Danna no sabía si llegar a su casa o dormir en la casa de su padre. Mientras, Daniel llegó a su vivienda con la melancolía de saber que era el sueño de su vida, que, con esfuerzo y dedicación, había creado aquel palacio, pero, ahora no sabía si venderla o hacer que la mujer para la que él hizo el esfuerzo, la viviera con los hijos que un día soñó tener.
Subió las escaleras que comunicaban el segundo piso y entró a su alcoba, notó que todo estaba impecable. Pero, aun así la soledad merodeaba aquel cuarto y eso lo llenó de un sentimiento desagradable.
Daniel se sentó en la cama y frotó su rostro con sus manos mientras pensaba en todo, su vida había caído en un vacío oscuro del que no podía salir. Dejó que emergieran las lágrimas y recorrieran sus mejillas. Miró un portarretrato que estaba en la mesi
Pasaron dos días y Danna no podría estar mejor con Daniel, él llegó de su viaje de negocios muy romántico con ella. Parecía como si la química entre los dos renaciera y esto alivió mucho a Danna quien no se cambiaba por nadie.Danna estaba encima de él y le daba montones de besitos para despertarlo, Daniel sonrió mientras abría los ojos.—Buenos días —saludó Danna sonriente, Daniel la abrazó.—Amor, te despiertas muy temprano —la tiró a la cama y se acurrucó en ella.—¡Despierta Daniel! —Ella soltó una carcajada y se levantó rápidamente. Daniel sintió salpicaduras de agua fría en su rostro que lo incomodó en gran manera— me dijiste que te despertara temprano.—No hagas eso —se limpió el rostro con sus manos y quedó sentado p
Estuvieron así por un corto tiempo, solo sintiendo sus cuerpos darse calor. Danna intentó calmarse, le apenaba el que siempre colapsara en llanto en momentos delicados. Se dio cuenta que solo era una niña mimada que no podría solucionar los problemas por sí misma. Sabía que debía arreglar esa parte de su personalidad si deseaba poder hacer avanzar su matrimonio, tenía que ser una mujer fuerte que estuviera a la altura de Daniel. Se sentaron en la cama después que la tensión desapareció de la habitación. Daniel en aquel momento era muy tierno con ella, le daba pequeños masajes sobre su espalda mientras intentaba tranquilizarla.—¿Es cierto que me estabas esperando para salir? —preguntó Danna al ya haber dejado de llorar.—Humm… —musitó Daniel—, sí, quería que arregláramos las cosas.
—Lo sé, pero… ¿cómo hago? Necesito hacer ese viaje, es un socio importante que desde hace mucho hemos querido hacer negocios con él —explicó Daniel desde el baño. Se miraba en el espejo las ojeras que tenía, estaba muy estresado.—Pero, ¿es más importante el trabajo que tu familia? —inquirió Danna.—Ay, ¡¿por qué siempre dices eso?! —se enojó Daniel y llevó una mano a su rostro mientras intentaba respirar profundo para calmarse.—Es que… Daniel… —Danna caminó hasta la puerta del baño y se recostó en el marco de esta mientras cruzaba sus brazos. — ¿Qué es lo que sucede? Te noto muy extraño en estos días.—Lo siento, el trabajo me tiene muy ocupado. Estamos teniendo unos problemas en la compañía, necesito arreglar
Brenda tenía el cabello muy corto, pero aun así lucía con estilo, algo muy típico de la joven. Danna le pareció que aquella pareja se amaba tanto, tenían una guerra con el tiempo; intentaban conformar una familia, aunque el cáncer quisiera prohibírselo.Horas después, Danna llegó sola a casa, Flor y Andrés se habían ido con Brenda porque al día siguiente irían a un paseo fuera de la ciudad.Estuvo esperando a Daniel por hora y media, faltaba pocos minutos para los doce de la noche y la joven estaba muy furiosa. Su esposo no le había llamado ni una sola vez, eso era lo que más le enojaba.Escuchó el cerrojo de la puerta y decidió acercarse para encarar a Daniel. El hombre al verla arrugó su frente, tenía un rostro cansado y traía el saco en una mano junto con la corbata.—¿Por qué llegas a es
El joven emprendió su marcha dejando a Danna ahogada en un mar de lágrimas. Mientras, las dos empleadas se acercaron a ella muy asustadas. Era de esperarse, el brazo de la joven estaba lleno de mucha sangre que estaba goteando.—¡Señora, su brazo! —gritó una bastante desesperada.Danna entre sus ojos nublosos vio unas gotas de sangre en el piso, revisó su brazo y notó que la cortada era bastante profunda, seguramente necesitaría puntos.—¡Llamaré al doctor! —soltó la empleada que era bastante amiga de Danna (Sofía).Danna no dejaba de marcar el número de Daniel. El joven, después de un tiempo apagó su celular, estaba en un bar dejando que sus penas se ahogaran en el alcohol. No quería saber nada de su problemática esposa, no después de haberlo intentado asesinar.—Vaya, se nota quieres
Camila llevó los platos a lo que supuso Daniel, era la cocina. Después salió con un pocillo de café en sus manos.—No hay nada mejor que un buen café —soltó la joven mientras desplegaba una sonrisa.—¿Podrías darme mi cartera? Por favor —pidió Daniel bastante serio al ver que aquella chica era muy parlanchina y no tenía pensado salirse de él tan fácilmente.—Relájate, lo menos que necesito en esta mañana es que alguien me estrese con su voz mandona —dijo Camila y después tomó un sorbo de café—. Te puedo dar algo de café mientras descansas un raro.—No soy de los que se toma el día libre por una jaqueca, mi tiempo no me lo permite —explicó Daniel mientras caminaba por la sala del apartamento lentamente—. Solo vine por mi cartera.—¿Cr
La vida poco a poco nos va quitando lo que no apreciamos y cuando reaccionamos es demasiado tarde. Danna ese día no tenía cabeza para nada ya que se sentía muy mal por lo que estaba haciendo, sabía que era su responsabilidad arreglar el daño que había hecho, pero no tenía ni la más mínima idea de cómo hacerlo.Tenía muy claro que no se trataba de las típicas discusiones que por lo regular solía tener con Daniel. No, esta vez tocaron fondo y parecía que no podrían salir de aquel profundo pozo.Flor dejó salir un bostezo y después se acomodó su cabeza en la almohada, su mirada quedó fija en el perfil de Andrés quien se encontraba muy concentrado viendo la pantalla de su celular.—Andrés —lo llamó.—¿Sí?—¿Qué piensas hacer cuando nos
—Qué mal —soltó Flor, comenzaba a agradarle aquella joven—. ¿Cómo te llamas?—Belinda, ¿y tú?—Flor.Las jóvenes hablaron por unos minutos más y después decidieron salir del baño. Al hacerlo, Flor vio a unos metros de distancia de ellas a Andrés.—Mira, ahí está mi novio —informó mientras desplegaba una sonrisa.Ellas se iban a acercar, pero, de la nada, Belinda se detuvo e intentó no mirar hacia el frente.—¿Qué sucede? —preguntó Flor.—Es que, ahí está el chico que me gusta —respondió Belinda.—¿Dónde? —la joven comenzó a buscar con la mirada.—Se acaba de acercar a tu novio.—¡¿Es ese?! —Flor dejó salir un pequeño grito de em