Ella traga saliva, sintiendo que la temperatura de la habitación subía de repente.—Eso no tiene nada que ver con esto.Pero Imran no parecía dispuesto a dejar el tema.—No te creo —murmura, con la voz más baja y peligrosa—. Siempre me esquivas, siempre te niegas a sentir lo que hay entre nosotros. Me doy cuenta de como me miras.Jazmín sintió que su corazón latía con fuerza en su pecho mientras sus mejillas se tornan rojas.—No hay nada entre nosotros.—¿De verdad? —pregunta él, inclinándose hacia ella.Antes de que pudiera reaccionar, Imran la toma por los hombros y la empuja suavemente hacia la cama. Jazmín cae sobre el colchón con un jadeo, como una pluma y él se inclina sobre ella, atrapándola entre sus brazos.—Imran, esto está mal… maldita sea—susurra, con la voz temblorosa.Pero él no pareció escucharla.—Oh...esa boquita ¿desde cuándo aprendiste a maldecir, pequeña traviesa?—Desde que quieres joderme a tu maldito antojo.—Solo dime que no sientes nada cuando estoy cerca de t
El sol aún no ha salido del todo cuando Imran se levanta con un leve dolor de cabeza y un hambre del mismísimo demonio.No es una resaca fuerte, pero sí suficiente para recordarle que anoche bebió más de la cuenta. Se ducha rápidamente y se viste con su traje de siempre, aunque su mente está en otra parte.La conversación con Hana sigue repitiéndose en su cabeza."Quiero que elijas a Jazmín como segunda esposa."Esas palabras no dejan de resonar, y por más que intenta analizarlas, no encuentra una explicación lógica. Hana nunca ha sido de las que comparten, y sin embargo, ahí estaba, ofreciéndole a Jazmín como si fuera un trato de negocios. Ese hecho le molesta muchísimo. El quería trasquilar y salió trasquilado.En el trabajo, su amigo y colega, Thabo, lo espera en la oficina con una taza de café en la mano.—Te ves como el infierno —comenta Thabo con una sonrisa burlona—. Déjame adivinar, otra pelea con Hana.Imran suelta un resoplido y deja caer su portafolio sobre el escritorio.—
Imran salió del trabajo, y condujo hasta su mansion.Cuando llega se quita el saco con un movimiento brusco y lo arroja sobre una silla cercana. El enojo y la duda seguía ardiendo en su interior, un fuego que ni el aire frío de la noche había logrado apaciguar.Respira hondo, tratando de calmarse. Necesitaba respuestas.Camina por el amplio vestíbulo con pasos pesados hasta encontrar a la ama de llaves en la cocina.—¿Dónde está mi esposa? —pregunta con voz cortante.La mujer, una señora de mediana edad con un rostro afable, lo mira con cierta vacilación antes de responder:—La señora Hana salió hace una hora...desde que usted salió.Imran sintió que la sangre le hervía.—¿Con quién?—Con el chófer, señor. Salieron juntos. Llevarían primero a la señora Jazmín a su trabajo.Imran entrecierra los ojos.—¿Dijo adónde iba después?—No, señor, pero mencionó que tenía una cita importante.Los músculos de su mandíbula se tensaron. ¿Otra vez mintiendo?Sacó el teléfono de su bolsillo y marcó
¿Qué había dicho?Hana sonríe, pero sus ojos estaban fríos.—Tú no me estás siguiendo porque creas que soy infiel. Me sigues porque no puedes soportar la culpa de lo que hiciste con Jazmín. Quieres una excusa justificable. Pero ya te dije que la tomes como tu segunda esposa."Hija de la gran manzana"—piensa Imran.Imran sintió que su estómago se retorcía.—No hables de lo que no entiendes.—Lo entiendo perfectamente. Te estás enamorando de ella y piensas que todo el mundo es como tú. No te engaño ni te engañaría y menos con Tadeo, de por Dios.Él cierra los ojos un instante, sintiendo que el aire se vuelve pesado.—No hables estupideces. Tengo todas las pruebas.—Entonces mírame a los ojos y dime que no la deseas en este momento. Dime qué nunca la has deseado.🍃🍃🍃🍃Silencio.Uno tan denso que podía cortarse con un cuchillo.Los labios de Imran se apretaron en una línea tensa.No podía decirlo. Porque sería mentira.Hana sonríe con burla.—Exactamente lo que pensé.Él golpea la pare
Imran hizo con Jazmín lo que quiso. Y ella no pudo resistirse ante el fuego que ese hombre despertó en ella.Las cosas no pasaron a mayores, el simplemente se mästurbö mientras comió de la suavidad de Jazmín.Cuando estuvieron satisfechos él se levanta como puede, busca una toalla húmeda, limpia a Jazmín quien permanece avergonzada con una almohada en la cabeza.—¿Te gustó?—Piérdete.—Auch, eso me dolió. ¿Me usas, disfrutas y me desechas?—Déjame en paz. Yo no te pedí que hicieras algo como esto.—Lo sé, yo quise hacerlo—la termina de limpiar y la cubre con la sábana, tira la toalla en una silla y se acomoda a su lado.—¿Aun no te vas?—No quiero dormir con Hana. Y esta lloviendo, tengo frío.—Ella es tu esposa, no yo. Tu lo que estás es bien tomado y a penas pasa del medio día.Imran no podía dejar de pensar en las palabras de Hana, que se repetían en su mente como un eco constante. Todo estaba siendo más confuso que nunca, y la tormenta de emociones lo arrastraba.Cuando Jazmín lo
El tiempo pasaba lentamente, y ya solo faltan dos meses para que Hana de a luz. Los dolores en su cabeza aumentan cada día más pero ella trata de soportarlo.La mansión permanece en una quietud engañosa a la hora de la cena. Las luces suaves iluminan las paredes impecables y los pasos de la ama de llaves resuenan desde la cocina. Hana, a pesar de su avanzado embarazo y el cáncer que se expande cada día, insiste en ayudar a preparar la comida. Su rostro luce cansado, pero su sonrisa es una máscara perfectamente colocada.Jazmín cruza la sala con una planta en una maceta en las manos, sale al jardin para buscarle puesto porque se estaba marchitando dentro de la casa . Siente la mirada de Hana sobre ella al pasar de regreso y subir a su habitación, esa mirada que nunca logra descifrar del todo.Imran, por su parte, no ha llegado aún, atrapado en una reunión que, según le dijo, es "imposible de posponer". La tensión entre los tres sigue latente, aunque las apariencias se han vuelto una co
El tiempo en la sala de espera parece estirarse aún más mientras Jazmín observa la puerta cerrada. El doctor recomendó una cesárea de emergencia e Imran tuvo que firmar una loma de papeles.El miedo es inevitable, cargado de un aire tenso que la rodea. Jazmín se siente ajena a todo lo que ocurre a su alrededor, perdida en sus propios pensamientos, pero su mente regresa una y otra vez a la misma idea: ¿Qué sucederá ahora con Hana? La fragilidad de la situación es innegable, y a medida que los minutos pasan, una ansiedad creciente se apodera de su pecho.Imran vuelve tras un largo rato, con su rostro marcado por el cansancio y la preocupación, varias horas después. Su mirada se cruza con la de Jazmín, pero no dice nada al principio. En lugar de sentarse, comienza a caminar lentamente por la sala, como si intentara procesar todo lo que acaba de vivir.Jazmín lo observa en silencio, su respiración lenta, su corazón tamborileando en su pecho. Es imposible ignorar lo difícil que debe estar
El rostro de Jazmín se tensó. Por un instante, quiso desviar la mirada, pero la intensidad de los ojos de Imran la mantuvo anclada en su lugar.Su garganta se cerró, y un nudo de culpa y dolor se instaló en su pecho. Sabía que este momento llegaría, pero no esperaba que fuera tan pronto, ni que el peso de la verdad fuera tan asfixiante. Mucho menos que la situación fuera tan delicada.—Sí... —responde finalmente, en un susurro casi inaudible—. Lo sabía.Imran dio un paso atrás, como si la confesión lo hubiera golpeado físicamente. Cerró los ojos un segundo, buscando aire, buscando una razón que explicara cómo todos a su alrededor sabían de la enfermedad de su esposa, menos él.—¿Desde cuándo? —pregunta, con su voz más fría, más dura.—Desde hace meses... desde el día de la revelación de la niña cuando pensaba irme —Jazmín respira hondo, aferrándose al borde de la pared como si necesitara sostenerse—. Hana me contó algo y me hizo quedar, pero no sabía que era tan grave. Me suplicó que