Capítulo 2

Faith

Subí las escaleras desvistiéndome en mi habitación para entrar a la ducha justo cuando mi móvil vibró con una llamada de él, ensanché mi sonrisa contestándole con entusiasmo.

—Cariño, al fin contestas, llevo horas marcándote

—Lo siento, no lo escuché —mordí mi labio inferior sintiéndome nerviosa y con mi corazón agitado.

—En fin, no importa. Sólo quería avisarte que no podré llegar, surgió un evento de último momento en el que debo estar. Lo lamento, bebé, tenía tantas ganas de verte como tú a mi.

Unas ganas de llorar que me dieron, miré todo a mi alrededor sintiéndome estúpida al quedarme con todo esto preparado. Un gasto innecesario que resultó ser para nada, no supe ni qué decir, mi labio inferior tembló y sólo atiné a decir un "Está bien, no pasa nada, mi amor" cuando en realidad no lo estaba, sentía que él no se esforzaba ni un poquito por verme, siempre anteponía todo antes que a mi.

Le escribí un mensaje a Rebecca diciéndole que ya no era necesario que encendiera las velas, ni siquiera tuve el valor de bajar y decírselo porque sabía que lloraría, me sentía tan sensible. Ella no tardó en aparecer y venir hasta mi para abrazarme.

—Oh, cariño. Vamos suéltalo todo

—¿Por qué siempre es así? Me estoy cansando, siempre hay algo más importante que venir a verme, se que es su trabajo pero él no se esfuerza ni un poco.

Acarició mi cabello mientras murmuraba que estaba bien, solté las lágrimas que contenía desde hace mucho. No soportaba más la situación, he intentado mentalizarme que lo mejor es separarnos y tomar cada quien su camino pero lo amo tanto que me es difícil imaginarme una vida sin él. Pero esto lejos de hacerme feliz me estaba amargando, me jodía mucho tener que verlo rodeado de mujeres en las revistas.

Perdí la noción del tiempo, ya era de noche y mi amiga decidió hacerme compañía e intentó animarme para que saliéramos de fiesta y distrajera mi mente, pero me negué. No tenía ánimos de nada, lo único que quería era que la decepción y frustración desaparecieran de mi sistema.

Cuando amaneció me levanté sin ánimos de la cama, traté de despejar mi cara con un poco de agua, me quedé por un rato mirando mi reflejo. «¿Por qué me siento tan poca cosa?» siempre que me dejaba plantada las inseguridades me inundaban, sabía lo que valía y lo hermosa que era, pero no podía evitar aquellos pensamientos negativos y el sentimiento de insuficiencia.

Bajé a la cocina donde Rebecca me esperaba con una enorme taza de café caliente, me senté en el taburete frente a ella quien no lucía para nada contenta.

—Tienes que ver esto —me pasó el celular mostrándome el encabezado de una noticia farandulera.

"Aiden Wells y su nueva conquista, la reconocida modelo Isabella Ramos" adjuntada con una fotografía de ellos dos saliendo de un casinos de Las Vegas, su mano rodeaba su cintura y ella sonreía grandemente al igual que él.

Una silenciosa lágrima se deslizó por mi mejilla, sonreí de lado y le devolví el celular, debía acabar con este dolor de una vez por todas, quería llamarlo y decirle todo lo que me había guardado todo este tiempo. Pero descarté la idea, iría desprendiéndome poco a poco de él.

—¿Lo llamarás?

—¿Para qué? Lo último que quiero es escucharlo.

Ella asintió y permaneció en silencio por unos segundos.

—Suéltalo —murmuré

—Ese maldito hijo de puta se merece una buena pateada en el culo, romperle la cara de niño bonito y decirle unas cuantas verdades, como que es un fiasco de actor y... —se detuvo a verme y sonrió inocentemente —Lo siento, es que odio tener que verte así por él, y también odio verlo actuar.

—No pensemos en eso, mejor dime, ¿hablaste con tu papá sobre el trabajo? —bajé la mirada a la taza para que no se diera cuenta de lo desesperada que estaba por encontrar algo con que entretener mi cabeza.

—¡Oh, si! Con todo este asunto olvidé decirte, hay una bacante para asistente del otro senador de la ciudad —disimulé una mueca —se que asistente no suena tan bien pero la paga es muy buena, es el doble de lo que ganabas con Marshall.

Mis ojos se iluminaron, esa era una buena noticia.

—¿Hay un pero? —alcé una ceja ante su inquietud.

—Si, bueno, el señor McConnell es demasiado exigente, antipático y malhumorado. Es todo un lío tener que lidiar con él, su antigua asistente acaba de emitir una carta de renuncia y está buscando desesperada a alguien que cumpla con los requisitos que amerita el cargo. Tienes que presentarte a una entrevista, esto sólo como protocolo porque el puesto ya es tuyo.

Sonreí levantándome de la silla, rodeé la barra para ir a abrazarla y agradecerle por todo lo que hacía por mi.

—Eres un sol

—Eso es obvio —me aparté de ella —Te pondrás tu mejor atuendo formal e irás a esa entrevista de trabajo, es a las 2 de la tarde.

Observé el reloj y faltaban unas cuantas horas para ello, Rebecca me envió la dirección al lugar donde debía presentarme. Se fue una hora después cuando me vio más animada, me vestí con un traje de corte inglés en color blanco y tacones del mismo. Dejé mi cabello suelto e hice pequeñas ondas en él, mi maquillaje era suave. Amé el resultado y con toda la actitud salí de casa y conduje hasta la dirección señalada.

Entré a una gran residencial donde fui anunciada, al bajar del auto no sabía ni qué dirección tomar, parecía una residencia pero al entrar la cantidad de empleados me hizo descartar la idea.

—Buenas tardes, estoy buscando a la señorita Smith.

—Aguarde aquí —respondió la mujer que me recibió, se perdió por el interior de la casa y volvió con otra que parecía bastante cansada y con una cara de querer aventarse de un puente.

—Buenas tardes, soy Faith Petterson y estoy aquí por una entrevista de trabajo.

Sus ojos parecieron iluminarse y enseguida me ordenó que la siguiera hasta una oficina donde me realizó las preguntas de rutina, leyó mi currículum y terminó dándome el horario y algunas indicaciones respecto al señor McConnell, como le gustaba el café, su agenda y el estar bien vestido para toda ocasión, también la disponibilidad de viajar, recalcando que la mayor parte del tiempo la pasaría en Washington D. C.

—Los primeros tres días estaré aquí para prepararte y dejarte apta para el cargo, será algo así como una prueba. Y cómo un concejo más que una indicación, ten paciencia y jamás se te ocurra hablar sin que él te lo autorice. A su oficina no entras si él no se encuentra y si está, debes tocar y esperar que te dé el paso, sino lo hace no entres y vuelve a tu puesto.

Me parecía un tanto exagerado cada cosa que salía de su boca, pero no conocía a ese hombre y lo que dijo Rebecca vino a mi mente, por lo que decidí grabar las indicaciones para no olvidarlas,

—Preséntate mañana media hora antes si es posible, al señor le gusta que nos encontremos aquí antes de su llegada.

Asentí y me retire luego de recibir el reglamento, pase por comida antes de volver a casa y encerrarme en mi depresión. Según parecía dentro de poco estaría hasta el colapso de trabajo por lo que mantendría mi mente demasiado ocupada.

Por la noche recibí llamadas de Aiden las cuales decidí no contestar, no quería escuchar las patéticas excusas de siempre. Y aunque no estaba preparada para dejarlo le dejaría en claro mi enojo demostrándole indiferencia y que también podía vivir sin él.

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