Son las tres de la tarde y Amber, debe dirigirse hacia la biblioteca, allí la está esperando su compañera y mejor amiga, como estudiante de derecho, debe leer muchos libros y memorizar muchas cosas, se esmera por ser la mejor en el ámbito, y así lo era. no por tenerlo todo sería una vaga o una floja, seria muy exitosa igual que sus padres.
Su padre el CEO de una gran multinacional, su bella madre una diseñadora de gran prestigio, y su hermano mayor con tan solo 25 años ya es el gran sucesor de la familia Walton.
Caminando por la acera en dirección a la biblioteca, sin darse cuenta unos hombres la intersectan, cubriendo enseguida su cabeza con una capucha negra, la chica asustada intenta luchar contra ellos, pero son muy fuertes y sin poder ver no logra mucho, hasta que cae al suelo después de que alguien la empuja y la pone a salvo, se retira la capucha a toda prisa y ve a un hombre que está peleando con dos más, sus patadas y puños resuenan en el lugar y algunas personas se están amontonando.
—¿Estás bien? —le pregunta una mujer mayor, al ver lo que está ocurriendo.
—Si, si gracias —musita con dificultad, no podía creer que estuvo a punto de ser secuestrada, y lo que había aprendido en sus clases de taekwondo no le había servido de mucho en este preciso momento. <<Debo practicar más>>se dijo a sí misma, mientras mira al hombre como lucha.
El joven sujetó a los dos delincuentes y mientras lo hacía el carro en el que venían desapareció por el camino al ver que los habían atrapado.
Con miedo a que esto llegara a las noticias y sus padres se llevaran un gran susto, se cubrió la cabeza con la capucha de su saco, miró al joven agradeciendole mentalmente y luego corrió en dirección a la biblioteca.
El joven al terminar levantó su mirada buscando a la niña por todos lados, pero no la encontró.
La chica llegó al fin a la biblioteca, y entró en silencio tratando de tranquilizar su agitado corazón.
—Amber —la saluda su amiga. —¿Qué te llevó tanto tiempo? —le pregunta en una queja.
La pequeña mujer se sentó y sacó de su bolso una botella de agua, aun no podía digerir lo que acababa de ocurrir. —Estuve a punto de ser secuestrada —susurra, haciendo que la otra chica se acercara más a ella y diera un chillido al escucharla.
—Shh…
—¿Cómo es eso posible? —susurra.
Amber levanta sus hombros en respuesta y dice: —Aún estoy asustada, si ese hombre no hubiera llegado… quién sabe dónde estaría en estos momentos.
—¿Cual hombre? —pregunta la chica confundida.
—No sé quien era, solo sé que me salvó de la nada.
—Uhh, ya sé, es un misterioso hombre que llegó justo a tiempo y ahora se enamoró de ti.
—No digas tonterías Michelle, nunca lo había visto y apuesto que él tampoco, tal vez iba pasando, no lo sé —responde. —empecemos, aunque ahora mismo no tengo cabeza para estudiar nada.
—¿Te llevo a casa? —inquiere la chica y Amber asiente en respuesta.
—Deje el auto en la Universidad y me vine caminando, la peor decisión que he tomado.
—Ya veo, no te preocupes, estás bien qué es lo importante y yo te llevaré a casa.
—Vale, llevaré el libro que busco y haré la tarea en casa.
—Si, buena idea, también haré lo mismo.
Después de recoger el libro que necesitaba, salieron juntas de la biblioteca y se dirigieron al auto que está estacionado justo al frente. El ringtone del móvil de Amber, resuena dentro del auto.
—Mierda —gruñe.
—¿Qué pasa, quién es?
—Es mi hermano y te apuesto a que ya sabe lo que sucedió.
La chica a su lado manteniendo sus ojos en la autopista frunce el ceño. —¿Cómo es eso posible Amber, que tu hermano estando tan lejos se haya enterado?
—Dejó un ojo aquí y el otro lo tiene allá, y es tan protector como papá — suelta con burla, haciendo reír a la chica.
—Hola mi querido hermano.
—Cuéntame con detalle lo que te ocurrió.
—No es necesario, pude defenderme sola.
—Amber, no me mientas.
—Pff —sintiéndose rendida hizo un mohín y le contó a su hermano lo ocurrido, con cada detalle. —Eso fue todo.
—Ok, hiciste bien, pero no vuelvas a salir de la universidad caminando por ahí, Amber, debes encontrar un guardaespaldas.
—¿Qué? No, por favor Liam, no seas exagerado, puedo defenderme sola.
—Si claro, bye.
—¡Liam, no lo hagas!
—¿No haga que?
—Hablar con papá sobre eso, no quiero ser perseguida por un anciano que me vigile todo el día, por favor.
—No será un anciano.
—¡Liam! —gritó pero fue el tono de llamada terminada lo que se escuchó.
Al llegar a casa, la joven salió del auto y se despidió de su amiga. —Amber, hablamos por Chat, cuídate mucho.
—Si, bye.
Entrando a la villa con precaución, no encuentra a nadie, dando un respingo entra a su habitación enseguida y se concentra en estudiar.
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Hola, Hola.
Buenos Días, Tardes, Noches.
Bienvenidos a esta segunda parte de Inesperadamente.
☪Los hijos de Mayling Jones y Martín Walton, ya han crecido y con eso los problemas y los enemigos.
☪Espero te guste esta novela escrita especialmente para ustedes.
¡Un gusto y Bienvenidos!
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Al día siguiente, Amber baja las escaleras más relajada, preparada para ir a las clases del día martes, y pensando que hoy sería un día completamente hermoso y diferente, al llegar a la planta baja, frunce el ceño al ver a sus padres en la sala con alguien más, pero no presta atención a lo que ellos hacen, así que sigue su camino. —Amber, cariño ven —Mey, llama a su hija al verla y la chica se da vuelta acercándose a ella. —Dime mamá —contesta con voz infantil y Mey, sonríe al escucharla. —¿Puedes contarme lo que sucedió ayer? —la chica hace un mohín al escucharla, sujeta su mano y la lleva hacia el patio trasero. —Por suerte no pasó nada mamá… un hombre me salvó.—Si, pero estuviste a punto de ser secuestrada Amber, eso es grave —Mey, la regaña pero abraza a su hija con fuerza. La chica suspira y responde al abrazo de su madre. —Lo sé mami, lo sé, y no puedo mentir, me paralice, me sentí vulnerable, en ese mismo momento, no se que me pasó. —Ya tranquila, tienes razón, por suer
—Lo siento señorita Walton, pero…—Está bien, cara de poker, déjame donde te dé la gana, y no me hables más —sus palabras y como lo había llamado lo dejo sin palabras, pero decide dejarlo pasar.****Al llegar, Mich, la está esperando afuera, con una sonrisa de oreja a oreja, mientras observa al guapo escolta y luego la mira a ella.Mientras tanto Amber baja del auto y luego abre la puerta delantera para sacar sus cosas, cierra la puerta con fuerza y vuelve a mirar a su amiga con su ceño fruncido mientras se acerca a ella. —Voy a colgarte.—¿Qué, por qué? —inquiere, al ver la seriedad de la chica. —¿Te preguntas por qué? —Ya lo sé, lo siento, pero… él me lo pidió —confiesa mientras mira en dirección al escolta. Amber, sigue la mirada de la chica, con su entrecejo fruncido y luego mira a su amiga. —No vuelvas a hacerle caso. —Amber, él es… es muy guapo —suelta un suspiro exageradamente. —¿sabes si tiene novia?—Ya callate, vámonos —dice y comienza
Por otro lado, mientras la joven acomoda sus compras, en un lugar completamente alejado, una mujer corre por las calles de la ciudad huyendo de alguien, se mete a un callejón, pensando que la han encontrado. su respiración se acelera y su cuerpo comienza a temblar. —No puede ser, me ha encontrado, Juan me ha encontrado, ¿serán hombres de Martí?—¡Señorita Jenny! —llaman pronunciando su nombre con dificultad —, ¡Vengo de parte del señor Collins! —sus palabras la abruman. —¡¿No eres hombre de Martín Walton?! —pregunta la chica expectante.—No señora, trabajo para el señor Collins.—¿Y qué quiere él conmigo? —Unirla a los enemigos de Martín. La mujer frunce el ceño y sale del lugar lentamente y atenta a cualquier movimiento. —¿Enemigos de Martín? —inquiere y el hombre asiente en respuesta. —¿Qué debo hacer? —Primero que todo, cambiar su aspecto, volver a ser la mujer hermosa que eras. La mujer se mira a sí misma, y se lleva las manos a su rostro. —Ya no tengo oportunidad para es
El traje negro, sus zapatos bien lustrados y sus lentes lo hacen lucir muy apuesto, y las chicas lo miran con detenimiento y alguna que otra con la boca abierta. Michelle, quien no estaba muy lejos, esperaba por Amber, desde el marco de la puerta de la universidad. —Vaya que si has llamado la atención con ese hombre tan apuesto amiga. —No es de mi gusto. Michelle se burla de las palabras de la chica y frunce el ceño. —¿No te gusta? —inquiere incrédula. —pero es guapo, muy guapo — suelta acentuando cada palabra y Amber mira en dirección al hombre, al parecer el joven siente su mirada y mira en su dirección, pero ella se da vuelta disimulando.—Vamos o entraremos tarde a clase. *****Al terminar las clases, Amber con vacilación camina hacia su escolta. —Oye —lo llama pero no por su nombre, así que el joven no vuelve a verla. —Te estoy hablando cara de poker —dice pinchando su hombro con un dedo como si estuviera sucio, al sentir su toque el chico se echa hacia atrá
—¿Sabes algo de mi padre? —Si, señor su padre saldrá en poco tiempo de la cárcel, y me he enterado que estará trabajando con alguien en cuanto salga. —¿Quien? —No lo sé señor, eso no me lo pudieron decir, al parecer es un hombre muy importante. —¿Cómo sabes que es hombre? —Pregunte eso señor, es un hombre que ha estado reclutando a personas caídas por Martín.—Está bien, llámame cuando tengas algo más.—Eso haré —la llamada terminó.El joven se sienta en el mueble y mira al tejado pensativo. —Amber, Amber, por que me la pones tan difícil, ¿sabes lo que siento por ti? y sea como sea te haré mía —suelta con ira y se levanta de golpe, para correr al baño y darse un baño de agua fría. En el baño, los recuerdos de cuando la conoció inundan su cabeza, desde que su padre estuvo bajo el poder de Martín y luego entró a prisión, se dedicó a investigar todo sobre la familia, pero una cosa llevo a otra enamorándose de la hija menor de los Walton y la maldad está en sus venas, la deseo día y
—Tengo un examen mañana mami, no puedo ir, lo siento madrina, será en otra ocasión. —Chica estudiosa —la joven esboza una sonrisa y se despide de las dos. —Diles que bajen, comemos y nos vamos. —Muero de hambre, ya las llamaré. —Amber, antes de irte por favor llévale esto a Gael —al escuchar a su madre se detiene en seco. —Uuh, ¿y es guapo?—No, es muy feo madrina —suelta y mira a su madre. —Mamá porque yo. —Bueno en realidad es muy guapo, pero ya sabes que la niña nunca podría estar con él. —Oh, y ¿por qué no? —gruñe Lena un poco indignada. —Porque es un guardaespaldas. —Hermana mía ¿te recuerdo algo?—No, ya sé lo que vas a decir, pero Martín nunca lo aceptaría.—Ve, llevale el pastel.—¿Y dónde está? —Buscalo. Amber se queja y sale de la cocina con el plato en la mano, observando en el interior de la villa. —Oh, buscalo en su habitación. —¿Habitación? La pequeña Amber, se
—Gael —murmura asustada. —No te muevas, me acercaré a ti —susurra, mientras camina con sus manos extendidas hacia delante, buscando a la chica. —No creo que esto sea un simple apagón —susurra cerca de su oído y la guía hacia la habitación que hay detrás de la cocina. —Gael, no me dejes aquí sola. —Tranquila, iré a revisar, ¿traes tu móvil contigo? —No.—Ten, si escuchas algo o a alguien extraño, llama a la policía. —Está bien. Gael, le entrega su móvil en las manos y la deja a salvo, cierra la puerta y luego se aleja lentamente, se agacha y saca el arma que lleva en su pie Izquierdo. —Sube, creo que la habitación de la chica está en la esquina —los murmullos se logran escuchar desde el lugar donde está Gael. El ringtone del móvil del escolta comienza a resonar en las manos de Amber, temblorosa revisa el móvil, y lee el nombre que aparece en la pantalla. —Liam.La niña contesta sin pensarlo y la persona del otro lado habló enseguida. —Gael, ¿estás en la villa? —Hola Liam, soy
—Si, señor Walton. —Buen trabajo. —Señor Walton —la voz del asistente Paul, se escuchó desde atrás, pero Martín, lo detuvo enseguida.—¡Paul! —la chica al verlo corrió hacia el asistente, quien la recibió en un abrazo, se alejaron e hicieron un saludo que solo ellos dos habían hecho, desde muy pequeña le había tomado mucho cariño a este joven asistente.El escolta los miraba incrédulo al ver la escena, aunque se sintió incómodo, frente a Martín no podía hacer nada. —Cariño, sube, necesito hablar con Gael. La chica quería negarse, pero no tuvo más remedio que subir a su habitación, su padre aun la trata como a una pequeña, aunque ya tuviera 20 años, se despidió del asistente y se alejó. Al entrar a la habitación, levantó su celular y revisó 20 llamadas perdidas de su hermano y 25 de su padre, se dejó caer sobre la cama y miro el cielo raso.—Agh, necesito música —susurró, se sentó, y colocó una de sus canciones favoritas. >Mientras canta, se sentó de nuevo en la