18El teléfono de Damiano comenzó a sonar en el justo momento en que su tensión con Jane empezaba a aumentar. La joven se sentó en el borde de la cama, tratando de ignorar todo lo que había ocurrido en su vida. Las ganas de llorar eran inminentes, sin embargo, su orgullo era mucho más grande, y por nada del mundo quería darle la razón a ese hombre. No quería demostrarle que él había ganado.—¡Hasta que por fin se dan cuenta!El italiano gritó, al oír la voz de Christopher del otro lado de la línea.—Ya estamos llegando, ¿La monja está con usted?El pelinegro le echó un vistazo a Jane.—No te demores.Respondió, echando de menos su pregunta, para luego colgar el teléfono, odiaba con toda su alma la extraña cercanía que había nacido entre su hombre de c
19La estilista del mafioso tenía razón.Cuánta razón.Zeus Smirnov era uno de los nietos favoritos de Miguel Smirnov, un mafioso cruel y sanguinario en sus épocas de juventud, que le enseñó al castaño el arte de matar por placer. Gozaba de buena belleza, un adonis como solían llamarlo cada persona que le conocía, aunque en realidad la maldad se apoderaba de él cada vez que la obsesión tocaba a su puerta.Adoraba torturar y someter la belleza, y una Diosa como Jane Blackstone sería blanco fácil para él, sin embargo, para su buena fortuna ella tenía el favor del siciliano, y este por nada del mundo estaba dispuesto a perderla, y ahora menos que ha logrado probarla.—Quiero que todos mis guardias estén en la reunión.Atacó Damiano de la nada, mirando de soslayo a la joven que miraba por la
20—¿Estás demente?Entonó el mafioso al ver la seriedad en las palabras de su hombre de confianza, Jane por su parte temblaba a un costado de la estilista personal del italiano. Su mirada estaba baja, comprendía que si esto salía mal la única persona que no saldría bien librada de todo esto sería ella.—¿Prefieres que Zeus la vea?El tipo gruñó porque este tenía la razón, odiaba la idea de imaginarla al lado del ruso. —¿Cuál es tu plan entonces? —Graznó, girándose a un costado para ocultar su molestia.—Me quedaré con ella dentro del coche… Nadie se dará cuenta que está aquí, aunque para mí sería mejor mandarla al convento.Damiano lo miró por encima del hombro, —No, ella se debe de quedar conmigo… —La castaña intentó decirle algo, sin embargo, guardó silencio al entender que ahora mismo lo último que se necesitaba era provocar mucho más al mafioso. —Bien, quédate con ella, pero te advierto algo, Christopher…El inglés levantó el mentón sin poner resistencia al sentir las manos de su
21Los ojos color zafiro del ruso recorrieron suavemente el angelical rostro de Jane, la chiquilla lo miraba con inocencia, puesto que no sabía que la persona delante de ella era el mal encarnado en hombre.Zeus tocó nuevamente el cristal del coche, sentía demasiada curiosidad sobre aquella joven tan bien resguardada, por casualidad había salido al jardín de la mansión Morelli para fumar un cigarrillo, pero jamás se imaginó encontrarse con un tesoro tan valioso.—¿Quién eres tú?Preguntó una vez más, obligando a la religiosa a bajar el cristal de la ventanilla de la camioneta en donde se resguardaba.—Soy empleada del señor Morelli…—¿Empleada? ¿Qué clase de empleada?Jane no sabía mentir, sin embargo, debía hacerlo ahora mismo si no quería terminar envuelta en otro peligro. Ya se estaba acostumbrando a estar metida en problemas por culpa de Damiano, aunque terminar en manos de otro lunático no estaba en sus planes.—Domestica…—¿Domestica?Zeus no le creía nada, y menos por la forma e
Capítulo 22Ha pasado casi dos semanas desde que Damiano dejó a Jane en el convento de Green Town. Ha pasado dos semanas desde que la monja no ha sabido noticias del hombre que la hizo vivir una completa pesadilla durante algunos meses. Han pasado dos semanas desde que las religiosas han recibido provisiones, y dinero para sobrevivir a la cruda guerra que atraviesa el país. Han pasado dos semanas desde que Jane no sabe nada del italiano.—¡Sor Jane! ¡Las gallinas se han escapado del corral de nuevo!La castaña deja caer algunos tomates que ha cultivado contra el suelo, para correr detrás de la rebelión de las gallinas locas. Entre risa atrapa algunas, mientras que las demás novicias agarran las demás.—¿Debería hacerte estofado?Pregunta ella, para luego darle un pequeño beso a un enorme gallo.—¡El estofado de gallo es delicioso!Rita, una de las nuevas monjas dice, mientras termina de meter a las demás en el corral.—¿De verdad? ¡Deberíamos intentarlo!—Pero nos hemos quedado sin arr
23Las palabras de aquel joven carcomieron los pensamientos de la monja, Jane trataba por todos los medios de liberarse de aquel grupo de hombres que buscaban la forma de hacerle daño, aunque en realidad lo que le hacía daño era la idea de pensar que Damiano la había olvidado tan fácil.—Tengo una pregunta…Uno de ellos soltó, mientras imaginaba las distintas formas que podría tocar su débil cuerpo. Francisco relamió sus labios antes de proyectar dentro de su cabeza varias escenas perturbadoras en donde la religiosa sería la protagonista.—¿Qué? ¿Qué quieren de mí?Francisco pasó su mano por el rostro de la castaña, la bilis de la joven subió rápidamente hacia su garganta, mientras que no pudo evitar vomitar con fuerzas contra los pies del joven que la presionaba para hacer cosas indebidas.&
24Los puños de las manos le dolían demasiado a Jane, puesto que el grupo de hombres que la había traído a este extraño lugar la amarraron demasiado fuerte para que no se escapara. Sus pies fueron arrastrados paso por paso, mientras que la multitud de personas dentro de la cueva solo la miraban con lastima.—¿La llevamos al piso número dos?El chico de cabello rizado preguntó, observando a todos a su alrededor, por nada del mundo quería ser reconocido como el hombre que iba a violar a una monja, pero Francisco estaba a cargo, y si hacía algo mal no solo la vida de Jane correría peligro, sino la de él también.—¿Piso dos? ¡Eres una niñita!Fran, encaró burlándose de su acompañante.—El piso dos están las habitaciones para tener sexo… ¿No es eso lo que vamos a hacer?
25Jane miró sus manos por un instante antes de dirigir de nuevo su mirada hacia Damiano. Su estómago estaba revuelto porque muy en el fondo de ella quería volver a verlo, pero no en estas circunstancias. Su mentón tembló un poco porque, aunque trataba de decirle lo que sentía en ese momento, parecía como si las palabras murieran dentro de su garganta.La religiosa observó por un par de segundos el suelo, y acto seguido elevó la mandíbula para fijar su mirada sobre el mafioso. Damiano estaba temblando, y aunque en un principio ambos pensaron que lo hacía por el frío de esta estación de Green Town, la realidad era que tenía miedo. El mafioso sentía miedo por los sentimientos fuertes que estaban naciendo dentro de él.—Te vas a casar…Jane susurró, cuando la realidad lo golpeó.—Déjame explicarte eso,