Al día siguiente trataba de aceptar todo lo ocurrido anoche. Mi mamá quiso que fuéramos juntas a la estación de policía a dejar un registro del intento de violación. Pero la verdad era que no recordaba bien las caras de aquellos hombres, fue una noche realmente oscura. La única que venía a mi mente una y otra vez con claridad era la del boxeador. Eso era lo único que me demostraba que había sido real. Quise ir al instituto, era un día importante después de todo. Caminé por la calle con la esperanza de encontrarme con él en alguna esquina. Mi celular no volvió a prenderse, por lo que hoy mismo iré después del instituto a comprar uno. Mi mamá está demasiado nerviosa conmigo incomunicada.
La sala de clases era un desastre de cosas y disfraces tirados por doquier. Mi curso hará una obra de teatro, así que llevan meses practicando, por lo que, obviamente no podría salir yo, que llegué apenas hace una semana. Me quedé unos segundos en la puerta mirando todo, cuando escuché una voz detrás de mí.
–Hey Emma. –volteé rápidamente. Era Marc disfrazado con un traje de príncipe–. Buenos días. –dijo con una sonrisa. Seguido a eso se alejó un paso mostrando su vestimenta.
–Vaya… –solté asintiendo con la cabeza.
– ¿Qué opinas?
–Sin duda pareces Romeo.
–Bastante ridículo, diría yo. –dijo, rascando su rizado cabello.
–Te ves bien. –Sonrió luego de mis palabras, pasó su lengua por sus labios a punto de decir algo, cuando lo llamaron unos compañeros.
– ¡Ya voy! –respondió. Volvió a mirarme a mí y sonrió–. ¿Te parece si almorzamos juntos en el descanso?
Asentí con inminente felicidad. Noté que tiene unos ojos pardos muy bellos. Con unas pestañas largas y encrespadas como de mujer. Luego de irse, vi como un grupo de compañeras me miraban. Caminé hacia atrás para colgar mi bolso, cuando me llamaron desde la mesa del profesor donde estaban sentadas. Me acerque a ellas amigablemente. Intercambiaron unas últimas palabras antes de que yo llegara.
– ¡Hola Emma! –dijo una de ellas.
–Sí que hablas con Marc eh. –soltó otra. Sabía que la conversación sería de algo así.
–No realmente. –respondí.
– ¡Claro que sí! se nota que está interesado en ti. –se miraron y asintieron.
–La cosa es si tú lo estás también. –dijo una rubia con las pestañas recubiertas de rímel. Si no me equivoco, su nombre es Chloe.
–Mm… interesada en hacer amigos, claro. –contesté. Intercambiaron miradas y se rieron.
– ¡Que tierna eres! claro que a él no le interesa tener amigas, ¿sabes? Así que ten cuidado, la verdad es que hace eso con todas.
Puse una cara neutral intentando parecer simpática. Apenas veía sus rostros ultra maquillados, supe que se me haría difícil ser amiga de alguna de ellas. Una de cabello oscuro y ojos verdes me tocó el brazo y dijo:
–Sí, es mejor que sepas que ya estuvo con muchas de aquí.
–Sí… estuvo conmigo una semana. –dijo la rubia pecosa.
–Conmigo dio su primer beso. –Dijo otra castaña de ojos azules. Todas se rieron y exclamaron: ¡Eso fue hace mil años! Sonreí cortésmente. Al mirar hacia atrás un segundo, vi como Marc me observaba desde el otro lado de la sala con un gesto preocupado. Bajé la vista y me giré nuevamente.
–Bueno como sea, te decimos eso para ayudarte Emma. Como eres nueva, hay muchas cosas que no sabes aun. No queremos que estés sufriendo por un idiota como él después. –dijo una morena.
–Eso no va a pasar. –afirmé rodando los ojos. Noté como se pusieron más felices cuando dije eso. Me tocaron el hombro y sonrieron diciendo: Me agradas Emma. Podemos ser amigas. Asentí cínicamente. Dios mío, si sus conversaciones son siempre así, no podré soportarlo.
– ¡Ya es hora! –Gritó el presidente de la clase–. ¡Debemos bajar todo lo que quede al escenario! ¡En 10 empieza la primera función! ¡Rápido, rápido!
Volteé a ver a los demás. Los hombres se veían todos iguales, las mujeres se veían todas iguales. Pero muy diferentes entre ellos. A pesar de que llevaban puesto disfraces. Bueno, algo así llevamos todos los días.
Quiero volver…
Mi trabajo aquí es el más importante de todos. Algunos actúan como principales, otros como extras, otros se encargan de la iluminación y otras entregan panfletos afuera para llamar al público. En cambio yo, yo soy la chica del telón. Me encargo de subirlo y bajarlo cuando me dan la señal. Estoy sola, al otro lado del escenario. Parada junto a la cuerda. Así no se puede socializar.
Pasaron más de dos horas para el descanso de almuerzo. Salí del auditorio y me encontré con el mismo grupo de cinco chicas que me habían hablado antes. ¡Emma! ¡Almorcemos juntas! dijeron. Asentí con la cabeza luego de unos segundos de duda. Marc me dijo que almorzaremos juntos… aunque no podría decirles eso a ellas. De seguro ya lo olvidó. Caminamos juntas hasta el patio. Me compré en el casino un sándwich de pollo y lechuga que tenía muy buena pinta. Nos sentamos en una banca bajo un gran árbol. Y sin dejar segundos de silencio, empezaron:
–Mira, ves a esa chica Emma. –Dijo la rubia pecosa apuntando a una compañera nuestra bajita que usa lentes–. Ella sí que es una rarita. No le hables. Recuerdo una vez le pedí prestado un lápiz, luego el mismo día trato de hablarme.
– ¡Si es horrible! le dices hola y cree que son mejores amigas. –soltó la morena.
– ¿No será porque quiere hacer amigos? –dije yo. Al segundo me miraron raro.
–Claro, podría ser. Pero si quieres amigos debes ser simpática ¿no? no espantar a la gente con tus actitudes raritas, además, quién se peina así, si quieres tener amigos piensa un poco más en tu apariencia, además… –Ah… la rubia sigue hablando. Me perdí a la mitad de su inteligentísima explicación, pero ya comprendo que ella es la líder del grupo. Pensé que conociéndolas un poco más podrían agradarme, pero son exactamente iguales a como lucen. Un grupo de amigas que no tienen más temas de conversación que hablar de otras personas. Criticar y pensar solo en ellas mismas. Es una lástima. Y yo aquí, sentada junto a ellas, comiendo mi sándwich, creyéndome una más del grupo. Sin cuestionarlas, sin defender lo que creo correcto. Me pregunto qué será peor.
–Con que aquí estás Emma. –la voz de Marc me hizo reaccionar. Levanté la cabeza y lo vi parado frente a mí con su traje de princeso aun puesto.
– ¿Marc?
–Qué quieres Marc. –soltó Chloe claramente molesta.
–Nada contigo. Vengo por Emma. –respondió. Sin apartar sus ojos de los míos.
– ¿Ah sí? Pues Emma no quiere estar contigo ¿oíste? así que mejor vete. –gruñó la morena.
Marc se agachó para quedar frente a frente conmigo.
–Mm… ¿No quieres estar conmigo? –me preguntó. Levantó las cejas y luego sonrió. No pude evitar soltar una risita también. Era tan ridícula la situación que no sabía cómo reaccionar. Pero qué era peor, ¿Quedarme con este grupo de chicas idiotas a escuchar sus idioteces, o irme con el chico usado de la ciudad y convertirme en una más? miré de nuevo los ojos pardo de Marc y sonreí. Mejor me iré con el chico usado de la ciudad, sin convertirme en nada que no quiera. Aún no lo conozco. Prefiero juzgarlo yo misma luego. Me levanté con un suspiro. Al segundo Marc me copió.
– ¡¿Emma?! –exclamó Chloe.
–Ya termine de almorzar chicas. Gracias por invitarme. –dije con una sonrisa. Miré a Marc quien parecía entretenidísimo con la situación. Todas me miraron indignadas, como si llevásemos años de pura amistad. Caminé hacia el instituto, segundos después se puso él a mi lado riendo.
–Eso fue genial. –soltó orgulloso.
– ¡Te vas a arrepentir Emma! –Gritaron desde la banca–. ¡Y después vas a venir llorando con nosotras!
–Vaya… parece que ya te contaron todo tipo de cosas de mi. Qué rápidas son. –dijo Marc. Abrió la puerta de entrada y esperó a que yo pase.
–Sí, les interesó contarme apenas me vieron hablar contigo.
–Espero no les creas.
–No lo sé. –dije con una sonrisa. Marc ladeó la cabeza mirándome. Caminamos por el pasillo hasta entrar a la sala. Estaba vacía. Me senté agotada contra la pizarra. Él cerró la puerta y se puso a mi lado.
–Emma –empezó. Volteé a verlo. Parecía preocupado–. Perdóname por no acompañarte ayer. Era tarde y si te hubiera pasado algo me sentiría culpable de por vida…
Qué te consuma la culpa entonces…
–Está bien. –respondí–. No era tu obligación ni nada.
–En la noche quise enviarte un mensaje, pero no tengo tu número.
–Aunque lo tuvieras probablemente no te habría contestado.
–Vaya, sí que me odias.
– ¡No, no! no es eso, es que camino a casa se me cayó el celular y se rompió. Por eso no te podría haber contestado.
– ¡¿Se te rompió?!
–Sí… hoy después de clases iré a comprar uno.
–Yo podría acompañarte. Digo, como eres nueva en la ciudad, y yo he vivido aquí desde siempre. Ya sabes, podría mostrarte un buen lugar, si quieres…
Quede mirando cómo impresionantemente, ese Marc parecía nervioso.
–Me encantaría. –respondí con una sonrisa. Él sonrió también, pero nos distrajo el sonido de la campana.
–Debemos irnos ya. –dijo con un suspiro cansado. Asentí con la cabeza, me levanté del suelo y sacudí mis pantalones–. Como me gustaría tirar del telón nada más, como haces tú. –soltó. Me reí burlonamente y salí por la puerta.
–Claro que no. Es el papel más importante y difícil de una obra ¿sabes?
– ¿Ah sí? quiero hacerlo entonces. Cambiemos.
–No gracias, a mí me no me sientan las mallas.
– ¡Hey! –se quejó entre risas.
–Pero enserio, actúas bien Romeo.
– ¿Tú crees? Me gustaría que tú fueras Julieta… –murmuró para sí mismo.
– ¿Que? –pregunté, aunque había escuchado con claridad sus palabras.
–Nada...
Tardamos más de lo que pensé en arreglar todo. Luego de la última función tuvimos que ordenar y dejar la sala de clases como antes. Fueron todos a cambiarse de ropa, yo como ya estaba con mi buzo puesto, tomé mi bolso y fui hacia la entrada principal. Esperé cerca de cinco minutos cuando Marc llegó junto con un grupo de amigos. Se despidió de ellos y se disculpó conmigo por hacerme esperar. Caminamos juntos por la ciudad, era la primera vez que vi tan detenidamente todo. Marc me enseñó varios lugares camino a la tienda de electrónica. Un señor que atendía allí me mostró varios modelos distintos, pero finalmente compré un Smartphone que era el mismo que Marc tenía. Nunca tuve uno tan grande como ese. Elegí el de color rosado. Apenas lo
Supongo que era obvio que no podría. Por qué cenaría con una de las muchas chicas que ha salvado (Posiblemente). De todas formas no puedo evitar sentirme ridícula. Llegué a mi casa a darme una ducha y cambiarme de ropa. Me puse unos shorts, una blusa y mis zapatillas blancas de siempre. Hacía bastante calor así que salí con el cabello húmedo.No sé cómo paso, pero estaba retrasada. Eran las 11:16 cuando me quedaba una cuadra para llegar al instituto. Casi que corrí mirando la hora en mi celular cada dos segundos. Ya habrá comenzado… Pasé por la puerta principal y pude oír desde allí los gritos del partido. Al parecer no soy la única que vino a verlos. Al llegar a la cancha vi un grupo de mujeres apoyadas en la reja gritando. No creo que todas esas chicas sean del otro institut
No sé por qué tenía la esperanza de encontrarme con el boxeador en el río, en la calle de regreso a mi casa, o en cualquier esquina posible. Miraba con detención cada persona que usaba buzo. De hecho, ahora salgo a pasear tanto con Maya, que mi mamá está desconcertada con mi constancia. No sé tampoco qué es lo que espero luego de encontrarme con él. Aunque siempre le estaré agradecida por lo que hizo, supongo que no hay más formas de demostrarlo. Tal vez solo me da algo de miedo no volverlo a ver nunca más. Solo permanecerán esos recuerdos, únicamente míos. Aun no tengo ninguna prueba de que sea real. Nada. Tal vez, tenga miedo a que no lo sean.Descubrí nuevas personas los siguientes días. Es inevitable que haya choques con algunos, pero al final, en una clase tan grande, siempre h
Le prometí a Marc que iría de nuevo a verlo jugar. Ganaron 2–1 contra otro instituto. Luego salimos a pasear y me mostró las entradas de la pelea de Jack que ya había comprado. Me emocionó verlas, seguro sería genial. Pero tenía miedo de ver una verdadera pelea en vivo, como nunca me interesó nada de eso, tengo miedo que no me guste. No ver genial a Jack como lo veo ahora mismo. Que algo cambie. De ser así, debo descubrirlo. Para eso, falta justo una semana. La pelea sería el sábado en la noche, y según lo que me dijo Marc, es contra el número 2 del país. Su contrincante se llama Roy Smith, y al parecer tiene varios años más de experiencia y es muy fuerte. Pero de seguro Jack ganará. Lo hará.Hasta entonces la semana se me pasó volando. Las cosas fueron diferentes
A las siete y cinco llegó Marc a mi casa. Saludó a mi mamá cortésmente y luego nos fuimos. Caminamos hasta el metro, desde ahí eran unas 12 estaciones hasta el centro en donde sería la pelea. Marc estaba emocionado contándome sobre peleas pasadas de Jack. Luego me dijo: “Perdón, tengo que estar aburriéndote hablando tanto sobre Callen” Aunque la verdad era que me interesaba muchísimo saber más. A medida que nos acercábamos, el metro se llenaba más y más. Parecía que todos iban a ver la pelea. Iban hablando fuerte sobre Jack y su contrincante Roy Smith. La mayoría parecía apoyar a Jack. Al nativo de la ciudad en donde sería la pelea. Pero de todas formas dentro del metro se formó un grupo de hombres, todos por sus cuarenta tantos, que empezaron a formar un alboroto dentro. Traían tambores y vuvuzelas. H
Round 1Apreté mis manos contra el fierro delante de nosotros. Al primer golpe, (un jab de Jack) mi corazón saltó inquieto. El bullicio era impresionante. Todo era intenso. Mientras pasaban los primeros minutos, Marc me explicaba los golpes, como el jab, el uppercut, el gancho y otros que no recuerdo. Al comienzo, Jack mantuvo distancia, esquivó todos los golpes de su contrincante con su increíble velocidad de pies. Era en serio increíble. No pensé que nadie humano podía moverse con tal rapidez. Se movía de lado a lado dejando a Roy quieto a la mitad del ring. Marc me explicó que Jack es del tipo “estilista” así como lo era Muhammad Ali, boxeadores veloces que son los mejores en el combate a distancia. ¡Y no conectan! ¡Hasta ahora ningún solo golpe del gran meteoro Roy ha conectado a su oponente! ¡Per
Al salir, fue aún más caótico que al entrar. La enorme cantidad de gente agrupada me ahogó. Marc me tomó de la mano para no separarnos. Lo que claramente me puso nerviosa. Cuando por fin hubo más espacio, solté su mano y le dije que debía ir al baño y lo esperaba afuera. Cuando entré había un enorme grupo de chicas hablando de Jack mientras se miraban al espejo. De seguro son las gritonas del club de fans… Entré al baño escuchando todo tipo de cosas vergonzosas. Luego se fueron, y me sentí más tranquila. Ya no se oía el mismo ruido desde el pasillo. Me encontraba sola en el baño ordenando mi cabello. Miré mi celular eran las 8:53. Fue realmente corta la pelea. La celebración fue lo que tomó más tiempo. Al salir de allí, solo quedaban algunos grupos de hombres conversando. Según todo lo
Camino a casa, Marc continuó hablándome de Jack. De él, de Roy y del campeón Mike Foley. De cómo fue esta pelea, y cómo sería la próxima. Y no era el único. Quedaban varios grupos de espectadores en el metro junto con nosotros. Podría jurar que eran las mismas caras que había en la ida. Mentiría si dijese que la conversación me mantuvo igual de entretenida que siempre. No me molestaba saber más del boxeo, y por supuesto no me molesta que sea Marc el que me informe. Pero saber que tantas personas admiran y quieren de esa forma a Jack, es de alguna manera… molesto para mí. Y no logro entender por qué. Supongo que me gustaba la idea de sentirme especial con respecto a este boxeador. A mi salvador. Pero saber lo popular que es, lo posiciona varios mundos más lejos de mí. De mi aburrida realidad como una adolescente normal de