JAZMÍNCINCO AÑOS ATRAS—Yang Ji—me sentí inquieta—, déjame por lo menos despedirme—le rogué.Muy tarde descubrí que mi hermano ya tenía todo planeado, los vuelos, la mudanza, incluso la universidad.—¿Despedirte? —pareció confuso—, pero si me dijiste que no tenías amigos, que todo era monótono.—Pero… tengo un amigo…—Ya, ya, podrás comunicarte con él, el secretario de papá estará aquí pronto, vámonos.—Déjame ir a un lugar, por favor.—Bien, bien, vamos.Conduje con prisa y nerviosismo hacia la cafetería.Ya no estaba.Estaban otras personas en turno, ni siquiera su amigo Fer estaba.—Vine a este lugar por la mañana, muy agradable… por cierto, me atendió un chico… ah, fue el que te dije, estaba muy bonito, brusco y erizado, así como un gato salvaje.—Hum—decaída volví a subir al auto.—Bien, Jaz, ahora vámonos.—Mis cosas…—Te compraré nuevas cosas, vamos al aeropuerto—Tengo que ir a mi departamento, necesito ir.—Está bien, pero que sea rápido.No tenía mucho tiempo, seguramente e
JAZMÍNEse día salí con la abuela al jardín delantero, donde estaba la fuente y los jazmines.—Sírveme, ándale—me tendió los dos vasitos—miré hacia atrás, a ver si mis padres no nos veían, le serví—, entonces, cuéntame ¿Cuál es la historia?Me lo pensé un poco, ¿por dónde empezar?Me bebí de un trago mi tequila.—Huy, ¿tan fuerte es?—Abue… ¿recuerdas a Jennie?Mi abuela se quedó pasmada.—¿Qué? ¿Por qué mencionas…?—Hace cinco años…Le conté todo, le conté sobre Jennie y Víctor, le conté sobre Gabriel y de mí.Mi abuela sabía que me parecía a su hermana, pero que recordase lo vivido la hizo que llorara mucho.Me aferré a ella y le dije que recordaba a esa niña pequeña que se colgaba de ella.—Sabía que te parecías a mi Jennie, cada vez que te veía… cuando cumpliste diecisiete años quería verte en cada momento.Asentí.—Lo sé—Jennie murió a esa edad—, quién iba a pensar que después lo encontraría a él.Mi abuela terminó de enjugarse las lágrimas.—Supongo que las almas de ambos eran t
gabrielMe tambalee en el baño.Estoy demasiado borracho.Me eché agua en la cara.Dios, dame fuerza, dame la fuerza suficiente para no cometer una tontería y correr hacia ella.Casi todo me daba vueltas, sentía mi rostro entumecido.Cuando salí, Fer seguía rodeado de esos veteranos.—Ah, Gabriel, ven aquí—el señor Calderón me pasó un brazo por los hombros—, quiero que conozcan a un gran amigo mío que recién llegó de Corea—me acercó al grupo—. Te presento a Sebastián Kim, dueño de las petroleras Industrias Kim—un hombre larguirucho y blanco me tendió su mano.—Un placer conocerlo—hasta su mano era huesuda—, he leído y escuchado mucho sobre usted—era amable, no se le veía borracho como el resto de nosotros.
JAZMÍNDespués de eso la abuela azotó mi puerta al salir.Le he dado tantas vueltas a todo esto, pero tiene razón, no puedo quedarme solo así, al menos debo darle una explicación.Me convencí de que eso era lo mejor.Preparé mis cosas para partir al día siguiente, ensayé mentalmente cada una de mis oraciones.Me marché de casa a primera hora.Busqué el edificio de la empresa y espié hasta que abrieran.Eran las ocho de la mañana cuando bajé de mi auto y caminé nerviosa hacia el edificio.Pasando por un filtro de seguridad y que me diesen un pase de visitante, pedí información para el piso del “Señor Morales”El señor Morales, Gabriel Morales.¿Cómo puede ser que apenas me enterase de su apellido?—¿En qué puedo ayudarle? —me preguntó la secretaria de presidencia. Era ya una mujer entrada en los cincuentas.—Me gustaría hablar con el señor Gabriel Morales—dije sin titubear.—¿Cuál es su nombre?—Soy Jazmín Kim.La secretaria esbozó una sonrisa paciente, ante mi tono un poco altivo, no
GABRIELLlené los papeles para la salida de Jazmín.Luego salí de ese lugar.Mi corazón me decía que debía quedarme a su lado, no podía irme, así como así.Pero si me quedaba, si la miraba más tiempo; si me acercaba, si la escuchaba… no podría detenerme.Casi pierdo los estribos cuando la vi llorando.¿Una diosa podía llorar?Una diosa que se había doblegado, humilde ¿por qué?¿Por qué tenía que llegar? ¿Por qué tenía que decirme todo esto estando a pocos días de mi boda?Fui a París, había dicho.Se había ido en contra de su voluntad junto a su hermano ¿Quién los perseguía?¿Estuvo huyendo? ¿De quién? ¿Cómo su padre pudo haberlo permitido?¡Ni siquiera le di la oportunidad de explicarse correctamente!Pero… ¿Qué cambiará ahora eso?Ella tiene su vida.¿Cómo informarle al señor Kim sobre el estado de su hija? Ella estaba en mi oficina, es mi responsabilidad….Apagué el motor y llamé a Carmencita.—¿Si, señor?—Llama a la secretaria del señor Kim e infórmale sobre su hija.—Ya lo hice,
GABRIELHan pasado dos días desde que dejé a Jazmín en el hospital, apenas y he tenido tiempo para preocuparme por más problemas.Tenía que solucionar unos asuntos de la empresa, ni siquiera había podido hablar con Fer, de no ser porque nos llegó una solicitud para reunirnos con el CEO de Industrias Kim, el señor Sebastián Kim.Fer llegó a mi oficina agitando el documento de aviso de reunión, estaba eufórico.—¿Es lo que creo que es?—Parece que sí—contesté con la mirada pegada en mi pantalla.—¿Sabes lo que significaría esto? —no me dejó contestarle—la cúspide de nuestra carrera, es el salto a la fama más grande que nadie y apenas tenemos tres años.—Tómalo con calma.—¿Con calma? ni de broma tomaré esto con calma, compraré ese yate, subiré a una veintena de mujeres desnudas, champagne por todos lados, brownies espaciales bañados en láminas de oro, el mejor puto día de mi vida. Por eso es bueno ser rico, que bueno que no llegamos a nuestro plan B.—En primera, ¿piensas que dejaré que
JAZMÍNEso fue todo.Lo vi marcharse, aun cuando al tocarme me alivió el corazón.Entiendo que es un hombre de palabra y ahora lo estoy poniendo en una dualidad muy difícil.Quizá, en el fondo, esperaba que dijera “Ahora mismo termino con mi matrimonio”, pero es una idea muy egoísta.Él siguió con su vida y a mi me toca sufrir.Han pasado dos días desde que salí del hospital, pero han pasado muchas cosas.Papá salió con mamá para arreglar un “asunto de papeles”, aunque regresaron muy contentos.Mi abuela estuvo consolándome, dejamos de lado el alcohol, sobre todo porque estos dos días ha estado lloviendo, así que solo nos sentamos frente al televisor bebiendo chocolate caliente.El día uno llegó mi hermano de sorpresa, lleno de regalos y los brazos abiertos, lo golpee.—¿Por qué me pegas, loca?—Es tu culpa, todo es tu culpa—procedí a encerrarme en la habitación.Quizá la abuela le contó lo sucedido, además de que él sabía parte de mi historia con Gabriel. Estuvo bastante arrepentido.
JAZMÍN—No me sorprende que sea usted la señorita que he estado buscando—me dijo él con ese aire coqueto—. Pensaba esperarla en el restaurante, pero ha sido bastante grato encontrarla… aquí.Sus ojos se pasearon por mi rostro y luego bajó sin descaro hacia mi escote.—No lo esperaba—intenté no sonreír forzada—, claro está.Sonrió anchamente.—¿Le gustaría ir al restaurante o prefiere una copa?—Una copa basta—contesté.Él me guio hacia el bar.—Entiendo que esta sea una situación un poco incómoda para usted señorita Kim; esto de que nuestros padres arreglen matrimonios para nosotros es del siglo pasado.Vaya, directo al grano.—Coincido.—Pero aun así son ¿C&