La reunión fue eterna y aburrida para la joven que no podía dejar de mirar a la rubia que intervenía de vez en cuando y mantenía a todos tensos en la sala con sus preguntas directas y llenas de sarcasmo, sobre todo a Kian que contenía su furia. Mientras que Jeray parecía divertirle y le sonreía cada que tenía oportunidad.Avery estaba segura que allí mismo iba a reventar. Sentía el cuerpo acalorado, pero no precisamente de placer. Se sentía tan molesta y lo reflejaba en su ceño fruncido y el color rojizo de sus mejillas.—¿Quién eres tú para venir a sermonearme? ¿De dónde diablos sacaste a esta mujer tan altanera y grosera, Jeray? —inquirió uno de los inversionistas.Jeray iba a responderle, pero la mencionada, con una sonrisa retorcida y una mirada desdeñosa, se giró hacia el hombre y habló con total sequedad.—Soy una de las principales inversionistas, pero eso lo sabrías si dejaras de lado tu diminuto ego y te tomaras el tiempo de leer los nombres en la lista.—No me jodas, mocosa
Jeray estaba tan sorprendido y a la vez tan extasiado de que su ángel lo besara con tanta efusividad que no pudo hacer más que apretarla contra su cuerpo y rendirse a la suavidad y calidez de su aliento.Sus besos eran exquisitos y dulces, lo provocaban como jamás lo había logrado alguien y hacían que su piel se calentara a más no poder. Se sentía en un sueño y no quería que ella dejara de besarlo nunca.Avery se separó un poco de él y soltó un suspiro de alivio, con los ojos cerrados y escuchando solo el ritmo frenético de su corazón.—Pensé que tú y ella…—Jamás, preciosa —la voz del hombre salió ronca y suave como el terciopelo.Ella abrió los ojos y sus miradas hicieron una conexión que los sobrepasó por igual, antes de que sus bocas volvieran a fundirse en una sola y se aferraran al otro como si sus vidas fuesen a acabar allí mismo si no se besaban.Las pequeñas manos de Avery se movieron por el pecho de él hasta el cuello y acarició con una suavidad que lo hizo estremecer. Ella
Jeray estaba demasiado envuelto en el placer y en lo que sentía con cada roce, que fue poco consciente de lo que soltó en voz alta. Y Avery estaba inmersa en los sentires que la azotaban con fiereza y la hacían gemir, que escucharlo hablar en su idioma natal aumentó el calor que bullía en su interior.Su coño palpitaba incesante, deseando sentirlo de una vez por todas. Así que tomó su pene en su mano y la subió de arriba abajo, acariciando y apretando con suavidad al tiempo que levantaba las caderas y lo ponía en su entrada.La humedad en sus pieles era excesiva, por lo que, con suma facilidad, ella se deslizó por toda su longitud hasta cubrirlo por completo y retenerlo en su interior por unos instantes, amoldándose a su tamaño. El gemido que soltaron fue al unísono y los hizo cerrar los ojos a los dos, disfrutando de sus cuerpos unidos, de la humedad que los envolvía y de lo bien que se sentían estando en la piel del otro.Avery se aferró de su cuello y apoyó la frente en la de él, r
Con extrema suavidad, Jeray la separó de sus brazos y le limpió las lágrimas, sintiéndose molesto por verla llorar. De la única manera en que quería ver sus lágrimas adornando su piel era cuando estaba dentro de ella, ya fuese enloqueciéndola de placer o cortándole la respiración.—Gracias por todo lo que estás haciendo por mí… aunque no deberías.—Pero quiero hacerlo —le sonrió y la tomó de la mano, entrelazando sus dedos—. Vamos.La chica se dejó guiar hasta el interior de la oficina, sintiendo que distintas emociones las abrasaban con fuerza. Pero la esperanza y la ilusión que se extendían en su pecho nunca las había sentido antes. Ella ya se había resignado a qué pasaría un buen tiempo en manos de esa mujer, viviendo diferentes infiernos, pero nunca imaginó que aquel hombre que al principio parecía no tener corazón, la ayudaría tanto.Su corazón latía con mucha fuerza y, aunque la vergüenza la dominaba y se sentía demasiado humillada con que otra persona conociera lo que ella quer
Con el paso de los días, Avery empezaba a sentirse más ansiosa y nerviosa, y todo se debía a que no había vuelto a ver a Jolie rondando por la oficina. Si bien le había dicho que estaría recopilando toda la información posible para hundir en la cárcel a Ivanna, una pequeña parte de sí dudaba y era la que la mantenía con el corazón en la mano.Esos deseos fervientes de ser libre para siempre hacia que no tuviera paz siquiera cuando estaba entre los brazos de Jeray.Él era su balance, era quien le daba un toque de pasión e ilusión a su vida. Se enamoraba de él cada día que pasaba y ya no sabía qué tan peligroso y perjudicial era aquello. No se quería ilusionar de más, pero ya no sabía cómo controlar los sentimientos que hacían latir con mucha fuerza su corazón.Él no ayudaba en lo absoluto, por lo contrario, hacia cualquier cosa para que ella suspirara y soñara con los ojos abiertos. Cada bonito gesto, cada palabra, que estuviera tan dispuesto a ayudarle y le asegurara que nunca la deja
Jeray era un hombre con poca paciencia, que se molestaba con facilidad y perdía la decencia cuando la situación lo ameritaba. En ese momento no podía sentirse más furioso y con ganas de destruir para siempre a la chica que llevaba del brazo.¿Cómo demonios le habían permitido el paso sabiendo que ya no era más su asistente? ¿Acaso Borbón no la había dejado con vigilancia para que no se acercara nunca más a su ángel?En ese momento su furia hervía en su sangre y no sería en lo absoluto delicado con una hija de perra como Dixie.En cuanto las puertas del ascensor se abrieron, el hombre llevó arrastras a la mujer por el estacionamiento. La sujetaba con fuerza del brazo y no le daba tregua siquiera para poder caminar bien.Sus pies trastabillaban entre sí y el fuerte agarre en su brazo empezaba a dolerle, y no era para menos, si los dedos del hombre se aferraba con total fuerza de su piel, haciendo que fuese doloroso.—Me estás lastimando —chilló Dixie, intentando zafarse del fuerte agarr
Avery fue despertando poco a poco al percibir un suave roce en sus muslos y parte de su trasero. El cálido aliento que sintió en su cuello la hizo estremecer y ese beso sobre su piel hizo que la humedad y el calor se apoderaran de sí.Mantuvo los ojos cerrados mientras sentía esas grandes manos por su cuerpo, acariciando con parsimonia y calentándola a gran velocidad. No quería abrir los ojos y darse de bruces con la realidad. Ese sueño estaba siendo fantástico, como cada vez que soñaba con Jeray y él la devoraba a besos y la destruía a caricias.Soltó un suspiro en cuanto la boca de él recorrió su cuello y parte de su pecho, sumando la lengua en una caricia húmeda y ardiente que la tenía flotando en lo más alto del cielo.Sintió un fuerte apretón en sus nalgas y soltó un suspiro extasiado que aumentó el calor en su piel. Aquel sueño parecía demasiado real, como si en verdad estuviese pasando y no fuese una más de sus locas fantasías. Así que envuelta en sus sueños, llevó las manos a
La sorpresa de aquella confesión hizo que Avery contuviera hasta la respiración. No podía creer lo que le estaba diciendo, menos lo que le estaba proponiendo.¿Acaso estaba soñando? Si era así, no quería despertar nunca.Pero no estaba soñando, él estaba a pocos centímetros de ella, mirándola con fijeza y cierta impaciencia, robándole todo el aire y haciendo que su corazón latiera sin ritmo ni secuencia, esperando con ansiedad a que ella le respondiera un sí definitivo.—No guardes silencio, ángel. Entenderé si me dices que no.La chica soltó todo el aire que estaba conteniendo y sonrió, apoyando las manos en el pecho de él y sintiendo lo fuerte que latía su corazón.Él estaba tan nervioso y agitado como ella, y su corazón lo estaba traicionando ante la falsa calma que demostraba su expresión neutra.—No podría decirte que no, Jeray, no cuando me acabas de decir palabras tan bonitas. Quizá estoy un poco loca, pero hiciste que me enamorara de ti con cada acto y palabra que haces y dices