21Los ojos color zafiro del ruso recorrieron suavemente el angelical rostro de Jane, la chiquilla lo miraba con inocencia, puesto que no sabía que la persona delante de ella era el mal encarnado en hombre.Zeus tocó nuevamente el cristal del coche, sentía demasiada curiosidad sobre aquella joven tan bien resguardada, por casualidad había salido al jardín de la mansión Morelli para fumar un cigarrillo, pero jamás se imaginó encontrarse con un tesoro tan valioso.—¿Quién eres tú?Preguntó una vez más, obligando a la religiosa a bajar el cristal de la ventanilla de la camioneta en donde se resguardaba.—Soy empleada del señor Morelli…—¿Empleada? ¿Qué clase de empleada?Jane no sabía mentir, sin embargo, debía hacerlo ahora mismo si no quería terminar envuelta en otro peligro. Ya se estaba acostumbrando a estar metida en problemas por culpa de Damiano, aunque terminar en manos de otro lunático no estaba en sus planes.—Domestica…—¿Domestica?Zeus no le creía nada, y menos por la forma e
Capítulo 22Ha pasado casi dos semanas desde que Damiano dejó a Jane en el convento de Green Town. Ha pasado dos semanas desde que la monja no ha sabido noticias del hombre que la hizo vivir una completa pesadilla durante algunos meses. Han pasado dos semanas desde que las religiosas han recibido provisiones, y dinero para sobrevivir a la cruda guerra que atraviesa el país. Han pasado dos semanas desde que Jane no sabe nada del italiano.—¡Sor Jane! ¡Las gallinas se han escapado del corral de nuevo!La castaña deja caer algunos tomates que ha cultivado contra el suelo, para correr detrás de la rebelión de las gallinas locas. Entre risa atrapa algunas, mientras que las demás novicias agarran las demás.—¿Debería hacerte estofado?Pregunta ella, para luego darle un pequeño beso a un enorme gallo.—¡El estofado de gallo es delicioso!Rita, una de las nuevas monjas dice, mientras termina de meter a las demás en el corral.—¿De verdad? ¡Deberíamos intentarlo!—Pero nos hemos quedado sin arr
23Las palabras de aquel joven carcomieron los pensamientos de la monja, Jane trataba por todos los medios de liberarse de aquel grupo de hombres que buscaban la forma de hacerle daño, aunque en realidad lo que le hacía daño era la idea de pensar que Damiano la había olvidado tan fácil.—Tengo una pregunta…Uno de ellos soltó, mientras imaginaba las distintas formas que podría tocar su débil cuerpo. Francisco relamió sus labios antes de proyectar dentro de su cabeza varias escenas perturbadoras en donde la religiosa sería la protagonista.—¿Qué? ¿Qué quieren de mí?Francisco pasó su mano por el rostro de la castaña, la bilis de la joven subió rápidamente hacia su garganta, mientras que no pudo evitar vomitar con fuerzas contra los pies del joven que la presionaba para hacer cosas indebidas.&
24Los puños de las manos le dolían demasiado a Jane, puesto que el grupo de hombres que la había traído a este extraño lugar la amarraron demasiado fuerte para que no se escapara. Sus pies fueron arrastrados paso por paso, mientras que la multitud de personas dentro de la cueva solo la miraban con lastima.—¿La llevamos al piso número dos?El chico de cabello rizado preguntó, observando a todos a su alrededor, por nada del mundo quería ser reconocido como el hombre que iba a violar a una monja, pero Francisco estaba a cargo, y si hacía algo mal no solo la vida de Jane correría peligro, sino la de él también.—¿Piso dos? ¡Eres una niñita!Fran, encaró burlándose de su acompañante.—El piso dos están las habitaciones para tener sexo… ¿No es eso lo que vamos a hacer?
25Jane miró sus manos por un instante antes de dirigir de nuevo su mirada hacia Damiano. Su estómago estaba revuelto porque muy en el fondo de ella quería volver a verlo, pero no en estas circunstancias. Su mentón tembló un poco porque, aunque trataba de decirle lo que sentía en ese momento, parecía como si las palabras murieran dentro de su garganta.La religiosa observó por un par de segundos el suelo, y acto seguido elevó la mandíbula para fijar su mirada sobre el mafioso. Damiano estaba temblando, y aunque en un principio ambos pensaron que lo hacía por el frío de esta estación de Green Town, la realidad era que tenía miedo. El mafioso sentía miedo por los sentimientos fuertes que estaban naciendo dentro de él.—Te vas a casar…Jane susurró, cuando la realidad lo golpeó.—Déjame explicarte eso,
26Jane comprendía que sus creencias estaban menguando, ahora que por fin su boca dijo la verdad. Estaba enamorada de ese hombre, y aunque deseaba ser feliz con todas sus fuerzas al final de todo algunas cosas podrían golpearla.—Te necesito… Te necesito ahora más que nunca en mi vida, Jane… me estoy volviendo loco sin ti… ya no soy el mismo sin ti… —Damiano no paraba de decir, mientras que sus manos toqueteaban con anhelo el cuerpo de la religiosa. La castaña logró sentir un diminuto espasmo rodear su espalda, obligándola a saltar sobre sus propias piernas.—Siento algo extraño, aquí… —La chiquilla se señaló el estómago.—¿Algo como qué?Ambos se miraron a los ojos.—Jamás sentía algo así… Ni siquiera la primera vez que estuvimos juntos…&m
27El corazón de Jane latió con vehemencia al escuchar que conocería a la familia de Damiano Morelli esta noche.—¿Están seguros que es buena idea de que vaya?Ella preguntó, tratando de ocultar su nerviosismo.—Mi madre no descansará hasta conocerte… Chris… —Su hombre de confianza lo miró al notar como le entregaba su black card de la nada. —Cómprale ropa, zapatos, carteras y joyas a mi mujer… —El guardia sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, nunca su jefe había denominado a nadie con ese término.—¿Su mujer?Preguntó, luego de ver como el italiano posaba a la mujer que un vestía de religiosa sobre sus piernas.—Estamos juntos…—¡¿Qué?!Christopher fue demasiado notorio.—¿Ha
28Jane pudo sentir la algarabía a su alrededor, la madre superiora quien vestía con el hábito de su convento, la observaba con asco, y recelo. Las manos de la antigua religiosa temblaban al percibir como Damiano la tomó fuertemente del brazo, y la tiró detrás de él para defenderla.—¡Fue mi culpa! —El hombre mayor se acusó así mismo, quizás para menguar el dolor de su mujer. —Yo la obligué a estar conmigo… Yo… —Sus ojos se cerraron al recordar que le hizo la vida imposible a la chica que amaba. —Si van a culpar a alguien, cúlpenme a mí… —El rostro de la castaña se tornó húmedo por culpa de su llanto. El remordimiento la estaba carcomiendo por dentro.—Le falló al padre Tomás… —Teresa soltó de la nada, el pecho de Jane se hundió, y negó