—¿Cómo dormiste? —inquirió la chica, acariciando los cabellos de su hermano. —Bien —sonrió somnoliento—. A veces me siento muy cansado, pero el doctor Asier dijo que era normal.—Pronto te vas a sentir mejor y no vas a estar tan cansado. La sonrisa del niño se hizo más amplia y sus ojos azules soterraban los miedos que lo asediaban para que su hermana no se preocupara de más por él. —Debo irme, pero vendré más tarde, ¿de acuerdo? —le explicó. —¿Vas al trabajo? —inquirió al tiempo que el doctor Asier entraba a la habitación y miraba a la chica con los ojos entrecerrados. —Sí —mintió, sintiendo que su pecho quemaba como nunca—. Debo hablar con mi jefe sobre los nuevos horarios para no tener problemas más adelante con el trabajo y tus cuidados. —Oh, adelante, no debes desatender el trabajo. Con un inmenso nudo en la garganta, Avery asintió y le sonrió, dejando un beso en su frente antes de dar la vuelta y encontrarse con una mirada profunda y demasiado parecida a la que debía enfr
Con los sentidos embotados, la respiración hecha un desastre debido al beso que Jeray le acababa de dar y le había robado toda la capacidad hasta de pensar, Avery se quitó los zapatos y después el pantalón tal como se lo había exigido y se inclinó en el escritorio, encendiendo un poco más al hombre al ver la forma de corazón de su culo y como la tanga se perdía en el medio de sus nalgas.Su corazón latía con fuerza y se precipitó aún más rápido al sentir las manos del hombre en su trasero, dejando una caricia tan suave y sutil haciéndola erizar. Sus manos eran grandes y fuertes, pero también debía admitir que cuando la acariciaba de esa manera tan lenta, se le hacían exquisitamente suaves. Una sensación de hormigueo quedaba como rastro por donde su tacto pasaba. —No estamos en casa y no podemos hacer todo lo que nos gusta, pero te deseo incluso más, ángel —apretó su trasero con firmeza y volvió a recorrer su piel con suavidad. Palabras, eso era lo único que eran para Avery, pero
~AVERY~La noche se me hizo eterna, deseaba que la mañana llegase cuanto antes para ir con mi hermano, por eso cuando la luz del sol golpeó mi rostro, me levanté demasiado feliz, ignorando la punzada de dolor en mi entrepierna y me alisté a toda prisa. Estaba tan emocionada por llegar a la clínica y sacar a mi hermano de allí, que todos mis problemas se hicieron polvo.Nada me importaba más que estar con Luca, y más sabiendo que podría quedarme con él cuando pensé que Jeray no me permitiría salir de esta mansión.Me estaba terminando de peinar el cabello en una cola a lo alto de mi cabeza, cuando la puerta de mi habitación se abrió. Mi corazón se agitó al ver al hombre que entraba con una sonrisa en los labios y una mirada tan felina que no pude mantenerme mucho tiempo viéndolo a los ojos.—Estás lista.Cualquiera que vea a Jeray pensaría que es un sexi modelo recién salido de una revista, con esa mirada hechizante, una sonrisa que provocaría más muertes que el cáncer y un porte demas
AVERYLa sorpresa aumentó en cuanto entramos a una zona bastante bonita y elegante hasta un edificio demasiado alto. Tanto Luca como yo estábamos demasiado sorprendidos para decir palabra alguna, y si mi hermano me llegaba a preguntar sobre cómo había conseguido aquel lugar, no tenía ni la menor idea de qué responderle. La sola recepción del edificio era enorme y bonita, con sillones de descanso que no disimilaban en absoluto la elegancia. Jeray nos guio al ascensor y el silencio se agudizó. Mi cabeza daba vueltas y las palabras estaban en la punta de mi lengua, listas para salir en el momento más oportuno. —¿Cuál es nuestro piso? —inquirió Luca. —El último —respondió Jeray y ambos abrimos los ojos de sorpresa. —Demasiado alto —murmuré y escuché reír al hombre.—¿Tienes miedo a las alturas? —quiso saber y negué—. Este edificio no es tan alto como otros.No quería preguntar de cuáles otros edificios estaba hablando, ya con este era más que suficiente y una parte de mí se negaba a v
◆En cuanto las puertas del ascensor se abrieron, Jeray salió a paso firme y elegante, haciendo que su secretaria se pusiera de pie y se acercara a él de inmediato. —El Sr. Pelman está furioso y dijo que no firmaría ningún contrato con usted. —Entonces que abandone mi sala de juntas —respondió con esa altivez que lo caracterizaba, dejando en silencio a la chica—. Igual no soy yo el que va a perder nada. El hombre entró a la oficina y se quitó su americana, dejándola colgada en el gancho antes de acercarse al bar y darse el primer trago del día. Se sentó en su lugar y abrió su computadora, listo para empezar su trabajo, pero la fija mirada de su secretaria hizo que la mirara. —¿Vas a informarme algo más?Dixie tragó saliva y apretó la tableta que tenía en sus manos contra su pecho. ¿Por qué estaba actuando tan diferente con ella? Se debía a la chica del día anterior? Se vio preguntándose, mirando al hombre que la miraba con seriedad y sin ninguna pizca de deseo. —Srta. Kenner, si
Avery se levantó bien temprano como cada mañana y se preparó para hacer un poco de ejercicio en la sala, escuchando música mientras el sol terminaba de iluminar todo el cielo. Cuando terminó, se dio una larga ducha con agua tibia y se mantuvo en la bañera contemplando la majestuosa vista desde allí. Desde su baño podía ver el lago en su máximo esplendor y los edificios de fondo como si se tratara de una fotografía sacada de la internet. Era una vista preciosa y que cada día la enamoraba aún más, pero no quería acostumbrarse demasiado a ella porque, aunque si bien el apartamento estaba a su nombre, no pensaba quedarse con el. Eso sería demasiado. Salió tiempo después y se puso un vestido ligero y se unió a la cocina donde la Sra. Grace, la ama de llaves de Jeray, le ayudaba a preparar el desayuno. Avery se sentía avergonzada de que la mujer estuviera allí para hacer de comer y limpiar, por eso habían llegado a un acuerdo de hacer el trabajo por mitad. La chica empezaba a aburrirse y
—Hoy viene un importante cliente al club, por lo que les pido encarecidamente que se pongan sus mejores trajes, arreglen sus cabellos y hagan sus uñas de ser necesario. Las quiero a todas convertidas unas verdaderas bellezas a las ocho en punto en la plataforma —explicó Ivanna, mirando a sus chicas con una mirada seria y fría—. Esta noche se irán tres. Las doce chicas que trabajaban en el club nocturno asintieron al unísono con la cabeza, ignorando el hecho de que tres de ellas se irían a una mejor o peor vida y haciéndose las fuertes para no demostrar el temor que corría en su más profundo interior. Avery tragó saliva, era la chica más nueva del club y aun no podía asimilar que cada mes se hiciera una especie de subasta, donde tres de ellas tendría que partir con su comprador. No tenía la menor idea de cómo había terminado en ese lugar, pero se lamentó haber tomado la primera oportunidad de trabajo que se le presentó. Ella pensaba que sería una simple camarera, incluso le hubiese
Con los nervios a flor de piel y el corazón latiendo muy a prisa, Avery caminó por el largo pasillo a medio iluminar hasta entrar al salón principal y hacerse en la plataforma junto al resto de las chicas. Todas estaban perfectamente alineadas y vestidas para la ocasión, resaltando sus atributos y la belleza innata de cada mujer.Unas estaban impasibles, acostumbradas al tipo de trabajo que realizaban, y otras, como Avery, nerviosas por lo que se venía. No todas asimilaban que durante el tiempo que el cliente lo requiriera, pertenecían a ellos y debían cumplir sus más oscuras fantasías.Unas querían ser elegidas para poder ganar dinero, otras querían salir corriendo a los brazos de sus padres y no volver a ese lugar nunca más en sus vidas. Pero no podían hacer más que afrontar su situación y aguardar a que sus contratos vencieran para poder tener paz en sus corazones y no vivir en aquellas pesadillas. La luz del salón se atenúo hasta quedar en mínima, apenas pegando contra las figura