JAZMÍN—Hum—lo empujé—, estás siendo demasiado meloso, quítate—le presioné la cara con mi mano.Se echó a reír con ganas.—Oye, déjame amarte—me meció—, ¿Por qué no me dejas hacerlo? —Ha este punto quizá los dos ya estábamos borrachos.—Los sentimientos son muy volátiles—contesté, aferrándome aún más, sentía que se tambaleaba—. Hoy puedes amarme y mañana odiarme.De nuevo se echó a reír, se tambaleó hacia atrás y caímos sobre el sofá, aunque yo encima de él.—Hay, bruto.Se seguía riendo y yo no sabía por qué.—¿Eso es a lo que le tienes miedo? ¿a qué te odie?—¿Te burlas de mí?Suspiró fuertemente, haciéndome subir por su pecho.—Si, en parte sí.Tomé un cojín y lo golpeé.Me tomó de la cintura para alejarme de él, sentándome a horcajadas.—Estoy tan hechizado por ti—tomó una de mis manos y la llevó a su boca—, tan ciego por ti que jamás en mi remota existencia, contemplaría si quiera el simple pensamiento de odiarte.—Son palabras—le arrebaté mi mano.—Que se vuelven hechos cada día
JAZMÍNGabriel olvidó su camisa, la lavé e hice que fuese parte de mi ropa de hoy.Hacía calor, así que opté por un vestido, pero también no quería mostrar mucha piel, aún tenía las marcas de la noche anterior.Hice un poco de estiramientos para mis pobres músculos.Guardé la pintura de Pancho en mi bolso, iba a cambiársela; presiento que Pancho debió haber sido un perrito muy bonito, pero definitivamente esta pintura no le hacía el debido respeto.—Es un insulto para mis ojos.Ya eran las dos de la tarde, me preparé para salir.Me puse la camisa de Gabriel y la anudé en mi cintura, arremangué las mangas.De cierta manera, sentí algo extraño antes de cerrar la puerta de mi departamento, le eché una hojeada… cerré ventanas, la estufa está apagada, no hay nada de comida fuera… ¿qué es esta sensación?Cerré bien.Caminé despacio pensando en qué olvidaba, pero repasé todo mental y nada era… ¿qué es esto?Cuando bajé hacia mi auto y quité la alarma, escuché un ligero maullido.—¿Eh?Un gat
GABRIELNo puedo dejar de pensar en lo que pasó anoche.Me desnudé impaciente.Le quité el vestido de un tirón.Luego de eso, no podía arriesgarme a que algún mirón la viera por entre la ventana del balcón.La cargué enredado sus piernas en mi cadera, trastabillé hasta su habitación, mientras ella buscaba mis labios.Antes de lanzarnos a la cama le quité el sostén.—Gabriel—jadeó en mi boca.La acosté.—Lo que pasó antes—jadee—, esto… dolerá un poco.Asintió.—Sí, lo sé.—¿Estás segura?—Si.Bajé a besos su cuerpo, deteniéndome en sus pechos, estimulándolos. Ella se removía y no titubeó para gemir, se llevaba una mano a la boca y mordía sus dedos.—No te contengas.Ahora, besé sus costillas, su estómago, mordisqueé la orilla de su ombligo, apretó las piernas debajo de mí. Enganché mis dedos en sus braguitas y la despojé de estas.Era divina, una diosa postrada en la cama, enrojecida por mis besos, mis dientes, mis dedos.—Jaz—jadee su nombre.Embriagado de ella, bajé para probar sus d
GABRIELPUERTO DE VERACRUZ, CINCO AÑOS DESPUÉSHay un mito sobre las sirenas y los marineros.Muchos tenían curiosidad por saber cómo sería una sirena, decían que con su gran belleza y su canto hechizaban a cualquiera.Algunos se embarcaban en busca de estos seres divinos,Pero muchos otros les temían.Decían que se llevaban a los humanos, haciéndolos sufrir grandes torturas, enloqueciéndolos, llevándolos hasta las profundidades de abismo para ser comidos, un hombre era más propenso a ser tomado por una hermosa sirena para hacerlo sufrir una hermosa tortura y una muerte terrible.La esperé.Todos los días iba a su edificio, preguntándole a Javier (el guardia), si había alguna noticia.Ninguna.Todos los días preparaba ere té oriental con dos de miel con la trémula esperanza de que ella llegase.No lo hizo.Fui a la playa.Repasé cada lugar que visitamos.Así pasaron dos años.Dejé todo como estaba con la última esperanza de que no encontrase nada diferente cuando llegara.Pero el tiem
VERACRUZ 1942JENNIE A inicios de verano hay una fiesta celebrada en el puerto. Muchos jóvenes asisten a ella con la determinación de conocer a su futuro … infelices para siempre.Ah, ¿Por qué tenemos que soportar esto?Las mujeres aquí parece que solo tenemos cuatro etapas en el desarrollo: nacemos, nos preparamos para el matrimonio, sucede y mueres.Crecí en una buyuhan gajog o como se dice por aquí, familia acomodada, descendientes de migrantes asiáticos, cuyos primeros ancestros datan de 1810, más o menos.La verdad es que no me interesa tanto la historia familiar y tampoco mi ardua instrucción por demanda nupcial, qué pésimo.—Jennie, ven aquí—me llamó mi hermana mayor—¿Por qué no te has vestido?—No quiero ir—gruñí, arrastrándome debajo de mi cama.—Por dios, Jen—entró de lleno a mi habitación y tiró de mi pie arrastrándome por la alfombra—, deja ese viejo diario y vístete porque debemos irnos.—No quiero ir a pasearme como una res en venta.—¿Ese vocabulario tuyo nunca va a me
JENNIEAsí que era él.—Señor Kim, le presento a mi hijo, Víctor Gabriel Salazar de la Rosa, teniente de corveta y futuro alférez.Apenas pude observarlo, mi padre me miró inquisidor, así que no tuve más remedio que hacer la ceremonia. Me incliné ante ellos, arrodillándome al suelo, mi madre y mis hermanas a mi lado hicieron la reverencia.—Es un honor conocer a mi honorable prometido—posé mi cabeza sobre mis manos. Sentí mi estómago hervir y de pronto unas náuseas terribles, ¿Cómo puede ser que un gesto tan complejo como mi reverencia me llevé a la esclavitud eterna? Y no solo con este tipo tan desagradable, sino que con un hombre mentiroso.—Oh, por favor, levántense—exclamó el alférez, lo escuché sorprendido.Pero mi padre intervino.—Es una tradición, dar la bienvenida a la familia del novio—probablemente haya hecho su reverencia de aceptación—, por favor, pasemos al comedor.No levanté la cabeza hasta que escuché los pasos alejarse.—Levántense, niñas—indicó mi madre—¿Cómo es qu
JENNIE —Según dicen, el ave de paraíso, es una flor tropical traída desde Sudamérica, su nombre real es Strelizia reginae y simboliza la libertad y la alegría—me sorprendió que una de las chicas hablara sobre las flores—, lo leí en una revista—ah, era eso.Observé aquella flor, yo no le veía nada de hermosa, admito que sus colores eran llamativos, el naranja y el azul profundo, si observaba a detalle, en realidad si tenía un poco de forma a un ave.Pero no es mi tipo de flor.Las amigas de Shinae tiraban de mi popular hermana, parloteando sobre las flores, lo bonito y cuidado que estaban los jardines de Club Paraíso.Por mi parte siempre preferí las flores aromáticas, como el jazmín, por eso tengo una maceta en mi habitación.Una de las amigas de mi hermana había venido también con su hermana, ella miraba hacia todos lados, sorprendida, ¿tal vez es su primera vez aquí?Shinae se acercó a mí.—¿Por qué no hablas con ella?, es su primer día aquí, quizá le sorprenda vernos a todas en tr
VÍCTOR4 meses antes. Arrojé las flores al hoyo.Tres metros de profundidad dividían el mundo, la muerte y la vida.Los cánticos resonaron y algunas mujeres lloraban profundamente, lamentándose.Apreté los puños, esas mujeres comieron de la palma de su mano y en su lecho de muerte ninguna estuvo ahí con ella.Lloraban de amargura y culpa.Mi madre.Pensé que mi madre ayudaba a estas mujeres por caridad, quienes pretendía ser buenas con ella, pero pelaban los dientes por la espalda.Solamente al crecer me di cuenta de quienes en realidad eran.Las tres amantes de mi padre, a quienes mi madre conocía perfectamente, ella las había buscado, fue ella quien hizo de lado su orgullo femenino para hacer que mi padre tuviera lo que quisiera.¿A cambio de qué?—Ahora no tienes nada—mascullé cuando el féretro fue cubierto de tierra.Aunque quizá, la única satisfacción que mi madre tuvo es que soy el único hijo reconocido por mi padre.Esas tres mujeres tienen hijos, hijos que son de mi padre, pe