8. Acabó tu juego

Damián

El motor rugía a gran velocidad, los cuatrocientos caballos de fuerza del Ferrari hacían potencia en las ruedas que rechinaban en el asfalto de la autopista, manejaba a toda velocidad, atravesé el enorme puente que llevaba directo a la mansión de mi madre.

Sabía que el asunto no era tan grave, mamá siempre exageraba las cosas, pero no podía dejar de percibir esa punzada en el pecho que sentía cuando estaba en juego la vida de mi madre, ella era todo, mi madre lo era todo para mí y cualquier cosa por mínima que fuese y que la involucrara a ella, me afectaba sobremanera.

Sacudí la cabeza como si con eso despejaría mi mente, traté de no pensar en cosas absurdas.

El olor de Lucía llegó a mis fosas nasales dándome un poco de paz y tranquilidad, su perfume había quedado impregnado en el asiento del copiloto, después del beso y las reglas en mi oficina, la había llevado hasta su apartamento, nos despedimos con otro beso igual de intenso y apasionado dentro del carro, a lo contrario d
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