La tarde del segundo día en el hospital, después de muchos exámenes y revisiones, Dayla fue trasladada a su departamento acompañada por Aileen y Piero. Miguel quien aún no confiaba del todo en el chico le había ordenado a pelirroja que lo mantuviera vigilado y ante cualquier eventualidad extraña que viera en él, no tuviera repelos en clavarle una bala en la cabeza. - Gracias por traerme, no era necesario que ninguno de los dos se molestaran con esta pequeñez – comentó la morena desde el asiento trasero cuándo la Aileen apagaron el auto en el estacionamiento del departamento – puedo cuidarme sola. - Puedes verlo como un apoyo – contestó Piero abriendo la puerta del copiloto y bajándose – subiré a ver si esta todo despejado – le dio un giño a Dayla entró por la puerta del edificio. - ¿confías en él? – preguntó cuándo el chico ya no se veía. - De cierta manera sí; nos presentaron hace varios años – pensó en lo que él le había confesado en el hospital – no tengo dudas de creer que en e
Había pasado una semana del accidente, Dayla se reusaba a hablar con cualquiera que llegase al departamento, vagaba como alma en pena del mueble a la habitación y de la habitación nuevamente al mueble. Echaba de menos a sus padres y la vida que tenía. Aileen pasaba el piso un par de veces al día a llevar comida y mirar lo que hacía, estaba segura de que tenía que dar reporte de lo que ella hacia diariamente; Piero también pasaba a verla por lo menos una veces al día. Después del segundo día había caído en una profunda depresión, la mayor parte de las mañanas al despertar, lloraba o se la pasaba vagando por la casa mirando una y otra vez los cuadros que tenía en las paredes; al cuatro día se dedicó a leer las decenas de novelas que tenía en la biblioteca. Su madre como buena psicóloga adoraba leer, tenía colecciones gigantes con las que presumía con sus compañeras de trabajo; ella siempre intentaba atraer a Dayla con cualquier nuevo libro, ya fuera por el mensaje que diera o por estar
Los tres chicos se miraron y luego a la rubia. - Alise, te presento a Aileen – se apresuró a decir la morena – es mi vecina de la casa de abajo. - Un gusto – respondió la rubia mirando a Helen y luego a Dayla – ¿Qué está sucediendo? ¿A quién tenían que cuidar? ¿Conoces a mi novio? La pelirroja se quedó viendo a la chica – no, siento, confundí al chico con mi hermano – dijo con voz firme – se suponía que debería estar aquí haciéndole compañía a la vecina por si necesitaba algo mientras yo estaba en el trabajo, cuando entré lo vi de espalda, discúlpame chico. Piero asintió como si nada pasara, sin embargo Alise no dejaba de mirar a Helen como si quisiese despellejarla viva. - ¿Quieres pasar? Justo estaba pensando en decirle a mis amigos para ir a tomar algo, si quieres puedes acompañarnos. La tensión que se había producido en el salón se podía cortar con el cuchillo, esto le estaba provocando a la morena una jaqueca intensa. - Me encantaría, pero no quiero importunarlos, además t
Ella se lo pensó por varios minutos ¿aquella era una buena idea? Tom no parecía una mala persona, era bastante atractivo simpático y a ella le atraía, aunque se había dicho una y otra vez que debía estar sola no podía evitar sentir atracción, sin embargo los cambios de humor que había presentado en distintas escenas la hacían debatir entre aquella propuesta. - Si aceptara ¿Qué tendría que hacer? – preguntó algo cohibida. - Es algo súper sencillo, nuestro chofer se ha ido de baja, por lo que estamos buscando quien lo supla, solo deberás ir a buscar mercancía y traerlas al bar. - ¿Solo eso? ¿Qué tipo de mercancía seria? - Sí, te lo dije es algo sencillo. Traerías las cajas con los alcoholes, endulzantes, frutas, gaseosas; nosotros hacemos los pedidos y tú solo irías a buscarlos y los traerías aquí, pero si quieres ser mi chofer, no me molestaría pasar un par de horas a solas contigo – bromeó quiñándole un ojo – te aseguro que no tendrás ningún problema, ni tendrás que lidiar con bast
Tomas insistió en que esperara un poco para que almorzara, pero ella se sentía tan turbada que necesitaba alejarse de él y de todo ese lugar; el no insistió dejándola ir y diciéndole que si necesitase algo no dudara en llamarle. Ella volvió a agradecerle y salió del lugar a toda prisa pensando que hacer con aquella información que sabía ¿esta Tom consiente de todo aquello? Estando ya en el hospital se dirigió a la sala de traumatología, le informo a la enfermera que estaba en la entrada a lo que había ido, ésta le indicó que había sido la primera de la lista y al no estar habían pasado a otro paciente, le pidió que tomara asiento y pasaría en el siguiente turno, la habitación no estaba llena sin embargo ella estaba tan inmersa en sus pensamientos que no se dio cuenta que en el asiento detrás del que ella había tomado estaba sentado Miguel con su teléfono en la mano, mirándola fijamente. - no es propio de ti llegar tarde a algún lugar, tenías cita a las mil trescientas. Ella se habí
Tom no tardó mucho en regresar, ella le sonrió, estaba tratando de mantener su mente despejada, era su primera cita en más de cinco años y no permitiría que sus pensamientos la controlaran, muy pocas veces lo conseguía con éxito por eso sufría constantemente de ansiedad. Tom se sentó frente a ella, le sonrió diciéndole: - eres hermosa ¿sabes? La miró a los ojos pero sonrisa de ella se había esfumado al detallarlo cuando se había sentado frente a ella, su camisa perfectamente planchada estaba arrugada y la punta su camisa manga larga azul de botones, estaba manchada; cualquiera no le hubiera prestado atención, pero ella era extremadamente detallista, algo la inquietaba, podía no solo fuera su imaginación, aunque después de todo lo que había pasado con su exesposo no le sorprendía que estuviera comparándolo con él. - ¿Aún no han traído aun lo que pedí? - No – respondió secamente - ¿Cómo estaba tu amigo? - Apenas lo vi a lo lejos, está bastante ocupado – respondió haciendo un adema
Él la soltó en el momento que ella le escupió la cara, las personas alrededor susurraban en voz alta unos con otros por lo que estaba sucediendo. Un par de enfermeros se acercaron primero y más atrás un policía, Tom estiró la mano haciendo una seña para que se detuvieran, pasó la mano por donde le había caído la saliva, después se quedó mirando a la chica con intensidad pero manteniendo la calma. - Katherine escucha con atención – pronunció sereno y lo bastante alto para que las personas que cuchicheaban se callaran y todos los que estaban en la sala pudieran oír mientras se limpiaba la mano ensalivada de la camisa y la sujetaba de los hombros – te conozco desde hace mucho, entiendo tu dolor, es el mismo que siento yo, tu hermana era querida e importante para todos, necesito en entres en razón de una vez por toda, debes entiende que mi hermano fue el causante de ese accidente, mi único delito fue no detener esto cuando pude, por eso el murió con ella ese día. - No es cierto — gritab
Ella se alejó mirándolo asombrada. No lo había esperado aquello.- Lo siento Leila, fue muy abrupto - se disculpó – me encantas en todos los sentidos, no pude resistirme, necesitaba, lo siento, entendería que no quieras verme más pero...- Creo que es un poco tarde para que te corrija — dijo sin esperar a que terminara de hablar — pero mi nombre es Dayla, no Leila, me sentiría más comida en que me llamaras así o simplemente Day.Él le sonrió de lado y la invitó a que se montara en el auto. Conducía despacio mientras ella miraba la carretera perdida en sus pensamientos, su mente no dejaba de repasar una y otra vez lo que había gritado aquella chica. Tenía en su cabeza mucha información e hilos sueltos que ahora tenía miedo de perseguir, comenzaba a parecerle que la opinión de la vocecita en su cabeza de ser cautelosa no había estado del todo mal, pero ella como siempre por impulso había ido directo al barranco.- Sé que eres bastante cortés para preguntar — titubeó un poco y se aclaró