Con los sentidos embotados, la respiración hecha un desastre debido al beso que Jeray le acababa de dar y le había robado toda la capacidad hasta de pensar, Avery se quitó los zapatos y después el pantalón tal como se lo había exigido y se inclinó en el escritorio, encendiendo un poco más al hombre al ver la forma de corazón de su culo y como la tanga se perdía en el medio de sus nalgas.Su corazón latía con fuerza y se precipitó aún más rápido al sentir las manos del hombre en su trasero, dejando una caricia tan suave y sutil haciéndola erizar. Sus manos eran grandes y fuertes, pero también debía admitir que cuando la acariciaba de esa manera tan lenta, se le hacían exquisitamente suaves. Una sensación de hormigueo quedaba como rastro por donde su tacto pasaba. —No estamos en casa y no podemos hacer todo lo que nos gusta, pero te deseo incluso más, ángel —apretó su trasero con firmeza y volvió a recorrer su piel con suavidad. Palabras, eso era lo único que eran para Avery, pero
~AVERY~La noche se me hizo eterna, deseaba que la mañana llegase cuanto antes para ir con mi hermano, por eso cuando la luz del sol golpeó mi rostro, me levanté demasiado feliz, ignorando la punzada de dolor en mi entrepierna y me alisté a toda prisa. Estaba tan emocionada por llegar a la clínica y sacar a mi hermano de allí, que todos mis problemas se hicieron polvo.Nada me importaba más que estar con Luca, y más sabiendo que podría quedarme con él cuando pensé que Jeray no me permitiría salir de esta mansión.Me estaba terminando de peinar el cabello en una cola a lo alto de mi cabeza, cuando la puerta de mi habitación se abrió. Mi corazón se agitó al ver al hombre que entraba con una sonrisa en los labios y una mirada tan felina que no pude mantenerme mucho tiempo viéndolo a los ojos.—Estás lista.Cualquiera que vea a Jeray pensaría que es un sexi modelo recién salido de una revista, con esa mirada hechizante, una sonrisa que provocaría más muertes que el cáncer y un porte demas
AVERYLa sorpresa aumentó en cuanto entramos a una zona bastante bonita y elegante hasta un edificio demasiado alto. Tanto Luca como yo estábamos demasiado sorprendidos para decir palabra alguna, y si mi hermano me llegaba a preguntar sobre cómo había conseguido aquel lugar, no tenía ni la menor idea de qué responderle. La sola recepción del edificio era enorme y bonita, con sillones de descanso que no disimilaban en absoluto la elegancia. Jeray nos guio al ascensor y el silencio se agudizó. Mi cabeza daba vueltas y las palabras estaban en la punta de mi lengua, listas para salir en el momento más oportuno. —¿Cuál es nuestro piso? —inquirió Luca. —El último —respondió Jeray y ambos abrimos los ojos de sorpresa. —Demasiado alto —murmuré y escuché reír al hombre.—¿Tienes miedo a las alturas? —quiso saber y negué—. Este edificio no es tan alto como otros.No quería preguntar de cuáles otros edificios estaba hablando, ya con este era más que suficiente y una parte de mí se negaba a v
◆En cuanto las puertas del ascensor se abrieron, Jeray salió a paso firme y elegante, haciendo que su secretaria se pusiera de pie y se acercara a él de inmediato. —El Sr. Pelman está furioso y dijo que no firmaría ningún contrato con usted. —Entonces que abandone mi sala de juntas —respondió con esa altivez que lo caracterizaba, dejando en silencio a la chica—. Igual no soy yo el que va a perder nada. El hombre entró a la oficina y se quitó su americana, dejándola colgada en el gancho antes de acercarse al bar y darse el primer trago del día. Se sentó en su lugar y abrió su computadora, listo para empezar su trabajo, pero la fija mirada de su secretaria hizo que la mirara. —¿Vas a informarme algo más?Dixie tragó saliva y apretó la tableta que tenía en sus manos contra su pecho. ¿Por qué estaba actuando tan diferente con ella? Se debía a la chica del día anterior? Se vio preguntándose, mirando al hombre que la miraba con seriedad y sin ninguna pizca de deseo. —Srta. Kenner, si
Avery se levantó bien temprano como cada mañana y se preparó para hacer un poco de ejercicio en la sala, escuchando música mientras el sol terminaba de iluminar todo el cielo. Cuando terminó, se dio una larga ducha con agua tibia y se mantuvo en la bañera contemplando la majestuosa vista desde allí. Desde su baño podía ver el lago en su máximo esplendor y los edificios de fondo como si se tratara de una fotografía sacada de la internet. Era una vista preciosa y que cada día la enamoraba aún más, pero no quería acostumbrarse demasiado a ella porque, aunque si bien el apartamento estaba a su nombre, no pensaba quedarse con el. Eso sería demasiado. Salió tiempo después y se puso un vestido ligero y se unió a la cocina donde la Sra. Grace, la ama de llaves de Jeray, le ayudaba a preparar el desayuno. Avery se sentía avergonzada de que la mujer estuviera allí para hacer de comer y limpiar, por eso habían llegado a un acuerdo de hacer el trabajo por mitad. La chica empezaba a aburrirse y
Jeray y Luca jugaban y hablaban como si se tratasen de grandes amigos y esa fuese una de las tantas partidas de ajedrez que tenían, mientras Avery, con un libro en sus manos y haciendo como si estuviera entretenida leyendo, los observaba con fijeza desde el sofá.Desde que el hombre había entrado al apartamento todo había sido diferente, incluso el aire que respiraba era escaso y el calor que sentía en su cuerpo no lo podía soportar. Pero aquello que presenciaba jamás lo hubiese imaginado ni en sus más locos sueños.Entre más lo miraba, más fuerte su corazón latía y aquello la hacía apartar la vista para dejar de sentirse así. Conocía esos sentires muy bien, así de nerviosa y emocionada se había sentido cuando se enamoró de su exnovio, pero ella sabía que no podía ilusionarse demasiado con él. Lo suyo solo se trataba de un contrato, y aquello no podía denominarse “amor”.—Es bastante guapo, ¿no?—Sí —respondió siquiera sin pensarlo y se cubrió el rostro con el libro escuchando de fond
La alarma despertó a la joven que apenas si había podido descansar por un par de horas, pero con lo nerviosa que había estado y sus constantes pensamientos no la dejaron dormir. Ese sería su primer día como secretaria de Jeray y no tenía la menor idea de cómo saldría aquello, mas una parte de sí le decía que todo se complicaría mucho más de lo que de por sí ya era.Pero ¿qué otra opción tenía? No podía negarse o su hermano empezaría a hacerle preguntas referentes a su trabajo y ella nunca podría contarle la verdad y que la viera de una forma diferente. Además, así como Jeray le había asegurado, el dinero que ganaría siendo su secretaria podría ahorrarlo y aquello no era tan mala idea después de todo.En ese momento no pensaba que debía volver al club, de hecho, era como si el hombre no la hubiera sacado de aquel lugar y su relación fuese una muy diferente.Por otro lado, quería saber qué había sucedido con la tal Dixie que tanto había nombrado las primeras veces que estuvo con ella, p
Jeray no soltó a Avery siquiera cuando llegaron al estacionamiento.—Señor —el guardaespaldas se bajó del auto a prisas.—Ve a casa, yo me encargo de llevar a Avery al apartamento —le indicó a Christian y el hombre se despidió con un asentamiento de cabeza.Jeray apoyó la mano en la espalda baja de ella y la sintió vibrar bajo su toque, por lo que se vio sonriendo mientras la ayudaba a subir a su auto. Aunque se sentía de mal humor, provocar esas reacciones en ella en un toque tan superficial hizo que su mal humor se disipara.De nuevo estaba sintiendo los deseos apoderarse de su ser, pero debía controlarse. Tampoco iba a someterla cuando al día siguiente debía trabajar, y realmente en ese momento necesitaba de su ayuda. Él solo no podía hacerse cargo de todo el trabajo.Cerró la puerta del copiloto y dio la vuelta para subir y poner el auto en marcha, sin saber muy bien por qué hacía lo que estaba haciendo y no lo sentía como algo malo.—¿Qué te gustaría cenar? —la pregunta tomó por