Por otro lado, mientras la joven acomoda sus compras, en un lugar completamente alejado, una mujer corre por las calles de la ciudad huyendo de alguien, se mete a un callejón, pensando que la han encontrado.
su respiración se acelera y su cuerpo comienza a temblar. —No puede ser, me ha encontrado, Juan me ha encontrado, ¿serán hombres de Martí?
—¡Señorita Jenny! —llaman pronunciando su nombre con dificultad —, ¡Vengo de parte del señor Collins! —sus palabras la abruman.
—¡¿No eres hombre de Martín Walton?! —pregunta la chica expectante.
—No señora, trabajo para el señor Collins.
—¿Y qué quiere él conmigo?
—Unirla a los enemigos de Martín.
La mujer frunce el ceño y sale del lugar lentamente y atenta a cualquier movimiento.
—¿Enemigos de Martín? —inquiere y el hombre asiente en respuesta. —¿Qué debo hacer?
—Primero que todo, cambiar su aspecto, volver a ser la mujer hermosa que eras.
La mujer se mira a sí misma, y se lleva las manos a su rostro.
—Ya no tengo oportunidad para eso —dice entre lágrimas.
—Aun la tiene, el señor le explicara qué debe hacer.
Llenándose de ilusión, sale detrás del hombre, en busca de una nueva oportunidad.
—Gracias.
—No me agradezcas a mi, si no, al jefe.
La mujer completamente avergonzada sube al auto con vacilación, y el hombre sube al asiento del copiloto, el olor que se percibe inunda todo el interior, sin poder creer que esta mujer sea la fuente de eso, bajan las ventanas tanto el chofer como el hombre que le dio paso para que subiera.
—Irás a un hotel, dentro encontrarás una maleta con ropas limpias, le hemos conseguido de diferentes tallas por que no sabemos exactamente cuál es, su vuelo partirá mañana, allí la estará esperando una mujer.
—¿Vuelo? —pregunta sorprendida. —¿A dónde?
—Irás a la ciudad de New York, y te harás un cambio físico, entraras a la ciudad de nuevo en cuanto esté lista, como Yuma Hill, para presentarse como una asistente para Martín Walton, el jefe se comunicara con usted cada cierto tiempo, y tendrá que contestar a todas sus llamadas.
—Ok.
—¿Podrá hacerlo señorita Jenn?
La mujer suelta un suspiro y recuerda todo lo que pasó por culpa de Martín y asiente. —Si, puedo hacerlo —contesta, pero algo dentro de ella surge y enseguida pregunta: —¿Por qué solo en contra de Martín y no también de Meylin?
—Ni a la señorita Meylin, ni a sus hijos, se le permitirá tocarlos, el jefe le explicara el por que o lo que debe saber.
—Vaya —murmura sorprendida. —Está bien.
El hombre mira por encima de su hombro y asiente en respuesta.
Al día siguiente, como había dicho Gael, estaba temprano en la mañana esperando a la joven. Se encontraba sentado en la mesa con una taza de café y sus piernas cruzadas bebiendo con tranquilidad.
Amber, baja las escaleras y entra a la cocina aún no había visto al joven y se acerca a la canasta de las frutas, dándole un mordisco enseguida y queda paralizada en el lugar al ver a su escolta mirándola con burla.
—Señorita Walton, su auto ya está en el estacionamiento —dice otro hombre que acababa de entrar.
—Gracias Richard —mastica ligero y agradece.
—Mi niña come algo, aun es temprano.
—Si Agata, tomaré esto —dijo sacando un vaso de jugo de naranja.
—¿Quieres que te prepare algo?
—No puedo, si me siento llegaré tarde.
Amber se bebe el vaso de jugo y se despide con un beso en la mejilla de Ágata, eso cautivo al hombre, nunca habría pensado que una chica como ella, le daría un beso a una mujer del servicio.
Ignorando a Gael, sale de la cocina. —Adios, mi niña que te vaya muy bien.
—Adios Agata, gracias —exclama, saliendo en dirección al aparcamiento.
—¿No vienes conmigo? —le pregunta el joven, y la chica se detiene en seco.
—Hmm, ¿puedo manejar hoy?
—Si promete traerme de vuelta con vida.
Al escucharlo la niña rueda sus ojos y gruñe enojada, unos cuantos minutos después, Gael, se encuentra sentado en el asiento del copiloto. Al llegar a la sede de la universidad, como era de esperarse, todos comenzaron a hablar sobre el hombre con quien había llegado, la primera vez él no había bajado del auto y por eso nadie sabía de su existencia hasta hoy, que vino como el copiloto de la señorita Walton.
El traje negro, sus zapatos bien lustrados y sus lentes lo hacen lucir muy apuesto, y las chicas lo miran con detenimiento y alguna que otra con la boca abierta. Michelle, quien no estaba muy lejos, esperaba por Amber, desde el marco de la puerta de la universidad. —Vaya que si has llamado la atención con ese hombre tan apuesto amiga. —No es de mi gusto. Michelle se burla de las palabras de la chica y frunce el ceño. —¿No te gusta? —inquiere incrédula. —pero es guapo, muy guapo — suelta acentuando cada palabra y Amber mira en dirección al hombre, al parecer el joven siente su mirada y mira en su dirección, pero ella se da vuelta disimulando.—Vamos o entraremos tarde a clase. *****Al terminar las clases, Amber con vacilación camina hacia su escolta. —Oye —lo llama pero no por su nombre, así que el joven no vuelve a verla. —Te estoy hablando cara de poker —dice pinchando su hombro con un dedo como si estuviera sucio, al sentir su toque el chico se echa hacia atrá
—¿Sabes algo de mi padre? —Si, señor su padre saldrá en poco tiempo de la cárcel, y me he enterado que estará trabajando con alguien en cuanto salga. —¿Quien? —No lo sé señor, eso no me lo pudieron decir, al parecer es un hombre muy importante. —¿Cómo sabes que es hombre? —Pregunte eso señor, es un hombre que ha estado reclutando a personas caídas por Martín.—Está bien, llámame cuando tengas algo más.—Eso haré —la llamada terminó.El joven se sienta en el mueble y mira al tejado pensativo. —Amber, Amber, por que me la pones tan difícil, ¿sabes lo que siento por ti? y sea como sea te haré mía —suelta con ira y se levanta de golpe, para correr al baño y darse un baño de agua fría. En el baño, los recuerdos de cuando la conoció inundan su cabeza, desde que su padre estuvo bajo el poder de Martín y luego entró a prisión, se dedicó a investigar todo sobre la familia, pero una cosa llevo a otra enamorándose de la hija menor de los Walton y la maldad está en sus venas, la deseo día y
—Tengo un examen mañana mami, no puedo ir, lo siento madrina, será en otra ocasión. —Chica estudiosa —la joven esboza una sonrisa y se despide de las dos. —Diles que bajen, comemos y nos vamos. —Muero de hambre, ya las llamaré. —Amber, antes de irte por favor llévale esto a Gael —al escuchar a su madre se detiene en seco. —Uuh, ¿y es guapo?—No, es muy feo madrina —suelta y mira a su madre. —Mamá porque yo. —Bueno en realidad es muy guapo, pero ya sabes que la niña nunca podría estar con él. —Oh, y ¿por qué no? —gruñe Lena un poco indignada. —Porque es un guardaespaldas. —Hermana mía ¿te recuerdo algo?—No, ya sé lo que vas a decir, pero Martín nunca lo aceptaría.—Ve, llevale el pastel.—¿Y dónde está? —Buscalo. Amber se queja y sale de la cocina con el plato en la mano, observando en el interior de la villa. —Oh, buscalo en su habitación. —¿Habitación? La pequeña Amber, se
—Gael —murmura asustada. —No te muevas, me acercaré a ti —susurra, mientras camina con sus manos extendidas hacia delante, buscando a la chica. —No creo que esto sea un simple apagón —susurra cerca de su oído y la guía hacia la habitación que hay detrás de la cocina. —Gael, no me dejes aquí sola. —Tranquila, iré a revisar, ¿traes tu móvil contigo? —No.—Ten, si escuchas algo o a alguien extraño, llama a la policía. —Está bien. Gael, le entrega su móvil en las manos y la deja a salvo, cierra la puerta y luego se aleja lentamente, se agacha y saca el arma que lleva en su pie Izquierdo. —Sube, creo que la habitación de la chica está en la esquina —los murmullos se logran escuchar desde el lugar donde está Gael. El ringtone del móvil del escolta comienza a resonar en las manos de Amber, temblorosa revisa el móvil, y lee el nombre que aparece en la pantalla. —Liam.La niña contesta sin pensarlo y la persona del otro lado habló enseguida. —Gael, ¿estás en la villa? —Hola Liam, soy
—Si, señor Walton. —Buen trabajo. —Señor Walton —la voz del asistente Paul, se escuchó desde atrás, pero Martín, lo detuvo enseguida.—¡Paul! —la chica al verlo corrió hacia el asistente, quien la recibió en un abrazo, se alejaron e hicieron un saludo que solo ellos dos habían hecho, desde muy pequeña le había tomado mucho cariño a este joven asistente.El escolta los miraba incrédulo al ver la escena, aunque se sintió incómodo, frente a Martín no podía hacer nada. —Cariño, sube, necesito hablar con Gael. La chica quería negarse, pero no tuvo más remedio que subir a su habitación, su padre aun la trata como a una pequeña, aunque ya tuviera 20 años, se despidió del asistente y se alejó. Al entrar a la habitación, levantó su celular y revisó 20 llamadas perdidas de su hermano y 25 de su padre, se dejó caer sobre la cama y miro el cielo raso.—Agh, necesito música —susurró, se sentó, y colocó una de sus canciones favoritas. >Mientras canta, se sentó de nuevo en la
—¡Si, ¿de donde?! —inquirió el chico y Martín le mostró la parte trasera de la moto, donde podía poner sus manos.Por otro lado, Amber, levantó sus manos en el aire emocionada, recibiendo el viento, relajándose por completo. —¡¿Te gusta?! —inquirió Mey, en un grito. —¡Si, mamá!Mey, se detuvo en una intersección, se bajó de la motocicleta y le señaló a su hija que se sentara en la parte delantera. Amber la miró totalmente incrédula. —Se que puedes, te dire por donde. —¿Mamá estás segura? —ella asintió con la cabeza y la joven enseguida se sentó adelante, sujeto el acelerador, al tiempo que apretaba los frenos. —Confio en ti Amber, mi vida está en tus manos —soltó, al subirse en la parte trasera y le hizo señal a su hija para que siguiera. Amber sin ningún esfuerzo logró maniobrar la motocicleta, la velocidad, y el sentir de la adrenalina lo lleva en las venas. —No, te olvides de los cambios es todo lo que tienes que hacer —le indico y la joven asintió en respuesta. Guiando a su
—Señorita… —un joven se acerca a ella y enseguida todos se ponen en alerta, el joven estira su mano y le entrega una hoja doblada por la mitad. —Es del chico de allá —señala al lugar donde está el joven que envió la carta y Amber al mismo tiempo que sus tres acompañantes miran también en esa dirección. sin vergüenza alguna o como si estuviera acostumbrado a ese tipo de situaciones, el joven levanta su mano y la saluda. mientras que Martín al igual que Gael fruncen el ceño, al contrario de Mey, quien esboza una sonrisa. —Gracias, pero no me interesa —contesta la niña dejando al joven con la mano estirada. —Esa es mi hija. —Papá. —¿Qué? —pregunta emocionado. —¡Uuuh! —todos comenzaron a hacer bullicio. —¡¿Te rechazaron, Imán?! —gritaron todos con burla y las cuatro personas se miraron entre sí. Al escuchar eso, el joven se bajó de su motocicleta y se acercó él mismo a la chica, con 6 personas más detrás de él, mientras caminaba hacia ella grita: —¡¿Que paso muñequita?! ¿Crees que
—Señor Walton no volveré a montar con Amber, me ha dado un susto de muerte. —¡No seas un llorón! —gruñó la chica. —¿Llorón? —réplica —por poco me matas. —No exageres. —Ya chicos, vamos a comer algo y luego nos vamos cómo llegamos, Gael, Amber no te dejará caer de verdad, no lo hará. Gael mira a la mujer mayor y luego mira a la chica. —Amber, deberías enseñarle. —Es un llorón papá, ¿cómo va a aprender? —No soy un llorón y voy a aprender. Amber le saca la lengua y camina delante de ellos, adentrándose al restaurante. se sientan a la espera de una camarera, quien se acerca para realizar el pedido, al minuto siguiente la puerta se abre, y entran 4 hombres allí. —¿Amber? —pregunta al ver a la chica y frunce el ceño al darse cuenta con quien está. —¡Javi! —la joven lo saluda esbozando una sonrisa, mientras sus padres los miran atentos. —Hola —se acerca a ella, para saludarla con un beso en la mejilla y mira a Gael, quien también lo mira atento. —Mira ellos son mis padr