GABRIELLlené los papeles para la salida de Jazmín.Luego salí de ese lugar.Mi corazón me decía que debía quedarme a su lado, no podía irme, así como así.Pero si me quedaba, si la miraba más tiempo; si me acercaba, si la escuchaba… no podría detenerme.Casi pierdo los estribos cuando la vi llorando.¿Una diosa podía llorar?Una diosa que se había doblegado, humilde ¿por qué?¿Por qué tenía que llegar? ¿Por qué tenía que decirme todo esto estando a pocos días de mi boda?Fui a París, había dicho.Se había ido en contra de su voluntad junto a su hermano ¿Quién los perseguía?¿Estuvo huyendo? ¿De quién? ¿Cómo su padre pudo haberlo permitido?¡Ni siquiera le di la oportunidad de explicarse correctamente!Pero… ¿Qué cambiará ahora eso?Ella tiene su vida.¿Cómo informarle al señor Kim sobre el estado de su hija? Ella estaba en mi oficina, es mi responsabilidad….Apagué el motor y llamé a Carmencita.—¿Si, señor?—Llama a la secretaria del señor Kim e infórmale sobre su hija.—Ya lo hice,
GABRIELHan pasado dos días desde que dejé a Jazmín en el hospital, apenas y he tenido tiempo para preocuparme por más problemas.Tenía que solucionar unos asuntos de la empresa, ni siquiera había podido hablar con Fer, de no ser porque nos llegó una solicitud para reunirnos con el CEO de Industrias Kim, el señor Sebastián Kim.Fer llegó a mi oficina agitando el documento de aviso de reunión, estaba eufórico.—¿Es lo que creo que es?—Parece que sí—contesté con la mirada pegada en mi pantalla.—¿Sabes lo que significaría esto? —no me dejó contestarle—la cúspide de nuestra carrera, es el salto a la fama más grande que nadie y apenas tenemos tres años.—Tómalo con calma.—¿Con calma? ni de broma tomaré esto con calma, compraré ese yate, subiré a una veintena de mujeres desnudas, champagne por todos lados, brownies espaciales bañados en láminas de oro, el mejor puto día de mi vida. Por eso es bueno ser rico, que bueno que no llegamos a nuestro plan B.—En primera, ¿piensas que dejaré que
JAZMÍNEso fue todo.Lo vi marcharse, aun cuando al tocarme me alivió el corazón.Entiendo que es un hombre de palabra y ahora lo estoy poniendo en una dualidad muy difícil.Quizá, en el fondo, esperaba que dijera “Ahora mismo termino con mi matrimonio”, pero es una idea muy egoísta.Él siguió con su vida y a mi me toca sufrir.Han pasado dos días desde que salí del hospital, pero han pasado muchas cosas.Papá salió con mamá para arreglar un “asunto de papeles”, aunque regresaron muy contentos.Mi abuela estuvo consolándome, dejamos de lado el alcohol, sobre todo porque estos dos días ha estado lloviendo, así que solo nos sentamos frente al televisor bebiendo chocolate caliente.El día uno llegó mi hermano de sorpresa, lleno de regalos y los brazos abiertos, lo golpee.—¿Por qué me pegas, loca?—Es tu culpa, todo es tu culpa—procedí a encerrarme en la habitación.Quizá la abuela le contó lo sucedido, además de que él sabía parte de mi historia con Gabriel. Estuvo bastante arrepentido.
JAZMÍN—No me sorprende que sea usted la señorita que he estado buscando—me dijo él con ese aire coqueto—. Pensaba esperarla en el restaurante, pero ha sido bastante grato encontrarla… aquí.Sus ojos se pasearon por mi rostro y luego bajó sin descaro hacia mi escote.—No lo esperaba—intenté no sonreír forzada—, claro está.Sonrió anchamente.—¿Le gustaría ir al restaurante o prefiere una copa?—Una copa basta—contesté.Él me guio hacia el bar.—Entiendo que esta sea una situación un poco incómoda para usted señorita Kim; esto de que nuestros padres arreglen matrimonios para nosotros es del siglo pasado.Vaya, directo al grano.—Coincido.—Pero aun así son ¿C&
JAZMÍNChocamos contra mi auto, mientras nuestras bocas se devoraban.Mi cuerpo ardiendo bajo sus brazos. Arañó y chupó mis labios, su lengua…Me aferré tan fuerte a él, que no nos importó empaparnos, apenas nos separamos un poco cuando perdía el aliento.—No quiero ir a casa—jadee en su boca.Se separó un poco, apenas y pudimos mirarnos.—¿Quieres ir a mi departamento?—Sí—no perdí tiempo.A las apuradas busqué mis llaves y se las di, me metió a mi auto y rodeó para subirse de copiloto.No perdí la sensación de sus labios sobre los míos, aun pareciera que los sentía sobre mí.Estábamos en silencio, apenas y compartiendo una ligera sonrisa nerviosa, tiritante por el frio de nuestros cuerpos ante la lluvia.El tiempo fue demasiado corto, en cada semáforo que nos deteníamos me tomaba de la mano para besarme los nudillos.Mi corazón se aceleraba cada vez que sentía que disminuía la velocidad, hasta que llegamos a un edificio enorme, elegante y minimalista, oscuro y con detalles de luce
JAZMÍNEstaba sorprendida ante sus palabras, pero emocionada a la vez.Ante aquella nalgada no hice más que obedecer a tales palabras bruscas.Sentí entonces sus labios sobre mis muslos, mi corazón se aceleraba ante aquella caricia escandalosa.Mi cuerpo se había encendido como una llamarada.Han pasado tantos años desde su última caricia…Sus labios subieron hacia el borde de mis bragas, bajándolas con lentitud. Besaba cada parte de mi piel, aferré las sabanas.—Gabriel—jadee.Mi cuerpo caliente, fui consciente de la humedad entre mis piernas hasta que Gabriel beso mis labios internos. Me estremecí al sentir sus dientes en mi carne delicada.No pude mantener mis caderas quietas, estaba volviéndome loca.—¡Ya, ya, por favor!Acarició el largo de mis piernas, dando unos últimos besos antes de girarme despacio.Me miró embelesado.—Eres lo más hermoso que he visto en mi vida.Respiré con dificultad.—Dime algo—jadee aun retorciéndome—, que no me hayas dicho.Se rio.—Que te quiero—se in
GABRIELTomé a Gabo entre mis manos y lancé un grito de júbilo.—Al fin mano, por fin tu mami estará con nosotros.Gabo me clavó las garras en mis brazos.—¡Hay, cabrón!Salió de mis manos y se fue a perseguir su bola de cascabel.Hum, tiene razón.—Debo terminar con Berenice de una buena vez por todas.Fui por mi celular y lo encendí.En las notificaciones tenía cuarenta llamadas perdidas y ciento veinte mensajes.Na, luego la llamaría.Llamé a Fer.—¿Qué quieres?—Huy, que mal genio.—¿Por qué me despertaste tan temprano?—¿Cuál temprano? son las diez y es sábado tenemos que ir a trabajar.—Déjame, estoy molido.—¿Pasaste una buena noche? ¿a quién llamaste esta vez? —Silencio—¿Fer?—Con… otra persona.—Entonces no perdiste el tiempo…—Como sea—habló rápidamente—¿Tu qué tal? ¿qué pasó con la Gacela?—¿Por qué no subes? te invito un café o mezcal, para que despiertes bien.—Te acepto el mezcal, pero subiré después, luego subo.Lo dejé, se escuchaba algo trasnochado.Luego de cortar la
JAZMÍN—Estás diciéndome que tú y… el amigo de Gabriel—Si—pareció brillar—, hay fue tan lindo, como hacerlo con un virgen.Abrí la boca.—Ah, no quiero escuchar los detalles.—Hay no empieces, es obvio que me acuesto con hombres—habló bajito—, pero nunca uno como él, nadie me había ultrajado tan duro como él.—¡La, la, la, la! no escuché nada.—No seas infantil—bebió su café, a este punto se había arreglado un poco en el auto.—Pero ¿Cómo lo conociste?—¿Recuerdas el chico del que te hable hace cinco años?—Me hablaste de muchos.—No, no, pero de este, el de la cafetería, ah pues resultó ser ahora todo un hombre, hum—se lo saboreó—. Dio la casualidad de que anoche nos encontramos y bueno… solté la lengua de dónde estabas, tu amado salió corriendo como todo un héroe sin capa y bueno, nos dejó solos—picó un poco de su comida—. Le acaricié la pierna, tembló como una hoja, unas copitas de más y bueno ¿Qué te puedo decir? —se acercó a mí para susurrarme, pegué el oído—¡Me trató como una p