LucíaAbrí los ojos, adaptándome a las luces de los autos que estaban adelante en la carretera, me había quedado dormida de camino hacia la casa, nosé si era el vino o la follada en el baño pero me sentía cansada y adormilada.Una sección de sexo con Damián era como si te pasara un tren por encima.Acomodé mi cabello y miré a Damián de reojo que estaba contemplandome con una sonrisa en sus labios, estábamos en medio de un embotellamiento que al parecer no terminaría por ahora.— Que bueno que despertaste porque no aguantaba más tus ronquidos — se burló.— Yo no ronco — me defendí.— Claro que sí lo haces — río con todos sus dientes — y sueltas gases mientras duermes también — soltó una carcajada.— Damiáaaannn — le pegué en su hombro.Me crucé de brazos en una falsa rabieta.Sabía que bromeaba, ya lo estaba aprendiendo a conocer y este Damián juguetón y burlón me gustaba. Me gustaba verlo reír, su sonrisa hacía que sus hoyuelos se marcaran acentuando su bello rostro.Volví a centrar m
LuciaPor favor que se haya ido, por favor que se haya ido, por favor que se haya ido.¡Mierda! Bajé las escaleras con toda la paciencia del mundo, vestía el set negro que había escogido y que se ceñía a mi cuerpo con elegancia, tacones negros y maquillaje natural, llevaba mi cabello perfectamente lacio que caía en cascadas hasta mi cintura.Desde mi postura detallé la escena minuciosamente, Damián entablaba una conversación amena con su madre en el sofá mientras tomaban una taza de café y en la cocina se movía una señora de avanzada edad o por lo menos eso aparentaba, tenía el cabello blanco por las canas y en su rostro se asomaban algunos signos de vejez, debe ser alguna empleada de Damián, pensé.Mis manos temblaban levemente, no sé porque putas me sentía nerviosa o apenada, ni que estuvieran a punto de presentarme a mi suegra... bueno digamos que era mi casi suegra, pero no era para tanto mi nerviosismo.Recordé lo que estaba haciendo en la alcoba hace menos de quince minutos, ju
Damián¡Era Despampanante!Desde el día que vi a Lucía en bikini había pensado que no había mujer como ella, ninguna era poseedora de tan esbelta figura, luego cuando la vi con el vestido rojo que ceñía su cuerpo en el evento de Joseph ratifiqué mis pensamientos y así fué pasando a diario cada vez que la veía con todo lo que ella vestía, era una mujer tan bella con unas prominentes curvas que cada puto pedazo de tela que se ponía la hacia ver una diosa, pero esta vez estaba... ¡Sencillamente Despampanante!Me bajé del auto cuando la vi acercarse, llevaba un vestido de gala en una tela brillante negra, era de mangas largas con un escote de infarto, ceñido a su curvilíneo cuerpo y suelto de la cintura para abajo hasta los tobillos, tenía una abertura del lado derecho que dejaba ver su torneada pierna.Mi polla se había puesto dura de solo imaginar que colaba mi mano por ahí hasta su coño. Reprimí el impulso y las ganas de tomar sus labios cuando vi que Luciana venía con ella. Había pa
Lucía Mi corazón latía más de lo normal.Nuestras frentes sudadas seguían unidas, mi pecho subía y bajaba con irregularidad intentando normalizar la respiración, todavía tenía mis piernas abrazadas a su cintura y Damián seguía dentro de mí, trataba de normalizar su respiración igual que yo cuando nuestra unión fue interrumpida por un mínimo ruido, el rechinar de la puerta seguido por unos pasos en el lustroso piso de mármol.Fruncí el ceño y me apresuré a arreglarme.— ¿Qué pasa? — Damián se subía la cremallera.— Alguien nos vió — me limité a decir.— Todos están abajo disfrutando de la velada, no creo que nadie esté por aquí, la mansión es muy grande, eso sería imposible — me tranquilizó.O yo tenía el oído muy agudo o el sexo dejaba sordo a Damián, porque mientras yo estaba segura de lo que había escuchado, a él no parecía importarle.Terminábamos de arreglarnos, ayudé a Damián con su pajarita, organicé mi peinado, alisé mi vestido y acomodé mis aretes, agaché la vista para poder
Lucía— Llevo rato buscándolos, Adela no ha parado de preguntar por ustedes, no ha querido servir la cena hasta que su hijo no apareciera — la tal Samantha se dirigió a Damián apenas salimos del estudio.Me miró despectivamente y se envolvió en su brazo ignorando mi presencia por completo, pero yo estaba sumergida en mis pensamientos que ahora eran más confusos que antes, para fijar mi atención en ella.«En esa cabaña murió mi padre, yo lo maté» Esa frase daba vueltas en mi cabeza sin parar, ¿Como había matado a su padre?, Si es que realmente eso era cierto.Empezaba a conocer a Damián y tenía su lado bromista, pero cuando dijo que él había matado a su padre su cara no mostró ni una sola pizca de diversión, todo lo contrario, su semblante se había endurecido más, como si le costara hablar del tema; además era demasiado maduro para bromear con algo así, sin contar que la muerte de su padre todavía le dolía.Me sonrió a la distancia donde se encontraba hablando con la sanguijuela y le c
LucíaDespués de haberlo buscado por todo el apartamento lo encontré en su estudio, estaba despeinado, lucía cansado con ojeras y su cara evidenciaba la falta de sueño, aún así seguía siendo lindo, realmente Damián era un hombre muy guapo.Lo abracé con fuerza para tranquilizarlo, su cuerpo aún temblaba debido a la pesadilla que había tenido.— Estoy aquí, no iré a ningún lado — las palabras salieron de mi boca reconfortandolo.Por lo que me había contado papá, Damián había vivido cosas horribles, había sido secuestrado y torturado a parte de eso todavía se culpaba por la muerte de su padre, ahora su herida se había vuelto abrir al estar recibiendo amenazas del mismo tipo que lo había secuestrado o por lo menos era el mismo modus operandis. Era cierto, no sabía nada del tal gato negro, ni tampoco había pasado por lo que él pasó, por eso había llegado hasta allí, hasta su apartamento, para que hablaramos sobre ello o no lo sé, simplemente lo escucharía si él quería hablar; solo sé que
LucíaMiré sus ojos y vi sinceridad en ellos, Damián era un hombre directo, decía lo que sentía y lo que pensaba sin tapujos, no se iba por las ramas ni le daba vueltas a las cosas y por ser así me intimidaba tanto, al punto de no poder emitir ni una sola palabra.Con su confesión yo había quedado muda, solo lo escuché y me quedé ahí como una tonta viéndolo a los ojos.— Lo siento debo ir al baño — no encontré más nada que decir.Entré y apoyé mis manos sobre el lavabo, alcé la cara encontrándome con mi reflejo en el espejo, mi rostro se veía tal cual como me lo imaginaba; como un puto tómate, mis mejillas ardían y se teñian de un color rosado intenso casi rojo, él tenía la capacidad de hacerme sonrojar con solo mencionar mi nombre, tenía la capacidad de hacerme sentir intimidada por sus palabras, él causaba ese efecto en mí, y empezaba a temer por eso.Temía dar el siguiente paso, no quería, no podía volver a ser lastimada por un hombre. Era cierto lo que había dicho, mi cuerpo querí
Damián Bendito sea el día y la hora en que viajé a Ibiza, bendito porque ese día encontré la luz que alumbra mi oscuridad.Tuyo, Damián.Firmé la tarjeta que llevaría las flores de mi puño y letra.Hacía una semana que Lucía y yo habíamos confesado nuestros sentimientos en mi apartamento, una semana completa donde le había enviado flores, rosas rojas por supuesto; cada día un enorme ramo de flores con una tarjeta expresándole mis sentimientos.Era algo que salía con naturalidad de mí, algo que nunca había experimentado pero que con ella simplemente fluía, no sabía como se hacía, nunca había estado enamorado, era mi primera vez.No sé si era demasiado cursi, pero en mi defensa podría decir que un hombre enamorado no piensa en cursilerías.Le dí la tarjeta a Edith para que la enviara a la floristería y me dispuse a encargarme de los asuntos en la oficina, pero primero debía hacer una llamada de la cual necesitaba respuesta hoy mismo.— Una semana Harley, ya ha pasado una semana desde l