Damián El motor rugía a gran velocidad, los cuatrocientos caballos de fuerza del Ferrari hacían potencia en las ruedas que rechinaban en el asfalto de la autopista, manejaba a toda velocidad, atravesé el enorme puente que llevaba directo a la mansión de mi madre.Sabía que el asunto no era tan grave, mamá siempre exageraba las cosas, pero no podía dejar de percibir esa punzada en el pecho que sentía cuando estaba en juego la vida de mi madre, ella era todo, mi madre lo era todo para mí y cualquier cosa por mínima que fuese y que la involucrara a ella, me afectaba sobremanera.Sacudí la cabeza como si con eso despejaría mi mente, traté de no pensar en cosas absurdas.El olor de Lucía llegó a mis fosas nasales dándome un poco de paz y tranquilidad, su perfume había quedado impregnado en el asiento del copiloto, después del beso y las reglas en mi oficina, la había llevado hasta su apartamento, nos despedimos con otro beso igual de intenso y apasionado dentro del carro, a lo contrario d
Lucía— No es eso, ando atestada de trabajo, papá dejó mucho en que distraerme. —Holly me miraba con carita de borrego.— Prometiste una noche desenfrenada de tragos y diversión y no la veo por ningún lado Lú— Te prometo que apenas ponga todo en orden te compensaré, todavía tengo mucho trabajo — mordí mi tostada — y ya no puedo darle más vueltas al asunto, debo encargarme de mi auto hoy.— Te acompañaría, pero no todas las princesas descansamos los fines de semana — terminaba su café. Ya estaba vestida para salir, llevaba una falda tubo, camisa y tacones, toda vestida de blanco, una coleta alta y el maquillaje en perfecto estado, Yo por el contrario usaba una diminuta pijama de short y blusa en tirantes negra, era suave y acogedora, un moño mal hecho con algunos mechones sueltos y nada de maquillaje, tampoco tenía planes para que eso cambiara, después de una semana completa sumergida en papeles, informes, contratos, montada en tacones de más de diez centímetros moviéndome de una emp
Lucía— ¿Fué igual que en sus sueños señor Connor? — hablé después de que estuvimos un tiempo en silencio recuperando la respiración. Soltó una carcajada mostrando la línea de sus dientes blancos.Lo miré embelesada, detallando su hermoso rostro, sus ojos azules, su mentón, su boca; esa misma boca que había estado en cada rincón de mi piel.Estaba acostado en la parte izquierda de mi cama, envuelto en sábanas blancas que solo tapaba la parte de su miembro dejando a la vista su trabajado cuerpo y sus duras piernas. Podría decir que yo babeaba en ese momento.Se giró para quedar frente a mí, me trajo hacia él rodeando mi cintura con su brazo, mi cabeza quedó apoyada sobre su hombro.— solo diré que usted es una caja de sorpresas, señorita Abbey — me dió un casto beso en los labios.— Y le ha gustado lo que ha encontrado dentro de ella señor Connor. — miré sus ojos.— Digamos que volvería a meter mi mano en ella — solté una carcajada, sonrojandome.¿Por qué este hombre me intimidaba tan
LucíaSequé mi cabello completamente dejándolo suelto con ondas en las puntas, di los últimos toques a mi sencillo maquillaje y acomodé el cuello de mi camisa notando unas manchas rojizas que iban desde mi cuello hasta la clavícula, abrí mi boca con asombro a la vez que miraba a través del espejo a donde estaba Damián que al notar mi desconcierto sonrió triunfal, giré sobre mi eje quedando frente a él que estaba sentado en el borde de la cama completamente vestido con el celular en la mano esperando a que terminara de arreglarme.- ¿Lo hiciste adrede? - dije molesta.- Solo marco mi territorio - habló con una sonrisa triunfal encogiéndose de hombros, como si fuera lo más normal del mundo.Parece que me hubiera abofeteado con su gesto, quería quitarle su estúpida sonrisa de un solo golpe.- ¿Qué crees que soy?¿ una puta vaca, tu ganado? ¿a todas las marcas igual?- mi tono iba subiendo. Soltó una estruendosa risotada. - No, no eres un vaca Lucía, diría que pareces más una pantera ¿o t
DamiánPisé el acelerador hasta el fondo sin soltarlo, conducía a toda velocidad por la carretera que conduce a Connor tech, apreté la mandíbula y mis nudillos se pusieron blancos por la fuerza que ejercía sobre el volante, me carcomía la ira, giré con brusquedad sin soltar el acelerador, tomé la curva cerrada, ganandome insultos y pitadas de las bocinas de los demás autos, pero no me importaba nada, la sangre me hervía y no pensaba en nada en ese momento más que en Lucia dejándose agarrar de ese maldito.Aceleré hasta llegar a mi destino, estacioné el Ferrari en mi lugar y subí a mi oficina.- Señor pensé que no venía hasta el lunes - Edith me miraba nerviosa.La ignoré.Entré a mi despacho azotando la puerta, no quería ver a nadie, ni lidiar con nadie lo único que iba a calmar mi frustración era el trabajo.Después de un tiempo de estar inmerso en papeles, atiborrado de informes y contratos miré el reloj que marcaba once en punto, salí de la oficina encontrándome con los pasillos des
LucíaLa imagen de Damián derramándose en mi vientre había sido un deleite para mis ojos, todo lo de este hombre era así, sexy, varonil, con solo respirar irradiaba sensualidad, solo su presencia hacia de los más locos y sucios pensamientos en mi mente.— Me haz convertido en un desastre — dije recuperandome del orgasmo al tiempo que miraba mi abdomen.Recogió la toalla del piso y la pasó por su cadera, se apresuró a buscar servilletas de la cocina y me limpio rápidamente, me acomodó el vestido, me agarró de la cintura, me dió un beso en la frente y me bajó de la barra.— Tendrás que comprarme unas bragas nuevas — crucé los brazos tratando de hacer una pose de reclamo.— No las necesitas para lo que tengo pensado hacerte el resto de la tarde — me cargó sobre su hombro como si fuera un saco de papas dándome una nalgada, haciendo salir un gritito de mi garganta pero que ahogué rápidamente mordiéndome el labio.Subió unas escaleras en forma de caracol conmigo en su hombro, yo estaba de c
Damián Abro los ojos y miro hacia todas las direcciones, no puedo ver nada, todo está completamente oscuro ni un solo rayo de luz entra en mi habitación.¿por qué? Si Rossi lo sabe.Me levanto, el piso frío toca las plantas de mis pies descalzos.¿Rossi porqué quitó la alfombra?.Camino a oscuras tocando las paredes, buscando el interruptor de la luz, pero no lo encuentro, no hay.Vuelvo a mirar hacia los lados buscando algo, busco algo con desespero pero no sé que es, no sé que es lo que busco.Estiro el brazo para limpiarme la cara del sudor que corre por la frente pero algo me detiene, algo no me deja mover mis brazos, ¿que es esa fuerza?¿Donde estoy?Siento los vellos erizar, el cuarto es frío, muy frío y oscuro, caigo en cuenta que la fuerza son cadenas atadas a mis muñecas, y me desespero aún más, oigo el rechinar de una puerta abriéndose, dejando ver un mínimo rayo de luz, pero que es tapado enseguida por la oscuridad de la sombra de una persona...Me desperté de golpe, las go
Lucía— ¿Y mamá, cómo está ella? — Igual de hermosa que siempre, ya sabes no le pasan los años — contestó con una enorme sonrisa de enamorado en su rostro.— Me refiero a su salud papá — volteé los ojos.— Aaahhh, ya sabes uno que otro achaque, hoy le amaneció doliendo la rodilla, ayer era la cabeza, mañana seguro va ser la uña, pero nada de que preocuparse.Reímos al tiempo.El restaurante no era muy lujoso, pero si era acogedor, la comida era buena, por eso lo frecuentaba, era normal en papá, nunca fue de extravagancias, ni de cosas finas, era el hombre más sencillo y noble que conocía. Fué un hombre que siempre lo tuvo todo en la vida, sin embargo, nunca se valió de su apellido, ni de las influencia del mismo para obtener lo que había construido hasta ahora.— ¿Por qué no vino?, Quería verla, a los dos — tomé su mano que reposaba sobre la mesa.— En unos días cumple Adela Connor, la recuerdas ¿no? — asentí y el prosiguió — Bueno, ya te puedes imaginar el ritual de belleza que tie