Capítulo 1: Su escolta.

Al día siguiente, Amber baja las escaleras más relajada, preparada para ir a las clases del día martes, y pensando que hoy sería un día completamente hermoso y diferente, al llegar a la planta baja, frunce el ceño al ver a sus padres en la sala con alguien más, pero no presta atención a lo que ellos hacen, así que sigue su camino. 

—Amber, cariño ven —Mey, llama a su hija al verla y la chica se da vuelta acercándose a ella. 

—Dime mamá —contesta con voz infantil y Mey, sonríe al escucharla. 

—¿Puedes contarme lo que sucedió ayer? —la chica hace un mohín al escucharla, sujeta su mano y la lleva hacia el patio trasero. 

—Por suerte no pasó nada mamá… un hombre me salvó.

—Si, pero estuviste a punto de ser secuestrada Amber, eso es grave —Mey, la regaña pero abraza a su hija con fuerza.  

La chica suspira y responde al abrazo de su madre. —Lo sé mami, lo sé, y no puedo mentir, me paralice, me sentí vulnerable, en ese mismo momento, no se que me pasó. 

—Ya tranquila, tienes razón, por suerte no pasó a peor. 

—Si —Amber, mira su reloj y se despide de su madre a toda prisa. 

—¡Amber! 

—¡No tengo tiempo mamá! —exclama mientras recoge los libros y el bolso y sale de la villa después de cambiarse los zapatos.                            

Afuera se encuentra Michelle, quien le había dicho que pasaría por ella temprano en la mañana, Amber ve afuera un auto que no pertenece a ninguno de la villa, y accidentalmente golpea su mano con la puerta del auto y todos los libros caen esparcidos. 

—Ouch —se queja y maldice por lo bajo.

—¿Estás bien? —pregunta Michelle. 

—A ja —contesta mientras se arrodilla para recoger sus cosas, al momento de recoger su último libro, la sombra de alguien detrás de ella la detiene, lentamente se endereza, da media vuelta para enfrentarlo y sus ojos se detienen en los de el hombre, que ahora está justo frente a ella. 

—¿Y tú quién eres? —le pregunta con su ceño fruncido, sus ojos rápidamente recorren su rostro y se detiene en el piercing que lleva en su oreja izquierda y un tatuaje que sobresale por encima del cuello de la camisa.

—Había pensado que ya lo sabrías, señorita Amber Walton —suelta y ella vuelve a mirarlo confundida, pero su mirada, esta vez, recorre toda su vestimenta de pies a cabeza, aunque lleva traje, corbata y zapatos bien lustrados no le gusta para nada lo que ve.                                                

—Soy su escolta —Amber analiza sus palabras, mira a su amiga y tira todo dentro del auto. 

—Espérame aquí, debo hablar con alguien —suelta con enojo. 

—¡Amber, llegaremos tarde! —ignorando la queja de su amiga, cierra la puerta y corre hasta la casa, caminando lo más rápido que sus pies le dan, entra a la sala de estar buscando a su padres y al encontrarlos pone sus manos a sus costados. 

—¿Es enserio? 

—No hay quejas, no hay un no como respuesta Amber, debes aceptarlo.                                                  suelta Martín con seriedad, sin ninguna emoción en su voz. 

—¿Y si no quiero? 

—Amber cariño, es para estar más tranquilos, aceptalo. 

—Mamá, ese tipo se ve más como un delincuente, que un escolta. 

—No juzgues un libro por su portada, sabes muy bien eso Amber. 

—¡Ahg! —dándose por vencida pone los ojos en blanco y sale de nuevo. 

Al salir se da cuenta que Michelle ya no está en el lugar donde se suponía debía estar.                                  —¡Michelle! —gruñe.                           

¡Bip Bip! 

La bocina de un auto resuena y ella enseguida mira en esa dirección, la ventana del piloto se baja lentamente y al ver de quién se trata, rueda los ojos bastante irritada. —Mierda —gruñe de nuevo, mira la hora dándose cuenta que no tiene tiempo que perder, así que se acerca al auto, y se sube en la parte trasera.

—Tus cosas están aquí adelante —su voz ronca hizo pasar una especie de electricidad por todo su cuerpo, era algo nuevo para ella, algo que nunca antes había sentido, pero rápidamente lo ignoro, saca su móvil y marca el número de su hermano. 

—¿Por qué? —pregunta de la nada, sin más palabras su hermano debía saber de qué hablaba.     

—Amber, la seguridad tuya es primordial, no permitiré que te hagan daño, y no me lo perdonaría nunca… 

—Okey, está bien —suelta y mira al hombre por el espejo retrovisor, que está concentrado en la vía, un rato después cuelga la llamada. 

El silencio reina en el auto, pero la vacilación del escolta es notable, sabía que la chica no estaba de humor. —Por cierto, me llamo Gael Byrne —.                                                                                                              

La niña frunce el ceño y mira hacia un lado, había escuchado aquel nombre antes pero no recordaba donde. volviendo en sí, miró de nuevo al joven pensando que ahora tendría un escolta y nuevamente frunció el ceño. —No te lo pregunté.

—No debías hacerlo, yo debía decírtelo —suelta. 

—¿Te puedo pedir… dos favores? 

—Claro. 

—Podrías dejar de tutearme y podrías dejarme lejos del estacionamiento, no quiero llamar la atención. 

—Podría seguir la primera, pero la segunda no, ordenes, son ordenes. 

—Pero te estoy dando una.

                                                      ☪☪☪☪☪☪☪☪☪☪☪☪☪☪

Buenos, Días, Tardes, Noches.

☪Querido lector, te agradezco por estar aquí, espero y te guste esta segunda parte de Inesperadamente☪

La he escrito con mucho amor, dedicación y entuciasmo; especialmente para ustedes, espero sea de su agrado.

☪¿Sabias que con tus votos y comentarios me ayudas a seguir? si, me emotiva, al ver los bellos comentarios de los lectores. 

☪Quiero que sepas que es una novela juvenil, que tendra sus escenas pero no muy explicitas. 

                      ☪De nuevo, muchas gracias por darle una oportunidad a mi historia☪

                                               ☪☪☪☪☪☪☪☪☪☪☪☪☪☪☪☪☪

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