Jeray estaba demasiado envuelto en el placer y en lo que sentía con cada roce, que fue poco consciente de lo que soltó en voz alta. Y Avery estaba inmersa en los sentires que la azotaban con fiereza y la hacían gemir, que escucharlo hablar en su idioma natal aumentó el calor que bullía en su interior.Su coño palpitaba incesante, deseando sentirlo de una vez por todas. Así que tomó su pene en su mano y la subió de arriba abajo, acariciando y apretando con suavidad al tiempo que levantaba las caderas y lo ponía en su entrada.La humedad en sus pieles era excesiva, por lo que, con suma facilidad, ella se deslizó por toda su longitud hasta cubrirlo por completo y retenerlo en su interior por unos instantes, amoldándose a su tamaño. El gemido que soltaron fue al unísono y los hizo cerrar los ojos a los dos, disfrutando de sus cuerpos unidos, de la humedad que los envolvía y de lo bien que se sentían estando en la piel del otro.Avery se aferró de su cuello y apoyó la frente en la de él, r
Con extrema suavidad, Jeray la separó de sus brazos y le limpió las lágrimas, sintiéndose molesto por verla llorar. De la única manera en que quería ver sus lágrimas adornando su piel era cuando estaba dentro de ella, ya fuese enloqueciéndola de placer o cortándole la respiración.—Gracias por todo lo que estás haciendo por mí… aunque no deberías.—Pero quiero hacerlo —le sonrió y la tomó de la mano, entrelazando sus dedos—. Vamos.La chica se dejó guiar hasta el interior de la oficina, sintiendo que distintas emociones las abrasaban con fuerza. Pero la esperanza y la ilusión que se extendían en su pecho nunca las había sentido antes. Ella ya se había resignado a qué pasaría un buen tiempo en manos de esa mujer, viviendo diferentes infiernos, pero nunca imaginó que aquel hombre que al principio parecía no tener corazón, la ayudaría tanto.Su corazón latía con mucha fuerza y, aunque la vergüenza la dominaba y se sentía demasiado humillada con que otra persona conociera lo que ella quer
Con el paso de los días, Avery empezaba a sentirse más ansiosa y nerviosa, y todo se debía a que no había vuelto a ver a Jolie rondando por la oficina. Si bien le había dicho que estaría recopilando toda la información posible para hundir en la cárcel a Ivanna, una pequeña parte de sí dudaba y era la que la mantenía con el corazón en la mano.Esos deseos fervientes de ser libre para siempre hacia que no tuviera paz siquiera cuando estaba entre los brazos de Jeray.Él era su balance, era quien le daba un toque de pasión e ilusión a su vida. Se enamoraba de él cada día que pasaba y ya no sabía qué tan peligroso y perjudicial era aquello. No se quería ilusionar de más, pero ya no sabía cómo controlar los sentimientos que hacían latir con mucha fuerza su corazón.Él no ayudaba en lo absoluto, por lo contrario, hacia cualquier cosa para que ella suspirara y soñara con los ojos abiertos. Cada bonito gesto, cada palabra, que estuviera tan dispuesto a ayudarle y le asegurara que nunca la deja
Jeray era un hombre con poca paciencia, que se molestaba con facilidad y perdía la decencia cuando la situación lo ameritaba. En ese momento no podía sentirse más furioso y con ganas de destruir para siempre a la chica que llevaba del brazo.¿Cómo demonios le habían permitido el paso sabiendo que ya no era más su asistente? ¿Acaso Borbón no la había dejado con vigilancia para que no se acercara nunca más a su ángel?En ese momento su furia hervía en su sangre y no sería en lo absoluto delicado con una hija de perra como Dixie.En cuanto las puertas del ascensor se abrieron, el hombre llevó arrastras a la mujer por el estacionamiento. La sujetaba con fuerza del brazo y no le daba tregua siquiera para poder caminar bien.Sus pies trastabillaban entre sí y el fuerte agarre en su brazo empezaba a dolerle, y no era para menos, si los dedos del hombre se aferraba con total fuerza de su piel, haciendo que fuese doloroso.—Me estás lastimando —chilló Dixie, intentando zafarse del fuerte agarr
Avery fue despertando poco a poco al percibir un suave roce en sus muslos y parte de su trasero. El cálido aliento que sintió en su cuello la hizo estremecer y ese beso sobre su piel hizo que la humedad y el calor se apoderaran de sí.Mantuvo los ojos cerrados mientras sentía esas grandes manos por su cuerpo, acariciando con parsimonia y calentándola a gran velocidad. No quería abrir los ojos y darse de bruces con la realidad. Ese sueño estaba siendo fantástico, como cada vez que soñaba con Jeray y él la devoraba a besos y la destruía a caricias.Soltó un suspiro en cuanto la boca de él recorrió su cuello y parte de su pecho, sumando la lengua en una caricia húmeda y ardiente que la tenía flotando en lo más alto del cielo.Sintió un fuerte apretón en sus nalgas y soltó un suspiro extasiado que aumentó el calor en su piel. Aquel sueño parecía demasiado real, como si en verdad estuviese pasando y no fuese una más de sus locas fantasías. Así que envuelta en sus sueños, llevó las manos a
La sorpresa de aquella confesión hizo que Avery contuviera hasta la respiración. No podía creer lo que le estaba diciendo, menos lo que le estaba proponiendo.¿Acaso estaba soñando? Si era así, no quería despertar nunca.Pero no estaba soñando, él estaba a pocos centímetros de ella, mirándola con fijeza y cierta impaciencia, robándole todo el aire y haciendo que su corazón latiera sin ritmo ni secuencia, esperando con ansiedad a que ella le respondiera un sí definitivo.—No guardes silencio, ángel. Entenderé si me dices que no.La chica soltó todo el aire que estaba conteniendo y sonrió, apoyando las manos en el pecho de él y sintiendo lo fuerte que latía su corazón.Él estaba tan nervioso y agitado como ella, y su corazón lo estaba traicionando ante la falsa calma que demostraba su expresión neutra.—No podría decirte que no, Jeray, no cuando me acabas de decir palabras tan bonitas. Quizá estoy un poco loca, pero hiciste que me enamorara de ti con cada acto y palabra que haces y dices
Durante los siguientes cinco días Avery vivió en una constante ansiedad y nerviosismo, pensando que en cualquier momento Ivanna irrumpiría en la empresa o en el apartamento. El miedo que sentía no la dejaba dormir, ni comer bien ni mucho menos concentrarse en el trabajo. Incluso la misma preocupación que sentía la estaba enfermando.Esa mañana en la oficina, tratando de serenar su ansiedad y concentrarse en su trabajo, sintió un ligero mareo y una fuerte punzada en la cabeza que la hicieron cerrar los ojos. Se sentía tan estresada y su cuerpo empezaba a exigirle más descanso y que le diera energías.Se enderezó con aquella molestia en su cabeza y fijó la vista en el ascensor, que daba aviso a la llegada de alguien.Asier salió de la caja de metal con una sonrisa en los labios y vestido de manera casual. Se acercó a su escritorio y frunció el ceño al notarla tan pálida y descompuesta, frotando sus sienes y haciendo una mueca de dolor.—¿Estás enferma? —inquirió el hombre.—Supongo. Es
Jeray guardó todas las fotos en la caja y le marcó a Borbón, ordenándole que aumentara la seguridad de sus padres. También llamó a sus amigos y los alertó para que tomaran medidas.Nunca imaginó que aquella situación iría tan lejos y que debía protegerse de Ivanna cuando en el pasado habían hecho tantos tratos. Siendo tan recto y suspicaz no debió dejarse llevar por lo que aquella mujer le había dicho que podía satisfacer en él, pero si no se hubiera involucrado en ese mundo, nunca hubiese conocido a su ángel.Entró al apartamento y le ordenó a Christian redoblar la seguridad en el edificio, así como dejar varios hombres en el pasillo. No entendía cómo habían burlado la seguridad, si había ordenado que nadie tenía la autorización de pasar sin que primero le informaran a él.Pensó en si debía decirle a Avery lo que estaba sucediendo, pero no quería preocuparla de más o hacer que su salud se viese más afectada de lo que estaba, después de todo, que Ivanna le hiciera daño a ella o a su h