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JUGANDO A SEDUCIRTE
JUGANDO A SEDUCIRTE
Por: Armydebonda
1. El mundo a mis pies

Lucia

Era obvio que hoy sería un día estupendo, lo sentí así desde que abrí los ojos mientras me estiraba en mi enorme cama quitando los últimos rastros de sueño de mis ojos.

Durante las merecidas vacaciones que había optado por darme, no había hecho otra cosa más que dormir hasta tarde, ver pelis, salir de compras, pasar tiempo con Holly.

Ya saben cosas de chicas.

Dentro de un mes me haría cargo de las empresas de papá, me sentía un poco asustada al tener esa responsabilidad sobre mis hombros, pero me tranquilizaba el hecho de que papá se sintiera orgulloso de mí y que me lo dijera a diario.

Tú puedes Lucia, nunca nada te ha quedado grande, seguirás haciendo lo que haces hasta ahora, pero con un poco más de carga.

Fueron las palabras motivadoras que me dijo al comunicarme su retiro.

Tomé una ducha relajante, sequé mi cabello dándole forma cayendo suelto hasta mi cintura, me puse bragas y sostén a juego, un pantalón ajustado, una camisa rosa y blazer negro; actualizé mi i*******m con una selfie en primer plano de mi cara con el pie de foto que decía...

Un día estupendo para ser libre.

¡Y voilá!, solo tenía que esperar el comentario de Adam pidiendo disculpa por la discusión que habíamos tenido. Así funcionaba nuestra relación; y era perfecto para mi, me complacía en todo, amaba consentirme, evitaba discusiones y sobre todo cedía a mis caprichos, sin mencionar lo generoso que era en la cama. Era prefecto.

★★★

El sol brillaba con tanta intensidad e intentaba cubrirme de él con una mano al frente, mientras caminaba junto a Holly, por la acera de la gran avenida del centro comercial, que no paraba de parlotear sobre como su perfecto culo no se le marcaba sobre su falda floreada como ella quería. Entre tanto, mi mente no paraba de dar vueltas pensando en como hablar con Adam sobre la tonta discusión que tuvimos ayer.

Una foto con poca ropa como siempre, ya sabes que esa táctica no te falla.

Teníamos un juego de enviarnos fotos, videos y mensajes subido de tono, era algo excitante para mí, recuerdo que cuando le envié la primera foto a Adam, no lo tomó de buena manera, hasta me insinuó que si se lo enviaba a él seguramente lo hacía con otras personas, hasta que se dio cuenta que solo lo hacia porque confiaba en él y porque lo amaba, desde ese día, se había convertido en un juego para nosotros.

Despejé los pensamientos del diablillo dentro de mi, centrándome en mi parlanchina amiga que seguía a mi lado

— Holly — hablé para que se callara.

Mnnnn. — dijo ella todavía reparando a sí misma.

— ¿Por qué todo no puede ser prefecto? — gesticulé dando vueltas todavía en mi mente la discusión con Adam.

— Porque a tus veinticuatro años no has entendido que el mundo no gira a tus pies Lucia.

Con mucha delicadeza retire mi cabello de la cara y lo pasé sobre los hombros hasta mi espalda, la miré sobre mis hombros para darle más dramatismo a la respuesta.

— ¿Cómo que no? Si lo siento girando bajo mis carísimos tacones — Dije en tono de burla resaltando la palabra.

Holly soltó una risa escandalosa mientras se agarraba la parte del abdomen haciendome sonreír a mí también. No mentía en lo que decía, mis padres me habían criado de una forma que muchos creían no era la correcta, pero que para ellos era la mejor para demostrarme que me amaban y no los culpo porque. ¿quién le decía que no a la linda caprichosa de Lucía Abbey Spencer?.

Nunca me negaron nada, nunca acepté un no como respuesta, siempre me las ingeniaba para conseguir todo solo con batir mis espesas y largas pestañas y sabía que papá amaba complacerme. Yo era la niña de sus ojos, su princesa como me decía desde niña y así me sentía cada vez que me miraba con esos hermosos ojos celeste. No había nadie ni nada en el mundo más importante para él que su hermosa princesa Lucía y con ese amor y seguridad crecí hasta convertirme en la mujer que soy ahora; segura, orgullosa, altiva, empoderada, no permitía que nadie me pisoteara ni jugara conmigo.

Tenía el mundo a mis pies como había dicho Holly...

— ¡Qué más perfecto que Adam! — dijo Holly sacándome de mis cavilaciones.

— Lo sé pero...

— Pero nada Lucía deja el drama, mete tu precioso coño en esa diminuta braga negra que acabas de comprar y ve por tu loca y muy excitante reconciliación.

Le mostré una sonrisa pícara y le alcé una ceja perfectamente delineada.

— Amo tus sucios consejos — le dije con fingida ironía.

— Sucios o no, siempre los sigues — me miró de reojo y continuó hablando.

— Lú te conozco desde que te comes Los mocos en el kinder y sé que te mueres porque Adam se meta entre tus bragas ahora mismo, pero odias el hecho de tener que dar tú el primer paso porque su alteza nunca da su brazo a torcer...

Abrí mi boca para defenderme pero morí en el intento.

— De todas las estúpidas discusiones que han tenido, en serio esta le ganó a todas, ¿Cómo puedes dudar de él?, solo porque le puso clave a su móvil...

volví a abrir la boca pero ella continuó con su discurso.

— Métete en la cabeza que Adam está loco por ti — hizo un gesto con el dedo tocándose la sien — que hará lo que sea por tenerte siempre contenta, Lú él te ama de verdad y lo siento pero esta vez estoy de su lado, en serio te pasaste.

— Ya, ya entendí, a veces estoy medio loca — me mordí el labio — sé lo posesiva que puedo llegar a ser — dije dándole fin a su discurso.

— ¿Sólo a veces? — dijo en tono burlón.

— Si estúpida, pero así reloca me amas...

— No más que tú a mí.

— Y nunca me comí los mocos — puntualicé.

— Lo que tú digas.

Puse los ojos en blanco dando por terminada la conversación.

Claro que sabía que la amaba con locura justo porque era la única amiga que tenía y que me toleraba igual que yo toleraba su modo sarcástico de hacerme caer en cuenta de muchas cosas; como lo acababa de hacer ahora, ella y Adam eran muy importante en mi vida aparte de mis padres.

Siempre me sentí sola por ser hija única hasta que apareció Holly... allí estaba ella llorando en el columpio del kinder porque dos niñas le habían sacado la lengua, con sus cachetes regordetes y rojos del frío por el cual corrían dos lágrimas tristonas, y allí estaba yo consolándola sin saber porqué lo hacía, seguramente fué un acto de bondad... Nunca más nos separamos.

Luego apareció Adam, nos cruzamos un par de veces en la universidad y coincidimos en algunas clases, eso bastó para empezar una linda amistad en la que con el tiempo se convirtió en algo más... Y aquí estamos con tres años de un perfecto o casi perfecto noviazgo.

O eso pensaba hasta ahora...

★★★

Me alisé mi abundante y negra melena, me di un toque de rímel en las largas pestañas, un poco de rubor para darle color a mis pálidas mejillas, un toque de labial en mis carnosos labios que lucían naturales, me miré en el espejo de mi alcoba y me agradaba lo que veía; era una chica con una figura muy marcada; con unos senos grandes, unas caderas anchas y cintura de avispa; todo justo a la medida de mi cuerpo.

Era consciente de mi atractivo y que no le era indiferente a los hombre ni tampoco a las mujeres en la calle, por donde pasaba sé que tenían que voltear a verme. Eso me hacía sentir segura de lo que era.

Me pasé las manos por mi vestido corto y no muy decente, me terminé de calzar con unos tacones a juego, cogí mi bolso y me dirigí al apartamento de Adam decidida a tener mi loca reconciliación...

No habrás olvidado ponerte esas diminutas bragas cierto.

Ahí estaba el diablillo en mi cabeza.

Aparqué mi Audi en el lugar donde lo solía hacer cada vez que iba al apartamento de Adam, le pedí a don Louis, el guardia, que me dejara pasar. Ya me distinguía como la novia y futura esposa de Adam como siempre le decía a él cada vez que estábamos juntos, entré en el ascensor marcando el piso veinte del gran edificio hasta llegar a la puerta de su apartamento.

Fruncí el ceño al notar la puerta entreabierta detallando al instante una botella de whisky medio vacía tirada en el piso, luego divisé una camisa blanca también en el rincón de la sala de estar, imaginé que Adam había llegado tomado por la discusión que tuvimos y había hecho el mismo alboroto que hacía cada vez que estaba hasta la madre de tragos.

¡Y oh sorpresa!

Qué equivocada estaba al notar una falda junto a una panty tirada justo al lado del peluche en forma de oso que le había dado a él en nuestro primer año de noviazgo.

Todo se volvió rojo, no podía ver nada más que rojo, la sangre corriendo por mi cuerpo subía y bajaba desde mi cabeza hasta los dedos de mis pies y la ira en su punto más alto de ebullición sentía que el corazón se iba a salir de mi pecho, sentía tristeza, decepción, dolor, todos los sentimientos mezclados al tiempo - Adam no... no podía ser cierto, no, no, no, Adam no.

En dos zancadas llegué a su alcoba tirando la puerta de un empujón, me quedé paralizada cuando confirmé lo que era obvio, mis palabras no salían de mi boca.

Simplemente no cedían.

Nunca pensé que mi perfecta relación era todo menos eso... perfecta.

Que tan lejos estaba de la realidad y que duro era el golpe que la vida me daba... ¿Irónico no? Yo que pensaba que el mundo giraba a mis pies.

Logré reponerme enseguida y reaccioné, no de la mejor manera, pero lo hice. Le tiré lo primero que tenía a la vista que era mi pequeño y costoso bolso.

— ¡Lucía bebé! — dijo de forma asustada al tiempo que se intentaba tapar la cara.

Había tirado el bolso con tanta fuerza y rabia que todo lo que llevaba adentro salió volando por todos lados cayendo mi móvil sobre su cabeza propinándole un golpe.

— ¡Bebé tu culo! — respondí histérica, luego de lanzar el tacón que me había quitado seguido del otro.

Adam solo se protegía con los brazos al frente de su cara tapándose la cabeza.

— Lú — tartamudeaba. — Po-por fa-favor Lú, para. No es lo que crees — logró decir el muy inbécil.

Miré a mi alrededor buscando qué otra cosa tirarle en su patética y estúpida cara, percatándome que ya no había rastro de su amante.

— Lucía no es lo que piensas — Se arrodilló frente a mí todavía desnudo, agarrándose de mis piernas en forma de súplica — Tienes que creerme — seguía arrodillado.

— ¿Así de estúpida crees que soy Adam? — repliqué.

— No Lú, amor, por favor yo... — Lo miraba desde mi posición mientras él buscaba las palabras para seguir mintiendo — Bebé escúchame yo te amo, te amo solo a ti Lucia...

— Te ves tan patético suplicando y llorando como lo que eres, un perro, un perro que espera migajas de su amo para poder comer abrazado a mis rodillas — Dije en tono de desagrado mirándolo desde mi altura con una ceja arriba, con toda la altivez y arrogancia que me caracterizaba.

Se puso de pie de un solo impulso para estar a mi altura.

— ¡¡Por eso te fui infiel!! — gritó.

— Eres tan arrogante, orgullosa, altiva, prepotente, arpía; Sí, eso es lo que eres una arpía — continuó con los insultos — ¡Te crees tan importante, crees que todo es como tú lo digas! — gritó con frustración. — ¡¡Siempre me hiciste sentir menos que tú, porque para ti nada es suficiente!!.

No llores, no llores, no llores.

Me repetía.

— No, nada es suficiente, ni tú. — intenté sonar indiferente, y el puso los ojos como platos.

Estaba muy equivocado si creía que me iba a doblegar o lo iba a contradecir con tal de defenderme, no, esa no era yo. Por el contrario, era de las que decía lo que sentía e insultaba cuando me sentía herida.

— Gracias por mostrarme tu verdadera cara, ahora sé que merezco algo mejor. — di por terminada la discusión.

No le di tiempo de decir más nada, azoté la puerta y salí corriendo de su departamento a toda prisa.

si estaba loca lo sé.

Bajé por las escaleras sin mirar atrás, corrí y corrí, hasta llegar a la salida del edificio tratando de normalizar mi respiración al tiempo que detallaba mis pies... ¡estaba descalza!.

Abrí los brazos recibiendo las primeras gotas de lluvia que empezaban a caer sobre mi rostro, sintiendo alivio, sintiendo tranquilidad, sintiéndome libre.

En ese instante sentía libertad.

¿Me había dolido su infidelidad? Si. Por supuesto, no era de roca, aunque algunas veces me sentía igual de dura que una. Pero a pesar de eso me sentía libre, era una sensación que no podía describir, era algo nuevo.

Empecé a cuestionarme si realmente era amor. solo te gustaba como follaba.

¿Realmente amaba a Adam como creía? creías que lo amabas porque cumplía todos tus caprichos igual que tus padres.

Me imaginaba a mi diablillo poniendo los ojos en blanco.

Necesitaba despejar mis dudas, mi mente, necesitaba saber si lo había amado tanto como creía.

Habrían pasado como veinte minutos y yo seguía debajo de la lluvia sin protegerme y sin importar que me mojara, descalza y al mejor estilo de Harley quinnn con mi maquillaje corrido sobre mi cara, caminé poniendo todo en una balanza, peleando con el diablillo en mi mente, al final del día había llegando a la conclusión que efectivamente hoy no fué el día estupendo que había predicho y definitivamente el mundo no giraba a mis pies.

★★★

— Ni lo intentes — refunfuñé.

— No seas aguafiestas Lu — me miró Holly con ojitos de gato triste.

— ¡dije no! — alcé un poco mi tono de voz.

— ¿por qué no? Dime.

— porque no quiero y punto.

— Odio cuando te pones en ese papel de "es lo que yo diga"

Holly puso sus ojos en blanco al tiempo que yo le hacía seña con mi mano para que parara de hablar.

— No, no me voy a callar, odio verte así, llevas una semana sin salir de estas cuatro paredes. Ya olvídate de Adam, supéralo, ya fué, ya terminó. No te merecía Lu.

— No seas patética Holly, no es por Adam, es por mí y lo sabes, ya me conoces. Ya te expliqué que es raro pero no siento apego a él, si dolió, poco pero dolió y ya no más. Entiende que no estoy de ánimo para salir de rumba — continúe hablando — para lidiar contigo a media noche intentando alejarte de un tipo que acabas de conocer en la discoteca mientras el desconocido no te quiere soltar y tu ni te das cuenta de lo ebria que estás.

Holly quedó callada por unos minutos, como si se transportara al día que casi muere intoxicada de alcohol mientras yo la salvaba de las garras del tal tonny, hasta que habló.

— Está decidido. Mañana nos vamos a Ibiza, necesitas despejar tu mente, tener tranquilidad, tener paz, no sé una buena follada tal vez.— siguió parloteando — Estaremos cinco días. Tomando el sol, margaritas y dos morenazos de esos que con solo mirarlos te mojan las bragas.

¿Es que no se cansaba nunca?

No pude aguantar la risa por su comentario.

— Esta bien, me encanta la idea, necesito esa paz y tranquilidad, organizar mis ideas, centrarme antes de terminar mis vacaciones y sobre todo necesito sol.

— Y los morenazos guapos — dijo alzando las cejas.

Volví a reír.

— No, no está en mis planes tener una relación seria con nadie por ahora, aunque mis bragas andan muy secas por estos días. — esbocé una sonrisa ladina.

— ¿Quién dijo que sería una relación? Revolcón Lú, re-vol-cón. — repitió la palabra por si no la hubiese entendido.

— Ya lo veremos.

No quería una relación estable con nadie en mi vida, quería despejarme y encontrarme conmigo. Tomar tiempo solo para mí y concentrarme en las empresas.

La infidelidad de Adam seguía ahí latente aunque no dolía, solo esa sensación de deslealtad y de saber que dañaron tu confianza y orgullo.

Se que lo superaría más temprano que tarde, y qué mejor que hacerlo bajo la brisa, sol y mar.

¿Y por qué no? Con uno o dos morenazos como había dicho Holly.

Total que es lo peor que podría pasar...

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