Capítulo 100

Jugué primero contra una griega, Ioanna Koutouxídou. Tenía un numeroso séquito que la rodeaban a cada instante. Una la peinaba, otra le quitaba el buzo, una más le alcanzaba la raqueta y una rubia le pasaba una toalla por la frente. También contaba con una nutrida barra de simpatizantes que no se cansaba de darle porras, con un bombo y vuvuzelas.

-Un poco más y trae también al perrito-, le bromeé a Heather. Ella jaló mi codo.

-Mira allá-, me señaló y en en un palco del estadio, estaba una señora madura que sostenía un perrito juguetón que no dejaba de mirar embelesado a la griega, moviéndole la cola y ladrándole afanoso. Allí estaba toda la familia de ella y no dejaban de aplaudirla y darle vivas.

-Yo y mi bocota-, dije y nos abrazamos riéndonos con Heather.

Ionna jugaba muy bien y tenía un excelente smash que doblaba mis manos. Su juego era preciso, calculador, incluso la vi muchas veces como si hiciera cuentas con sus dedos, sumando, restando, dividiendo, multiplicando y hasta
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