot, igual que la última vez, ese trofeo será mío!- Me gritó Zoe aún en el fragor de la batalla.
-¡Eres una acaparadora! ¡Sabes muy bien que yo hice todo el trabajo contra la última bestia a la que nos enfrentamos!- Grité mientras lanzaba varias fechas hacia la Quimera, la cual poco caso hacia.
-¡Claro! ¡Sigue repitiéndote eso niño lindo! Quizá algún día se haga realidad.- Dijo Zoe saltando sobre la Quimera mientras acuchillaba su espalda repetidamente.
La Quimera rugió con fuerza y empezó a volar con sus grandes alas muy alto en el cielo, logrando quitarse a Zoe de encima de ella, luego de llegar a una altura verdaderamente alta, cayó en picada justo hacia mi, fue un golpe tremendo, estaba un poco aturdido y me encontraba aún en el suelo cuando me dí cuenta de que tenía a la Quimera encima de mi, me alarmó mucho saber eso, ella abrió sus grandes mandíbulas para devorarme, pero Zoe le clavó su cuchillo desde atrás, lo cual me dio tiempo de quitármela de encima y empezar a lanzarle flechas a distancia, era más seguro así.
Zoe siguió con lo mismo, y ambos le estábamos lanzando muchas flechas, que a mi parecer no parecían ni hacerle gracia, seguía con paso firme hacia nosotros, así que decidí usar otra técnica, mi padre no sólo tenía el don de hacer que las personas sanarán, también podía impregnar sus flechas con las peores pestes conocidas, así que yo hice lo mismo y le lancé varias flechas con enfermedades a la bestia, apenas la tocaron, pude ver como sufría, la Quimera lanzaba gritos de dolor, era bastante satisfactorio.
-¡A ver qué te parece eso!- Grite victorioso, pero la bestia no paraba.
-Que inteligente eres primo, gritándole a un animal que no entiende nada de lo que dices. En verdad los hombres solo son un animal más.- Me dijo mi prima mientras lanzaba flechas de luz.
-¡Oye! Al menos yo sí estoy logrando algo.
-Concéntrate en la batalla, después puedes hacer tus pucheros de niño pequeño.- Zoe río, y a pesar de que sabía que se estaba burlando de mí, no pude evitar reír junto a ella.
Luego de hacer que bajara el ritmo con el que nos lanzaba zarpasos, y embestidas, fue más fácil golpearlo, su agilidad había bajado pero su fuerza era la misma, me confié y no me percaté cuando una zarpa vino directamente hacia mi, Zoe me empujo para que no me diera, pero las garras le cortaron el brazo, cortes profundos y alargados, enfurecido por esa acción, fui directamente con mi espada hacia la Quimera que me veía con ojos llenos de rabia y corría directo hacia mí, su cola y zarpas sólo querían encontrar mi cuello para descuartizarlo, pero yo no la dejaría hacer eso. Así que cuando llegó el momento, yo salte, esquivando tanto su cola como sus zarpas, la cola cambió su dirección rápidamente en un intento desesperado por frenarme, e iba directo hacia mi, pero justo cuando iba a alcanzarme, corte su cabeza, y así su cuerpo sin vida comenzó a desintegrase, pero la cabeza quedó intacta, para mi colección, luego cure rápidamente las heridas de Zoe.
-¿Qué decías? ¿De quién sería la cabeza?- Pregunté solo para molestarla mientras reía.
-Cállate, sólo volvamos al departamento, quien sabe donde vas a poner eso.- Dijo ella con clara molestia al saber que yo había ganado.
-Sólo estás celosa, admítelo.
-Te voy a clavar una flecha por el…
-¡Hey! Léxico, ya entendí, no hay que ponerse agresiva.- Dije interrumpiéndola.
-Sólo vayamos a casa a esperar a Stelle e Isabella.- Ella me dio un pequeño golpe en el hombro, y de adelantó.
-Al menos pudimos distraernos un poco más mientras ellas no estaban.- La sonrisa que tenía en mi rostro era muy grande.
Apenas llegué a la casa, lo primero que quería hacer era envolver a Isabella en mis brazos, nunca pensé que con tantos años en el Olimpo, encontraría a la mujer de mis sueños aquí abajo en la Tierra de los mortales, una simple humana era quién había robado mi corazón en todos los sentidos de la palabra. Zoe también se veía muy feliz con Stelle, ella no me lo ha dicho, pero para nadie es un secreto que le gusta Stelle, y a Stelle le gusta Zoe también, sólo que ninguna se atreve a dar el primer paso, y las entiendo, también llegué a sentirme de esa manera. De cualquier modo, es increíble todo lo que hemos pasado desde que llegamos aquí, apenas han sido unos días y ya siento que este es el lugar al que pertenezco. Cualquiera diría que mi relación con Isabella es muy rápida, pero es que desde el primer momento en el que la vi, fue más que obvio para mí, que ella sería la mujer con la que quería pasar el resto de mis días. Después de haber derrotado a la Quimera, y como l
Todo mi mundo se congeló en el momento en el que vi la fría hoja de su espada atravesando su propio pecho, el icor saliendo de su boca, y su cara horrorizada por lo que acaba de suceder, todo pasa tan rápido que apenas tengo tiempo de analizar la situación, y lo único que puedo hacer es decir su nombre una y otra vez, aunque las palabras no salían realmente de mi boca. Nunca me había sentido así, y no tenía idea de qué debía hacer ahora, cuando por fin salen las primeras palabras de mi boca, la realidad me golpea con fuerza y voy directo hacia él agachándome un poco. -¡Eliot!- Grité con mucho terror en mi voz. Pude ver como Hiperion sacó la espada lentamente del cuerpo de Eliot y la tiró al suelo mientras daba unos pasos hacia atrás, Eliot cayó bruscamente al piso y yo lo envolví entre mis brazos, era una imagen verdaderamente desgarradora, nunca imaginé verlo de esa manera. -¡No! ¡Por todos los Dioses en el Olimpo no! ¡Esto no puede estar pasando! ¡Esto no p
Luego de la despedida que le hicimos a Eliot, pasaron unos cuantos días y aún no había aparecido ninguna otra bestia, no se si fue porque los dioses por primera vez tuvieron un poco de misericordia por nosotros… Mejor dicho por mi, y decidieron no enviar a más de sus intentos de asesinarme por el luto, o si simplemente no sabían qué cosa enviar para matarme. Pero realmente tampoco me importaba, mi primo acababa de morir y yo solo estaba mejor sin que esos monstruos llegasen cada día. Isabella estaba devastada aún, no sabía que hacer para dejar de sentir esa gran dolor que estaba sintiendo. Ha llorado mucho estas semanas, pero siempre termina diciéndose a si misma que debe seguir adelante, y yo sé muy bien que eso es lo que Eliot hubiese querido, Stelle también se ha estado sintiendo m
Después de lo que sucedió contra Morfeo y Medusa, y después de haber hablado con Hestia, me sentí mucho mejor, fue como quitarme una carga muy grande de los hombros. Obviamente no pude ir a buscar trabajo esa tarde, fui a casa para poder hablar con Stelle e Isabella, Debía hablar con ellas, todas debíamos seguir adelante y por mucho que se que la que más se quedó atrás fui yo, también se que ellas no lo han supera del todo, y necesito que todas sigamos adelante juntas… -¿Chicas?- Dije mientras entraba por la puerta. -¡Zoe! ¡Estas bien! Supimos lo que sucedió por las noticias. ¿No te hicieron nada?- Preguntó Isabella con preocupación. -No, estoy bien, no tienen nada de qué preocuparse. -Gracias a Dios.- Dijo Stelle mientras me abrazaba, lo cual hizo que me sonrojara. -Ehm, quería hablarles de algo...- Confesé intentando no prestarle mucha atención a que Stelle estuviera tan cerca de mí. -¿Y que podrá ser ese algo?- Preguntó Stelle mient
-¿Eurus? ¿Cómo es posible que nunca antes haya escuchado de ti?- Pregunté claramente confundida. -Soy solo otro Dios menor poco conocido, realmente no me sorprende que no supiera de mí, pero eso no es importante. Zoe, he apoyado tu causa y la de tu primo desde el primer momento que supe de ella, el problema es que me enteré muy tarde de lo que sucedió, he venido a ayudarte porque también quiero un cambio en el Olimpo, y estoy dispuesto a arriesgarlo todo para lograrlo. Siempre que necesites ayuda, solo tienes que hablarle al viento, yo y mis hermanos estaremos escuchando.- Me confesó Eurus dejándome muy pensativa. -Agradezco tu ayuda, y me disculpo por no saber quien eras. Tristemente mi primo ya no se encuentra con nosotros, el falleció, aún así la causa sigue en pie, y necesitaré toda la ayuda que sea posible.
Unos días después de lo ocurrido con Némesis, estuvimos tranquilas, no hubo nada fuera de lo comúnmente humano, así que pudimos descansar un poco. Al final logré conseguir un trabajo en un local de comida, fueron muy amables al contratarme, considerando que no tengo ningún tipo experiencia en nada, claro que esto es algo temporal, supongo que tendré que buscar algo mejor cuando tenga más tiempo, no sé muy bien como los haré, pero no vale la pena que piense en eso ahora, así que no me preocuparé por ello, de hecho en estos momentos me sentía tan bien que no veo motivos para preocuparme por nada en absoluto. Mientras tanto en el Olimpo… -Padre, hemos comunicado a esta reunión para…- Comenzó a decir la Diosa Artemisa, pero fue rápidamente interrumpida por el gobernante de los cielos. -Sé muy bien el motivo de la reunión Artemisa, es porque la ingrata y rebelde de tu hija sigue con vida, y ya no sabes que hacer para matarla.- Respond
-¿Qué suceda ingrata hija? ¿Sorprendida de verme? Se que me tarde un poco en darme cuenta de que si quieres que algo se haga bien, tienes que hacerlo tú misma, pero tampoco es para sorprenderse tanto, debiste haber sabido que en algún momento vendría por ti, y es hora de que acabemos con estos ridículos jueguitos.- Concluyó Artemisa con una cara muy seria. -¡Stelle! ¡Tienes que irte de aquí! ¡Rápido!- Exclamé preocupada por ella. -¡No! ¡Es muy peligroso! No te voy a dejar sola…. ¿Qué pasa si…- Interrumpí a Stelle antes de que pudiera terminar de hablar. -Nada, nada va a pasar, puedes estar tranquila. No me va a pasar lo mismo que a Eliot, debes irte, yo puedo con esto.- La miré intentando transmitirle toda la confianza que pudiera a través de mis ojos. -¿Qué sucede? ¿Tu amiguita no te hace caso? Podemos arreglar eso, siempre puedes conseguir una nueva.- La Diosa apuntó una flecha directo a Stelle. -Es tan simple como esto.- Soltó la flecha haciendo qu
Habían pasado ya unas cuantas horas en el cielo y aun no habíamos llegado a ningún lado, comenzaba a impacientarse demasiado. Le di dos golpes en la espalda a Hades para llamar su atención.-¿Piensas decirme a dónde vamos?- Tenemos mucho tiempo volando y no veo que lleguemos a ningún lado.- Dije cansada de todo. Yo esperaba poder morir y acabar con toda la mierda que estaba enfrentando, pero ni siquiera en eso los Dioses pueden complacerme.-¿Tienes idea de lo difícil que es conseguir un lugar fuera de la vista omnipresente del Olimpo? No pienso decirte mientras sigamos en el aire, alguien siempre puede estar escuchando.- Respondió el Dios del inframundo mientras viraba.-Supongo que tienes razón.- Concordé con el de mala gana, no estaba de humor para todo esto. -¿Podrías al menos decirme que tanto nos falta?-No te desesperas pequeña Diosa, pronto lle