La comodidad y el calor que sentía Avery no se podía comparar con nada en la vida, por lo que deseando permanecer más tiempo en la cama, se apretó contra el otro cuerpo que la sostenía con firmeza y le brindaba abrigo. No quería abrir los ojos y despertar, pero poco a poco estaba empezando a cobrar consciencia, no solo recordando lo que había sucedido la noche anterior, sino que el cuerpo que la apretaba no era otro que Jeray.Abrió los ojos de golpe y soltó un chillido ahogado al toparse con la mirada verdosa y una sonrisa ladeada del hombre que la rodeaba con sus brazos y le tenía una pierna encima, capturándola en un abrazo poderoso.Su rostro y todo su cuello se tornó rojo, queriendo ser invisible y que Jeray no la mirara como lo hacía. Pero lo que más se preguntaba era qué hacía allí todavía. Ni siquiera se dio cuenta del momento en el que se durmió porque estaba demasiado cansada para levantarse y salir de la habitación, pero estaba claro que esperaba no despertar allí.Jeray le
Avery no entendía por qué Jeray la estaba invitando a su casa, con sus padres y a una evento que consideraba demasiado importante. Mucho menos entendía por qué sus palabras la dejaron con la boca abierta y el corazón latiendo con demasiada fuerza. No podía creer que fuese a llevarla, teniendo en cuenta la relación que había entre ellos.«Quiero que me acompañes, porque después de todo este es nuestro fin de semana y no quiero dejarte sola ni mucho menos que regreses al apartamento. Quiero pasar estos días contigo, ángel».Entre más pensaba en sus palabras, más nerviosa y emocionada se sentía, aunque se negaba a dejarse llevar por completo por ese sentir tan difuso que la dominaba y no le permitía pensar con claridad.Sexo era lo que él estaba pidiendo y eso era lo único que ella podía ofrecerle. ¿Por qué su corazón se empeñaba en sentir otras cosas que no tenían cabida? La joven se preguntaba si eso mismo le pasaba a las otras chicas cuando iban con diferentes hombres o solo le pasaba
Pero ¿qué le sucedía a ese hombre tan bipolar? ¿Por qué le estaba haciendo esas preguntas tan de repente y en un lugar público?La cara de Avery ardía de vergüenza y su cabeza quería explotar. ¿Qué se suponía que debía responderle, si a su mente llegaban cientos de imágenes, palabras, toques y besos que él le había dado y le eran imposibles olvidar? Incluso su reciente beso aún le impedía procesar sus palabras correctamente.—¿N-no vinimos a… comprar el regalo de tu hermano? —tartamudeó.Respóndeme, ángel.¿Qué se suponía que le respondería? Su mente se perdía en la forma en que la desnudaba y todo el fuego que la recorría ante cada caricia y beso, pero también recordaba a la perfección las cosas buenas que había hecho por ella y su hermano. Nunca olvidaría al hombre, no solo por el sexo que le ofrecía y le parecía fascinante, sino que jamás podría sacar de sus recuerdos como hacía sonreír a su hermano sin tener ninguna obligación con ellos. No podía olvidar que le entregó un apartame
Salió del pasmo minutos después y se limpió las lágrimas que estaban al borde de sus ojos. No le daría el gusto a esa desgraciada de llorar, no dejaría que la afectara con sus palabras por más certeras que fueran.Se acercó al espejo y vio su mejilla. Estaba roja y se veía con claridad la marca de su mano en su piel. La furia volvió a dominarla y se cubrió esa parte de su rostro con su cabello, pensando en que me hubiese devuelto el golpe a esa maldita, pero ella no le dio tiempo ni de reaccionar.Tuvo la leve idea de escapar del hombre sabiendo que tenía la oportunidad, pero no llegaría muy lejos antes de que la atrapara. Así que luego de serenarse lo suficiente, salió del baño.—Srta. Avery —escuchó la voz de Christian, el chófer, e hizo todo lo posible para que no se diera cuenta de lo que había pasado—. El Sr. Le Bon la espera en el auto.La joven asintió y siguió al guardaespaldas en completo silencio hasta llegar al estacionamiento. Su corazón se agitó, pero todavía estaba enoja
Él lo sabía, era en lo único que podía pensar Avery, y aunque se sentía tan avergonzada de que el hombre frente a sí la mirara de aquella forma y conociera la verdadera relación con su hermano, sus palabras calaron muy hondo de sí y se vio preguntándose qué tanto la podía ayudar.¿Realmente él podía ayudarla? ¿Cómo iba a ayudarla si ella había firmado un contrato con Jeray e Ivanna? No podía dejarse convencer tan fácilmente, porque no sabía qué tan sincero estaba siendo el doctor, si sus intenciones eran buenas o, por lo contrario, caería en un infierno mucho peor.—Lo que esa mujer hace es ilegal y Jeray lo sabe, aún así, participa en ese mundo como si fuese un concierto o un partido de fútbol, algo normal como hacer deporte todos los domingos en la mañana —Asier la volvió a tomar de la barbilla y levantó su rostro con lentitud, girándolo un poco para ver su mejilla colorada—. Él nunca debió tocar tu hermosa piel…Avery abrió los ojos de par en par y se alejó de él, saliendo del asom
El beso se prolongó por largos minutos, en los que ninguno de los dos sentía intención alguna de separarse. El beso era lento, suave y no daba cabida para pensar en otra cosa que no fuese sentirse en la boca del otro, robándose el aliento y sin ser demasiado conscientes del palpitar desaforado de sus corazones.El beso que estaban compartiendo era de lejos sexual. No había lujuria ni morbo, solo un roce de labios apasionado y en extremo dulce, capaz de empalagarlos y borrar de sus mentes todo vestigio de furia que sentían de momento.En un beso estaban sintiéndolo todo, como sus cuerpos encajaban a la perfección y como sus seres se unían en un mismo son.Jeray afincó sus manos en su rostro y profundizó el beso más suave y tierno que alguna vez haya podido darle a una mujer. Y, aunque iba lento, disfrutando de la sensación de sus labios al rozarse y de todo lo que provocaba en él, no tenía deseos de arrancarle la piel de otra forma que no fuese con un beso cargado de emociones. Más bie
Avery se sentía nerviosa, pero los padres de Jeray la estaba tratando muy bien, preguntándole cosas irrelevantes y contando una que otra anécdota de sus hijos.Ellos parecían una familia perfecta; unos padres enamorados y que estaban orgullosos de sus hijos, y unos hijos ejemplares, responsables y amables. Pero sabía que guardaban su propio dolor en el antaño y, luego de todo lo que tuvieron que pasar, en ese momento solo les quedaba ser felices.La cena llegó minutos después y Jeray le sirvió a la joven, diciéndole que amaría la comida de su madre y que aquel plato era el que comían todos los años en el cumpleaños de su hermano menor, ya que era su favorito.La joven se sentía avergonzada de que tres pares de ojos los vieran con suspicacia y tanta fijeza, pero no podía pasar por alto las atenciones del hombre a su lado, de lo feliz que se veía y de lo tranquilo que estaba. La sonrisa en sus labios la tenía bien cautivada, porque jamás lo había visto sonreír de esa manera tan suelta y
La vida de Avery parecía común y corriente, quizá no cómo la había soñado cuando era pequeña, pero estaba siendo mejor sin tener mayor preocupación.Su hermano empezaba a recibir los tratamientos luego de su operación y todo parecía ir por buen camino, ya que en la cirugía el cáncer había desaparecido casi por completo. Así que eran pocas quimios las que Luca tendría que recibir.El niño le había pedido ir a la escuela, compartir con demás niños y aprender como ellos. Quería una vida como cualquier otra persona y, aunque a ratos se sentía agotado, no quería seguir encerrado en el apartamento.La felicidad de Luca arrasaba con todo su sufrimiento y sus temores. Verlo sonreír era la mayor de sus satisfacciones.Tenía un trabajo donde cada día aprendía algo nuevo y la mantenía tan ocupada que no le quedaba tiempo para pensar en el infierno en el que había caído meses atrás. Jeray era un buen jefe, le enseñaba con una paciencia que la sorprendía e incluso la tomaba en cuenta para decision