—Estoy bien, ángel. Esto no es nada —se quejó, presionando la herida que había recibido en uno de sus brazos.Avery no podía dejar de llorar y de abrazarlo. Las emociones la rebasaban en ese momento, más cuando el miedo aún seguía corriendo por todo su sistema y la tenía presa. Cuando lo vio caer al suelo tras recibir el impacto de bala, pensó lo peor.—Mírame, mi amor. Aquí sigo, contigo —sus ojos se encontraron, lo que destrozó el corazón del hombre al verla envuelta en lágrimas y fuera de sí—. Dime que esa loca no te hizo ningún daño.—N-no, no me hizo nada —respondió con la voz enronquecida.Jeray descansó la cabeza en el pecho de la joven y suspiró profundamente. Aunque estaba claro para él que su ángel algo le estaba ocultando, no era momento para indagar. Quería irse de ese lugar cuanto antes y proteger a su novia de todo el mal que había en el mundo. Si por él fuera, la encerraría en una cajita para que nadie se atreviera a llegar a ella y tocarla.Jolie, Maykel y dos hombres
Jeray fue el primero en despertar y, aunque el dolor en su cuerpo parecía haber desaparecido casi por completo debido a los medicamentos, solo pudo sonreír al ver a su ángel dormida a su lado, sosteniendo su mano con una fuerza abrasadora.Se liberó de su agarre como pudo y acarició su cabello, llevándolo tras su oreja y así poder contemplar su rostro a detalle y sin ningún obstáculo. Acarició su mejilla, sus labios entreabiertos y su pequeña nariz. Estaba tan perdido en esa linda chica, demasiado enamorado y obsesionado con su esencia y su amor. Y ahí estaba ella, demostrándole cuánto le importaba y lo amaba, hechos que lo hacían muy feliz y hacían que su sonrisa se hiciera más amplia.Disfrutó del instante, de la compañía y del calor que lo gobernaba cada vez que se trataba de ella, hasta que la vio despertar.Avery se incorporó de golpe y miró a Jeray con los ojos bien abiertos. Había llorado tanto que no podía ocultarlo, su nariz estaba roja al igual que sus mejillas, y sus ojos e
—¿Cómo? —preguntó Jeray, apartándola un poco de su cuerpo y mirándola con fijeza.—¿Ah? —Avery se mordió el labio inferior con nerviosismo.—¿Qué fue lo que dijiste?—¿Qué cosa?—Lo que acabas de decir, ángel —le insistió, poco paciente y sintiendo una sensación extraña en el pecho.La chica lo miró con el corazón latiendo cada vez más fuerte en sus oídos, las manos temblorosas y sudorosas. Estaba tan perdida en sus pensamientos, disfrutando de ese momento tan especial, que no se dio cuenta del instante en que esa confesión tan importante salió de sus labios.Pero, aunque así no quería decirle sobre su embarazo, ya había soltado la lengua. Ahora debía afrontar la situación y terminar con su agonía de una vez por todas. No importaba lo que sucediera y lo que él dijera, ella amaría a su hijo sin importar qué.Avery una honda bocanada de aire y se enderezó, girándose hacia él y quedando cara a cara. Los ojos verdes de Jeray quemaban su piel, hacían que su corazón se detuviera y se dispar
—¿A dónde me llevas, mi amor?—Ya te dije, ángel, es una sorpresa —le repitió el hombre, ayudándola a bajar del auto.Avery se sentía nerviosa y su corazón latía emocionado con cada paso cuidadoso que su novio le ayudaba a dar. Desde que salieron del apartamento, le vendó los ojos y no le dijo a dónde la llevaría, solo que tenía una sorpresa para ella.Esperaba expectante a que llegaran a su destino y que le quitara la venda de los ojos. Por su cabeza pasaban cientos de cosas, entre románticas y sucias, pero no podía dejar de pensar en que el hombre la mataría de un infarto en cualquier instante ante todos los detalles que ha tenido con ella y la forma en que día a día le ha demostrado su amor.Flores, cenas, regalos nada estrambóticos porque no le gustaban, palabras que la hacían elevar a lo más alto del cielo, tiernas caricias que la derretían en sus brazos. Cualquier cosa que él le diera o cualquier palabra que le dijera, la enamoraba cada vez más.Contuvo la respiración en el mome
—Hoy viene un importante cliente al club, por lo que les pido encarecidamente que se pongan sus mejores trajes, arreglen sus cabellos y hagan sus uñas de ser necesario. Las quiero a todas convertidas unas verdaderas bellezas a las ocho en punto en la plataforma —explicó Ivanna, mirando a sus chicas con una mirada seria y fría—. Esta noche se irán tres. Las doce chicas que trabajaban en el club nocturno asintieron al unísono con la cabeza, ignorando el hecho de que tres de ellas se irían a una mejor o peor vida y haciéndose las fuertes para no demostrar el temor que corría en su más profundo interior. Avery tragó saliva, era la chica más nueva del club y aun no podía asimilar que cada mes se hiciera una especie de subasta, donde tres de ellas tendría que partir con su comprador. No tenía la menor idea de cómo había terminado en ese lugar, pero se lamentó haber tomado la primera oportunidad de trabajo que se le presentó. Ella pensaba que sería una simple camarera, incluso le hubiese
Con los nervios a flor de piel y el corazón latiendo muy a prisa, Avery caminó por el largo pasillo a medio iluminar hasta entrar al salón principal y hacerse en la plataforma junto al resto de las chicas. Todas estaban perfectamente alineadas y vestidas para la ocasión, resaltando sus atributos y la belleza innata de cada mujer.Unas estaban impasibles, acostumbradas al tipo de trabajo que realizaban, y otras, como Avery, nerviosas por lo que se venía. No todas asimilaban que durante el tiempo que el cliente lo requiriera, pertenecían a ellos y debían cumplir sus más oscuras fantasías.Unas querían ser elegidas para poder ganar dinero, otras querían salir corriendo a los brazos de sus padres y no volver a ese lugar nunca más en sus vidas. Pero no podían hacer más que afrontar su situación y aguardar a que sus contratos vencieran para poder tener paz en sus corazones y no vivir en aquellas pesadillas. La luz del salón se atenúo hasta quedar en mínima, apenas pegando contra las figura
Avery observó su firma por largos segundos, una parte de sí deseando romper la hoja en cientos de pedacitos y salir corriendo de ese lugar. No quería estar allí y cumplir los pedidos de un hombre que quizá fuese malo, pero no podía hacer nada al respecto, solo aceptar en lo que se había convertido su vida. Debía enfrentarse a su trabajo y hacer lo mejor que podía por su hermano, eso era algo que se repetía constantemente para no salir corriendo. Cerró los ojos por unos instantes, pensando en su hermano y en lo débil que se encontraba antes de que lo hospitalizara. Él era un chico fuerte que siempre le sonreía pese a no tener fuerzas para continuar, sin embargo, él de alguna manera quería demostrarle que estaba bien, que no sentía mayor dolencia para no preocuparla de más. Ver como la vida se iba del cuerpo de su hermanito menor en manos de una cruel enfermedad le arrugó el corazón y le dio esa fuerza que sentía perdida y tanto necesitaba en ese momento. Le dolía que estuviera sufrie
¿Qué otra opción tenía Avery? Ninguna, así que, cerrando los ojos y tomando una bocanada de aire, tomó la mano del hombre para salir del auto. Su corazón latía con fuerza, sus piernas se sentían temblorosas y su mirada no podía ocultar lo asustada que se encontraba. Caminó de la mano del hombre hasta llegar a la puerta de la mansión. En ese momento estaba tan asustada y alerta a lo siguiente que haría que no se fijó en la imperiosa casa que la había traído.Su mente se encontraba en blanco, siquiera sintió los pasos que había dado hasta la casa. Aún podía sentir las manos del hombre en su cuerpo y sus labios acribillando a los suyos arrebatando todo el aire de sus pulmones.Su cuerpo se sentía extraño, eran sensaciones que nunca había sentido antes. Era una mezcla de excitación y miedo que poco podía entender, pero era muy parecido a lo que sintió cuando su exnovio había despertado en una tarde que quiso ir más allá con ella, solo que aquella vez sí anhelaba entregarse al chico y no