25. ¿Quien amenaza?

Damián

Bendito sea el día y la hora en que viajé a Ibiza, bendito porque ese día encontré la luz que alumbra mi oscuridad.

Tuyo, Damián.

Firmé la tarjeta que llevaría las flores de mi puño y letra.

Hacía una semana que Lucía y yo habíamos confesado nuestros sentimientos en mi apartamento, una semana completa donde le había enviado flores, rosas rojas por supuesto; cada día un enorme ramo de flores con una tarjeta expresándole mis sentimientos.

Era algo que salía con naturalidad de mí, algo que nunca había experimentado pero que con ella simplemente fluía, no sabía como se hacía, nunca había estado enamorado, era mi primera vez.

No sé si era demasiado cursi, pero en mi defensa podría decir que un hombre enamorado no piensa en cursilerías.

Le dí la tarjeta a Edith para que la enviara a la floristería y me dispuse a encargarme de los asuntos en la oficina, pero primero debía hacer una llamada de la cual necesitaba respuesta hoy mismo.

— Una semana Harley, ya ha pasado una semana desde l
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