Capítulo veintiuno.

Levanta las cejas con asombro y aprieta los labios como si se sintiera incomodo por algo, respira profundo y niega con la cabeza al tiempo que baja la mirada, decepcionado, contrariado; es una especie de expresión malhumorada con desilusión que no entiendo. Su vista vuelve a mí, directo a mis ojos como taladrándome y sonríes.

— ¿Realmente no confías en nadie, eh? – su pregunta aclara mis dudas, sin embargo su expresión sigue siendo enigmática, plana e impenetrable, decido quedarme callada porque tengo la costumbre de dañar este tipo de momentos con mis tonterías — ¡Jamás haría algo así! No estabas en tus cinco sentidos y aunque tu disposición era notoria… no podría haberte tocado – en ese momento vienen a mi mente flashes de lo que pasó.

Sus manos sacando la ropa y encendiéndome en llamas. Cierro los ojos y entonces las cosas se ven claras: me estaba cayendo de la borrachera, inconsciente prácticamente y con el deseo a flor de

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