Capítulo 5

Faith

Pasé el resto del día tratando de limpiar mis pensamientos, lo mejor era que contestara de una vez por todas a Aiden y dejara de estar pensando en otros hombres.

Regresé a casa en taxi, el auto estaba en un taller después que lo fueron a recoger, esperaba que pronto lo arreglaran o sufriría esperando por taxis. Preparé mi cena y me acomodé frente a la tv, mañana era sábado por lo que no tenía que preocuparme por levantarme temprano.

Mi móvil comenzó a sonar, como de costumbre, mi novio era el remitente. Sin ganas aparté la comida y acepté la llamada. No dije nada y sólo esperé a que él lo hiciera.

—¡Al fin contestas, mi amor! —«Mi amor» ese sobrenombre sólo lo usaba cuando la cagaba.

—Hola —fue lo que atiné a responder

—Estaba preocupado, ¿cómo estás?

—Bien

—¿Qué pasó, cielo?

Deseaba tenerlo cerca para darle una patada en los huevos y luego irme.

—¿En serio lo preguntas, Aiden? —pregunté siendo irónica

—¿En serio no comprendes cómo es mi trabajo, Faith? —se puso a la defensiva utilizando ese tono indignado que tanto odiaba

—Si, lo comprendo. Lo que no comprendo es cómo mi novio prefirió irse a Las Vegas con sus amigos y dejarme plantada como una estúpida. Así que no me vengas con tus desfachatez de querer hacerte la víctima de que no te comprendo cuando eres tú el que me hace a un lado.

Hubo silencio al otro lado de la línea por varios segundos, los cuales se hicieron eternos.

—Lo siento —dijo al fin —no debí mentirte, pero es que sabía que no me entenderías. Estaba estresado, hacía mucho que no salía con mis amigos y llevábamos planeando esto desde hace un tiempo.

Eso me dolió aún más.

—Quieres decir que nunca estuvo en tus planes venir a verme —un nudo se formó en mi garganta.

—No, cuando te mencioné que tendría libre unos días tu asumiste que iría contigo y no quise quitarte la ilusión, mucho menos que te enojaras conmigo.

Tragué grueso y agité mis pestañas tratando de espantar mis lágrimas, no iba a llorar. No era una cría a la que por primera vez le rompían el corazón.

—Bien, supongo que no hay nada que hablar. Sino te importa, quiero descansar.

—Faith, no te pongas así...

—Hasta luego Aiden.

—Mi amor, no... —corté antes de que terminara la frase.

Siempre lo mismo, sus amigos no podían esperar pero yo si. Ellos siempre son más importantes, les da mucha prioridad y jamás les falla a cada plan que hacen. «Perfecto» pensé enojada e indignada, mientras yo me sentía culpable por estar pensando pecaminosamente en otro hombre, él salía con sus amigos y dejaba que la prensa levantara rumores de relaciones con otras chicas, rumores que no se molestaba en desmentir. «Es un imbécil»

...

El domingo por la mañana me levanté de mal humor, me dolía la cabeza, al igual que todo mi cuerpo estaba tensionado. No había tenido un buen fin de semana, el día anterior me llegó un aviso de pago por la cuota de la casa, a penas y había iniciado a trabajar, no vería el pago hasta fin de mes.

—¡Uy! Parece que alguien tuvo una pésima noche —dijo Rebecca llegando con una mochila en su mano.

—No tienes idea —murmuré aventándome en el sofá y viéndola con somnolencia desde mi ubicación.

—Bébete un café bien cargado porque hoy pasaremos el día avanzando en los preparativos.

—Pensé que vendrías ayer, te estuve esperando.

—No pude, pasé todo el día con la familia de George.

Asentí

—Lamento desilusionarte pero hoy no podré ayudarte, por la tarde tengo que abordar un avión con mi jefe.

La desilusión se plasmó en su rostro y me dio pesar no ayudarla, pero no podía desgastarme antes de tiempo.

—Está bien, entiendo.

—Pero un desayuno si te lo acepto —musité levantándome del sofá al verla asentir con entusiasmo.

—¿Qué esperas para irte a cambiar? Porque con esas fachas no salgo contigo ni a la esquina.

Llevé mi mano a mi pecho fingiendo indignación.

—Eres una pésima amiga.

—Soy la mejor.

Y lo era.

Salimos a comer unos hot cakes, después dimos una vuelta por las tiendas cercanas, no tenía muchas ganas de comprar, no quería alterar mi presupuesto puesto que la situación no estaba para eso.

—Relájate, pronto recibirás tu sueldo y podrás pagar esas últimas cuotas. Aunque sino fueras tan orgullosa ya fuera tuya desde hace mucho

—Lo que tengo es por mis méritos y así seguirá siendo. No quiero su dinero.

—Es entendible pero... —selló sus labios y permaneció pensativa, como si estuviera debatiéndose si decir algo o no.

—Suéltalo

—Es que ya no somos unas jovencitas, Faith, lo que sucedió fue hace unos años y tus padres no son los culpables de lo qué pasó. Fue tu hermana

Me quedé mirando a un punto fijo por unos momentos, tenía razón y por el mismo motivo es que aún seguía en contacto con ellos.

—Pero no me creyeron, Rebecca. Tú lo sabes muy bien, para ellos si tuve una aventura con mi cuñado.

—Pero tú y yo sabemos que no fue así, y el que te mantengas lejos sólo los hace creer que te sientes culpable.

—¿Eso han dicho? —pregunté volteando a mirarla fijamente, casi nunca tocábamos ese tema y nunca la dejé que me hablara de lo que decían de mí en casa.

—Fue lo que dijo Lauren en la última reunión a la que fui, y eso fue hace sus meses. —hizo una mueca —Es una perra, dijo eso porque sabía que te lo diría. Cito sus palabras, "Faith sólo nos confirmó lo que hizo con mi marido al alejarse. Todos en la familia sabemos que se siente culpable"

Me mordí la lengua con el montón de maldiciones que quería soltarle, era mi hermana pero para mi hace mucho dejó de serlo. Después de que se inventara que me había acostado con su marido, dando entrevistas a revistas importantes del país relatando el infierno que fue pasar por esa situación, haciéndose víctima y acusándome a mí de traicionar a su sangre.

Recordar eso me trae pésimos recuerdos, mis padres estaban enfurecidos al igual que mis hermanos, me trataron horrible, humillándome e hiriéndome con palabras que jamás voy a olvidar.

«Eres una zorra, siempre lo supe. Poppy tenía razón al decir que te le insinuabas a su marido» «Eres una vergüenza y has traído la desgracia a esta familia» eso me dijo mi madre al llegar a casa, ni siquiera me dejaron explicar nada, sólo se dedicaron a juzgarme.

—Aún no entiendo los motivos de Lauren para hacerte eso. Estabas en lo mejor de tu carrera, estabas desempeñándote muy bien en tu cargo de vicepresidente de la empresa y de repente salió con eso.

Yo si lo sabía pero nunca quise compartirlo con nadie. Me apenaba decir que mi hermana y yo siempre vivimos en una constante rivalidad de demostrar quien era la mejor, ambas queríamos ese puesto en la empresa, dado que mi hermano mayor tendría la presidencia al ser el mejor preparado de todos.

Con Jake, mi cuñado, éramos muy buenos amigos desde la universidad. No supe en que momento conoció a mi hermana, fue todo un shock para mi cuando se presentó en casa como el novio de Lauren.

—O sea, siempre supe que sentía celos de tu amistad con Jake pero de ahí a planear semejante cosa, porque aún sostengo que él fue parte de esto.

—No lo sé, Rebecca. Aún no recuerdo nada de lo qué pasó esa noche.

—Es que cada vez que lo recuerdo me lleno de ira, cada que tengo frente a mi a ese par de escorias me dan ganas de retorcerles el cuello.

Sonreí.

—Hablé con Aiden anoche —le cambié el tema, no quería seguir debatiendo aquello que seguía poniéndome mal. Porque esas lagunas en mi cabeza no me dejaban tranquila y pasaban noches enteras pensando en ¿qué pasó esa noche?

—Ese es otro hijo de pura al que quiero retorcerle el cuello. Dime, ¿qué excusa te dio esta vez?

Le solté todo lo que me dijo y lo que pensaba al respecto, ella me apoyaba y compartía mi opinión, animándome a darle fin de una vez por todas a esa relación que no hacía más que desgastarme.

—Lo haré, le dejaré en claro todo porque esto no puede seguir así. Y si él no hace nada para solucionarlo yo no podré seguir más.

—Sea cuál sea tu decisión estaré para ti —se levantó de su silla para abrazarme.

—Gracias, Rebecca.

—Ahora volvamos a casa porque supongo que aún no has preparado tu maleta.

Sonreí mostrando mis dientes y sacudí mi cabeza.

—Sabes la pereza que me da hacer eso.

—Andando, tienes que impresionar a toda la gente que te rodeará, la asistente del Presidente pro tempore tiene qué lucirse no sólo por su inteligencia, sino en relucir ese atractivo que pone a los hombres a temblar.

—Incluso mi jefe —solté una pequeña carcajada cuando se volteó a verme con los ojos agrandados y su boca abierta en total sorpresa

—Nooo —alargó la o —¿Es en serio?

—Si, lo he pillado varías veces observándome.

—Uff, es que como no verte —se llevó la mano a la boca tapándose la risa perversa —y ni hablar de ese hombre, es el divorcio en persona.

—No te lo discuto, eh. Ese hombre es... —hice una pausa meditando una palabra que describiera todo lo que era.

—Es como un dios —terminó por mi.

—Si y es una pena que esté casado.

—Si, y ella también es realmente hermosa.

No me extrañaba, alguien como él era obvio ese hecho.

—¿Quién es ella? —pregunté con curiosidad

—Giorgia McConnell, ¿no te suena? —negué con mi cabeza, casi nunca veía noticias o revistas. Estaba traumada con esas cosas —es una modelo reconocida. O tal vez la conozcas por su apellido de soltera, Griffin.

Hice memoria pero no la recordaba de nada, no solía hacerlo con personas que no eran de mi interés.

—No, ni idea.

—Es muy bella, aunque se rumorea que su carrera está llegando a su fin.

—¿Por qué? ¿Está embarazada o...?

—Por su edad, está cada vez más cerca de los cuarenta. Ha durado bastante en pasarelas, las agencias muchas veces prefieren modelos jóvenes.

—Oh, no sabía que sobrepasaba los treinta.

—Tiene treinta y cinco, posee un cuerpo glamoroso, se cuida mucho. Por eso mismo decidió no tener hijos.

Alcé mis cejas

—Se dice que ese fue el motivo por el que estuvieron a punto de divorciarse.

—¿El Senador si quería hijos?

—Si, o al menos eso dijo su padre al mío.

Vaya dato, no veía al señor McConnell como padre, a simple vista era un hombre demasiado serio.

—Que difícil situación.

—Si. Pero como después se metió a la política decidió seguir con su matrimonio para dar una buena imagen.

Llegamos a casa subiendo directamente a mi habitación para empacar la ropa que llevaría. Seleccionaba mi ropa interior mientras la escuchaba contarme todos los chismes que se sabía de ellos.

—No entiendo cómo es que no sabías de él, ¿no votaste por nadie?

—En ese tiempo estaba en Paris, ¿lo recuerdas?

—Si, cierto —se quedó en silencio por un momento viéndome elegir mi lencería —¿Me he perdido de algo?

—No

—¿Y por qué estás eligiendo lencería tan sexi si estás en celibato hasta nuevo aviso?

Desvíe mi mirada maldiciendo por lo bajo cuando sentí mis mejillas encenderse.

—¡Oh por Dios! ¡Dime que no es lo que estoy pensando!

Voltee a verla con frustración.

—No aguanto esto, estoy desesperada y no creo poder seguir aguantando esta tortura —estaba pasmada mirándome como sino me conociera —lo mejor será que acepte esa relación abierta que muchas veces me propuso Aiden.

—Sabes lo que opino de esas relaciones.

—Somos adultos y tenemos nuestras necesidades.

—Siempre y cuando mantengas alejadas tus emociones.

—Solo será una aventura de una noche —eso tendría que bastarme para controlarme, debía detener esos pensamientos y sueños húmedos con mi jefe, sino no soportaría la tentación que ese hombre era.

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