—Lo siento señorita Walton, pero…
—Está bien, cara de poker, déjame donde te dé la gana, y no me hables más —sus palabras y como lo había llamado lo dejo sin palabras, pero decide dejarlo pasar.
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Al llegar, Mich, la está esperando afuera, con una sonrisa de oreja a oreja, mientras observa al guapo escolta y luego la mira a ella.
Mientras tanto Amber baja del auto y luego abre la puerta delantera para sacar sus cosas, cierra la puerta con fuerza y vuelve a mirar a su amiga con su ceño fruncido mientras se acerca a ella.
—Voy a colgarte.
—¿Qué, por qué? —inquiere, al ver la seriedad de la chica.
—¿Te preguntas por qué?
—Ya lo sé, lo siento, pero… él me lo pidió —confiesa mientras mira en dirección al escolta.
Amber, sigue la mirada de la chica, con su entrecejo fruncido y luego mira a su amiga. —No vuelvas a hacerle caso.
—Amber, él es… es muy guapo —suelta un suspiro exageradamente. —¿sabes si tiene novia?
—Ya callate, vámonos —dice y comienza a caminar ignorando a la chica.
Michelle, comienza a caminar detrás de Amber, pero aun sin quitarle la mirada de encima al joven, la alcanza al recordar algo y dice: —Recuerda que hoy iremos al centro comercial.
—Ya lo sé —contesta sin ninguna emoción.
Al terminar las clases, Amber, sale por la puerta de adelante de la universidad, sabía que su escolta la estaba esperando atrás, Michelle, detiene el auto justo frente a ella, quien se sube enseguida, pero el ringtone de su móvil la paralizó.
—Hola hermanito —contesta casual.
—Hola, ¿dónde estás? —le pregunta llevando la conversación normal y siguiendo la corriente a su hermana.
—A casa, claro.
—Oh, ya veo y ¿vas con Gael?
—Si claro, cara de poker, está manejando —suelta y Mich, se mofa.
—Hmm, y por que siento que me estas mintiendo, no se la estás poniendo fácil a Gael, Amber, dile a tu amiga que detenga el auto, él va detrás tuyo.
—Mierda —susurra y mira por el espejo del lado derecho. —Mich, detente.
—¿Por qué?
—Porque mi escolta, cara de poker, viene atrás y mi hermano lo sabe.
—Pero me dijiste que iríamos juntas de compras.
—¿Puedo ir de compras con Michelle y el escolta que venga atrás? —le pregunta con vacilación.
Después de un rato de silencio su hermano dice: —Hablaré con él, pero Amber, no se la pongas difícil, y no lo llames así, lo sabré enseguida.
—Si, si ok.
—Está bien, sigue, ya hablaré con él.
—Podemos seguir Mich.
Después de un rato las chicas entraron al centro comercial, caminando mientras observan algunas prendas en exhibición, decidieron entrar a una tienda de ropa exclusiva. “Pink Trunk” el Baúl rosado.
Amber mientras daba una vuelta sin darse cuenta tropieza con el pecho del joven Gael. —Ay —susurra.
—Lo siento señorita Walton.
—¿No te fijas? cara de poker.
—¿y tú no ves? —le pregunta con sarcasmo, había intentado ser amable pero las palabras de la chica lo enojaron—, Señorita Walton, hace mucho que estoy aquí parado —habla con un ceja arqueada.
—Argh —gruñe Amber y se aleja enseguida ignorándolo.
—Ven, no pelees con él —Mich intenta apaciguar a la joven y se aleja con ella.
Después de un rato, las chicas salen de la tienda con tres bolsas cada una. Gael se acerca a la joven a toda prisa y le quita las bolsas de sus manos.
—Puedo llevarlas —habla con desdén.
—Yo también las puedo llevar.
—Eres mi escolta, no mi niñera —lo mira a sus ojos con su entrecejo fruncido, pero se pierde en ellos, al igual que él.
—Señorita Walton… —habla en un susurro rompiendo la tensión que había entre ellos, se detiene y suelta un soplido que estaba conteniendo. —lo mejor será que nos llevemos bien, así todo esto funcionará.
Amber, rueda los ojos irritada y con arrogancia le dice: —Yo no quiero que esto funcione.
—Entonces tendrás que soportarme —musita y le quita las bolsas de las compras de sus manos, rozando las de ella, quien se tensa al sentir su toque, pero él la ignora y sigue caminando hasta llegar a las escaleras eléctricas, donde se detiene y las espera.
—Amber, tranquila vamos.
Al despedirse de Michelle, llegan al estacionamiento donde Gael ha dejado el auto y le abre la puerta a la chica, Amber, se sube de mala gana y se sienta con sus brazos cruzados.
—Mira Gael, en poco tiempo tendrás que irte, cuando todos se den cuenta que ha sido solo un mal entendido.
—¿Eso crees? —inquiere mirando a la chica por el espejo retrovisor. —¿Crees que solo fue un malentendido? —enciende el auto y acelera por el estacionamiento mientras espera a la respuesta de la chica.
—Si, eso es.
—Bueno, hasta que eso suceda tenemos que seguir —suelta y sonríe dejando a la chica atontada, ella había visto su sonrisa antes y sabía que es encantador, no deja de mirarlo hasta que se da cuenta que él vuelve a mirarla.
Al llegar a la villa, la chica le agradece y se baja del auto, recoge sus cosas como puede y se aleja.
—Señorita Walton, mañana estaré aquí a primera hora.
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Buenos, Días, Tardes, Noches.
☪Querido lector, te agradezco por estar aquí.
La he escrito con mucho amor, dedicación y entuciasmo; especialmente para ustedes, espero sea de su agrado.
☪De nuevo, muchas gracias por darle una oportunidad a mi historia☪
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Por otro lado, mientras la joven acomoda sus compras, en un lugar completamente alejado, una mujer corre por las calles de la ciudad huyendo de alguien, se mete a un callejón, pensando que la han encontrado. su respiración se acelera y su cuerpo comienza a temblar. —No puede ser, me ha encontrado, Juan me ha encontrado, ¿serán hombres de Martí?—¡Señorita Jenny! —llaman pronunciando su nombre con dificultad —, ¡Vengo de parte del señor Collins! —sus palabras la abruman. —¡¿No eres hombre de Martín Walton?! —pregunta la chica expectante.—No señora, trabajo para el señor Collins.—¿Y qué quiere él conmigo? —Unirla a los enemigos de Martín. La mujer frunce el ceño y sale del lugar lentamente y atenta a cualquier movimiento. —¿Enemigos de Martín? —inquiere y el hombre asiente en respuesta. —¿Qué debo hacer? —Primero que todo, cambiar su aspecto, volver a ser la mujer hermosa que eras. La mujer se mira a sí misma, y se lleva las manos a su rostro. —Ya no tengo oportunidad para es
El traje negro, sus zapatos bien lustrados y sus lentes lo hacen lucir muy apuesto, y las chicas lo miran con detenimiento y alguna que otra con la boca abierta. Michelle, quien no estaba muy lejos, esperaba por Amber, desde el marco de la puerta de la universidad. —Vaya que si has llamado la atención con ese hombre tan apuesto amiga. —No es de mi gusto. Michelle se burla de las palabras de la chica y frunce el ceño. —¿No te gusta? —inquiere incrédula. —pero es guapo, muy guapo — suelta acentuando cada palabra y Amber mira en dirección al hombre, al parecer el joven siente su mirada y mira en su dirección, pero ella se da vuelta disimulando.—Vamos o entraremos tarde a clase. *****Al terminar las clases, Amber con vacilación camina hacia su escolta. —Oye —lo llama pero no por su nombre, así que el joven no vuelve a verla. —Te estoy hablando cara de poker —dice pinchando su hombro con un dedo como si estuviera sucio, al sentir su toque el chico se echa hacia atrá
—¿Sabes algo de mi padre? —Si, señor su padre saldrá en poco tiempo de la cárcel, y me he enterado que estará trabajando con alguien en cuanto salga. —¿Quien? —No lo sé señor, eso no me lo pudieron decir, al parecer es un hombre muy importante. —¿Cómo sabes que es hombre? —Pregunte eso señor, es un hombre que ha estado reclutando a personas caídas por Martín.—Está bien, llámame cuando tengas algo más.—Eso haré —la llamada terminó.El joven se sienta en el mueble y mira al tejado pensativo. —Amber, Amber, por que me la pones tan difícil, ¿sabes lo que siento por ti? y sea como sea te haré mía —suelta con ira y se levanta de golpe, para correr al baño y darse un baño de agua fría. En el baño, los recuerdos de cuando la conoció inundan su cabeza, desde que su padre estuvo bajo el poder de Martín y luego entró a prisión, se dedicó a investigar todo sobre la familia, pero una cosa llevo a otra enamorándose de la hija menor de los Walton y la maldad está en sus venas, la deseo día y
—Tengo un examen mañana mami, no puedo ir, lo siento madrina, será en otra ocasión. —Chica estudiosa —la joven esboza una sonrisa y se despide de las dos. —Diles que bajen, comemos y nos vamos. —Muero de hambre, ya las llamaré. —Amber, antes de irte por favor llévale esto a Gael —al escuchar a su madre se detiene en seco. —Uuh, ¿y es guapo?—No, es muy feo madrina —suelta y mira a su madre. —Mamá porque yo. —Bueno en realidad es muy guapo, pero ya sabes que la niña nunca podría estar con él. —Oh, y ¿por qué no? —gruñe Lena un poco indignada. —Porque es un guardaespaldas. —Hermana mía ¿te recuerdo algo?—No, ya sé lo que vas a decir, pero Martín nunca lo aceptaría.—Ve, llevale el pastel.—¿Y dónde está? —Buscalo. Amber se queja y sale de la cocina con el plato en la mano, observando en el interior de la villa. —Oh, buscalo en su habitación. —¿Habitación? La pequeña Amber, se
—Gael —murmura asustada. —No te muevas, me acercaré a ti —susurra, mientras camina con sus manos extendidas hacia delante, buscando a la chica. —No creo que esto sea un simple apagón —susurra cerca de su oído y la guía hacia la habitación que hay detrás de la cocina. —Gael, no me dejes aquí sola. —Tranquila, iré a revisar, ¿traes tu móvil contigo? —No.—Ten, si escuchas algo o a alguien extraño, llama a la policía. —Está bien. Gael, le entrega su móvil en las manos y la deja a salvo, cierra la puerta y luego se aleja lentamente, se agacha y saca el arma que lleva en su pie Izquierdo. —Sube, creo que la habitación de la chica está en la esquina —los murmullos se logran escuchar desde el lugar donde está Gael. El ringtone del móvil del escolta comienza a resonar en las manos de Amber, temblorosa revisa el móvil, y lee el nombre que aparece en la pantalla. —Liam.La niña contesta sin pensarlo y la persona del otro lado habló enseguida. —Gael, ¿estás en la villa? —Hola Liam, soy
—Si, señor Walton. —Buen trabajo. —Señor Walton —la voz del asistente Paul, se escuchó desde atrás, pero Martín, lo detuvo enseguida.—¡Paul! —la chica al verlo corrió hacia el asistente, quien la recibió en un abrazo, se alejaron e hicieron un saludo que solo ellos dos habían hecho, desde muy pequeña le había tomado mucho cariño a este joven asistente.El escolta los miraba incrédulo al ver la escena, aunque se sintió incómodo, frente a Martín no podía hacer nada. —Cariño, sube, necesito hablar con Gael. La chica quería negarse, pero no tuvo más remedio que subir a su habitación, su padre aun la trata como a una pequeña, aunque ya tuviera 20 años, se despidió del asistente y se alejó. Al entrar a la habitación, levantó su celular y revisó 20 llamadas perdidas de su hermano y 25 de su padre, se dejó caer sobre la cama y miro el cielo raso.—Agh, necesito música —susurró, se sentó, y colocó una de sus canciones favoritas. >Mientras canta, se sentó de nuevo en la
—¡Si, ¿de donde?! —inquirió el chico y Martín le mostró la parte trasera de la moto, donde podía poner sus manos.Por otro lado, Amber, levantó sus manos en el aire emocionada, recibiendo el viento, relajándose por completo. —¡¿Te gusta?! —inquirió Mey, en un grito. —¡Si, mamá!Mey, se detuvo en una intersección, se bajó de la motocicleta y le señaló a su hija que se sentara en la parte delantera. Amber la miró totalmente incrédula. —Se que puedes, te dire por donde. —¿Mamá estás segura? —ella asintió con la cabeza y la joven enseguida se sentó adelante, sujeto el acelerador, al tiempo que apretaba los frenos. —Confio en ti Amber, mi vida está en tus manos —soltó, al subirse en la parte trasera y le hizo señal a su hija para que siguiera. Amber sin ningún esfuerzo logró maniobrar la motocicleta, la velocidad, y el sentir de la adrenalina lo lleva en las venas. —No, te olvides de los cambios es todo lo que tienes que hacer —le indico y la joven asintió en respuesta. Guiando a su
—Señorita… —un joven se acerca a ella y enseguida todos se ponen en alerta, el joven estira su mano y le entrega una hoja doblada por la mitad. —Es del chico de allá —señala al lugar donde está el joven que envió la carta y Amber al mismo tiempo que sus tres acompañantes miran también en esa dirección. sin vergüenza alguna o como si estuviera acostumbrado a ese tipo de situaciones, el joven levanta su mano y la saluda. mientras que Martín al igual que Gael fruncen el ceño, al contrario de Mey, quien esboza una sonrisa. —Gracias, pero no me interesa —contesta la niña dejando al joven con la mano estirada. —Esa es mi hija. —Papá. —¿Qué? —pregunta emocionado. —¡Uuuh! —todos comenzaron a hacer bullicio. —¡¿Te rechazaron, Imán?! —gritaron todos con burla y las cuatro personas se miraron entre sí. Al escuchar eso, el joven se bajó de su motocicleta y se acercó él mismo a la chica, con 6 personas más detrás de él, mientras caminaba hacia ella grita: —¡¿Que paso muñequita?! ¿Crees que