Faith
Subí las escaleras desvistiéndome en mi habitación para entrar a la ducha justo cuando mi móvil vibró con una llamada de él, ensanché mi sonrisa contestándole con entusiasmo.—Cariño, al fin contestas, llevo horas marcándote—Lo siento, no lo escuché —mordí mi labio inferior sintiéndome nerviosa y con mi corazón agitado.—En fin, no importa. Sólo quería avisarte que no podré llegar, surgió un evento de último momento en el que debo estar. Lo lamento, bebé, tenía tantas ganas de verte como tú a mi.Unas ganas de llorar que me dieron, miré todo a mi alrededor sintiéndome estúpida al quedarme con todo esto preparado. Un gasto innecesario que resultó ser para nada, no supe ni qué decir, mi labio inferior tembló y sólo atiné a decir un "Está bien, no pasa nada, mi amor" cuando en realidad no lo estaba, sentía que él no se esforzaba ni un poquito por verme, siempre anteponía todo antes que a mi.Le escribí un mensaje a Rebecca diciéndole que ya no era necesario que encendiera las velas, ni siquiera tuve el valor de bajar y decírselo porque sabía que lloraría, me sentía tan sensible. Ella no tardó en aparecer y venir hasta mi para abrazarme.—Oh, cariño. Vamos suéltalo todo—¿Por qué siempre es así? Me estoy cansando, siempre hay algo más importante que venir a verme, se que es su trabajo pero él no se esfuerza ni un poco.Acarició mi cabello mientras murmuraba que estaba bien, solté las lágrimas que contenía desde hace mucho. No soportaba más la situación, he intentado mentalizarme que lo mejor es separarnos y tomar cada quien su camino pero lo amo tanto que me es difícil imaginarme una vida sin él. Pero esto lejos de hacerme feliz me estaba amargando, me jodía mucho tener que verlo rodeado de mujeres en las revistas.Perdí la noción del tiempo, ya era de noche y mi amiga decidió hacerme compañía e intentó animarme para que saliéramos de fiesta y distrajera mi mente, pero me negué. No tenía ánimos de nada, lo único que quería era que la decepción y frustración desaparecieran de mi sistema.Cuando amaneció me levanté sin ánimos de la cama, traté de despejar mi cara con un poco de agua, me quedé por un rato mirando mi reflejo. «¿Por qué me siento tan poca cosa?» siempre que me dejaba plantada las inseguridades me inundaban, sabía lo que valía y lo hermosa que era, pero no podía evitar aquellos pensamientos negativos y el sentimiento de insuficiencia.Bajé a la cocina donde Rebecca me esperaba con una enorme taza de café caliente, me senté en el taburete frente a ella quien no lucía para nada contenta.—Tienes que ver esto —me pasó el celular mostrándome el encabezado de una noticia farandulera."Aiden Wells y su nueva conquista, la reconocida modelo Isabella Ramos" adjuntada con una fotografía de ellos dos saliendo de un casinos de Las Vegas, su mano rodeaba su cintura y ella sonreía grandemente al igual que él.Una silenciosa lágrima se deslizó por mi mejilla, sonreí de lado y le devolví el celular, debía acabar con este dolor de una vez por todas, quería llamarlo y decirle todo lo que me había guardado todo este tiempo. Pero descarté la idea, iría desprendiéndome poco a poco de él.—¿Lo llamarás?—¿Para qué? Lo último que quiero es escucharlo.Ella asintió y permaneció en silencio por unos segundos.—Suéltalo —murmuré—Ese maldito hijo de puta se merece una buena pateada en el culo, romperle la cara de niño bonito y decirle unas cuantas verdades, como que es un fiasco de actor y... —se detuvo a verme y sonrió inocentemente —Lo siento, es que odio tener que verte así por él, y también odio verlo actuar.—No pensemos en eso, mejor dime, ¿hablaste con tu papá sobre el trabajo? —bajé la mirada a la taza para que no se diera cuenta de lo desesperada que estaba por encontrar algo con que entretener mi cabeza.—¡Oh, si! Con todo este asunto olvidé decirte, hay una bacante para asistente del otro senador de la ciudad —disimulé una mueca —se que asistente no suena tan bien pero la paga es muy buena, es el doble de lo que ganabas con Marshall.Mis ojos se iluminaron, esa era una buena noticia.—¿Hay un pero? —alcé una ceja ante su inquietud.—Si, bueno, el señor McConnell es demasiado exigente, antipático y malhumorado. Es todo un lío tener que lidiar con él, su antigua asistente acaba de emitir una carta de renuncia y está buscando desesperada a alguien que cumpla con los requisitos que amerita el cargo. Tienes que presentarte a una entrevista, esto sólo como protocolo porque el puesto ya es tuyo.Sonreí levantándome de la silla, rodeé la barra para ir a abrazarla y agradecerle por todo lo que hacía por mi.—Eres un sol—Eso es obvio —me aparté de ella —Te pondrás tu mejor atuendo formal e irás a esa entrevista de trabajo, es a las 2 de la tarde.Observé el reloj y faltaban unas cuantas horas para ello, Rebecca me envió la dirección al lugar donde debía presentarme. Se fue una hora después cuando me vio más animada, me vestí con un traje de corte inglés en color blanco y tacones del mismo. Dejé mi cabello suelto e hice pequeñas ondas en él, mi maquillaje era suave. Amé el resultado y con toda la actitud salí de casa y conduje hasta la dirección señalada.Entré a una gran residencial donde fui anunciada, al bajar del auto no sabía ni qué dirección tomar, parecía una residencia pero al entrar la cantidad de empleados me hizo descartar la idea.—Buenas tardes, estoy buscando a la señorita Smith.—Aguarde aquí —respondió la mujer que me recibió, se perdió por el interior de la casa y volvió con otra que parecía bastante cansada y con una cara de querer aventarse de un puente.—Buenas tardes, soy Faith Petterson y estoy aquí por una entrevista de trabajo.Sus ojos parecieron iluminarse y enseguida me ordenó que la siguiera hasta una oficina donde me realizó las preguntas de rutina, leyó mi currículum y terminó dándome el horario y algunas indicaciones respecto al señor McConnell, como le gustaba el café, su agenda y el estar bien vestido para toda ocasión, también la disponibilidad de viajar, recalcando que la mayor parte del tiempo la pasaría en Washington D. C.—Los primeros tres días estaré aquí para prepararte y dejarte apta para el cargo, será algo así como una prueba. Y cómo un concejo más que una indicación, ten paciencia y jamás se te ocurra hablar sin que él te lo autorice. A su oficina no entras si él no se encuentra y si está, debes tocar y esperar que te dé el paso, sino lo hace no entres y vuelve a tu puesto.Me parecía un tanto exagerado cada cosa que salía de su boca, pero no conocía a ese hombre y lo que dijo Rebecca vino a mi mente, por lo que decidí grabar las indicaciones para no olvidarlas,—Preséntate mañana media hora antes si es posible, al señor le gusta que nos encontremos aquí antes de su llegada.Asentí y me retire luego de recibir el reglamento, pase por comida antes de volver a casa y encerrarme en mi depresión. Según parecía dentro de poco estaría hasta el colapso de trabajo por lo que mantendría mi mente demasiado ocupada.Por la noche recibí llamadas de Aiden las cuales decidí no contestar, no quería escuchar las patéticas excusas de siempre. Y aunque no estaba preparada para dejarlo le dejaría en claro mi enojo demostrándole indiferencia y que también podía vivir sin él.Faith Miré mi reflejo una vez más, vestía un traje de sastre completamente de negro y un corsé que le daba un toque más fresco y sensual. Mi cabello negro lo até en un perfecto moño, mis labios los pinté de rojo para darle algo de contraste.Era consciente de mi atractivo que hacía flaquear a muchas mujeres inseguras, se volvían locas tratando de alejar a sus maridos, quienes no disimulaban al verme. Solía sonreírles a quienes me gustaban pero jamás me involucraba con ellos, era odioso tener que lidiar con una mujer engañada. Llegué a la oficina justo media hora antes como la señorita Smith me había dicho, esta ya me estaba esperando dándome las indicaciones de tener el café y la agenda lista, estaba a unos minutos de llegar. Era inevitable no sentir las manos sudorosas, necesitaba conseguir este empleo. —Ya llegó —avisó la antigua secretaria, me puse en pie y simulé una sonrisa cuando el hombre entró, mis piernas casi flaquearon al ver a semejante espécimen a unos pasos de mi. El
Faith Mi corazón parecía salir de mi pecho, mi respiración era demasiado pesada y mis pies no daban para más. De camino al trabajo mi coche se averió, tuve que salir y buscar un taxi porque estaba llegando tarde pero no encontré nada. Por eso ahora mismo me encontraba casi corriendo con tacones de ocho centímetros y un vestido ajustado, miraba la hora a cada nada, faltaban algunas cuadras y estaba sobre los quince minutos tarde. —¡Oh, Dios, no llegaré nunca! Estaba sudada, había perdido todo el glamour con el que salí de casa y con el miedo latente de que quizá ahora si conocería al tan temido y mencionado mal carácter del señor McConnell.Las puertas de la enorme residencia me recibieron, hasta donde tenía entendido antes este lugar era su residencia donde también atendía todo lo relacionado con su labor, pero al parecer a su esposa eso no le gustaba y pidió que se mudaran a otro lugar para mantener su intimidad lejos del trabajo. —¡A mi oficina, señorita Petterson! —exclamó el s
FaithPasé el resto del día tratando de limpiar mis pensamientos, lo mejor era que contestara de una vez por todas a Aiden y dejara de estar pensando en otros hombres. Regresé a casa en taxi, el auto estaba en un taller después que lo fueron a recoger, esperaba que pronto lo arreglaran o sufriría esperando por taxis. Preparé mi cena y me acomodé frente a la tv, mañana era sábado por lo que no tenía que preocuparme por levantarme temprano. Mi móvil comenzó a sonar, como de costumbre, mi novio era el remitente. Sin ganas aparté la comida y acepté la llamada. No dije nada y sólo esperé a que él lo hiciera.—¡Al fin contestas, mi amor! —«Mi amor» ese sobrenombre sólo lo usaba cuando la cagaba. —Hola —fue lo que atiné a responder—Estaba preocupado, ¿cómo estás? —Bien —¿Qué pasó, cielo? Deseaba tenerlo cerca para darle una patada en los huevos y luego irme. —¿En serio lo preguntas, Aiden? —pregunté siendo irónica—¿En serio no comprendes cómo es mi trabajo, Faith? —se puso a la defe
FaithBajé del taxi al mismo tiempo que llegaban dos camionetas a la pista, afuera del avión yacían el piloto y dos aeromozas. Arrastré mi maleta y una de las chicas se acercó para ayudarme con ella, voltee a ver al hombre que bajaba del auto con un traje azul marino sin corbata y lentes de sol, con su andar prepotente y esa seguridad que emanaba. El aroma de su perfume invadió mis fosas nasales al tenerlo a tan sólo unos pasos de mi, se acercó a saludar al piloto para después fijarse en mi. —Buenas tardes, señor —saludé, un asentimiento de cabeza fue lo que recibí en respuesta, pasó por mi lado subiendo al jet y sin poder evitarlo me fijé en su espalda y en su muy grande trasero. Traté de disimular la sonrisa en mis labios, sacudí mi cabeza y lo seguí, me acodé a tres sillones de él tratando de mantener la distancia y no incordiarlo con mi presencia. Una de las aeromozas le sirvió whisky antes de despegar, me fijé en la manera en que aquel líquido pasaba por su garganta, y no me ba
Faith Bajé al bar del hotel, me senté en la barra y pedí algo suave, no podía embriagarme ya que mañana tendría que trabajar. El ambiente estaba un poco apagado, la mayoría eran hombre apostando y unas pocas mujeres estaban bailando en la pista. Terminé cambiando de opinión y pedí vodka, al cuarto shot me acerqué a la pista de baile dejándome llevar por el ritmo de la música latina que sonaba en los parlantes, moví mis caderas con destreza imaginando que al hombre que le bailaba era mi jefe, casi sentí sus manos en mis caderas y el roce de su pelvis en mi trasero, su nariz rosando mi cuello y depositando un pequeño beso húmedo. Hice mi cabeza hacia atrás sin dejar de mover mi cuerpo, cerré mis ojos y entré abrí mi boca deseando tener la suya sobre mi, apaciguando estas enormes ganas que le tengo. Abrí mis ojos saliendo de la ensoñación cuando un hombre se pegó en mi espalda bailando a mi ritmo, medio me voltee para verlo y no estaba tan mal, lo dejé que posara sus manos en mi cadera
Faith—Buenos días, señor —saludé sin verlo. No respondió sino que en su lugar sólo me dio órdenes e instrucciones. Al llegar al Capitolio bajé rápidamente para seguirle el paso caminaba tan rápido que se dificultaba la tarea. —Al fin llegas, McConnell. ¿Has escuchado de la ley que quieren modificar? —se acercó un hombre en cuanto cruzamos la entrada de la edificación. —Si, una estupidez que no estoy dispuesto a apoya. —La mayoría pensamos lo mismo, pero hay mucho que están de acuerdo con eso. Steven puede llegar a ser demasiado convincente. —¿Has hablado con Clark? —le preguntó mi jefe —Si, ella tampoco está de acuerdo. —Bien, si dices que somos mayoría no será problema. ¿Algún otro problema con el que no esté enterado? —Tu lo sabes todo, deberías ser yo el que pregunte eso —se rió pero mi jefe era impenetrable y no tuvo ningún atisbo de gesto, permaneció serio sin detener su paso apresurado. Me envió a mi a su oficina donde me encargó varios de sus asuntos menos relevantes,
Faith El auto se detuvo y nos obligamos a separarnos, ambos jadeantes y con el deseo latente, no se necesitaban palabras para saber lo que quería el otro. Cerré mis ojos por unos segundos, entre abrí mis labios en una clara invitación, sentí su lengua invadir mi cavidad bucal y su mano deslizarse por mi pierna desnuda. —¿Qué es lo que quieres? ¿Qué es lo que deseas, Faith? —susurró alejando su boca para descender a mi cuello y depositar un húmedo beso en él. —Librarme de este deseo de tenerte, quiero que apacigües estas ganas que te tengo desde el momento en que te conocí —jadeé al sentir sus dedos rozar mi intimidad. —¿De verdad lo anhelas tanto? —Si —tomé su rostro alejándolo de mi cuello para volverme a prender de sus labios, para dejarle claro lo que quería y lo segura que estaba. —Esta noche, hermosa Faith, saciaremos estas ganas que nos tenemos. Porque no hay noche en la que haya alucinado con tu cuerpo, en tocarlo y poseerlo como una bestia, porque eso es lo que has desper
FaithLa pasión desmedida con la que nos besábamos sólo era una muestra del deseo contenido, sus grandes manos apresuraron mis glúteos por sobre la tela, estaba agitada y húmeda, no soportaba la presión, estar tanto tiempo en abstinencia solo hacia mi imaginación volar. Lo quería ya, sin más preámbulos, sólo deseaba apartarme la ropa necesaria para poder estar al fin sobre él. El auto se detuvo frente al hotel, me aparté con la respiración agitada, él estaba igual y con la ropa desarreglada. Estaba segura que yo estaba peor, mi labial seguramente corrido y mi ropa, ni que decir de ella. Me aparté volviendo a mi puesto, saqué el pequeño espejo que cargaba en mi bolso para acomodarme el cabello, no me importaba lo que los demás pensaran pero tampoco podía arriesgarme a que algún reportero nos captara con estas fachas que dejaban en claro lo que ocurría. —Salgamos —dijo él una vez se acomodó su camisa. Tomé una larga inhalación antes de salir del auto, caminé a prisa hasta el ascenso