Infieles
Infieles
Por: Jakelin Amaya
Capítulo 1

Faith

El bullicio de la ciudad poco a poco fue mermando y las primeras casas de la residencial donde vivía fueron apareciendo. Había sido un día muy cansado y lo único que deseaba era llegar a casa, darme un relajante baño en la tina, mientras escuchaba The Weeknd con una copa de vino en mi mano.

Bajé del auto y me adentré a la casa, lo primero que hice fue quitarme los tacones y caminar escaleras arriba con ellos en mano, al abrir la puerta de la habitación me llegó la frustración al no tener a mi novio cerca, no lo veía desde hacía tres meses y las llamadas no me parecían suficientes. Necesita tenerlo a mi lado, no a Dios sabe cuántos kilómetros de mi.

Me deshice del vestido azul que traía puesto, así como también de la ropa interior, preparé la bañara y todo lo que había imaginado en mi mente para este momento. Un leve jadeo salió de mi boca en cuanto entré en contacto con el agua, cerré mis ojos y dejé descansar mi cabeza hacia atrás.

Quería olvidar el día de m****a que había tenido, me corrieron del trabajo por un mal entendido con la esposa de mi jefe, una mujer celópata que me hizo la vida imposible inventándose cuanta historia se le cruzara por la cabeza y por sus inseguridades ahora estaba desempleada, llena de deudas y con referencias por los suelos. Me sería difícil encontrar un buen trabajo, y no lo haría al menos no sin influencias.

Pensé en mi padre al instante pero lo descarté de inmediato, prefería mantenerme alejada de mi problemática familia y arreglármelas por mi cuenta. No quería escucharlos decir lo mismo de siempre y sus insistencias para que vuelva a trabajar con ellos.

Sacudí mi cabeza alejando todos los recuerdos que no hacían más que enfurecerme, decidí salir de la bañera para volver a mi habitación, mi móvil se encendió anunciando una llamada, me apresuré a contestarla cuando miré que era Aiden, mi novio.

—¡Hola, cariño! —contesté con efusividad

—Hola, ¿qué tal tu día? —se le escuchaba desmotivado, lo que me preocupó y me hizo desear más estar a su lado.

—Fatal, me despidieron del trabajo por la perra de Alexis —de solo recordarlo mis orejas se calentaron por el enojo y las ganas de volver a arrastrar del cabello a esa m*****a mujer.

—¿Qué hizo esta vez?

—Me encontró conversando de cerca con el señor Marshall y como de costumbre se hizo mil ideas en la cabeza, me lanzó una taza de café encima y me jaloneó hasta el centro de los cubículos donde se encontraban todos mis compañeros de trabajo, me insultó utilizando palabras como «zorra» «perra» , también mencionó el escándalo que me persigue desde hace años, me desprestigió y no tenía derecho, no cuando nadie sabe cómo fue el puto problema.

—¿Qué hiciste, bebé?

—La tomé de sus extensiones y la arrastre por todo el piso, le arañé él rostro y también golpee su estómago con mi zapato. El señor Marshall se enojó conmigo y me despidió, dijo que no presentaría cargos porque su esposa no debió comenzar pero que tampoco debí golpearla.

—¿Al menos te dieron un finiquito?

—Si, pero esa mujer me aseguró que usaría todas sus influencias para que no consiguieran ningún puesto importante. Y le creo, m*****a sea que le creo. No sé qué voy a hacer, aún no termino de pagar la casa y... —tenía tantas ganas de llorar, pasé mi mano por el rostro evidentemente frustrada.

—Tranquila, puedo ayudarte, sólo tienes que decírmelo.

—No, no te preocupes, me las arreglaré para encontrar un trabajo a más tardar la próxima semana.

—Como quieras

—Y tú, ¿cómo estás?

—Bien, acabo de salir del set de grabación, nos han dando una semana de descanso

Mi rostro se iluminó esperanzada, por lo que solté un pequeño grito de emoción.

—¡Oh, mi amor! Esa es una excelente noticia, te estaré esperando con tu platillo favorito —solté una risita pícara —o sea yo.

—Si, en unos días estaré ahí —hizo una pausa —tengo que colgar, te llamo luego.

Y sin dejarme responder cortó la llamada, me aparte el móvil de la oreja  dejándolo sobre la cama sintiéndome feliz por la noticia. Después de tantas semanas al fin lo tendría para mi.

Aidan era un actor de cine que conocí hace tres años por una amiga en común, a los tres meses nos hicimos novios y desde entonces estamos juntos. Era un poco difícil sobrellevar la relación cuando la distancia se interponía entre nosotros, el largo tiempo que pasaba fuera me hacía entrar en desesperación, muchas veces estuve a nada de terminarlo, pues los constantes rumores que lo relacionaban con otras estrellas e incluso cantantes y modelos, lo hacían demasiado difícil, los celos me cegaban y más cuando mi relación con él no era pública, y que para todos Aidan Wells estaba soltero.

Ese había sido tema de discusión durante el último año, él se negaba y en parte lo entendía, al hacer público lo nuestro perdería por completo mi privacidad y mi vida como un mundano cualquiera. Y por eso desistía, pero el no verlo era algo que aún no aprendía a manejar, ahora mismo se encontraba en Londres filmando una película.

Me acosté a dormir con la esperanza de que el sueño disolviera todos mis problemas, no se hasta qué hora lo hice, sólo sé que desperté ante el constante llamado del timbre de la puerta principal. Aun somnolienta abrí dándole paso a la única amiga que tenía, Rebeca Baker.

—¡Hola! —entró con una bolsa perdiéndose en la cocina, cerré la puerta y la seguí, estaba sacando comida de la bolsa, la reparé de arriba abajo analizándola. Estaba algo extraña

—¿De qué me perdí? —inquirí recostándome sobre el marco de la puerta, se volteó a mi y negó con la cabeza, alcé las cejas cuando reparé el anillo que hasta hace una semana no traía —Te...

—¡Si! —No me dejó terminar —¡George al fin me propuso matrimonio!

Sonreí acercándome a ella para abrazarla y dejarle saber lo feliz que me hacía, llevaba tantos años esperando que al fin le propusieran matrimonio.

—Al fin pondremos en marcha las planificaciones que venimos haciendo desde hace años —reí, mi amiga había hecho tantos planes de cómo sería su boda con su novio George, con quien tenían una relación desde que estaban en la preparatoria.

—Si, es genial. Pero temo que no utilizaremos ninguno de ellos, todo es tan viejo y no encaja con las nuevas tendencias.

—Bueno, si.

—Y tú cómo mi dama de honor tienes que ayudarme a preparar esto, ¡Dios! No tengo ni la más mínima idea de por dónde empezar.

—¿Aún no fijan fecha?

—Tenemos una idea, dentro de cinco meses es nuestro aniversario y queremos casarnos ese día.

—Pero eso es muy poco tiempo —la miré sorprendida

—No lo será, contrataremos al personal necesario para ello. Tu tranquila y sólo ayúdame a mantenerme serena.

Sonreí asintiendo.

—Esa será mi misión en este mundo.

Río e hizo un movimiento con la cabeza señalando lo que había traído, comimos mientras le contaba lo ocurrido ayer, su cara se volvió roja y comenzó a despotricar cuanta maldición se le cruzaba por la cabeza en contra de Alexis.

—Creo que Aidan vendrá en estos días —cambié de tema

—Oh, ¿sabes qué amerita eso? —ni siquiera me dejó responder —¡Día de compras y spa! Necesitas mucha lencería y una depilación, llevas tanto tiempo en abstinencia que ni me imagino como andarás con los bellos.

Reí mientras negaba con la cabeza, siempre mantenía mi cuerpo libre de bello, después de tantas semanas en abstinencia muchas veces no soportaba el desespero y...

—Iré a prepararme —contesté cuando terminé de comer la tarta de frambuesa que trajo de postre.

Pese a la desesperación no he podido estar con otro hombre que no sea Aidan, una vez estuve a punto de hacerlo y me arrepentí al último momento.

Volví con mi amiga luego de media hora y salimos por todo el día, compré lencería, exfolié mi cuerpo y me di un relajante masaje, también compré velas y un buen vino, cortesía de Rebecca.

—Hablaré con mi padre para que nos ayude con tu empleo —dijo deteniéndose frente a casa

—No es necesario... —me interrumpió poniendo la palma de su mano sobre mi boca

—¡Claro que lo es! Esa perra no bromeaba al decir que te cerraría todas las puertas y es por eso que es necesario recurrir a alguien que tenga más influencias que ella.

Lamí la palma de su mano haciéndola que la apartara de inmediato y pusiera cara de asco.

—¡Ahg! —sacudió su mano y la pasó por la tela de mi pantalón para limpiarla —que asco, quien sabe dónde ha estado esa lengua y tú tocándome con ella.

Reí ante su dramatismo, me despedí con un beso en la mejilla y tomando mis bolsas salí del auto un poco más aliviada, ya había pensado en decirle al señor Baker que me ayudara pues era consiente de que sin ayuda no encontraría ningún empleo con un salario que me diera a basto con los gastos.

Esa noche no pude comunicarme con Aidan, lo llamé dos veces pero no contestó y no quise seguir insistiendo, quizá estaba ocupado o descansando, quien sabe.

Desperté agitada ante la magnitud del sueño húmedo que acaba de tener, todo comenzaba a pasarme factura, mi cabeza dolía y mi cuerpo estaba tenso a pesar del masaje que recibí ayer.

Me preparé un café mientras recibía una llamada de mamá y escuchaba el mismo sermón de siempre, insistiendo en que fuera a casa y resolviéramos los problemas como las personas adultas que éramos. Por el mismo motivo evitaba contestar sus llamadas y me comunicaba sólo una vez al mes, dos cuanto mucho.

—Tu hermano se comprometerá el próximo mes y queremos que estés aquí. Te llegará una invitación al correo, no faltes.

No contesté y cambié de tema pregúntale por la salud de papá, no volvió a remover el tema y se lo agradecí en mis adentros. Divagué todo el día por la casa, hacía mucho que no tenía tiempo para mi, estaba tan dedicada a mi trabajo y me parecía totalmente injusto haberlo perdido solo por los caprichos de aquella mujer. Me indicó indignaba porque en ningún momento tuve acercamiento con mi jefe más allá de lo laboral, el señor Marshall era atractivo, si, pero nunca lo vi más allá de ser mi jefe. Aidan ronda en mi mente 24/7 lo que me hace incapaz de estar con alguien que no sea él.

Comprendería los celos de la mujer si en algún momento hubiese coqueteado con él, pero no, los argumentos con los que se hizo la historia fueron porque acompañaba al señor Marshall a otras ciudades inclusive fuera del país, lo llamaba a cada instante y ni eso fue suficiente para que su marido le fuera fiel, no conmigo, pero si con otras mujeres. Nunca dije nada porque esas eran cosas privadas de él y mi ética profesional que me regía me impedía hablar de ello.

Pasaron alrededor de cuatro días y Rebecca aún no me tenía buenas noticias, había enviado solicitudes a varias empresas pero aún no había resultado. Aidan avisó que llegaría hoy, por lo que me encontraba emocionada arreglando todo para su llegada, su comida favorita y mi amiga se encontraba ayudándome a ubicar todas las velas que decorarían la habitación, también los pétalos de rosas.

—¡Listo! —bajó sentándose en un taburete de la barra —¿a qué hora te dijo que llegaría?

Miré el reloj de mi muñeca.

—En dos horas

—¿Qué estas esperando para ir a arreglarte? —tomó un panecillo dándole un mordisco —deja respiro un poco y comenzaré a encender cada m*****a vela que se te ocurrió poner.

Sonreí quitándome el delantal y lanzarle un beso.

—Eres la mejor

—Lo sé —me guiñó un ojo dándole otra mordida al panecillo.

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