Capítulo 39

Los ojos de Danna se cristalizaron e inclinó la mirada. Daniel dejó salir un jadeo y apartó la mirada de ella.  

—Muchas veces pienso que en realidad podemos a llegar a ser un matrimonio alegre y tener hijos. Después recuerdo que tú me estás pidiendo el divorcio y ese pensamiento se esfuma —dijo Daniel—, si tan solo supiera en qué me estoy equivocando.

—No te estás equivocando en nada Daniel, —explicó Danna— el problema soy yo, no soy la mujer para ti; deberías darte cuenta que estás perdiendo tiempo conmigo y que la mujer de tu vida está allá afuera esperando a conocerte.

—Para mí… la mujer de mi vida eres tú, Danna. Eres mi esposa.

—Estás en un grave error Daniel —Danna se acomodó en la cama. — El ser tu esposa no quiere decir que soy la mujer que te hará fel

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