Han pasado 4 años desde que Angkor enfrentó una de las guerras más cruciales del reino. 4 años en que dicho país ha crecido monumentalmente, creando orgullo en su monarquía y miradas muy atentas de otros gobiernos y alianzas.
Kader Sabagh es elogiado por su mente brillante, su capacidad de lucha y ese emporio que, de forma veloz, está creando de la mano de su hermano el rey. Ahora que es exaltado como príncipe y que está pronto a cumplir sus 28 años, comienza a preguntarse si las fiestas y eventos son el momento perfecto para conseguir una esposa que esté a la talla y medida que él cree merecer. Y debe ser una princesa destacada, no puede aceptar menos que eso.
Kader difiere mucho en el carácter de su hermano, este es más bien engreído, pedante y muy apegado a la etiqueta que la monarquía le ha enseñado desde niño, jamás acepta una contradicción, ni se rebaja a la plebe, aunque trata de que crean que tiene empatía con ellos por respeto a su hermano.
Así que, la convivencia diaria con aquella chica que acompaña a la reina le parece un acto degradante para su misma familia, pero se contiene pasándolo por alto; sin embargo, cada vez que se encuentra solo, en lo único que puede pensar es en aquella mirada que trastorna su cordura y que altera todos sus sentidos de forma oculta. Nadia Arafat, es solo una damisela a servicio de la reina, que a últimas instancias quisieron refinar.
Luchas, contradicciones, una nueva entrada hacia Yomal para ayudar Abder a petición de la reina. Bailes, presentaciones, drama en el reino, peleas en la familia y algunas contiendas se desatarán, mientras el corazón de Kader va sufriendo una ruptura sin soportar que alguien más se pueda acercar a Nadia, esa mujer a quien quiere aborrecer con su alma.
No se aceptan copias, ni adaptaciones. Esta historia, los personajes y lugares, fueron creados directamente por autor para los fines de la trama.
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Kader comenzó a inhalar el aire que durante tanto tiempo le hizo falta en esa mesa. Sus pasos iban de aquí para allá, hasta que acostó su cabeza mirando hacia el cielo y reprimiendo sus ojos con los dedos. Ahora mismo estaba en el patio del palacio, tratando de acompasar su respiración y tratando de acompasarse a sí mismo.«¿Por qué no podía despegar los ojos de esa pordiosera?», Pensó vez tras vez, le fastidiaba en exceso que sin darse cuenta todo de él, girara en su dirección.Cada vez que el pensamiento se le cruzaba por la mente, un cansancio le recorría el cuerpo y la rabia nuevamente se posaba en sus entrañas.Ella se estaba volviendo tan… irritable, tan… inmanejable. Sentía que la sangre le hervía con su presencia, pero la situación se estaba volviendo insoportable cuando la reina estaba pretend
—No pareces contento esta mañana… —la voz de Kalil resonó por todo el salón donde Kader se encontraba de pie observando una pintura en particular. Allí estaba su familia plasmada, pero en la realidad la parte más importante para él, ya no estaba.Con las manos en los bolsillos, esperó que su hermano se pusiera al lado, y en silencio soltara un suspiro mientras admiraban la pintura.Parecía que el tiempo no era nada. Y cuando se dio cuenta de que ya pasaron cuatro años desde que su padre había partido, su mente solo registró que parecía haber sido ayer mismo cuando el último aliento salió de él y se fue, dejando un cuerpo frío en los brazos de su hermano el rey.Todos sabían en este palacio que Kalil tuvo muchas diferencias desde el principio con su padre. A decir verdad, Umar fue un hombre con un carácter fracturado, y
—¡Tío! —Zaid gritó, y luego Naim se separó de Nadia, para correr detrás del príncipe que había aparecido con compañía.Laia saludó un poco tímida con la mano, mientras que Dana se sentó en las piernas de Nadia un tanto celosa por sus primos. Ella comenzó a acariciarle el cabello a la pequeña a la vez que veía de reojo, que la mano de Kader aún permanecía en la cintura de aquella mujer.«¿Sería su novia en definitiva?», el pensamiento solo hizo que sus mejillas se ruborizaran, y sintiendo el calor de su rostro, prefirió mantener la cabeza gacha. Era tan tonta, que hasta llevaba la cuenta de cuantas mujeres había traído al palacio, y no entendía cómo alguna se quedaba con él por al menos una semana. Simplemente todas desaparecían hasta que llegaba una nueva.
—No me odies… es seguridad nacional —la voz de Kader se esparció por todo el carruaje andante y su sonrisa se ensanchó, al ver que Nadia quitaba su mirada de él, y la llevaba hacia la ventana.Sus manos delicadas y pequeñas apretaron su vestido, pero su rostro no reflejó en ningún momento que estaba incómoda por su presencia.«¿Cómo podía salirse con la suya todo el tiempo?», se preguntó Kader mientras unas risillas se le escapaban al recordar el rostro de la reina.Por supuesto que, si viajaban los tres, estarían en un solo carruaje ahora, pero ya que le pidió a su hermano que lo acompañara por asuntos de trabajo, era un riesgo demasiado grande que fuesen todos dentro de un mismo carruaje.Debían al menos por camuflaje, tener otros dos vehículos con soldados, y muchos más caballos de los que estaba
Nadia fue recibida en aquella casona por al menos cuatro damas, que la dirigieron al salón principal donde se encontraba la reina.Aún no se podía acostumbrar a todas esas reverencias excesivas por las cual fue diseñada a dar y no recibir, ni a que fuese servida al lugar donde llegara, todavía le parecía extraño, y se sentía incómoda con tanta atención junta.Siguiendo a las mujeres, ella pudo visualizar cada rincón del lugar, y si bien no se comparaba al lujo del palacio donde pasaba su día a día, la casona era realmente hermosa y acogedora, y se aseguró de que el dueño del lugar debía tener una evidente posición, y aún más si la reina estaba aquí.Al entrar a una amplia sala, decorada entre tonos dorados blancos y cremas, vio que Saravi estaba en medio de una conversación junto a un hombre que estaba a espaldas con
Viéndose en el espejo y soltando la cinta de su cabello, Nadia suspiró. Era muy temprano para ir a la cama, y ni hablar de que no tenía un ápice de sueño. Su mente daba tantas vueltas que se obligó a cerrar los ojos, y se detuvo cuando quiso quitar su vestido. Dio varios pasos hacia el balcón de su habitación agradecida por el privilegio de tener una parte del jardín en su vista.Le haría bien caminar… Mirando sus pies y sonriendo, se quitó el calzado y abrió la puerta del balcón para ir descalza hacia el césped.Aspiró el aire limpio, la iluminación en esta parte era menor que los jardines delanteros del palacio, pero incluso la poca luz contrastaba con su estado de ánimo.—¿Descalza? Pareces una chiquilla de doce años… —el rostro de Nadia se alzó precipitadamente frenándose
Nadia sintió que había cierto silencio que incomodó su estadía. No sabía por qué ahora mismo tenía la mirada fija de Amin y del príncipe. Pero en ambos había una diferencia muy extensa.Amin, parecía feliz y relajado. En cambio, Kader estaba tensionado, con el rostro apretado y ahora mismo parecía querer destrozar al futuro vizconde con su mirada afilada.Sacudió su cabeza tratando de dispersar sus pensamientos, ya había pasado mucho tiempo en supuestos respecto al príncipe y a ella, y ya era hora de dejarse amedrentar por su conducta estúpida. Levantó la cabeza y caminó hacia el grupo.—Señorita Eysan… —Nadia saludó haciendo una reverencia para luego girar hacia Amin—. Señor…Amin sonrió galante, y sin dudarlo atrapó la mano de Nadia tomándola desprevenida. Como la
Allí estaba ese golpe duro que estaba dejando un vacío burdo en su estómago, no estaba familiarizada con el sentimiento, pero la decepción estaba haciéndose carne dentro de ella.Su garganta se puso rígida junto a su cuerpo, de hecho, ahora mismo no estaba caminando, la impresión en su piel y en su pecho definitivamente la hicieron sentir que se había estrellado con un gran muro de piedra.¿Pero qué esperaba?, aquí se estaba hablando de Kader.Un mujeriego, engreído, pedante y manipulador. Nadia tomó un fuerte respiro que sintió llegar hasta sus pulmones, y desviando la mirada se apresuró en seguir caminando para atravesar el salón, y llegar hacia el gran comedor. Aunque ahora mismo no quería una cena.Lo que más deseaba era volver a su habitación, pero sería una cobarde y una niñata si actuaba