Después de varios kilómetros de carreteras serpenteantes, emplazadas sobre altísimos acantilados que rompían directamente al mar, bosques milenarios, rocas prehistóricas y coloreadas aldeas de pescadores; al fin se divisaban desde la carretera principal, siete hermosas casas de verano típicas de un paisaje costero. Todas se levantaban una al lado de la otra frente al sereno mar del norte de la isla Victoria. Estaban separadas entre sí por un extenso prado de tonalidades verdes, doradas y rojizas, cruzado a su vez por sinuosos senderos que se unían con la carretera principal. A un costado de las mismas se alzaba un imponente bosque de coníferas, el cual contrastaba espléndidamente con el inmaculado color blanco de sus paredes y sus tejas grises. Sus amplias ventanas panorámicas, reflejaban los vivos rayos del sol como un espejo tembloroso.
¡Vaya! ¡Qué hermoso paisa
El sol se encontraba en el punto más alto del cielo, cuando me dirigí puntual al lugar donde se llevaría a cabo el almuerzo en compañía de mis nuevas “amigas” hippies: Lili, Katrina y Jenny. “Deben permanecer juntas en todo momento. Bueno, mientras dure el retiro”. Recordaba las palabras y la sonrisita estúpida de Lisa minutos antes de marcharse de la habitación. No sé por qué demonios nuestra condición de aspirantes requería que permaneceríamos juntas. ¡Qué emoción! Me decía hastiada. Infinitas mesas alargadas, cubiertas por brillantes y vaporosos manteles blancos, albergaban el almuerzo. Captó particularmente mi atención la cantidad excesiva de carnes rojas. En seguida pude apreciar cómo las locas hippies parecían sensiblemente afectadas por ello, pero a mí no me importaba, lo úni
El bosque estaba cada vez más frío y oscuro, pero yo continuaba avanzando atraída hacia el origen de aquel misterioso susurro que me estremecía una y otra vez. Ascendía sujetándome de viejos troncos y transitando traicioneros caminos cubiertos de agujas de pino, cuando de súbito, me pareció haber aumentado unos diez kilos. No estoy bien. Pensaba con el corazón latiéndome con fuerza y la respiración pesada, sin poder resistirme al terror generado por las inmensas posibilidades fantasmagóricas ofrecidas por mi imaginación. Repentinamente, tuve la certeza irrefutable de que algo reptaba y reptaba imparable hacia a mí y me quedé paralizada en el medio del bosque. Mis ojos se dilataron y mis facciones se tensaron de terror cuando ese “algo” empezó a manifestarse. Rápidamente cubrí mis ojos con las manos y sentí la necesidad de gritar pa
Y de pronto, el fuego cálido de aquella noche de primavera trasmuta a la luz blanca y fría de mi triste tumba. Abro mis ojos después de la sexta sesión en la habitación de la tortura. Vuelvo a cerrarlos para protegerme de la intensa luz de la lámpara sobre mi rostro. Retiran las correas que sujetan mis muñecas, mis tobillos, mi cabeza y en un sobresalto defensivo, un silbido ensordecedor se intensifica progresivamente en mi cabeza, perforándola. Me incorporo. Trato de analizar a través de una nube de dolor, el estremecimiento de terror que recorrió por mi mente cuando empecé a escribir aquel diario, cuando empecé a atar cabos.Luego de salir “aparentemente” airosos del incidente en la convivencia, decidí continuar con mi vida. Necesitaba dejar de pensar. Necesitaba dejar de lado, al menos por el momento, todas esas sombras negras y silenciosas que se moví
Hallazgo 5: Qué extraño e interesante fue descubrir que no cualquier persona puede integrar el culto secreto. Los elegidos deben ser personas con altos niveles intelectuales o cualidades especiales. Esto capta de manera especial mi atención. Me pregunto si yo he sido elegida por ellos. ¿Cuál es esa cualidad especial que poseo? Continúo sin poder contestarme esa pregunta. Cumplir con la tan “anhelada” profecía, requiere de gran estudio y disciplina, por ello sus miembros no disponen de mucho tiempo para holgazanear. Dedican parte importante de su tiempo al estudio de lo cósmico, de la consciencia y otros temas oscuros, pero sobretodo, de la antigua tradición y sus rituales como una manera de ofrendar a su ídolo, Arimarath, la fuerza motriz que los mueve. Nota: ¿Y cuál es el precio que estarían dispuestos a pagar para ser merecedores de la vida pro
—No podemos ir allá, lo saben —dictaminé radicalmente.—¡Vamoooooos! —exclamó Jenny—. Podría ser divertido. Los asuntos prohibidos son más divertidos. Tú sí que sabes de eso, Carena...—¿Por qué lo dices? —pregunté entornando los ojos.—Porque te vimos ayer. Ese muchacho al que fuiste a ver es uno de los líderes del culto. Estábamos drogadas, pero no inconscientes, cariño —aseveró Jenny, tan astuta como cruel.—¡Cállense! ¡Ustedes no saben nada! —repliqué nerviosa mientras ellas estallaban en carcajadas. Señalé a Katrina con mi dedo tembloroso y esforzándome por conservar un tono sereno, le dije—: Te diré algo: ¡pásame el estúpido cigarrillo y larguémonos a husmear!—Síí
“¡Cierra esa maldita ventana, Katrina!”. Alcancé a decir cubriéndome el rostro de los intensos rayos del sol. Me senté en la cama con la melena revuelta y mientras readquiría la consciencia, observé con espanto mi ropa sucia y revolcada en tierra, al igual que las sabanas blancas y los zapatos que aún llevaba sobre mis pies. ¿Qué demonios? En seguida, una sensación de pánico me apuñaló al recordar que algo terrible había ocurrido. “¿Recuerdan lo que ocurrió anoche? ¿Lo recuerdan?” Pregunté histérica a las locas hippies, quienes parecían todavía más confusas. Intentaba recordar, pero los recuerdos eran tan nebulosos como un cielo encapotado. Luego, algunas cosas se reflejaron vagamente en mi mente, incluidas el cigarrillo de hierba. ¿Qué ocurrió anoche? ¿Realmente ocurr
Fue la primera vez que le dije a John que lo quería. Pudo haber contestado lo mismo, pero no lo hizo. Me sentí triste y vacía, enferma de un dolor insoportable en las raíces mismas de todo mi ser. Fue entonces cuando comprendí que me había enamorado y lo lloré en serio, como nunca había llorado antes, aunque fuera mi castigo y mi torturador. Así, retorciéndome internamente de dolor desesperado, busqué la compañía de Araminta, quien en un intento por reconfortarme me decía: “Me da mucho pesar ese dolor tuyo, amiga, pero es lo mejor que ha podido pasarte. Es una oportunidad para hacer las cosas bien”. No puedo negar que durante un tiempo, estuve al borde de sucumbir a ciertos excesos lujuriosos en los lugares más apartados y detestables de la ciudad, corrompida por la profunda depresión en que vivía. Había llegado a un estado de aniquilación
Después, recitó una curiosa lista de nombres en un lenguaje cifrado. Comprendí que se trataba de los nombres secretos de cada uno de los miembros cuando empezaron a dirigirse uno a uno hacia el altar para firmar el Gran Libro: Serpens — Stela, Corvus — John, Pyxis — Lisa, Lupus — Lenny y Draco — Judy. Una vez culminaron, conformaron nuevamente un círculo a mi alrededor, continuando aquellos inquietantes cantos que se hacían cada vez más insoportables para mi pobre alma y oídos.En seguida empezó a crecer en mí, una profunda sensación de angustia y de abrumadora curiosidad ante la expectativa de algo extremadamente desconocido para mi propia existencia. Presentía la ocurrencia de algo muy malo basada en la expresión aterradora que ostentaban sus rostros. Judy se posicionó detrás de mí y con un movimiento muy violento, me despojó del albo