Durante el resto de semana Avery se concentró demasiado en su trabajo, manteniendo la distancia y tratando de pensar lo menos posible en el hombre, pero era imposible cuando lo veía todo el día y tenía detalles con ella que le hacían arder el corazón de una manera que no estaba supuesta.Lo menos que quería era enamorarse de él, sabía que aquello solo le traería problemas. Esa era una de las primeras reglas de Ivanna y ella sentía que cada día la iba rompiendo, porque aquel hombre se calaba más allá de su piel.Como cada día, Avery se mantuvo toda la mañana atendiendo llamadas y confirmando reuniones. No había visto a Jeray y eso la hacía estar tranquila, pero muy en el fondo de sí deseaba aunque sea ver sus ojos verdes y hechizantes.—Ven a mi oficina —escuchó su profunda e impasible voz por la bocina y su corazón se agitó.Se puso de pie con la inquietud estando presente en todo su cuerpo y tiró de su falda negra hacia abajo. De repente el uniforme le quedaba muy ajustado y la acalo
Jeray se dirigió a la parte del bar de su oficina y se sirvió una copa de whisky mientras oía salir a Avery en completo silencio y las inconfundibles voces de sus amigos al saludarla. Se lo bebió de un solo golpe y se sirvió dos más para mermar el fuego que lo estaba enloqueciendo.En cuestión de segundos había olvidado la reunión, y si no fuese nada importante, la había pospuesto para poder perderse en su ángel con el mayor de los gustos, como tanto le gustaba hacerlo.Las alertas en su cabeza se dispararon y no pudo hacer más que beberse otro trago para quitarse esa sensación del cuerpo y del pecho. Era bastante peligroso lo que estaba haciendo, pero la chica nublaba su razón hasta el punto de tomar decisiones que le podían costar más de lo que podría ganar. Que Avery fuese su secretaria era un peligro que debía mantener bajo control o podría acabarlo en cualquier momento.Con la cabeza más despejada y el calor siendo reemplazado por las dudas e inquietudes, se preguntó qué era lo q
Durante la reunión con sus socios y amigos, Jeray no dejó de pensar en la conversación que había tenido con ellos. ¿Realmente se había enamorado? No tenía ni la menor idea si aquella suposición de sus amigos era cierta, ya que jamás se había enamorado y no sabía cómo se sentía una persona con dichos sentimientos.Avery le gustaba, eso era un hecho que no podía ocultar. Era bella y tenía todo lo que despertaba su interés; sus ojos, su boca, su cabello, su cuerpo, hasta su baja estatura le gustaba porque encajaba demasiado bien en sus brazos.La deseaba en demasía, eso tampoco lo podía negar ni ocultar. Un solo beso bastaba para que su sangre corriera a gran velocidad por sus venas y le nublara la razón.Sentía atracción y química durante el sexo. Quizás el sexo era lo que estaba predominando, porque ella se amoldaba y lo recibía como si hubiese sido creada para él. Su calor lo derretía y su mirada nublada por el placer lo descontrolaba como ninguna mujer lo había logrado antes. Sus súp
Jeray tuvo que contenerse a juro y separarse de Avery antes de que sus verdaderos deseos salieran a la luz y nublaran la poca razón que le quedaba.Se levantó de la cama y se quitó el abrigo con falsa parsimonia, recorriendo cada centímetro del cuerpo de la mujer que yacía en su cama, sonrojada hasta el cuello, los labios hinchados y húmedos y demasiado sensual con el cabello algo revuelto y el uniforme fuera de su sitio.La falda la tenía más arriba de donde debía ir y la blusa presionaba sus pechos de manera tentadora con los dos botones abiertos y dándole una vista de la unión de sus turgentes senos. Solo Dios sabía lo mucho que se estaba conteniendo para no rasgarle la ropa y devorar cada milímetro de su piel desnuda, pero estaba siendo una labor titánica.Estaba demasiado caliente y con todas las preguntas que se hacía en la cabeza, no podía hacer más que quitarse todo vestigio de duda e inquietud de la única manera que conocía; teniendo sexo rudo, solo que ahora era en su cama y
Jeray se mordió los labios, contemplando lo preciosa y perfecta que se veía Avery amarrada en su cama, abierta para recibirlo y demasiado húmeda y caliente para cegarlo. Podría hacerle mil cosas allí y no sentía la necesidad de sacarla de su espacio más personal, no cuando se veía linda, ardiente y contrastando en los tendidos oscuros. Su piel tersa y blanca lo tentaba y la carnosidad de su cuerpo era justo lo que pedía; senos que encajaban en sus manos y muslos y trasero generosos.Hundía sus dedos en su coño con lentitud y presionaba cuando ella lo retenía y palpitaba a su alrededor, tan ansiosa de recibirlo que él solo podía sonreír y morderse los labios.—No seas tan impaciente, ángel.—Como si fuera fácil…El hombre enarcó una ceja ante el comentario que la jovencita soltó en voz alta y sin pensar, y adentró sus dedos de golpe, arrancándole un sonoro gemido antes de empezar a bombearlos con rapidez y fuerza.Decir que hablara lo molestaba era mentir descaradamente. Si bien le gus
Avery se sumergió en un mar de nuevas y diferentes sensaciones. La manera en que el hombre la palpaba con su lengua en una zona de su cuerpo que jamás se llegó a imaginar que podía producir tanto placer, la tenía bastante temblorosa y con la mente en blanco. Nunca se imaginó que aquella acción tan sucia y morbosa fuese tan placentera e hiciera que el calor apareciera nuevamente en su ser como una fuerte llamarada.Cada suave lamida agudizaba un violento palpitar entre sus piernas, intensificando un calor que ya no podía soportar un segundo más. Estaba agotada, jadeante, con los ojos llorosos de tanto deseo y la voz enroquecida, aún así, movía el cuerpo para generar mayor fricción con su boca, porque su interior aclamaba un toque más profundo. Las cosquillas eran intensas y ella necesitaba ser rascada.Jeray no podía dejar de lamer en círculos su apretado ano, hundiendo su lengua entre cada tanto solo para hacerla temblar y gemir aún más fuerte. Estaba demasiado perdido en brindarle el
La comodidad y el calor que sentía Avery no se podía comparar con nada en la vida, por lo que deseando permanecer más tiempo en la cama, se apretó contra el otro cuerpo que la sostenía con firmeza y le brindaba abrigo. No quería abrir los ojos y despertar, pero poco a poco estaba empezando a cobrar consciencia, no solo recordando lo que había sucedido la noche anterior, sino que el cuerpo que la apretaba no era otro que Jeray.Abrió los ojos de golpe y soltó un chillido ahogado al toparse con la mirada verdosa y una sonrisa ladeada del hombre que la rodeaba con sus brazos y le tenía una pierna encima, capturándola en un abrazo poderoso.Su rostro y todo su cuello se tornó rojo, queriendo ser invisible y que Jeray no la mirara como lo hacía. Pero lo que más se preguntaba era qué hacía allí todavía. Ni siquiera se dio cuenta del momento en el que se durmió porque estaba demasiado cansada para levantarse y salir de la habitación, pero estaba claro que esperaba no despertar allí.Jeray le
Avery no entendía por qué Jeray la estaba invitando a su casa, con sus padres y a una evento que consideraba demasiado importante. Mucho menos entendía por qué sus palabras la dejaron con la boca abierta y el corazón latiendo con demasiada fuerza. No podía creer que fuese a llevarla, teniendo en cuenta la relación que había entre ellos.«Quiero que me acompañes, porque después de todo este es nuestro fin de semana y no quiero dejarte sola ni mucho menos que regreses al apartamento. Quiero pasar estos días contigo, ángel».Entre más pensaba en sus palabras, más nerviosa y emocionada se sentía, aunque se negaba a dejarse llevar por completo por ese sentir tan difuso que la dominaba y no le permitía pensar con claridad.Sexo era lo que él estaba pidiendo y eso era lo único que ella podía ofrecerle. ¿Por qué su corazón se empeñaba en sentir otras cosas que no tenían cabida? La joven se preguntaba si eso mismo le pasaba a las otras chicas cuando iban con diferentes hombres o solo le pasaba