Alise volvió a donde estaban ellos parados, al ver que regresaba dejaron de hablar. La vocecita en la cabeza de Dayla le gritaba que lo que pretendía hacer era un terrible error, que ese no era el plan, a lo que ella misma se respondió que en todo el tiempo que había estado allí se había apegado a lo que en ese momento pensaba que era un majadero plan y no había servido para nada, ya era hora de improvisar. Sin embargo era consciente de que Piero estaba en el clan de Evans, fuera culpable o no de lo que su ex esposo hubiera hecho, andaba en las movidas y aunque lo había conocido hace un tiempo no tenía la certeza de que era una persona de fiar. La pareja la acompañó a su automóvil, se había sentido tranquila al ver que no había rastro de su jefe por ningún lado. Se montó en el auto sin decir una palabra, la proposición del chico le daba vueltas una y otra vez en la cabeza, “nueva vida, nuevo comienzo” había dicho, eso era lo que pedía desde hacía muchos años. - ¿Qué tienes
La adrenalina del momento comenzó a agotarse, empezó a sentirse mareada una fuerte presión en la cabeza y ganas de vomita; a lo lejos escuchó forzadamente el sonido de una ambulancia, pasaba cerca se detuvo al ver la multitud uno de sus ocupantes bajo al auxilio del accidente, este hizo seña y otro par de sujetos bajaron de la ambulancia a ver que sucedía y miraron a la chica parada al lado del auto sujetándose con una mano en el auto destrozado, las personas alrededor hablaban todos a la vez así que uno de los hombres de la ambulancia alejo acercándose a ella - Señorita ¿Se encuentra bien? El zumbido que tenía en la cabeza a causa del impacto no le permitió escuchar lo que decía el hombre sin embargo consiguió entender lo que decía al leerle los labios. - Estoy bien – respondió apenas oyéndose a sí misma. Pero la voz en su cabeza que parecía reaccionar más rápido que ella dijo con sarcasmo >> Mi automóvil acaba de dar vueltas en el aire zopenco, ¿te das cuenta cómo está? ¿C
La pelirroja salió de la habitación dejando a Dayla y a Miguel solos. La morena echó la cabeza hacia atrás apenas podía recostar la cabeza de la almohada sentía tan fuerte el dolor de cabeza propiciado por el golpe, que creía que le iba a explotar, cerró los ojos y respiró profundo, en ese momento lo único que necesitaba era escuchar la voz de su padre diciéndole que todo estaría bien. - Por tu cara puedo intuir en en lo que estás pensando, los encargados del hospital los llamaron pero ninguno contestó, por eso me llamaron a mí, no sabía que me tenías como familiar – ella cerró los ojos con más fuerza tratando de evitar que cayeran las lágrimas. - Nena – dijo el hombre parándose de sillón, ubicándose a su lado y tomándole la mano – quiero que sepas que estoy a tu lado, confía en mí para lo que necesites. - Fue idea de mamá ¿sabes? – Dijo ella con voz ronca – aunque ella nunca te conoció, tenía fe en ti. El hombre asintió acariciando su mano – discúlpame por no prestarte atención
La tarde del segundo día en el hospital, después de muchos exámenes y revisiones, Dayla fue trasladada a su departamento acompañada por Aileen y Piero. Miguel quien aún no confiaba del todo en el chico le había ordenado a pelirroja que lo mantuviera vigilado y ante cualquier eventualidad extraña que viera en él, no tuviera repelos en clavarle una bala en la cabeza. - Gracias por traerme, no era necesario que ninguno de los dos se molestaran con esta pequeñez – comentó la morena desde el asiento trasero cuándo la Aileen apagaron el auto en el estacionamiento del departamento – puedo cuidarme sola. - Puedes verlo como un apoyo – contestó Piero abriendo la puerta del copiloto y bajándose – subiré a ver si esta todo despejado – le dio un giño a Dayla entró por la puerta del edificio. - ¿confías en él? – preguntó cuándo el chico ya no se veía. - De cierta manera sí; nos presentaron hace varios años – pensó en lo que él le había confesado en el hospital – no tengo dudas de creer que en e
Había pasado una semana del accidente, Dayla se reusaba a hablar con cualquiera que llegase al departamento, vagaba como alma en pena del mueble a la habitación y de la habitación nuevamente al mueble. Echaba de menos a sus padres y la vida que tenía. Aileen pasaba el piso un par de veces al día a llevar comida y mirar lo que hacía, estaba segura de que tenía que dar reporte de lo que ella hacia diariamente; Piero también pasaba a verla por lo menos una veces al día. Después del segundo día había caído en una profunda depresión, la mayor parte de las mañanas al despertar, lloraba o se la pasaba vagando por la casa mirando una y otra vez los cuadros que tenía en las paredes; al cuatro día se dedicó a leer las decenas de novelas que tenía en la biblioteca. Su madre como buena psicóloga adoraba leer, tenía colecciones gigantes con las que presumía con sus compañeras de trabajo; ella siempre intentaba atraer a Dayla con cualquier nuevo libro, ya fuera por el mensaje que diera o por estar
Los tres chicos se miraron y luego a la rubia. - Alise, te presento a Aileen – se apresuró a decir la morena – es mi vecina de la casa de abajo. - Un gusto – respondió la rubia mirando a Helen y luego a Dayla – ¿Qué está sucediendo? ¿A quién tenían que cuidar? ¿Conoces a mi novio? La pelirroja se quedó viendo a la chica – no, siento, confundí al chico con mi hermano – dijo con voz firme – se suponía que debería estar aquí haciéndole compañía a la vecina por si necesitaba algo mientras yo estaba en el trabajo, cuando entré lo vi de espalda, discúlpame chico. Piero asintió como si nada pasara, sin embargo Alise no dejaba de mirar a Helen como si quisiese despellejarla viva. - ¿Quieres pasar? Justo estaba pensando en decirle a mis amigos para ir a tomar algo, si quieres puedes acompañarnos. La tensión que se había producido en el salón se podía cortar con el cuchillo, esto le estaba provocando a la morena una jaqueca intensa. - Me encantaría, pero no quiero importunarlos, además t
Ella se lo pensó por varios minutos ¿aquella era una buena idea? Tom no parecía una mala persona, era bastante atractivo simpático y a ella le atraía, aunque se había dicho una y otra vez que debía estar sola no podía evitar sentir atracción, sin embargo los cambios de humor que había presentado en distintas escenas la hacían debatir entre aquella propuesta. - Si aceptara ¿Qué tendría que hacer? – preguntó algo cohibida. - Es algo súper sencillo, nuestro chofer se ha ido de baja, por lo que estamos buscando quien lo supla, solo deberás ir a buscar mercancía y traerlas al bar. - ¿Solo eso? ¿Qué tipo de mercancía seria? - Sí, te lo dije es algo sencillo. Traerías las cajas con los alcoholes, endulzantes, frutas, gaseosas; nosotros hacemos los pedidos y tú solo irías a buscarlos y los traerías aquí, pero si quieres ser mi chofer, no me molestaría pasar un par de horas a solas contigo – bromeó quiñándole un ojo – te aseguro que no tendrás ningún problema, ni tendrás que lidiar con bast
Tomas insistió en que esperara un poco para que almorzara, pero ella se sentía tan turbada que necesitaba alejarse de él y de todo ese lugar; el no insistió dejándola ir y diciéndole que si necesitase algo no dudara en llamarle. Ella volvió a agradecerle y salió del lugar a toda prisa pensando que hacer con aquella información que sabía ¿esta Tom consiente de todo aquello? Estando ya en el hospital se dirigió a la sala de traumatología, le informo a la enfermera que estaba en la entrada a lo que había ido, ésta le indicó que había sido la primera de la lista y al no estar habían pasado a otro paciente, le pidió que tomara asiento y pasaría en el siguiente turno, la habitación no estaba llena sin embargo ella estaba tan inmersa en sus pensamientos que no se dio cuenta que en el asiento detrás del que ella había tomado estaba sentado Miguel con su teléfono en la mano, mirándola fijamente. - no es propio de ti llegar tarde a algún lugar, tenías cita a las mil trescientas. Ella se habí