Jeray era un hombre con poca paciencia, que se molestaba con facilidad y perdía la decencia cuando la situación lo ameritaba. En ese momento no podía sentirse más furioso y con ganas de destruir para siempre a la chica que llevaba del brazo.¿Cómo demonios le habían permitido el paso sabiendo que ya no era más su asistente? ¿Acaso Borbón no la había dejado con vigilancia para que no se acercara nunca más a su ángel?En ese momento su furia hervía en su sangre y no sería en lo absoluto delicado con una hija de perra como Dixie.En cuanto las puertas del ascensor se abrieron, el hombre llevó arrastras a la mujer por el estacionamiento. La sujetaba con fuerza del brazo y no le daba tregua siquiera para poder caminar bien.Sus pies trastabillaban entre sí y el fuerte agarre en su brazo empezaba a dolerle, y no era para menos, si los dedos del hombre se aferraba con total fuerza de su piel, haciendo que fuese doloroso.—Me estás lastimando —chilló Dixie, intentando zafarse del fuerte agarr
Avery fue despertando poco a poco al percibir un suave roce en sus muslos y parte de su trasero. El cálido aliento que sintió en su cuello la hizo estremecer y ese beso sobre su piel hizo que la humedad y el calor se apoderaran de sí.Mantuvo los ojos cerrados mientras sentía esas grandes manos por su cuerpo, acariciando con parsimonia y calentándola a gran velocidad. No quería abrir los ojos y darse de bruces con la realidad. Ese sueño estaba siendo fantástico, como cada vez que soñaba con Jeray y él la devoraba a besos y la destruía a caricias.Soltó un suspiro en cuanto la boca de él recorrió su cuello y parte de su pecho, sumando la lengua en una caricia húmeda y ardiente que la tenía flotando en lo más alto del cielo.Sintió un fuerte apretón en sus nalgas y soltó un suspiro extasiado que aumentó el calor en su piel. Aquel sueño parecía demasiado real, como si en verdad estuviese pasando y no fuese una más de sus locas fantasías. Así que envuelta en sus sueños, llevó las manos a
La sorpresa de aquella confesión hizo que Avery contuviera hasta la respiración. No podía creer lo que le estaba diciendo, menos lo que le estaba proponiendo.¿Acaso estaba soñando? Si era así, no quería despertar nunca.Pero no estaba soñando, él estaba a pocos centímetros de ella, mirándola con fijeza y cierta impaciencia, robándole todo el aire y haciendo que su corazón latiera sin ritmo ni secuencia, esperando con ansiedad a que ella le respondiera un sí definitivo.—No guardes silencio, ángel. Entenderé si me dices que no.La chica soltó todo el aire que estaba conteniendo y sonrió, apoyando las manos en el pecho de él y sintiendo lo fuerte que latía su corazón.Él estaba tan nervioso y agitado como ella, y su corazón lo estaba traicionando ante la falsa calma que demostraba su expresión neutra.—No podría decirte que no, Jeray, no cuando me acabas de decir palabras tan bonitas. Quizá estoy un poco loca, pero hiciste que me enamorara de ti con cada acto y palabra que haces y dices
Durante los siguientes cinco días Avery vivió en una constante ansiedad y nerviosismo, pensando que en cualquier momento Ivanna irrumpiría en la empresa o en el apartamento. El miedo que sentía no la dejaba dormir, ni comer bien ni mucho menos concentrarse en el trabajo. Incluso la misma preocupación que sentía la estaba enfermando.Esa mañana en la oficina, tratando de serenar su ansiedad y concentrarse en su trabajo, sintió un ligero mareo y una fuerte punzada en la cabeza que la hicieron cerrar los ojos. Se sentía tan estresada y su cuerpo empezaba a exigirle más descanso y que le diera energías.Se enderezó con aquella molestia en su cabeza y fijó la vista en el ascensor, que daba aviso a la llegada de alguien.Asier salió de la caja de metal con una sonrisa en los labios y vestido de manera casual. Se acercó a su escritorio y frunció el ceño al notarla tan pálida y descompuesta, frotando sus sienes y haciendo una mueca de dolor.—¿Estás enferma? —inquirió el hombre.—Supongo. Es
Jeray guardó todas las fotos en la caja y le marcó a Borbón, ordenándole que aumentara la seguridad de sus padres. También llamó a sus amigos y los alertó para que tomaran medidas.Nunca imaginó que aquella situación iría tan lejos y que debía protegerse de Ivanna cuando en el pasado habían hecho tantos tratos. Siendo tan recto y suspicaz no debió dejarse llevar por lo que aquella mujer le había dicho que podía satisfacer en él, pero si no se hubiera involucrado en ese mundo, nunca hubiese conocido a su ángel.Entró al apartamento y le ordenó a Christian redoblar la seguridad en el edificio, así como dejar varios hombres en el pasillo. No entendía cómo habían burlado la seguridad, si había ordenado que nadie tenía la autorización de pasar sin que primero le informaran a él.Pensó en si debía decirle a Avery lo que estaba sucediendo, pero no quería preocuparla de más o hacer que su salud se viese más afectada de lo que estaba, después de todo, que Ivanna le hiciera daño a ella o a su h
Ver a su ángel dormir era relajante y maravilloso para Jeray, pero en ese momento no podía disfrutar de la belleza de la mujer que sostenía en sus brazos y descansaba en su pecho, ya que sentía una angustia desesperante en el centro de su corazón. No podía describir el malestar, pero lo que había pasado ese día no le dejaba tener paz alguna.Cerró los ojos y se aferró con mayor fuerza del cuerpo de la mujer que amaba, pero no sentía ni un poco de sueño. Su cabeza no paraba de trabajar, tratando de encontrar una solución que parecía irse cada vez más lejos de sus manos.La misma preocupación lo hizo quedarse dormido, pero entre sueños escuchó su teléfono sonar. La misma ansiedad que sentía, lo dejó sentado en la cama de un solo movimiento, con un mal presentimiento en su pecho.Se frotó el rostro con frustración y tomó el teléfono cuando volvió a sonar. Frunció el ceño al darse cuenta de la hora que estaba llamando su hermano, pero en ese momento pensó que se estaba comunicando para sa
—¿Creíste que podías deshacerte de mí tan fácilmente, querida? —le susurró al oído, antes de ponerle un saco negro en la cabeza—. Jeray puede tener mucho dinero y pagarle a los mejores abogados, pero es un imbécil demasiado honrado que no tiene ni puta idea en el infierno que acaba de desatar.—Le pido que no les haga daño —suplicó Avery con lágrimas en los ojos—. Soy yo la que debe pagar las consecuencias. Todo es mi culpa. Yo le pedí a él que me ayudara a cambio de sexo.—Eres una pequeña zorra, pero para que sea capaz de hacerlo para ti nada más para tener el gusto de entrar en tu coñito, es porque debes tenerlo muy rico —la mujer guio la mano a la entrepierna de la joven y palpó su vagina por encima de su pantalón, haciéndola tensar—. Créeme que tengo muchas ganas de matarte y destrozarte en pedacitos, pero viva me sirves más. Además de que voy a sacar de tu culo y tu coño todo el dinero que me has hecho perder desde que me cerraron el club.Avery cerró los ojos y contuvo su llant
—Eres muy linda —susurró el hombre, llevando las manos por los senos y el abdomen de la jovencita tendida en la cama—. Pueden pagar mucho por ti.Avery contuvo el llanto con los ojos bien apretados cuando sintió los dedos del hombre hurgar su sexo sin ápice de delicadeza y compasión.Su corazón se rompía en mil pedazos y sentía que la piel le hormigueaba de asco y repulsión. Quería que, al abrir los ojos, no fuese más que una horrible pesadilla, pero la fuerza con la que el hombre hundía los dedos en su interior, haciendo que el dolor se mezclara con su agonía, incrementaba aún más.Trató de pensar en Jeray, en sus padres e incluso en su hermano, pero de solo imaginarlos, el dolor se aguzó en su pecho. Después de esto Jeray no la vería con los mismos ojos, ni mucho menos su hermano la querría en cuanto se enterara de todo. Y sus padres debían sentirse decepcionados de ella desde donde quiera que la estuviesen viendo.El infierno que estaba conociendo en ese instante era peor del que e