Lucía— ¿Fué igual que en sus sueños señor Connor? — hablé después de que estuvimos un tiempo en silencio recuperando la respiración. Soltó una carcajada mostrando la línea de sus dientes blancos.Lo miré embelesada, detallando su hermoso rostro, sus ojos azules, su mentón, su boca; esa misma boca que había estado en cada rincón de mi piel.Estaba acostado en la parte izquierda de mi cama, envuelto en sábanas blancas que solo tapaba la parte de su miembro dejando a la vista su trabajado cuerpo y sus duras piernas. Podría decir que yo babeaba en ese momento.Se giró para quedar frente a mí, me trajo hacia él rodeando mi cintura con su brazo, mi cabeza quedó apoyada sobre su hombro.— solo diré que usted es una caja de sorpresas, señorita Abbey — me dió un casto beso en los labios.— Y le ha gustado lo que ha encontrado dentro de ella señor Connor. — miré sus ojos.— Digamos que volvería a meter mi mano en ella — solté una carcajada, sonrojandome.¿Por qué este hombre me intimidaba tan
LucíaSequé mi cabello completamente dejándolo suelto con ondas en las puntas, di los últimos toques a mi sencillo maquillaje y acomodé el cuello de mi camisa notando unas manchas rojizas que iban desde mi cuello hasta la clavícula, abrí mi boca con asombro a la vez que miraba a través del espejo a donde estaba Damián que al notar mi desconcierto sonrió triunfal, giré sobre mi eje quedando frente a él que estaba sentado en el borde de la cama completamente vestido con el celular en la mano esperando a que terminara de arreglarme.- ¿Lo hiciste adrede? - dije molesta.- Solo marco mi territorio - habló con una sonrisa triunfal encogiéndose de hombros, como si fuera lo más normal del mundo.Parece que me hubiera abofeteado con su gesto, quería quitarle su estúpida sonrisa de un solo golpe.- ¿Qué crees que soy?¿ una puta vaca, tu ganado? ¿a todas las marcas igual?- mi tono iba subiendo. Soltó una estruendosa risotada. - No, no eres un vaca Lucía, diría que pareces más una pantera ¿o t
DamiánPisé el acelerador hasta el fondo sin soltarlo, conducía a toda velocidad por la carretera que conduce a Connor tech, apreté la mandíbula y mis nudillos se pusieron blancos por la fuerza que ejercía sobre el volante, me carcomía la ira, giré con brusquedad sin soltar el acelerador, tomé la curva cerrada, ganandome insultos y pitadas de las bocinas de los demás autos, pero no me importaba nada, la sangre me hervía y no pensaba en nada en ese momento más que en Lucia dejándose agarrar de ese maldito.Aceleré hasta llegar a mi destino, estacioné el Ferrari en mi lugar y subí a mi oficina.- Señor pensé que no venía hasta el lunes - Edith me miraba nerviosa.La ignoré.Entré a mi despacho azotando la puerta, no quería ver a nadie, ni lidiar con nadie lo único que iba a calmar mi frustración era el trabajo.Después de un tiempo de estar inmerso en papeles, atiborrado de informes y contratos miré el reloj que marcaba once en punto, salí de la oficina encontrándome con los pasillos des
LucíaLa imagen de Damián derramándose en mi vientre había sido un deleite para mis ojos, todo lo de este hombre era así, sexy, varonil, con solo respirar irradiaba sensualidad, solo su presencia hacia de los más locos y sucios pensamientos en mi mente.— Me haz convertido en un desastre — dije recuperandome del orgasmo al tiempo que miraba mi abdomen.Recogió la toalla del piso y la pasó por su cadera, se apresuró a buscar servilletas de la cocina y me limpio rápidamente, me acomodó el vestido, me agarró de la cintura, me dió un beso en la frente y me bajó de la barra.— Tendrás que comprarme unas bragas nuevas — crucé los brazos tratando de hacer una pose de reclamo.— No las necesitas para lo que tengo pensado hacerte el resto de la tarde — me cargó sobre su hombro como si fuera un saco de papas dándome una nalgada, haciendo salir un gritito de mi garganta pero que ahogué rápidamente mordiéndome el labio.Subió unas escaleras en forma de caracol conmigo en su hombro, yo estaba de c
Damián Abro los ojos y miro hacia todas las direcciones, no puedo ver nada, todo está completamente oscuro ni un solo rayo de luz entra en mi habitación.¿por qué? Si Rossi lo sabe.Me levanto, el piso frío toca las plantas de mis pies descalzos.¿Rossi porqué quitó la alfombra?.Camino a oscuras tocando las paredes, buscando el interruptor de la luz, pero no lo encuentro, no hay.Vuelvo a mirar hacia los lados buscando algo, busco algo con desespero pero no sé que es, no sé que es lo que busco.Estiro el brazo para limpiarme la cara del sudor que corre por la frente pero algo me detiene, algo no me deja mover mis brazos, ¿que es esa fuerza?¿Donde estoy?Siento los vellos erizar, el cuarto es frío, muy frío y oscuro, caigo en cuenta que la fuerza son cadenas atadas a mis muñecas, y me desespero aún más, oigo el rechinar de una puerta abriéndose, dejando ver un mínimo rayo de luz, pero que es tapado enseguida por la oscuridad de la sombra de una persona...Me desperté de golpe, las go
Lucía— ¿Y mamá, cómo está ella? — Igual de hermosa que siempre, ya sabes no le pasan los años — contestó con una enorme sonrisa de enamorado en su rostro.— Me refiero a su salud papá — volteé los ojos.— Aaahhh, ya sabes uno que otro achaque, hoy le amaneció doliendo la rodilla, ayer era la cabeza, mañana seguro va ser la uña, pero nada de que preocuparse.Reímos al tiempo.El restaurante no era muy lujoso, pero si era acogedor, la comida era buena, por eso lo frecuentaba, era normal en papá, nunca fue de extravagancias, ni de cosas finas, era el hombre más sencillo y noble que conocía. Fué un hombre que siempre lo tuvo todo en la vida, sin embargo, nunca se valió de su apellido, ni de las influencia del mismo para obtener lo que había construido hasta ahora.— ¿Por qué no vino?, Quería verla, a los dos — tomé su mano que reposaba sobre la mesa.— En unos días cumple Adela Connor, la recuerdas ¿no? — asentí y el prosiguió — Bueno, ya te puedes imaginar el ritual de belleza que tie
Damián Habían pasado dos días desde la última vez que había visto a Lucía y pareciera que hubiese sido una eternidad, anhelaba verla, tenerla, sentir sus labios unidos a los míos, sentir su piel, ver sus hermosos ojos azules, sentirla entera.Era mitad de semana, faltaba poco para el cumpleaños de mamá y eventualmente haría el tedioso viaje, apenas habían pasado dos dias y ya sentía ganas desesperadas de verla, no quería imaginar cómo sería una puta semana entera sin ella. La semana que estaría en el viaje.¿Que estás haciendo conmigo diosa salvaje?Aunque nos manteníamos comunicados por mensajes y llamadas no era lo mismo que sentir su presencia, ella se estaba convirtiendo en una droga para mí.Miré el reloj en mi muñeca, siete en punto. ¿Sera muy temprano para escribirle?Al diablo, si lo quiero, ¡lo hago!Damián: lindo día muñeca.Me enfoque en la pantalla esperando su mensaje, esperé... esperé... esperé... No llegó respuesta.Guardé el móvil en el bolsillo del pantalón de mi el
Damián Conducía a toda velocidad por la carretera que llevaba al restaurante en el que había hecho la reservación, Lucía me miraba de reojo mientras yo apretaba los dientes y el volante al tiempo con la mirada fija al frente.No había pronunciado ni una sola palabra desde que me había subido al auto y yo prefería que no lo hiciera, me enfadaba que siquiera le sonriera a su ex después de cómo la había tratado; fueron dos veces, ¡Dos putas veces! Que había presenciado la manera como la agarraba, como la trataba, como si ella fuera cualquier juguete que solo tomas y ya, como si le perteneciera, como si fuera suya.¿Es que le gustaba ser tratada así?O peor aún ¿todavía le gustaba él?¿Todavía sentía algo por él?— ¿Todavía sientes algo por él? — solté, interrumpiendo el silencio en el auto.— No digas estupideces Damián — respondió con la mirada fijada al frente. — No creo que sea una estupidez al momento que le sonríes como lo haces — soné más alterado de lo que pretendía.— Solo hemo