El beso se prolongó por largos minutos, en los que ninguno de los dos sentía intención alguna de separarse. El beso era lento, suave y no daba cabida para pensar en otra cosa que no fuese sentirse en la boca del otro, robándose el aliento y sin ser demasiado conscientes del palpitar desaforado de sus corazones.El beso que estaban compartiendo era de lejos sexual. No había lujuria ni morbo, solo un roce de labios apasionado y en extremo dulce, capaz de empalagarlos y borrar de sus mentes todo vestigio de furia que sentían de momento.En un beso estaban sintiéndolo todo, como sus cuerpos encajaban a la perfección y como sus seres se unían en un mismo son.Jeray afincó sus manos en su rostro y profundizó el beso más suave y tierno que alguna vez haya podido darle a una mujer. Y, aunque iba lento, disfrutando de la sensación de sus labios al rozarse y de todo lo que provocaba en él, no tenía deseos de arrancarle la piel de otra forma que no fuese con un beso cargado de emociones. Más bie
Avery se sentía nerviosa, pero los padres de Jeray la estaba tratando muy bien, preguntándole cosas irrelevantes y contando una que otra anécdota de sus hijos.Ellos parecían una familia perfecta; unos padres enamorados y que estaban orgullosos de sus hijos, y unos hijos ejemplares, responsables y amables. Pero sabía que guardaban su propio dolor en el antaño y, luego de todo lo que tuvieron que pasar, en ese momento solo les quedaba ser felices.La cena llegó minutos después y Jeray le sirvió a la joven, diciéndole que amaría la comida de su madre y que aquel plato era el que comían todos los años en el cumpleaños de su hermano menor, ya que era su favorito.La joven se sentía avergonzada de que tres pares de ojos los vieran con suspicacia y tanta fijeza, pero no podía pasar por alto las atenciones del hombre a su lado, de lo feliz que se veía y de lo tranquilo que estaba. La sonrisa en sus labios la tenía bien cautivada, porque jamás lo había visto sonreír de esa manera tan suelta y
La vida de Avery parecía común y corriente, quizá no cómo la había soñado cuando era pequeña, pero estaba siendo mejor sin tener mayor preocupación.Su hermano empezaba a recibir los tratamientos luego de su operación y todo parecía ir por buen camino, ya que en la cirugía el cáncer había desaparecido casi por completo. Así que eran pocas quimios las que Luca tendría que recibir.El niño le había pedido ir a la escuela, compartir con demás niños y aprender como ellos. Quería una vida como cualquier otra persona y, aunque a ratos se sentía agotado, no quería seguir encerrado en el apartamento.La felicidad de Luca arrasaba con todo su sufrimiento y sus temores. Verlo sonreír era la mayor de sus satisfacciones.Tenía un trabajo donde cada día aprendía algo nuevo y la mantenía tan ocupada que no le quedaba tiempo para pensar en el infierno en el que había caído meses atrás. Jeray era un buen jefe, le enseñaba con una paciencia que la sorprendía e incluso la tomaba en cuenta para decision
La reunión fue eterna y aburrida para la joven que no podía dejar de mirar a la rubia que intervenía de vez en cuando y mantenía a todos tensos en la sala con sus preguntas directas y llenas de sarcasmo, sobre todo a Kian que contenía su furia. Mientras que Jeray parecía divertirle y le sonreía cada que tenía oportunidad.Avery estaba segura que allí mismo iba a reventar. Sentía el cuerpo acalorado, pero no precisamente de placer. Se sentía tan molesta y lo reflejaba en su ceño fruncido y el color rojizo de sus mejillas.—¿Quién eres tú para venir a sermonearme? ¿De dónde diablos sacaste a esta mujer tan altanera y grosera, Jeray? —inquirió uno de los inversionistas.Jeray iba a responderle, pero la mencionada, con una sonrisa retorcida y una mirada desdeñosa, se giró hacia el hombre y habló con total sequedad.—Soy una de las principales inversionistas, pero eso lo sabrías si dejaras de lado tu diminuto ego y te tomaras el tiempo de leer los nombres en la lista.—No me jodas, mocosa
Jeray estaba tan sorprendido y a la vez tan extasiado de que su ángel lo besara con tanta efusividad que no pudo hacer más que apretarla contra su cuerpo y rendirse a la suavidad y calidez de su aliento.Sus besos eran exquisitos y dulces, lo provocaban como jamás lo había logrado alguien y hacían que su piel se calentara a más no poder. Se sentía en un sueño y no quería que ella dejara de besarlo nunca.Avery se separó un poco de él y soltó un suspiro de alivio, con los ojos cerrados y escuchando solo el ritmo frenético de su corazón.—Pensé que tú y ella…—Jamás, preciosa —la voz del hombre salió ronca y suave como el terciopelo.Ella abrió los ojos y sus miradas hicieron una conexión que los sobrepasó por igual, antes de que sus bocas volvieran a fundirse en una sola y se aferraran al otro como si sus vidas fuesen a acabar allí mismo si no se besaban.Las pequeñas manos de Avery se movieron por el pecho de él hasta el cuello y acarició con una suavidad que lo hizo estremecer. Ella
Jeray estaba demasiado envuelto en el placer y en lo que sentía con cada roce, que fue poco consciente de lo que soltó en voz alta. Y Avery estaba inmersa en los sentires que la azotaban con fiereza y la hacían gemir, que escucharlo hablar en su idioma natal aumentó el calor que bullía en su interior.Su coño palpitaba incesante, deseando sentirlo de una vez por todas. Así que tomó su pene en su mano y la subió de arriba abajo, acariciando y apretando con suavidad al tiempo que levantaba las caderas y lo ponía en su entrada.La humedad en sus pieles era excesiva, por lo que, con suma facilidad, ella se deslizó por toda su longitud hasta cubrirlo por completo y retenerlo en su interior por unos instantes, amoldándose a su tamaño. El gemido que soltaron fue al unísono y los hizo cerrar los ojos a los dos, disfrutando de sus cuerpos unidos, de la humedad que los envolvía y de lo bien que se sentían estando en la piel del otro.Avery se aferró de su cuello y apoyó la frente en la de él, r
Con extrema suavidad, Jeray la separó de sus brazos y le limpió las lágrimas, sintiéndose molesto por verla llorar. De la única manera en que quería ver sus lágrimas adornando su piel era cuando estaba dentro de ella, ya fuese enloqueciéndola de placer o cortándole la respiración.—Gracias por todo lo que estás haciendo por mí… aunque no deberías.—Pero quiero hacerlo —le sonrió y la tomó de la mano, entrelazando sus dedos—. Vamos.La chica se dejó guiar hasta el interior de la oficina, sintiendo que distintas emociones las abrasaban con fuerza. Pero la esperanza y la ilusión que se extendían en su pecho nunca las había sentido antes. Ella ya se había resignado a qué pasaría un buen tiempo en manos de esa mujer, viviendo diferentes infiernos, pero nunca imaginó que aquel hombre que al principio parecía no tener corazón, la ayudaría tanto.Su corazón latía con mucha fuerza y, aunque la vergüenza la dominaba y se sentía demasiado humillada con que otra persona conociera lo que ella quer
Con el paso de los días, Avery empezaba a sentirse más ansiosa y nerviosa, y todo se debía a que no había vuelto a ver a Jolie rondando por la oficina. Si bien le había dicho que estaría recopilando toda la información posible para hundir en la cárcel a Ivanna, una pequeña parte de sí dudaba y era la que la mantenía con el corazón en la mano.Esos deseos fervientes de ser libre para siempre hacia que no tuviera paz siquiera cuando estaba entre los brazos de Jeray.Él era su balance, era quien le daba un toque de pasión e ilusión a su vida. Se enamoraba de él cada día que pasaba y ya no sabía qué tan peligroso y perjudicial era aquello. No se quería ilusionar de más, pero ya no sabía cómo controlar los sentimientos que hacían latir con mucha fuerza su corazón.Él no ayudaba en lo absoluto, por lo contrario, hacia cualquier cosa para que ella suspirara y soñara con los ojos abiertos. Cada bonito gesto, cada palabra, que estuviera tan dispuesto a ayudarle y le asegurara que nunca la deja