Lucía Mi corazón latía más de lo normal.Nuestras frentes sudadas seguían unidas, mi pecho subía y bajaba con irregularidad intentando normalizar la respiración, todavía tenía mis piernas abrazadas a su cintura y Damián seguía dentro de mí, trataba de normalizar su respiración igual que yo cuando nuestra unión fue interrumpida por un mínimo ruido, el rechinar de la puerta seguido por unos pasos en el lustroso piso de mármol.Fruncí el ceño y me apresuré a arreglarme.— ¿Qué pasa? — Damián se subía la cremallera.— Alguien nos vió — me limité a decir.— Todos están abajo disfrutando de la velada, no creo que nadie esté por aquí, la mansión es muy grande, eso sería imposible — me tranquilizó.O yo tenía el oído muy agudo o el sexo dejaba sordo a Damián, porque mientras yo estaba segura de lo que había escuchado, a él no parecía importarle.Terminábamos de arreglarnos, ayudé a Damián con su pajarita, organicé mi peinado, alisé mi vestido y acomodé mis aretes, agaché la vista para poder
Lucía— Llevo rato buscándolos, Adela no ha parado de preguntar por ustedes, no ha querido servir la cena hasta que su hijo no apareciera — la tal Samantha se dirigió a Damián apenas salimos del estudio.Me miró despectivamente y se envolvió en su brazo ignorando mi presencia por completo, pero yo estaba sumergida en mis pensamientos que ahora eran más confusos que antes, para fijar mi atención en ella.«En esa cabaña murió mi padre, yo lo maté» Esa frase daba vueltas en mi cabeza sin parar, ¿Como había matado a su padre?, Si es que realmente eso era cierto.Empezaba a conocer a Damián y tenía su lado bromista, pero cuando dijo que él había matado a su padre su cara no mostró ni una sola pizca de diversión, todo lo contrario, su semblante se había endurecido más, como si le costara hablar del tema; además era demasiado maduro para bromear con algo así, sin contar que la muerte de su padre todavía le dolía.Me sonrió a la distancia donde se encontraba hablando con la sanguijuela y le c
LucíaDespués de haberlo buscado por todo el apartamento lo encontré en su estudio, estaba despeinado, lucía cansado con ojeras y su cara evidenciaba la falta de sueño, aún así seguía siendo lindo, realmente Damián era un hombre muy guapo.Lo abracé con fuerza para tranquilizarlo, su cuerpo aún temblaba debido a la pesadilla que había tenido.— Estoy aquí, no iré a ningún lado — las palabras salieron de mi boca reconfortandolo.Por lo que me había contado papá, Damián había vivido cosas horribles, había sido secuestrado y torturado a parte de eso todavía se culpaba por la muerte de su padre, ahora su herida se había vuelto abrir al estar recibiendo amenazas del mismo tipo que lo había secuestrado o por lo menos era el mismo modus operandis. Era cierto, no sabía nada del tal gato negro, ni tampoco había pasado por lo que él pasó, por eso había llegado hasta allí, hasta su apartamento, para que hablaramos sobre ello o no lo sé, simplemente lo escucharía si él quería hablar; solo sé que
LucíaMiré sus ojos y vi sinceridad en ellos, Damián era un hombre directo, decía lo que sentía y lo que pensaba sin tapujos, no se iba por las ramas ni le daba vueltas a las cosas y por ser así me intimidaba tanto, al punto de no poder emitir ni una sola palabra.Con su confesión yo había quedado muda, solo lo escuché y me quedé ahí como una tonta viéndolo a los ojos.— Lo siento debo ir al baño — no encontré más nada que decir.Entré y apoyé mis manos sobre el lavabo, alcé la cara encontrándome con mi reflejo en el espejo, mi rostro se veía tal cual como me lo imaginaba; como un puto tómate, mis mejillas ardían y se teñian de un color rosado intenso casi rojo, él tenía la capacidad de hacerme sonrojar con solo mencionar mi nombre, tenía la capacidad de hacerme sentir intimidada por sus palabras, él causaba ese efecto en mí, y empezaba a temer por eso.Temía dar el siguiente paso, no quería, no podía volver a ser lastimada por un hombre. Era cierto lo que había dicho, mi cuerpo querí
Damián Bendito sea el día y la hora en que viajé a Ibiza, bendito porque ese día encontré la luz que alumbra mi oscuridad.Tuyo, Damián.Firmé la tarjeta que llevaría las flores de mi puño y letra.Hacía una semana que Lucía y yo habíamos confesado nuestros sentimientos en mi apartamento, una semana completa donde le había enviado flores, rosas rojas por supuesto; cada día un enorme ramo de flores con una tarjeta expresándole mis sentimientos.Era algo que salía con naturalidad de mí, algo que nunca había experimentado pero que con ella simplemente fluía, no sabía como se hacía, nunca había estado enamorado, era mi primera vez.No sé si era demasiado cursi, pero en mi defensa podría decir que un hombre enamorado no piensa en cursilerías.Le dí la tarjeta a Edith para que la enviara a la floristería y me dispuse a encargarme de los asuntos en la oficina, pero primero debía hacer una llamada de la cual necesitaba respuesta hoy mismo.— Una semana Harley, ya ha pasado una semana desde l
MARATÓN 1/5Lucía Después de haber atendido la llamada, Damián había cambiado de semblante; su cara demostraba que lo que había escuchado a través del celular era de no creer, como si lo que le dijeron hubiera sido inesperado para él.Estaba anonadado.Su secretaria salió de la oficina después que este le diera la orden, dejándonos solos con la sanguijuela.¿Y ahora esta que quería? No soportaba siquiera verla a un metro de distancia de Damián, no me gustaba la forma como lo miraba, ¿Es que acaso él no se daba cuenta? — Hola Lucía — reparó en mi escote.— Hola Sabrina — dije lo más amable que pude, pero fué en vano.— Me llamo Samantha — me miró despectivamente y reparo esta vez en mi cuello.— ¡Ay qué pena discúlpame, soy muy mala para aprenderme nombres! — dije en una falsa disculpa.Por supuesto que sabía que se llamaba Samantha tanto como sabía que deseaba que Damián se la follara ahora mismo sobre su escritorio, su cara gritaba "follame".— No le des importancia, ya te lo apren
MARATÓN 2/5DamiánMiraba en la carta los platos que ofrecía el restaurante sin poder decidirme qué pedir, la cerré y se la entregué al mesero. — Para mí lo mismo que pidió la señorita.El encargado asintió y se retiró.— A qué se debe tanta indecisión — Lucía arrugó el entrecejo — escogiste sin saber si te gustará, ni siquiera sabes qué plato pedí.— Por supuesto que sí sé, de ti lo sé todo y me interesa todo señorita Abbey — me miró incrédula — merluza con patatas fritas, incluiste una ensalada ligera, además pediste vino blanco para acompañar las comidas y por último un red velvet como postre — añadí.Me miró sorprendida.— Te noto tan sumergido en tus pensamientos que no creí que...— Ya te lo dije, de ti me interesa todo — sonreí para tranquilizarla.Lucía tenía razón, desde que recibí la llamada de Harley mis pensamientos giraban entorno a eso, a quien estaba detrás de las amenazas de mi madre, con la información dada, gato negro quedaba descartado de toda culpabilidad, la inve
MARATÓN 3/5Damián Lucía era hermosísima, nunca antes había visto una mujer como ella, con una esbelta figura y una elegancia natural, cada gesto de ella, cada mínima cosa que hacía, algo tan simple como acomodar su cabello era para mí la acción más angelical y tierna que mis ojos podían ver, pero lo más atractivo de ella eran sus azules, sus hermosos ojos, recordé la primera vez que la ví en Ibiza, Holly le sacaba fotos mientras ella posaba para la cámara, en ese preciso instante me perdí en ellos, luego vi su cuerpo y terminó de matarme su físico, pero ahora era diferente, ahora que la conocía me gustaba su manera de expresarse, su forma de ver la vida distinta a los demás, sus pensamientos profundos, nunca una conversación con ella fué aburrida, era amable, era cariñosa, era sensible, era tierna, era ella.¿Que había hecho yo para merecerla?, No sabía por qué el destino me había premiado con ella, pero era lo mejor que había llegado a mi vida y no tenía el más mínimo interés de de