Faith Bajé al bar del hotel, me senté en la barra y pedí algo suave, no podía embriagarme ya que mañana tendría que trabajar. El ambiente estaba un poco apagado, la mayoría eran hombre apostando y unas pocas mujeres estaban bailando en la pista. Terminé cambiando de opinión y pedí vodka, al cuarto shot me acerqué a la pista de baile dejándome llevar por el ritmo de la música latina que sonaba en los parlantes, moví mis caderas con destreza imaginando que al hombre que le bailaba era mi jefe, casi sentí sus manos en mis caderas y el roce de su pelvis en mi trasero, su nariz rosando mi cuello y depositando un pequeño beso húmedo. Hice mi cabeza hacia atrás sin dejar de mover mi cuerpo, cerré mis ojos y entré abrí mi boca deseando tener la suya sobre mi, apaciguando estas enormes ganas que le tengo. Abrí mis ojos saliendo de la ensoñación cuando un hombre se pegó en mi espalda bailando a mi ritmo, medio me voltee para verlo y no estaba tan mal, lo dejé que posara sus manos en mi cadera
Faith—Buenos días, señor —saludé sin verlo. No respondió sino que en su lugar sólo me dio órdenes e instrucciones. Al llegar al Capitolio bajé rápidamente para seguirle el paso caminaba tan rápido que se dificultaba la tarea. —Al fin llegas, McConnell. ¿Has escuchado de la ley que quieren modificar? —se acercó un hombre en cuanto cruzamos la entrada de la edificación. —Si, una estupidez que no estoy dispuesto a apoya. —La mayoría pensamos lo mismo, pero hay mucho que están de acuerdo con eso. Steven puede llegar a ser demasiado convincente. —¿Has hablado con Clark? —le preguntó mi jefe —Si, ella tampoco está de acuerdo. —Bien, si dices que somos mayoría no será problema. ¿Algún otro problema con el que no esté enterado? —Tu lo sabes todo, deberías ser yo el que pregunte eso —se rió pero mi jefe era impenetrable y no tuvo ningún atisbo de gesto, permaneció serio sin detener su paso apresurado. Me envió a mi a su oficina donde me encargó varios de sus asuntos menos relevantes,
Faith El auto se detuvo y nos obligamos a separarnos, ambos jadeantes y con el deseo latente, no se necesitaban palabras para saber lo que quería el otro. Cerré mis ojos por unos segundos, entre abrí mis labios en una clara invitación, sentí su lengua invadir mi cavidad bucal y su mano deslizarse por mi pierna desnuda. —¿Qué es lo que quieres? ¿Qué es lo que deseas, Faith? —susurró alejando su boca para descender a mi cuello y depositar un húmedo beso en él. —Librarme de este deseo de tenerte, quiero que apacigües estas ganas que te tengo desde el momento en que te conocí —jadeé al sentir sus dedos rozar mi intimidad. —¿De verdad lo anhelas tanto? —Si —tomé su rostro alejándolo de mi cuello para volverme a prender de sus labios, para dejarle claro lo que quería y lo segura que estaba. —Esta noche, hermosa Faith, saciaremos estas ganas que nos tenemos. Porque no hay noche en la que haya alucinado con tu cuerpo, en tocarlo y poseerlo como una bestia, porque eso es lo que has desper
FaithLa pasión desmedida con la que nos besábamos sólo era una muestra del deseo contenido, sus grandes manos apresuraron mis glúteos por sobre la tela, estaba agitada y húmeda, no soportaba la presión, estar tanto tiempo en abstinencia solo hacia mi imaginación volar. Lo quería ya, sin más preámbulos, sólo deseaba apartarme la ropa necesaria para poder estar al fin sobre él. El auto se detuvo frente al hotel, me aparté con la respiración agitada, él estaba igual y con la ropa desarreglada. Estaba segura que yo estaba peor, mi labial seguramente corrido y mi ropa, ni que decir de ella. Me aparté volviendo a mi puesto, saqué el pequeño espejo que cargaba en mi bolso para acomodarme el cabello, no me importaba lo que los demás pensaran pero tampoco podía arriesgarme a que algún reportero nos captara con estas fachas que dejaban en claro lo que ocurría. —Salgamos —dijo él una vez se acomodó su camisa. Tomé una larga inhalación antes de salir del auto, caminé a prisa hasta el ascenso
Faith —Buenos días, señorita Petterson —saludó pasando por mi lado. —Buenos días, señor McConnell —contesté siguiéndole el paso hasta la camioneta, durante el camino le leí su agenda comportándome como una profesional sin mezclar las cosas. Llegamos al Capitolio donde se reunió con un grupo de senadores, incluida la vicepresidenta. Nuevamente me mando a su oficina dejándome nuevas tareas, entre ellas programar una cita con un empresario que se encontraba en la ciudad. En el camino me encontré con el señor Baker quien me saludó alegremente, preguntándome cómo me encontraba y qué tal se comportaba mi jefe. —Sigo sin tener quejas de él, hasta el momento se ha comportado muy bien conmigo —contesté evocando los recuerdos de anoche que no me hacían más que confirmar en el excelente trato que me daba el señor McConnell. —Es impresionante, pero seguramente se debe a que tu trabajo es excepcional —sonrió y yo asentí, claro que lo era. —Seguramente es por eso, he lidiado con cosas más gr
Faith —Me resulta curioso cómo es que terminé teniendo de asistente a una de las hijas de Thomas Petterson —comentó dándole un sorbo a su copa de vino sin cortar el contacto visual. Me removí en mi sitio desviando la mirada por un momento, el ambiente en el lugar era tranquilo y agradable, a diferencia de otros sitios no era tan ostentoso. —Bueno, cuando una está desesperada acepta el trabajo que le convenga —respondí recordando lo desesperada que me encontraba al haberme quedado sin trabajo y con todas las deudas encima. No era una bonita sensación. —¿Qué sucedió? —preguntó perpetuando la curiosidad en sus ojos. —Hace mucho que me alejé de mi familia, decidí tomar mi propio camino y heme aquí —forcé una sonrisa bajando la mirada a mi plato. —Entiendo —fue su respuesta, no volvió a emitir otra palabra por un largo rato lo cual agradecí. No me agradaba hablar de cómo llegué a ser una simple asistente después de estar al frente de una gran empresa. Lo que llevó a alejarme más de
Faith Esperé a que abriera la puerta y pasar de paso a mi habitación, de pronto las ganas de estar con él se me habían bajado. Me metí al baño a darme una ducha y acostarme a dormir, lo mejor era parar todo esto hasta tener claro lo que cada uno tenía. Me había molestado la insinuación y la manera en la que me habló. Di mil vueltas en la cama queriéndome dormir pero no lo logré, maldecí por lo bajo al ser tan caliente y querer más de él. Si, tal vez me había enojado por nada pero es que tampoco quería que pusieran límites cuando esto era una simple aventura. Cansada de sobre pensar me levanté para quitarme la fina seda de mi bata de dormir, desnuda salí de mi habitación yendo a la suya, despacio abrí la puerta encontrándolo sentado en sillón mientras bebía un trago de whisky. Me miró entrar sin decir nada, caminé hasta él abriendo mis piernas para sentarme en las suyas quedando de frente a él, jalé de su cuello atrayéndolo a mis labios dominando en cada movimiento. Los solté y desc
Faith Llegué a la suite pasado el mediodía, dejé mi bolso en un sofá caminando al bar para servirme un trago y salir al balcón, el viento que hacía revolvió mi cabello, tomé asiento en uno de los tantos sillones que habían ahí. De un solo trago me bebí todo el contenido, el escozor en mi garganta me hizo arrugar la cara de lo fuerte que estaba. Cerré mis ojos queriendo perpetuar este momento, me sentía tan tranquila, relajada como si por primera vez después de tanto tiempo las cosas comenzaban a marchar bien. La vida me estaba volviendo a sonreír y no podría estar más contenta con ella. Escuché los pesados pasos acercarse y una sombra se cernió sobre mi, abrí un ojo seguido del otro, sonreí detallando cada parte de él, no me cansaba de admirarlo una y otra vez. La esposa tenía tanta suerte de tenerlo para ella, ver esa divinidad de rostro cada mañana. —Hola —saludó sentándose en el sillón a mi lado, inclinándose sobre este para alcanzar mis labios y tomarlos con delicadeza —¿Tie